ANALIZAN CRISIS EXISTENCIAL DEL SER HUMANO

Por Carlos Flores Zulbarán
México (Aunam). La muerte del otro crea conciencia de una realidad: el ser humano, al estar inmerso en la cotidianidad de la vida, llega a olvidar que la muerte existe, y una vez que se está frente a ella, penetra en el alma un dolor tan grande que duele usar el nombre de pérdida y duelo, explicó Anahí Ramos Díaz.

Para la licenciada en lengua Inglesa de la Universidad Autónoma del Estado de México, la pérdida es la ruptura de la comunicación; mientras el duelo, la pérdida del otro, significa la pérdida de uno mismo, en cuanto a la identidad con la otra persona.

A través del análisis del cómic The Walking Dead, expuso un mundo apocalíptico, donde un grupo de personas busca salvaguardar su vida en medio de una sociedad deformada, en un mundo devastado. Las imágenes, aseguró, reflejan un ambiente hostil, que generan en el lector la repulsión, el terror.

El miedo generalizado por la humanidad da lugar a un fenómeno llamado “creencia histérica”; que da a un elemento ambiguo del medio un poder para destruir. El miedo al exterminio total y la creencia en ente ambiguo producido por el imaginario colectivo, dan lugar al apocalipsis.

El cómic da cuenta de los valores de una sociedad, construye un mundo que refleja lo que es el ser humano y lo que no. La lucha emprendida por el hombre en esos tiempos apocalípticos no solo está en el exterior, sino en el interior, al grado de no reconocerse a sí mismo.

Así, el cómic se vuelve metáfora del ser humano que ha sufrido una mutación: pasa desapercibido este mundo de terror, anda por el mundo sin conciencia, sin voluntad, sin reaccionar ante lo que pasa en su entorno. Si ni la pérdida o el duelo lo hacen ver al otro, “definitivamente el hombre es un muerto viviente”, concluyó la especialista.

Por su parte, Sharon Suarez Larios, estudiante de Letras Modernas Italianas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, comentó que todo inicio conlleva un fin, y la certidumbre de saberse finito se hace presente con el fin de una vida humana. El fin atemoriza, pero con la esperanza de que el otro llorará la inevitable partida, se hace soportable el día a día.

El temor particular puede llegar a la paranoia colectiva cuando ese otro peligra, cuando no se habla del fin del individuo sino de la raza humana. Si hay una génesis de un Adán y una Eva, un primer hombre y una primera mujer, habrá un apocalipsis, un último hombre y una última mujer. Se habla entonces del fin del mundo, que lógicamente sería el fin del hombre.

La inexistencia de la verdadera relación interpersonal humana, aseguró Suárez Larios, generaría que los límites existentes entre los individuos desaparecerían para crear una fusión entre todos los seres humanos a través de una composición heterogénea, entonces, se volviera un todo perfecto.

Una humanidad perfecta y eterna que satisfaga el hambre de inmortalidad, sin embargo, para que esto se realice debe desaparecer la existencia del hombre como individuo llevándolo a una unificación espiritual, un mundo sin dolor, donde no hay un último hombre y una última mujer.

Para el especialista Rodrigo Jardón Herrera, la espiritualidad es el centro del ser humano. Sin embargo, la masificación significó un cambio de la realidad. Como ocurrió en Italia tras la masificación de la televisión, que logró difundir al italiano como lengua nacional, no obstante, esto representaba que los hablantes no tuvieran plena libertad de lingüística, dejando los dialectos de lado.

La desaparición de una lengua, implica el fin del mundo. La tradición, valores y modelos pasaban de padres a hijos, se regeneraba, cosa que ahora ya no existe, concluyó Jardón.

¿Qué sucedería si existiera al posibilidad de determinar el fin del lenguaje, que quedaría si el fin pudiera ser determinable? Son las preguntas que surgieron por parte de Alfredo Leal Rodríguez, narrador, ensayista y estudiante de Letras Francesas.

Identificar es un conocimiento semántico, el cual opera a partir de la individualización. Esto, comentó Leal Rodríguez, porque al individualizar se está primero definiendo, no se individualiza cuando no se ha conceptualizado. Se identifica solo porque el ser humano es capaz de conceptualizar a partir de lo descriptivo.

La individualización pasa de ser un reconocimiento a ser una forma de confrontación conceptual, identificamos a partir de las diferencias que no entran en una clase. Los acontecimientos son identificables a partir de su singularidad.

Desde el momento que se deja hablar del fin del mundo como acontecimiento determinado y determinante, se hace una concepción semántica, se trata de fines del mundo, porque cada uno de ellos es identificable, singular, individual.

En el thriller el espectador no es capaz de realizar esta forma de identificación. Se sabe en breve que se trata de un fin del mundo, porque los acontecimientos que se tienen que confrontar, son acontecimientos de la propia realidad del espectador, es decir, una realidad confrontada a la realidad en el thriller.

El significante se separa del significado, conduciéndose hacia otros significantes que tienen una relación con él. Al separarse esto, el fin del mundo que nos concierne tiene una condición de existencia determinada, la incomunicabilidad. Si no es posible singularizar, individualizar, no es posible, entonces, identificar, remató Leal Rodríguez.

Para concluir las ponencias, Lilian Torres Merino, estudiante de Letras
Francesas, hizo referencia al ocaso del arte. El umbral entre el arte autentico que carga con la crisis del sentido y con el arte refinado que está formado por enunciados protocolares, es que en las obras significativas, la negación del sentido se configura como algo negativo, mientras en otras obras se copia de una manera positiva.

Afirmó que lo inherente a la negación del sentido en la obra de arte, subraya el contra impulso de la existencia, se despreocupa de la muerte, es decir, su propia vida se nutre de ella y la negación que se adapta al fenómeno, se alimenta de la subjetividad.

Alejados al caos, se dimitiría en torno al cambio y a la transformación, por primera vez en la historia de la humanidad, que esta debe inventar su futuro, intentando socavar el olvido del otro en la memoria colectiva.

Así terminó la mesa número 5 titulada Cine y literatura enmarcada en el v coloquio de letras de estudiantes para estudiantes “los fines del mundo a través de los siglos: profecías y holocaustos que se llevó a cabo en la Facultad de Filosofia y Letras.






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