CERCA DE LA MURALLA DE PIEDRA
Por Zaira Celina Hernández Santillán
México (Aunam). El día es soleado, las burbujas de jabón son llevadas al cielo por el viento, el canto de los pájaros se confunde con las risas, los aplausos, la bulla. La huasteca es interpretada por un grupo de músicos originarios de la Sierra de Puebla de la cultura mixteca. El violonchelo, el violín, el guitarrón y el timbal son algunos instrumentos que se hacen sonar.
Los integrantes de este grupo llevan puesto la vestimenta originaria de su región; Las mujeres faldas amplias, floreadas y una blusa de manta blanca con bordado, zapatos negros y un chongo a la mitad de la nuca. Los hombres visten con camisa y pantalón de manta, un paliacate en el cuello y un sombrero tejido.
Una de las bailarinas de la banda, Carolina Sánchez, de cincuenta y dos años, se muestra muy coqueta; baila con gran pasión. Ella invita al público a danzar, los espectadores responden positivamente, entre ellos está José López, el cual la mira fijamente cuando se mueve.
La expresión cultural de los mixtecas y de otros artistas en general como pintores, escultores, modeladores de barro, tejedores de palma, se reúnen en la Plaza San Jacinto, o mejor conocida como Jardín del Arte todos los sábados de nueve de la mañana a seis de la tarde.
Esta plaza se ubica en la colonia San Ángel, al suroeste de la Ciudad de México, en la delegación Álvaro Obregón. La arquitectura de esa zona, el ambiente fresco, los árboles y jardineras que hay, son característicos del lugar.
Según la página de Internet de Ediciones Miguel Ángel Porrúa, la primera edificación española en San Jacinto fue construida por los monjes Dominicos de Oplaca, la cual se llamó La Ermita a la Virgen del Rosario. La construcción de este templo es una de las más antiguas de la Ciudad de México; inició a finales del siglo XVI, en donde se encontraba la población indígena de Tenanitla.
Aunque haya un sinnúmero de puestos, se pueden admirar las construcciones de la época colonial que dan un ambiente de elegancia. El primer antecedente de los registros de estas construcciones se realizó en junio de 1554, según el blog del Jardín del Arte.
En este lugar podemos encontrar espacios y edificios con estilo colonial; las calles angostas y empedradas, casas de piedra, balcones a la avenida, y enredaderas son los rasgos principales de esta zona.
La página web oficial de Plaza San Jacinto, publica que el barrio de Tenanitla, Tenantitlan o Atenantitlan, es un nombre náhuatl que significa cerca de la muralla de piedra, nombre del barrio del señorío de Coyoacán que existió donde se encuentra asentado actualmente San ángel y la Plaza San Jacinto.
No se conoce la fecha de su fundación, pero estuvo habitado desde 1332 por los chalcas y tepanecas, grupos indígenas que más tarde fueron sometidos por los mexicas, quienes hacia el año 1418 ya dominaban completamente en esta zona.
Los habitantes de Tenanitla se dedicaban a las artesanías y al cultivo de los campos, pues las faldas de los cerros cercanos mostraban una riqueza arbórea. También proveían de leña a Coyohuacan, ya que era un pueblo tributario, esto según la fuente de información anterior.
De fresa, de limón, de guanábana… origen e historia
Sábado a mediodía. El ritmo del paso es pausado debido a la multitud de gente que se encuentra reunida. La mayoría de estas personas son adultas jóvenes, oscilan de los treintas a los cincuenta y tantos años.
La mayoría de los visitantes parecen ser de clase media y con estabilidad económica, aunque esto no exime que en el otro extremo del parque se puede observar a un hombre indigente y en condiciones precarias dormido en una banca.
Ediciones Miguel Ángel Porrúa menciona que en 1580 La Ermita a la Virgen del Rosario fue elevada a la categoría de iglesia y sus funciones se separaron del Templo de San Juan Bautista, de la entonces villa de Coyoacán, también fundada por dominicos.
En 1596 fue nombrada Parroquia de San Jacinto del Pueblo de Tenanitla, nombre que conserva hasta la actualidad. En el año 1615 los Monjes Carmelitas iniciaron la construcción del Convento Escuela del Carmen terminándolo en 1617, encomendado para su protección a San Ángelo Mártir.
El sonido del agua caer de una fuente le hace coro al canto de algunos pajaritos que son acompañados por la música de un acordeón que tocan en la calle, a un costado del jardín.
“El objetivo de los Carmelitas era predicar el evangelio. Sin embargo, por las mismas causas que las demás órdenes antiguas de México, la nuestra empezó a flaquear a mediados del siglo XVIII, pero casi llegó a extinguirse a principios del siglo XX”. Publica el portal de Internet de Carmelitas descalzos, provincia mexicana de San Alberto.
La misma fuente informa que en 1886, el párroco Pelagio Antonio de Labastida fundó en la casa parroquial de la Iglesia de San Jacinto, un noviciado para que cuidaran y administraran las Iglesias de la Orden en México, sin embargo esto no obtuvo éxito.
Posteriormente nació un nuevo intento de restauración de la Provincia, pero la revolución encabezada por el General Venustiano Carranza impidió el restablecimiento en el año de 1914. Ante esto los padres tuvieron que abandonar la nación y refugiarse en Cuba, esto según el mismo portal de Internet.
Al entrar a la iglesia San Jacinto se percibe el olor de diversas flores y de cera quemada que al combinarse producen una sensación de calma. El silencio es interrumpido por una niña de aproximadamente tres años que entra con sus padres; quienes visten de traje y vestido.
Según la página oficial del Museo del Carmen, Tenanitla o San Ángel pudo abrigar los cultivos de los españoles e indios y se convirtió en un sitio de recuperación y veraneo desde el siglo XVI. Esto debido a sus condiciones geográficas; al pie de las montañas, lejos de las orillas de los lagos, con varios riachuelos que lo atravesaban, y con tierras fertilizadas por las antiguas erupciones volcánicas.
Fueron los Carmelitas los que aprovecharon estas condiciones. “Fray Andrés de San Miguel fue encargado de represar y canalizar las aguas del río Magdalena, así como de trazar y construirle senderos a la huerta en el año1597. Estos canales fueron utilizados para regar las huertas de tierras fértiles de exuberante vegetación, lo que propició la fundación del pueblo de San Ángel”, según la página web del Museo del Carmen.
En una banqueta de la calle Juárez se encuentra Francisca López de 46 años, quien vende tapetes, canastos y pulseras hechas de mimbre y palma de colores. Ella es originaria de Oaxaca, de un pueblo mixteco llamado San Martín Peras, pero desde hace veinte años vive en el Distrito Federal. “Me vine por la necesidad económica, pues en mi pueblo no sacaba dinero para vivir”, nos comenta.
Francisca vive con su esposo y sus dos hijas; una de doce años y otra de nueve, quienes le ayudan a vender sus productos. Ella saca al día de 200 a 300 pesos en un horario de 11 a 6 de la tarde. “¿Me puedes regalar una foto? Shabu”.
México Tenoch, El periódico de México, en su portal de Internet publica que la pequeña población que habitaba en Tenanitla se dedicada a la recolección de frutos, vegetales y leña (algunas versiones indican que trabajaban el labrado de piedra), esto le otorgó a San Ángel el prestigio de ser una villa llena de flores y frutos.
“De fresa, de limón, de guanábana. A quince pesos, lleve su nieve”. Grita un hombre de estatura baja que viste un pantalón de mezclilla y una playera anaranjada, al mismo tiempo que tintinea una campana.
“La huerta Carmelita obtuvo fama por la producción de frutales europeos que eran desconocidos en este continente, como peras, manzanas, duraznos, etcétera; lo que fue desplazando paulatinamente el nombre del pueblo de Tenanitla”, se escribe en el portal de Sapiensa.
Atrás de la Iglesia de San Jacinto está un largo jardín. Se percibe un olor a gorditas doradas de masa que se extiende por el camino de adoquín que tiene cruces labradas de color rojizo, el pasto verde produce una sensación de tranquilidad que invita a contemplar la variedad de árboles que lo escoltan; un aguacate ya tiene docenas de frutos, las ciruelas aún no retoñan, pero proporcionan una fresca sombra, una madura toronja está a punto de caerse al pasto, un maguey de aproximadamente tres metros de diámetro se encuentra en una orilla del jardín, unos pinos rodean la cruz de piedra que se encuentra en el centro del jardín.
“La cruz es firmeza en un mundo que se agita” está tallado en la cruz que lleva por nombre Santa Crux Dumvolovitur Orbis. Ésta es una de las primeras cruces labradas en México, la cual mide 2 m de alto por 1.5 de ancho. En cada punto de la cruz están talladas diversas figuras; una vaca con descomunales orejas, un águila con una mirada firme, una cabeza de león y la de un hombre. En su superficie se observan espadas, escaleras y un gallo tallados; se mezclan elementos cristianos y paganos.
El organillero toca una melodía lenta, nostálgica. Uno de sus compañeros pide alguna moneda con un gorrito color café. En cada esquina venden algo; artesanías, comida o algún antojito. “¿A cómo está el coctel chico de fruta?”, pregunta una chica de aproximadamente 21 años, “treinta pesos”, es la respuesta que recibe.
Wikipedia, la enciclopedia libre, menciona que el lugar cobró fama cuando en un restaurante del pueblo fue asesinado el general Álvaro Obregón, motivo por el cual se le designó como Álvaro Obregón a esta delegación política del Distrito Federal.
Casi no compro porque los recursos son limitados
Unos aretes tejidos con el rostro de Frida Kahlo, vasijas de cobre de tamaño miniatura, pinturas de todos los colores y texturas, alebrijes gigantes. El trabajo de los artesanos y artistas de escultura, pintura, cartonería, papel mache, plata, bordado, tejido, entre otras cosas, destacan al caminar por las calles empedradas.
Esta zona juega un rol cultural importante. El “Bazar de artesanías del Sábado” y comercios aledaños se dedican principalmente a la exposición de arte y artesanía nacional e internacional.
“El título no es tan importante, lo que importa es lo que el cuadro te diga, que sugiera estados de ánimos. El complemento de mi cuadro es el espectador, él le pone el título”, afirma Óscar Vega, pintor mexicano de cincuenta y nueve años.
Él pertenece a la Asociación del Jardín del Arte desde hace cinco años. Menciona que tuvo que presentar un currículum y fotografías de sus obras para ser admitido. El precio de sus cuadros depende del material, del tiempo que se tarde en realizarlo y la técnica que utilice. El sol, una de sus pinturas exhibidas en su puesto, cuesta seis mil pesos; está hecha en óleo.
“Tiene meses que no he vendido nada, la población tiene una mínima cultura pictórica, es brutal la ignorancia que hay en las personas. Prefieren comprarse una blusa en Liverpool, que una pintura”.
A los alrededores de la plaza San Jacinto se encuentran diversos lugares que difunden y promueven el arte cultural popular; La Biblioteca Isidro Fabela, el Museo del Risco, La iglesia San Jacinto, casas de antigüedades, galerías de arte.
A lado de la iglesia San Jacinto está la tienda de artesanías María Bonita, en donde se encuentran obras de arte que han recorrido varias partes del mundo y que están firmadas por sus autores, aunque los precios más baratos oscilan en 250 pesos.
Enfrente de esta tienda está un legado nacional con valor histórico; la placa conmemorativa dedicada al Batallón de San Patricio, la cual fue instaurada en el año 2010 debido a la conmemoración del centenario y bicentenario de la Independencia de México y de la Revolución Mexicana.
Esta placa conmemora la ayuda de la unidad militar Batallón de San Patricio compuesta de inmigrantes europeos, principalmente irlandeses, que lucharon junto a las fuerzas nacionales contra la invasión de los Estados Unidos a México, en el periodo de 1846 a 1848.
En el video El colegio militarizado Alarid conmemora al Batallón de San Patricio, de ESTV Noticias, se menciona que “los efectivos del Batallón de San Patricio eran desertores del Ejército de los Estados Unidos, formado principalmente por migrantes de origen irlandés y alemán, además de una minoría canadiense, inglesa, escocesa, polaca, italiana y algunos extranjeros residentes en México, la gran mayoría católicos”, quienes tomaron el nombre del Santo Patrono de Irlanda, San Patricio.
En esta placa están inscritos 71 nombres de los integrantes del batallón, “48 de los cuales eran irlandeses y 13 alemanes”, esto según Stevens, Peter F en su texto The Rogue's March: John Riley and the St. Patrick's Battalion. El siete de septiembre del año 2011 se llevó a cabo una ceremonia en dicha plaza en la que participaron el jefe delegacional de Álvaro Obregón Eduardo Santillán, y el embajador de Irlanda, Eamon Hickey.
Entre la música mixteca que se escucha a lo lejos, la refrescante sombra que produce un muérdago, árbol muy común en la Plaza San Jacinto, se distinguen los cuadros de Natalia Ocovozkaba de cincuenta y dos años, originaria de Rusia.
“Pinto desde todo mi vida”, menciona Natalia. Ella es maestra de ciencias de biología. Lo único que pinta son pájaros, flores o elementos de la naturaleza. La mayoría de sus cuadros son elaborados con acrílico sobre tela y barniz. “En pintar un cuadro me puedo tardar una semana aproximadamente, a veces más, pero mis cuadro preferidos no los vendo, sólo los traigo para exhibirlos”, comenta. El Pájaro Alegre es un ejemplo de ello. ´
Un cuadro de tamaño pequeño está en 2300 pesos, “Son precios muy baratos, porque su verdadero precio oscila en 4000 pesos. Es arte de verdad”, dice la artista.
Natalia, como Óscar y los demás pintores, pertenecen a la Asociación del Jardín del Arte A.C., que es una asociación civil formada desde 1955, con la finalidad de exponer la obra de artistas plásticos como pintores, escultores, fotógrafos y grabadores al aire libre. “Para pertenecer a esta asociación tengo que pagar una cuota mensualmente”, dice Ocovozkaba.
“Vengo aquí desde que era chica. Lo que más me gusta es su entorno, el paisaje, las artesanías, su tipo de construcción. Casi no compro porque los recursos son limitados, pero si tengo la oportunidad aprovecho”, nos comparte Angélica González, visitante regular de 50 años.
Un niño con cabeza de oso emana sangre de su cuerpo. El fondo es negro, con líneas grises que crean caos. Es la pintura de Carlos García, titulada El juego, la cual llama la atención de cada persona que pasa.
“Me gustaría que no le metieras tanta mano porque las tachaduras, los parches y lo viejo forman parte del producto, de la obra de arte. Si la compones mucho le quitas lo viejo, su historia, su valor”, le dice un cliente a un artista visual.
“Quiero algo grande, que proyecte tranquilidad. Será para la sala.”, comenta otra persona a otro pintor. Muchos clientes hacen pedidos de cómo quieren sus cuadros; en qué color, qué material, sus medidas, entre otras características.
La Llorona
El día 5 de agosto del 2010 se publicó en la Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal el Decreto en el que se declara al conjunto Urbano-Arquitectónico (barrios, callejuelas, callejones, plazas, jardines, conjuntos religiosos, casas, entre otros) del antiguo Pueblo de San Ángel y de la Plaza San Jacinto como Patrimonio Cultural Tangible de la Ciudad de México.
Al conjunto de expresiones culturales que en él se manifiestan (festividades, manifestaciones artísticas, ferias populares, procesiones, exposiciones de arte entre otras) como Patrimonio Cultural Intangible. “Algunas fuentes mencionan que autoridades y la delegación Álvaro Obregón cuidan que en esta zona no se prolifere el comercio y desarrollos inmobiliarios o se cambie el uso de suelo para la preservación del Patrimonio Cultural Intangible”, anuncia un cartel que se encuentra ubicado en la Plaza San Jacinto, firmado por la delegación.
En la misma fuente se publica que estos decretos entraron en vigor el día 6 de agosto de 2010 debido a que los vecinos de este lugar señalaron ser poseedores de un legado histórico que pertenece a todos los mexicanos por contar entre otras cosas con un edificio que data del siglo XVI.
A la colonia San Ángel la designaron como “Pueblo Típico Pintoresco” desde el año de 1932, para contribuir a la preservación, protección y promoción del patrimonio cultural tangible, según la página oficial de la Secretaría de la Ciudad de México.
Al terminar de tocar la última pieza, el grupo de música mixteca se despide con unas palabras en náhuatl. Después de esto José López externa que le gustaría bailar una última canción.
Le dan a escoger entre La llorona o El feo, él elige La llorona y saca a bailar a Carolina. Ellos bailan seduciéndose, gozando de sus movimientos, de la canción, del lugar, del momento. Están tan cerca que casi se dan un beso.
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