Expuestas: La intimidad en internet
Natalia Bassoco Ruiz Esparza, Mauricio Pérez Hernández y Javier Vázquez Simancas |
México (Aunam). Hay historias que contar...
Renata (20 años)
“Ni santas ni putas.
Somos sólo mujeres”.
ㅡRotmi Enciso
Quién diría que el día de su cumpleaños Renata recibiría uno de los peores regalos de su vida: Su Facebook estaba hackeado. Horas antes, navegando por su muro de Facebook, Renata dio click en un link que le había parecido interesante revisar, sin embargo, jamás imaginó lo que vendría después.
Con un sólo click las puertas de la intimidad de Renata fueron abiertas, desde los secretos que platicaba con su mejor amiga y las conversaciones banales con su equipo de clase, hasta las pláticas privadas que mantenía con su exnovio.
Eran las 10:35 pm cuando Renata recibió el mensaje que le quitaría el sueño- “Es urgente que me contestes”, decía el hombre que se escudaba bajo un perfil falso con la foto de un personaje de anime. “Hola ¿Quién eres?”. Preguntó Renata sin esperar la respuesta que obtendría. “Mira, en este link que te acabo de enviar aparecen tus fotos y videos íntimos'', dijo el hacker. “No te creo”, respondió Renata, y al no saber qué hacer, decidió bloquearlo.
Hasta ahora, se han registrado tres maneras en las que se obtienen y difunden videos y fotografías íntimas: imágenes tomadas sin consentimiento de la persona que aparece en ellas; fotografías o videos tomados con el consentimiento de la persona que aparece en ellos, pero obtenidas a consecuencia de un robo virtual o hackeo; por último, las fotografías son enviadas con consentimiento pero difundidas a terceros sin el mismo.
Según Fernanda Gómez Balderas: “el contenido producido y difundido (en Internet) no sólo es aquel que busca contribuir (…) a la comunicación (…), sino aquel que reproduce patrones de discriminación (…) [como] es la difusión de imágenes íntimas o de carácter sexual sin el consentimiento de la víctima”.
Pasaron sólo cinco minutos para que Renata volviera a recibir un mensaje del mismo hombre, el bloqueo no había funcionado. “Ya tengo acceso a tu cuenta, que me bloquees no sirve de nada. Necesito que me mandes 2000 fotos tuyas y 1000 videos donde aparezcas desnuda o voy a publicar tus fotos en Facebook y las enviaré a tus familiares”, escribió el hacker. En la actualidad no son sólo rumores los que se propagan entre las personas, sino imágenes, ya sean fotografías o videos de naturaleza sexual. Una vez que estas imágenes se encuentran en línea, borrarlas es casi imposible.
Renata se negó a hacer lo que le pedían, a lo que el hombre con agresividad y vulgaridad dijo: “Mira pinche puta, aquí tengo tus fotos para que no andes de caliente y sigas mandando más, éste es tu escarmiento”. María Wgendolyne López Crespo, subdirectora en el área de Prevención de Violencia de Género en la Jefatura de Unidad Departamental de Derechos Sexuales y Reproductivos en la Secretaría de las Mujeres (SeMujeres), nos indica que: “los victimarios saben que las mujeres serán vistas como putas o zorras, mientras que la actividad sexual de los hombres será objeto de orgullo”. El primer pensamiento que Renata tuvo fue sobre su madre, de ninguna manera quería que se enterara de lo que sucedía.
“Toda esta formación que tenemos: patriarcal, estereotipada, heteronormada; favorece a que se culpabilice a la víctima, con toda esta construcción social alrededor de las mujeres en la que supuestamente deben tener mucho cuidado con lo que hacen (…) misma situación que tiene que ver con la construcción de la sexualidad, misma que en las mujeres siempre ha sido muy normada”, menciona la especialista María Wgendolyne López Crespo.
La difusión de estas imágenes, por medios digitales, se da de distintas maneras. Una de ellas mediante redes sociales, donde se publican fotografías en el perfil de la persona que aparece en ellas; otra es por mensajes; o utilizando un perfil falso pretendiendo ser la persona en las imágenes.
Al poco tiempo, el hacker, sin tentarse el corazón, publicó un link junto a dos fotos íntimas de Renata con una descripción que decía: “Mira mis resultados en el Gym”. Para prevenir que su madre se percatara de lo que sucedía, Renata tomó la decisión de bloquearla de sus redes sociales. “¿Por qué me bloqueaste? Quería felicitarte por tu cumpleaños”, con curiosidad dijo la mamá de Renata. “No pasó nada mamá, qué raro que te aparezca así”, respondió ella. Finalmente, Renata optó por borrar completamente su perfil de Facebook.
Al otro día, después de haber pasado una de las peores noches de su vida, decidió contarle a su mamá. Su reacción fue favorable, dispuso todo su apoyo hacia su hija y le ofreció llevarla con un psicólogo, sin embargo, Renata se negó pues pensó que no era necesario.
A sus amigas les contó la situación en el primer instante en el que tuvo la oportunidad. “No pues, es que me hackearon”, dijo con coraje. “¿Cómo que te hackearon?”, sus amigas respondieron. Renata, con la finalidad de prevenirlos, también le contó el suceso a algunos más de sus conocidos.
Con la intención de que el caso no quedará impune, Renata transformó su miedo en valentía y acudió a levantar una denuncia al Ministerio Público. El trato brindado por parte del policía que se encargó de redactar el acta fue muy hostil. “Es que tú tienes la culpa de lo que te pasó”—el policía sin consideración alguna dijo—“¿Sabes qué? Aquí no vamos a poder hacer nada, mejor ve a la Policía Cibernética”, sentenció. A pesar de eso, la carpeta de investigación fue abierta junto a cinco chicas más que se encontraban en las mismas circunstancias. Ningún caso ha sido resuelto hasta el momento de la realización de este reportaje.
Según un estudio realizado en el proyecto End Revenge Porn (Terminar con la Porno Venganza) a cargo de la Cyber Civil Rights Initiative (CCRI), indicó que el 90% de las víctimas son mujeres, mientras que el 68% de ellas, se encuentra entre los 18 y 30 años. La Policía Cibernética tampoco fue de gran ayuda. A Renata se le dijo que, debido al constante cambio de ubicación de su hacker, no se podría hacer nada.
A partir de esta mala experiencia, Renata ha aprendido a ser más cuidadosa con los links que abre. “Ahora trato de ya no enviar fotos, porque fue una experiencia muy muy mala”. Los malos comentarios jamás llegaron por parte de los amigos o familia cercana a Renata, sino que fueron hechos por los amigos o conocidos de su ex pareja. “A la mujer se le tiene vista como ‘fácil’, (ellos) han dicho sobre mí: ‘ella se lo buscó, ¿para qué anda de fácil mandando fotos?’”.
La socióloga y profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Anna Lee Mraz Bartra quien es especialista en temas de género, comenta que: ‘’Depende de la circunstancia y del tipo de fotografías. Pero, en general, creo que la sociedad castiga más severamente a las mujeres por la divulgación de sus fotografías íntimas. Las mujeres son juzgadas socialmente con una mayor carga negativa. Pero además, el uso que se les da, es más dañino para la víctima femenina que masculina. Cuando se quiere dañar a un hombre, por lo general se ataca a las mujeres con las que se relaciona: su madre, su esposa, sus hijas e hijos’’.
Ahora conoce más casos similares al de ella, mujeres que también han denunciado y que a pesar de hacerlo, las autoridades no han resuelto nada. Aún con las dificultades que conlleva, ha superado lo que le ocurrió: “Es complicado, pero no hay nada de qué avergonzarse, y sé que da mucho coraje, pero denunciando tal vez se pueda solucionar algo”.
Renata sigue teniendo miedo de que algo similar le ocurra de nuevo, sin embargo es consciente de que la expresión de su sexualidad no se verá limitada a raíz de un trago amargo. “Vive tu vida sexual como la quieras vivir, con mucho cuidado y confiando en la persona” dice por último.
II. Luna (19 años)
“Una mujer que no tenga poder sobre su cuerpo
no puede ser una mujer libre”.
ㅡMargaret Sanger
“Yo no tenía la culpa de haber confiado en alguien” dice con voz casi inaudible.
El sexting o el uso de las redes socio-digitales para enviar y recibir fotos de carácter sexual es una práctica mayoritariamente llevada a cabo por jóvenes de entre 12 y 20 años, señala la doctora Alba Luz Robles Mendoza de la UNAM. En su quinto año de prepa, Luna compartió con “D” algunas fotografías íntimas. En ese momento, tenían una relación casual.
La doctora Robles Mendoza, perteneciente al Foro Consultivo, Científico y Tecnológico, señala que quienes comparten sus fotos íntimas con alguien más lo hacen porque tienen confianza en el receptor. Esta es la razón por la que no detectan que existe el peligro de que sus imágenes lleguen a una audiencia no deseada. “A ‘D’ le interesaba tener una relación más íntima conmigo, pero yo lo rechacé y le dije que mejor continuáramos como amigos. Tiempo después empezó el problema...”, menciona Luna con la mirada clavada en el piso.
“La publicación en internet no consentida de imágenes íntimas con la única finalidad de hacer daño supone una forma de violencia machista ejercida por hombres contra sus parejas o exparejas”, se menciona en la plataforma Pantallas Amigas. Luna piensa que su negativa ante la propuesta de “D” fue la causa por la que filtró sus fotos, aunque desde antes “D” mostraba conductas agresivas.
La investigadora Mraz asegura que el principal motor para hacerlo es el factor lucrativo y/o querer dañar a otra persona, ya sea por venganza, enojo o alguna cuestión de salud mental. Lo anterior se entiende como un fenómeno que debe ser entendido como un componente de violencia de género.
“Había escuchado rumores de que mis fotos íntimas estaban circulando, yo no sabía qué pensar. Luego me enteré por una tercera persona que ‘D’ era quien las estaba difundiendo con sus amigos por Whatsapp y Messenger”. Un estudio de laUniversidad de Indiana reveló que el 23% de quienes han recibido una fotografía íntima, la han compartido al menos con una tercera persona: las imágenes de Luna ya le pertenecían a más de uno.
La misma investigación de la Universidad de Indiana indica que, aunque los hombres envían 1,5 más fotografías íntimas, las mujeres filtran estas imágenes 50% menos de lo que lo hacen los hombres. Claramente, el sector más afectado por estas situaciones son las mujeres. Luna menciona que incluso sus compañeros de cuarto año de prepa tenían un grupo de Whatsapp especial para compartir fotografías íntimas de sus compañeras.
“Al principio sentía que era mi culpa, pero mi mamá se encargó de hacerme ver que no era así. Me sentía enojada y triste todo el tiempo. Tenía vergüenza porque la primera impresión que varios tenían sobre mí eran a partir de esas fotos”, señala Luna con las mejillas sonrojadas. La pornovenganza y el ciberacoso perjudican la salud mental de las víctimas, éstas llegan a sentirse culpables y sus contextos pueden reforzar este sentimiento, asegura la investigadora Robles Mendoza.
Luna llevó el caso a la administración de la escuela. Las autoridades correspondientes le dieron una buena atención y le sugirieron buscar evidencia para así encontrar a los demás culpables. Más tarde se enteró que ‘D’ alertó a los otros implicados para que borraran toda fotografía o conversación que los relacionara con la filtración y difusión de las fotografías de Luna.
“Algunos amigos me apoyaron mucho, pero otros eran más distantes. Uno de ellos me llegó a decir que era mi culpa por haber mandado esas fotos y que era mejor que dejara en paz a ‘D’ y a los demás responsables, pues probablemente no habría repercusiones serias para ellos”. La psicóloga Sonia Lamas Millán asegura que, al culpabilizar a las mujeres, se les revictimiza, se complica su recuperación y llegan a plantearse si en verdad vale la pena la denuncia.
Según la especialista, María Wgendolyne López Crespo, las consecuencias psicológicas de la víctima dependen de la persona y de su historia personal. También influyen los contextos en los que la agraviada se desenvuelve. En el caso de Luna, su familia y amigas fueron un gran soporte.
Las amigas de Luna estuvieron con ella todo el proceso e incluso la ayudaron a encontrar más pruebas de los compañeros responsables. Al darse cuenta de ello, los jóvenes amenazaron y chantajearon a las chicas con encontrar y publicar sus fotografías íntimas si seguían con la búsqueda. Según el estudio La violencia en línea contra las mujeres en México, el 11% de los agresores son conocidos de las víctimas. De este porcentaje, el 5.9% son sus amigos y el 4.5% sus compañeros.
Luna recibió constantemente comentarios despectivos, burlas e insultos en la escuela y en sus redes socio-digitales. No dice exactamente las palabras con las que la llamaban, solo aprieta los labios y busca ser gentil al describirlas. Habla de un mensaje en particular que recibió de un chico con el que había estado hablando antes del suceso: “Después de ver esas fotos, supe que no valías la pena para iniciar una relación”.
La Asociación para el progreso de las comunicaciones hizo un estudio en mujeres que habían sufrido violencia en línea en siete diferentes países. Se registraron nueve tipos de daño: Daño emocional (33%), daño reputacional (20%), daño físico (13%), invasión de la privacidad (13%) y (9%) alguna forma de daño sexual.
La filtración de fotos íntimas de Luna la cambió para siempre. Antes solía ser una chica abierta y paciente, se destacaba por ser desenfadada y poner una sonrisa en los rostros de sus amigos. A partir de esta experiencia, se volvió una persona cerrada y desconfiada, la magnitud de la situación hizo que, a cuatro años del hecho, no haya vuelto a compartir sus fotos íntimas con nadie.
“Si le pudiera decir algo a alguien que está en donde yo estuve, le diría que sea tolerante, paciente y fuerte”. Por primera vez, su voz se escucha firme y llena de confianza. Repite para sí las palabras que su madre pronunció alguna vez: “Tú no tienes la culpa de haber confiado en alguien”.
III. Brenda (20 años)
“Tu cuerpo es sólo tuyo;
tú lo proteges y tú lo disfrutas”.
ㅡJenny Han.
Brenda camina con sus amigas por los pasillos de Prepa 7, sin deberle nada a nadie y con su reciente ruptura amorosa. Entre risas y pláticas se dirige a tomar su clase de cálculo. Unos instantes después, recibe la noticia impactante de que su ex-novio compartió las fotografías íntimas que ella le envió cuando todavía tenían una relación. Dicho contenido fue difundido vía Messenger con su grupo de amigos.
En un pequeño momento todas las risas se transformaron en silencio y angustia. Muchas ideas pasaban por su mente, pero ninguna le daba la solución exacta de qué era lo que realmente tenía que hacer para afrontar este problema. Después del shock inicial, su reacción fue eliminar todas sus redes socio-digitales.
En la actualidad se ha puesto en boga la práctica del llamado sexting, acrónimo de 'sex' o sexo y 'texting' o escribir mensajes. Consiste en enviar mensajes, fotos o vídeos de contenido erótico y sexual personal a través del móvil mediante aplicaciones de mensajería instantánea o redes sociales, correos electrónicos u otro tipo de herramienta de comunicación.
El sexting ha aumentado en los últimos años, sobre todo entre el sector de jóvenes de menos de 18 años, según un reciente estudio publicado en la revista JAMA Pediatrics, se identificó que una parte considerable de la juventud practicaba sexting enviando material sexual 1 de cada 7 (14,8%) y recibiendolo 1 de cada 4 (27,4%). Con esto se infiere que la práctica del sexting no es algo fuera de lo normal, sino una forma de expresión sexual contemporánea que, como todo, tiene sus beneficios y posibles consecuencias.
Ante esta situación los amigos y familiares de Brenda reaccionaron de una manera empática y le brindaron su apoyo. “Al principio me regañaron un poco, pero después me entendieron y apoyaron. Siento que a la mujer se le va a insultar más y para el hombre es algo prácticamente normal”.
A pesar de que no requirió ayuda psicológica, Brenda se muestra un tanto arrepentida: “Creo que me llevé una mala experiencia y no volvería hacerlo. Recomendaría a las chicas que no lo hagan, así sea a la persona que más confianza le tengas, no es correcto hacer eso, porque no sabes en donde pueden terminar tus fotos”.
IV. Fernanda (18 años)
“Mi silencio no me protegió.
Tu silencio no te protegerá”.
ㅡAudre Lorde
Era un día soleado dentro de la Preparatoria 5, la presión por los pendientes de la época de finales se sentía en el aire. Fernanda se encontraba en la explanada con su grupo de amigas. Entre pláticas, observaban a la gente que pasaba.
El crush de Fer pasó caminando en un momento inesperado. Era un hombre con todas las cualidades necesarias para cumplir las expectativas de Fernanda. Un crush es, en el sentido amoroso, como se le llama a un amor platónico o a una persona que a alguien le gusta mucho.
Finalmente, el cruce de miradas terminó y se presentó el tan esperado momento para hablar con él. Después de llevar unos días de conocerse, ella comenta: “Una cosa llevó a la otra, y yo le pase fotos”. A los pocos días, su crush le hizo saber que había enviado sus fotografías íntimas a través de Messenger.
“Fue algo que impactó mucho mi vida”. El culpable de este suceso, su crush se mostró indiferente y como si nada hubiera pasado. El principal miedo de Fernanda fue pensar que sus fotos podrían llegar a manos de personas con malas intenciones.
Sus familiares no se enteraron de la situación, pero la mayoría de sus amigos se percataron del incidente. “Al principio todos empezaron a hablar, y o sea no me lo decían directamente, pero yo me daba cuenta de lo que estaba pasando”, menciona Fernanda. Al final sus amigos la apoyaron y se mostraron como si nada hubiese sucedido.
A pesar de que no requirió atención psicológica, esta situación la hacía sentir mucha pena y rabia ante la persona que compartió su intimidad. Este error y enseñanza de vida la hizo cambiar. “Ahora ya no confío tanto en las personas. Es más común que a una mujer se le critique que a un hombre, todo ello por concepto de vivir en una sociedad machista”.
A partir de la experiencia que vivió, se muestra con una buena actitud e informada sobre la situación. “Puedo decirle a alguien que esté pasando por lo mismo que no está sola y que ya hoy existen leyes que pueden ayudarla o ayudarlo y que no se quede con los brazos cruzados. Que hagan esas cosas está mal”.
V. Yatziri (20 años)
“Cuando trataron de callarme, grité”.
ㅡTeresa Wilms Montt
Por un mes completo, Yatziri comenzó a recibir mensajes vía Facebook Messenger, de parte de un “hombre”. Ella lo ignoraba, sin embargo, la insistencia con la que el hombre escribía le hizo sentir preocupación y curiosidad, e incluso llegó a pensar que se trataba sobre algún asunto escolar. “Hola, ¿Qué sucede?” escribió Yatziri. “Me interesa hablarte sobre un proyecto musical, he notado lo mucho que te llama la atención cantar”, el hombre le propuso. “Muchas gracias, pero sinceramente no me interesa”, Yatziri le dejó en claro.
“Vas a hablar conmigo, sí o sí, y cuando lo hagamos quiero que estés sola. Tengo toda tu información, tu ubicación y fotos tuyas que seguramente no querrás que salgan a luz”. El hombre con rabia le dijo: “si no me envías fotos tuyas donde estés completamente desnuda, voy a filtrar estas que ya tengo”, terminó. “No te voy a enviar nada”, Yatziri concretó.
Otra forma de difundir imágenes de carácter sexual sin consentimiento, es mediante perfiles falsos, con los cuales el agresor se hace pasar por la víctima y expone datos e información privada de la misma.
De pronto, el hombre, que realmente era un hacker, y con posesión total del Facebook de Yatziri, comenzó a publicar sus fotos haciéndose pasar por ella. En la descripción de las mismas, se encontraba un link cuya función era la de hackear a más mujeres.
“Me sentí súper mal, con muchísimo miedo, tristeza y enojo; con pena no, pero sí me enojé demasiado, lo primero que hice fue ir con mis papás”. Yatziri era consciente de que sus padres se enterarían de alguna u otra forma. “Mis padres me apoyaron sin juzgarme en ningún momento, me dijeron que siempre sacarían la cara por mí”, menciona Yatziri. También era consciente que la del error no era ella, sino que su privacidad había sido atacada y vulnerada. “Si tu decides que nadie más las vea, ¿Por qué alguien más va a decidir por ti?”, con enojo y decepción menciona.
La página australiana Raising Children indica que, cuando casos como éste ocurren, el papel de la familia es fundamental para brindar apoyo a la víctima de la filtración. Que exista un diálogo entre los padres y los hijos, con conversaciones honestas acerca de la sexualidad, y la forma en que ésta puede ser expresada (mediante fotografías íntimas), facilita la confianza para que el hijo o hija se acerque y exprese lo que le está sucediendo.
Se sugiere que si tu hija o hijo ha sufrido de una filtración, las medidas que, como padre o madre, debes tomar son: Dejarle en claro que la culpa no la tiene ella; hablar con la escuela o autoridades para identificar quien es el posible agresor; buscar los sitios web o páginas en los que posiblemente se encuentre la foto; si existe una amenaza para filtrar sus fotos, no borrar los mensajes y presentarlos ante las autoridades correspondientes.
Desafortunadamente todos los contactos que Yatziri tenía agregados a Facebook se enteraron del suceso, sin embargo nadie la juzgó, y en su lugar le ofrecieron su apoyo.
Uno de sus profesores, quien tenía gran conocimiento del tema, le brindó ayuda. “No sabes qué importante fue para mí, porque él me ofreció la información para yo saber cómo actuar. Así que lo primero que hice fue mandar un correo a la Policía Cibernética”, cuenta ella. En el Informe para la Relatora sobre Violencia contra las Mujeres se indica que: “La cultura de impunidad que prevalece desincentiva la denuncia, el 88.4% de las sobrevivientes de violencia decide no tomar ninguna acción ante las autoridades”. Yatziri, desde su experiencia, considera que la Policía Cibernética es ineficiente a la hora de resolver este tipo de problemas.
“Cada que recibía algún mensaje tenía muchísimo miedo de que fuera ese hombre y me siguiera amenazando”. Así se sentía Yatziri tiempo después de lo sucedido. “Mis papás querían que acudiera a un psicólogo, pero el apoyo de este profesor me fue suficiente, como ya dije, él me brindó muchísima información”.
La especialista Wgendolyne López Crespo del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) y especializada en Derechos Sexuales y Reproductivos, admite que: “Puede haber sintomatología como cuadros de ansiedad, puede haber depresión ya en cuestiones muy extremas y si la situación del acoso sigue de forma crónica la persona puede presentar insomnio, falta de apetito, sentirse vigilada y exhibida”.
Actualmente, y a raíz de su filtración, Yatziri ha decidido ahondar en el tema que le hizo pasar uno de los peores momentos de su vida, ha comenzado a involucrarse en investigaciones que buscan resolver la problemática. “He ido a cursos de la digitalización feminista; más que una mala experiencia, he sacado conocimiento, ya sabes, dentro de lo malo lo bueno”.
Sobre el futuro que ella considera respecto a este tipo de violaciones a la intimidad, menciona, “nos queda informar a las chavas, porque hay muy poca información al respecto, y no está mal lo que se hace, está mal que alguien abuse de tu privacidad”. La llamada termina y en las últimas palabras de Yatziri se puede escuchar la valentía de una mujer que ha decidido no quedarse con los brazos cruzados.
María Wgendolyne López Crespo concluye que estas conductas entran como una forma de violencia de género que se perpetúan gracias al sistema patriarcal. Los roles de género llevan a la mujer a sentir pena y culpa en relación a la expresión libre de su cuerpo, cosa que va desde su forma de vestir hasta la expresión de su sexualidad. Es debido a esto por lo que la víctima se siente decepcionada de sí misma, por no cumplir con el rol de género que se le tiene como expectativa en cuanto a su sexualidad.
“A las chicas se les exige que sean ‘emocionales’, ‘sensibles’, ‘dependientes’, ‘sumisas’… se las responsabiliza del cuidado y de preocuparse por las demás personas, y en las relaciones afectivas y sexuales deben ser ‘pasivas’ e ‘inexpertas’, no siendo propio de chicas mostrar el deseo sexual. A las chicas deben gustarles sólo los chicos y mantener relaciones sexuales sólo por amor (...) Estos mensajes potencian la culpabilización del deseo sexual en las mujeres: No muestres tu deseo sino hazte deseable.
Ante alguna solución que se puede encontrar del problema de filtración, la profesora Mraz concluye que hay maneras de disfrutar una vida con una sexualidad plena y el goce del compartir imágenes. ‘’Pero hay formas de hacerlo de manera segura’’. Sin embargo, enfatiza que lo que se busca es nunca compartir imágenes que no te pertenecen y de quien no tienes permiso que se difundan. ‘’Puedes apoyar con información sobre cómo se pueden cuidar las personas. Puedes denunciar el mal uso de imágenes’’, finaliza.
VI. Nunca sin tu consentimiento
Los casos de Renata, Luna, Brenda, Fernanda y Yatziri recuerdan que aún queda un largo camino por recorrer en materia de penalización a delitos en entornos digitales. Los casos de las cinco continúan impunes y ningún responsable ha sido castigado hasta el momento. Sin embargo, se ha legislado al respecto gracias a mujeres que alzaron la voz cuando estuvieron en la misma situación.
La “Ley Olimpia” surge como una serie de reformas legislativas con el objetivo de reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de los medios digitales (ciberviolencia). Fue impulsada a raíz de la difusión no autorizada de un video sexual de una mujer en el Estado de Puebla: Olimpia Coral Melo.
Con tan sólo 18 años, la reputación y estabilidad emocional de Olimpia se vio vulnerada gracias a la filtración de un video de carácter sexual en el que ella aparecía. Su nombre saltó de boca en boca dentro de su ciudad, Huachinango, en Puebla, e incluso llegaron a apodarla “la gordibuena de Huachinango. Más tarde, cuando la noticia se volvió nacional, “la gordibuena de Puebla”.
Olimpia se vio afectada, tanto emocional, psicológica y físicamente, por una situación que la rebasaba por completo. Se encerró ocho meses en su casa e intentó suicidarse en tres ocasiones. Su novio, con quien llevaba una relación de seis años, y con quien grabó el video, la dejó sola, negó su aparición en la cinta y haber sido él quien la difundió.
La vida sexual de una mujer fue expuesta, su intimidad se vendió en las portadas de los periódicos locales y nacionales y su cuerpo se volvió un objeto más para cientos de hombres que, mediante las redes socio-digitales, le pedían sexo, olvidando que detrás de la pantalla se encontraba una persona de carne y hueso, con miedo, inseguridad, coraje y repugnancia ante toda la situación.
Olimpia describe como “el día más triste de mi vida” el momento en que su familia se enteró del video, cuando su hermano de 14 años lo mostró frente a todos. Su madre partió en llanto, y ella imploró que le ayudaran a morirse. La sorpresa llegó cuando su madre comprendió completamente la situación y apoyó incondicionalmente a su hija: ”Todas cogemos. Tu prima coge, tu hermana coge y yo también (…) Tú sólo disfrutaste tu vida sexual —como lo hace cualquier persona— y hay una prueba de eso. Vergüenza sería que hubieras robado o matado. Incluso maltratado a un perro”.
Como consecuencia de ello, Olimpia diseño e impulsó una iniciativa para reformar el Código Penal de dicha entidad y tipificar tales conductas como violación a la intimidad; acción que se ha replicado en 17 Estados de la República: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Ciudad de México, Coahuila, Durango, Guanajuato, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Veracruz, Yucatán, Zacatecas.
Ahora, se encuentran tipificados como delitos las conductas que atenten contra la intimidad sexual: Video grabar, audio grabar, fotografiar o elaborar vídeos reales o simulados de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño. Exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y compartir contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento, mediante materiales impresos, correo electrónico, mensajes telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico.
Y la violencia digital, entendida como: Acciones en las que se expongan, difundan o reproduzcan imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona sin su consentimiento, a través de medios tecnológicos y que por su naturaleza atentan contra la integridad, la dignidad y la vida privada de las mujeres causando daño psicológico, económico o sexual tanto en el ámbito privado como en el público, además de daño moral, tanto a ellas como a sus familias.
Actualmente, la Ley Olimpia se encuentra en espera de su aprobación final en la Cámara de Diputados y la totalidad de los congresos locales de los estados de la República.
En junio de 2020, la red sociodigital Facebook implementó una nueva plataforma llamada ‘’Nunca sin tu consentimiento’’ el cual tiene como propósito denunciar la filtración de fotografías y videos íntimos de personas, especialmente mujeres, a través de inteligencia artificial con reconocimiento facial.
El proceso es sencillo, pues solo basta llenar este formulario https://url2.cl/5VI2e, para que posteriormente, por medio de un enlace, se pueda subir toda la evidencia hacía los agresores, para que las personas involucradas sean sancionados, el contenido bloqueado, sin la capacidad de ser reproducido o compartido.
El link para poder denunciar es https://url2.cl/waaZq, e incluso Facebook tiene la función de reportar imágenes o personas si se tiene la sospecha de que alguna tenga posesión sobre contenido íntimo que no es propio, aunque este aún no haya sido esparcido, para que así, si se llegan a propagar, Facebook inmediatamente pueda bloquear las imágenes o videos.
VII. Unidas por una sexualidad sin miedo
La filtración de fotografías íntimas de mujeres es parte de un fenómeno más amplio: la violencia de género. Esta expresión en particular apenas está siendo combatida debido a que se consolidó como tal con la reciente aparición del internet y las nuevas tecnologías. Sin embargo, no por esto la filtración de fotos íntimas debe ser tomada a la ligera.
Al ser parte de una violencia estructural contra la mujer, la sociedad busca constantemente inculpar a las víctimas. Esta revictimización se suma a la violencia cometida en primer lugar y sólo empeora el estado mental y emocional de la víctima. La solidaridad de los círculos más cercanos de la afectada es de suma importancia para su recuperación del evento traumático.
Nadie debe de vivir con el miedo de que su intimidad sea transgredida y por eso es necesario educar a la sociedad sobre el tema y así evitar que se normalice la filtración de fotos íntimas como algo bueno o sin importancia. Este problema empezará a resolverse cuando se entienda que la sexualidad de las mujeres y las maneras en que la ejercen sean vistas con naturalidad y sin estigmas.
VIII. Glosario
Acoso: Insistir [una persona] en algo una acción una petición, preguntas quejas, etc.) o persistir [algo (una situación, una idea etc.) que resulta molesto o dañino para una persona.
Consentimiento: Enunciado, expresión o actitud con la que una persona consciente, permite o acepta algo.
Delito sexual: Es el tipo de delito que perturba el bien jurídico de libertad e indemnidad sexual de una persona. Entre ellos se encuentran violencia, abuso, intimidación, explotación, prostitución entre otros. Cuando se presenta un delito sexual la ley diferencia entre mayores y menores de edad.
Filtración: El delito de robar y distribuir imágenes privadas.
Hackeo: Persona con sólidos conocimientos informáticos capaz de introducirse sin autorización en sistemas ajenos para manipularlos, obtener información, etc., o simplemente por diversión.
Íntimo: Para comprender este concepto es primordial tener en claro que significa intimidad, se refiere a todo aspecto interior o profundo de una persona, que comprende sentimiento, vida familiar o relaciones de amistad con otras personas. Con esto se infiere que ‘íntimo’ es todo aquello que pertenece a la intimidad de la persona, especialmente a sus afectos, pensamientos o sentimientos.
Pack: Se tratan de archivos digitales que bien pueden ser fotos o videos de una persona, la cual puede aparecer desnuda o realizando prácticas sexuales. Un ‘pack’ es una modalidad aumentada de los mensajes sexuales de texto o ‘sexting’ de fotografías eróticas. No obstante, en ocasiones son compartidas en las redes sociales sin el consentimiento de la persona que las compartió inicialmente en privado, ya sea por individuales o por grupos privados que albergan las redes sociales.
Revictimización: Ttambién es conocida como doble victimización. Se da cuando una persona sufre violencia por un agresor y en otro momento vuelve a sufrirla por un segundo agente. El segundo agente suele ser una institución o grupo encargado de prestar atención a la víctima.
Repercusiones: Influencia de determinada cosa en un asunto o efecto que causa.
Sexting: El sexting es el envío de imágenes y vídeos de contenido sexual a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales.
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