COMO SIEMPRE ¡PROTAGONIZADO ESCENITAS!: EL LIBRO

Por Diana Ramírez Luna
México (Aunam). El calor no da tregua, pero los ánimos no sucumben. Es el Día Internacional del Libro y, por tanto, la Máxima Casa de Estudios del país lleva a cabo la Fiesta del Libro y la Rosa 2013, único día en el que se instalan los "puestos" de diversas casas editoriales en la explanada del Centro Cultural Universitario, así que conforme transcurrían las horas, la gente se congrega cada vez más y más.

Entre danza, presentaciones de libros, películas y rosas rojas, el “libro objeto” es lo que debe ser: el protagonista del evento.

Incansable, la gente, en su mayoría estudiantes, que camina por los estrechos pasillos que se formaron entre stand y stand, transita con bolsas y rosas en las manos, otros tantos con un refresco o con su botella de agua para mitigar la sed.

Vendedores de las editoriales Era, Cal y Arena, Planeta y Almadía aseguran que no sólo ésta, sino las ferias de libros en general, son un buen incentivo para promover la lectura, así como un estímulo para aquellos que todavía no lo hacen, aunque también, hay que reconocerlo, es una gran oportunidad para ellos desde el punto de vista económico. Al respecto, comentaron que la pérdida en estos eventos puede ser de un 8 por ciento aproximadamente, así que hay que prever esa clase de inconvenientes.

Los ánimos no se acaban y todos los eventos tienen lleno por arriba de 90 por ciento, las subastas de libros no cesan y los estudiantes no pierden la oportunidad de llevarse uno que otro libro desconocido para ellos, pues en una de ésas es un buen hallazgo.

-¡Cien! El compañero da cien pesos, ¿quién da más?- se escucha, a través de un altavoz, a una joven disfrazada de gitana.

-¡Ciento veinte por acá, ciento cuarenta allá!... Ciento cuarenta a la una, ciento cuarenta a las dos, y ciento cuarenta a las…

-¡Ciento cincuenta!- Grita el mismo estudiante que al principio ofreció cien pesos y él se lleva la oferta con visible alegría.

Cerca de las cuatro del tarde el cielo se disgusta o se regocija, quién sabe, pero empieza a llover y la gente a correr. Todo mundo se cubre donde puede y con lo que puede. En la cafetería se arremolina el estudiantado y alguno que otro más mayorcito. Benito Taibo, por su parte, vive una batalla épica con una mesa plegable que se revela y no quiere realizar la función de “sostenedora de libros para firma de autógrafos”, Sandra Lorenzano sufre con un locutor que la llama “Susana Lorenzano” e incluso comenta en su cuenta de Facebook “comencé a dudar de mi identidad”.




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