CRECER CON UN HERMANO ESPECIAL
Por Rodrigo Huerta
Ciudad de México (Aunam). Temprano en una fría tarde de diciembre, Jaqueline Gómez de 18 años, chica de mediana estatura y pelo largo, se sienta en su sala y empieza a rememorar cómo fue el proceso de saber que iba a tener un nuevo hermano.
Ella tenía nueve años cuándo sus padres llegaron con ella y su hermano mayor Rene. “Fue muy especial, toda la familia se alegró al saber que íbamos a tener un nuevo integrante”. A ella se le iluminaron sus ojos cafés oscuros un poco rasgados mientras se mantenía tomada de sus blancas manos por el frio que sentía.
“Durante nueve meses todos en mi casa estuvimos preparando un cuarto para el nuevo integrante de la familia. Al menos una vez por mes íbamos a una tienda por algo que nos gustaría que vistiera el nuevo bebé. Pero algo cambió después de unos meses a mi madre le dijeron que a Emmanuel lo habían diagnosticado con síndrome de Down”.
Por el frio se levanta y va por una chamarra más gruesa, va hacía su cocina para preparar un café. Mientras tanto sigue con su historia: “A mi mamá la vi preocupada, ya que después de ese anuncio a mi hermano mayor y a mí no nos contaron nada, pero se sentía algo en el humor de mis papás. No… se comportaban igual”.
Durante el tiempo de la gestación de Emmanuel después del diagnóstico sus padres pasaban más tiempo en el hospital que en su casa. Cuatro meses después él nació.
“Mientras mis papás se la pasaban en el hospital mi hermano y yo no sabíamos que pasaba. Como ellos estaban la mayor parte del tiempo fuera de la casa solo Rene y yo nos hacíamos compañía, él ya sabía lo que sucedía con mi nuevo hermanito, pero, no quería que me afectara que el bebé saliera malito”.
Su madre, Rosaura Corrilo, interviene por un momento y dice que agradece mucho cómo fue que Rene sobrellevó la noticia, ya que por él Jaqueline a su tiempo pudo comprender y querer mucho más a Emmanuel.
“Sí fue difícil en su momento, mi mamá -señalándola con la mano- cuando dio a luz a Emmanuel tardó mucho en regresar a la casa, ya que además de que la labor de parto fue extensa, mi hermano presentó problemas respiratorios”.
Rosaura se sienta a un lado de Jaqueline, la abraza y vuelve a intervenir. “El parto fue bastante largo, más de diez horas de labor y para cuando ya había nacido Emmanuel la sorpresa de que sus pulmones no podrían soportar parten el alma y el corazón”. Voltea y acaricia a Jaqueline, la besa y va a ayudar a Emmanuel con su tarea a la cocina.
Jaqueline vuelve un poco en si y sigue. “Al momento que Emmanuel llega a la casa fue un tanto extraño, era un bebé muy tranquilo, mis papás nos explicaron que mientras no pudiese respirar bien no podríamos acercarnos mucho. Eso se me hacía extraño ya que por la poco que podía recordar era que, cuando nace un bebé todo el mundo se alegra, pero en mi casa no fue todo así”
“Durante los primeros tres años casi todos los meses mis papás iban al hospital seguido y Emmanuel por el síndrome se tardó mucho en empezar a caminar y a hablar”. Emmanuel la llama y le pregunta qué está haciendo, ella le responde “Contado cómo es que llegaste a la casa bebé” mientras lo abraza y lo regresa a la cocina para que vuelva a hacer su tarea.
“Cómo ves es complicado, a pesar de que ya estaba algo grande cuando Emmanuel nació fue difícil saber que mi hermanito no iba aprender como Rene o yo, y que siempre iba a depender de nosotros en alguna manera”. Empieza a cortarse su voz y una pequeña lagrima recorre su rostro.
“Es difícil, pero siempre hay que aprender a sobrellevar las cosas, mis papás siempre estuvieron al tanto de nosotros, pero Rene y yo aprendimos a cuidar de Emmanuel con su ayuda”.
Emmanuel entra de nuevo a la sala y le dice feliz a Jaqueline Gómez que ya terminó su tarea, se percata que quiso llorar y la abraza con fuerza; ella lo acomoda en el sofá y continua:
“Después de que Emmanuel se estabilizara de su salud mis papás empezaron a llevarlo a la escuela Integración Down, ahí desde hace seis años lo han ayudado a mejorar todas sus habilidades. Poco a poco junto con otros niños ha ido avanzando y aprendido lo que yo o tú en menos tiempo”.
El niño la interrumpe y contento dice que ahí ha aprendido a contar, escribir un poquito y hablar con más personas. Cuenta que también tiene muchos amigos con los que juega y platica mucho.
Jaqueline Gómez lo afirma y empieza a decir que fuera de la ayuda que da la escuela, es importante que las personas aprendan a comprender a quienes sufren de esta enfermedad y que el apoyo moral es indispensable para que se pueda desenvolver con el resto de la sociedad.
“A pesar de que todo nuestro mundo cambió cuando Emmanuel llegó a la casa, siempre estos cambios han ido a mejorar nuestras vidas y a aceptar con mayor facilidad las adversidades”, afirmó Jaqueline Gómez.
Ciudad de México (Aunam). Temprano en una fría tarde de diciembre, Jaqueline Gómez de 18 años, chica de mediana estatura y pelo largo, se sienta en su sala y empieza a rememorar cómo fue el proceso de saber que iba a tener un nuevo hermano.
Ella tenía nueve años cuándo sus padres llegaron con ella y su hermano mayor Rene. “Fue muy especial, toda la familia se alegró al saber que íbamos a tener un nuevo integrante”. A ella se le iluminaron sus ojos cafés oscuros un poco rasgados mientras se mantenía tomada de sus blancas manos por el frio que sentía.
“Durante nueve meses todos en mi casa estuvimos preparando un cuarto para el nuevo integrante de la familia. Al menos una vez por mes íbamos a una tienda por algo que nos gustaría que vistiera el nuevo bebé. Pero algo cambió después de unos meses a mi madre le dijeron que a Emmanuel lo habían diagnosticado con síndrome de Down”.
Por el frio se levanta y va por una chamarra más gruesa, va hacía su cocina para preparar un café. Mientras tanto sigue con su historia: “A mi mamá la vi preocupada, ya que después de ese anuncio a mi hermano mayor y a mí no nos contaron nada, pero se sentía algo en el humor de mis papás. No… se comportaban igual”.
Durante el tiempo de la gestación de Emmanuel después del diagnóstico sus padres pasaban más tiempo en el hospital que en su casa. Cuatro meses después él nació.
“Mientras mis papás se la pasaban en el hospital mi hermano y yo no sabíamos que pasaba. Como ellos estaban la mayor parte del tiempo fuera de la casa solo Rene y yo nos hacíamos compañía, él ya sabía lo que sucedía con mi nuevo hermanito, pero, no quería que me afectara que el bebé saliera malito”.
Su madre, Rosaura Corrilo, interviene por un momento y dice que agradece mucho cómo fue que Rene sobrellevó la noticia, ya que por él Jaqueline a su tiempo pudo comprender y querer mucho más a Emmanuel.
“Sí fue difícil en su momento, mi mamá -señalándola con la mano- cuando dio a luz a Emmanuel tardó mucho en regresar a la casa, ya que además de que la labor de parto fue extensa, mi hermano presentó problemas respiratorios”.
Rosaura se sienta a un lado de Jaqueline, la abraza y vuelve a intervenir. “El parto fue bastante largo, más de diez horas de labor y para cuando ya había nacido Emmanuel la sorpresa de que sus pulmones no podrían soportar parten el alma y el corazón”. Voltea y acaricia a Jaqueline, la besa y va a ayudar a Emmanuel con su tarea a la cocina.
Jaqueline vuelve un poco en si y sigue. “Al momento que Emmanuel llega a la casa fue un tanto extraño, era un bebé muy tranquilo, mis papás nos explicaron que mientras no pudiese respirar bien no podríamos acercarnos mucho. Eso se me hacía extraño ya que por la poco que podía recordar era que, cuando nace un bebé todo el mundo se alegra, pero en mi casa no fue todo así”
“Durante los primeros tres años casi todos los meses mis papás iban al hospital seguido y Emmanuel por el síndrome se tardó mucho en empezar a caminar y a hablar”. Emmanuel la llama y le pregunta qué está haciendo, ella le responde “Contado cómo es que llegaste a la casa bebé” mientras lo abraza y lo regresa a la cocina para que vuelva a hacer su tarea.
“Cómo ves es complicado, a pesar de que ya estaba algo grande cuando Emmanuel nació fue difícil saber que mi hermanito no iba aprender como Rene o yo, y que siempre iba a depender de nosotros en alguna manera”. Empieza a cortarse su voz y una pequeña lagrima recorre su rostro.
“Es difícil, pero siempre hay que aprender a sobrellevar las cosas, mis papás siempre estuvieron al tanto de nosotros, pero Rene y yo aprendimos a cuidar de Emmanuel con su ayuda”.
Emmanuel entra de nuevo a la sala y le dice feliz a Jaqueline Gómez que ya terminó su tarea, se percata que quiso llorar y la abraza con fuerza; ella lo acomoda en el sofá y continua:
“Después de que Emmanuel se estabilizara de su salud mis papás empezaron a llevarlo a la escuela Integración Down, ahí desde hace seis años lo han ayudado a mejorar todas sus habilidades. Poco a poco junto con otros niños ha ido avanzando y aprendido lo que yo o tú en menos tiempo”.
El niño la interrumpe y contento dice que ahí ha aprendido a contar, escribir un poquito y hablar con más personas. Cuenta que también tiene muchos amigos con los que juega y platica mucho.
Jaqueline Gómez lo afirma y empieza a decir que fuera de la ayuda que da la escuela, es importante que las personas aprendan a comprender a quienes sufren de esta enfermedad y que el apoyo moral es indispensable para que se pueda desenvolver con el resto de la sociedad.
“A pesar de que todo nuestro mundo cambió cuando Emmanuel llegó a la casa, siempre estos cambios han ido a mejorar nuestras vidas y a aceptar con mayor facilidad las adversidades”, afirmó Jaqueline Gómez.
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