AL SON QUE ME PONGAS BAILO… ¡EN EL CALIFAS!
Por Malinalli Yáñez Vargas
Ciudad de México (Aunam). ¡Bienvenidos a California Dancing Club! Uno de los salones de baile más famosos de México, inaugurado el 11 de noviembre del año 1954. Apodado El Califas y reconocido por presentar grupos de cumbia, salsa y demás géneros sabrositos para el disfrute y gozo de la comunidad sin necesidad de una sola gota de alcohol.
Colgados en el pasillo de la entrada están algunos reconocimientos y recortes de periódico enmarcados que muestran la importancia e historia de tal lugar. A lo largo de sus sesenta y cuatro años ha presenciado visitas de famosos músicos, actores y celebridades de todo tipo.
El señor que revisa los boletos mira fijamente a los ojos, como método de reconocimiento facial hace una mueca y acepta que pases por la misteriosa cortina café.
Al entrar verás una enorme pista de baile de mármol, paredes tapizadas de madera, espejos percudidos con figuritas de gatito, unos cuantos globos en forma de estrella color plateado y azul, al igual que un letrero llamativo con luces anaranjadas que dice la leyenda “El palacio del Baile en México” “California”.
En el fondo derecho hay una barra de comida donde una señora vende tostadas de tinga y pata ¡riquísimas con su salsita verde!, tacos dorados, dorilocos, chilaquiles, café, té y alguna que otra golosina a precios accesibles.
Un domingo en El Califas
Son las 19:10 horas de un marzo caluroso; pocas parejas están presentes en la pista pero eso sí, sacan sus mejores pasos para dar brillo a la pista. La mayoría de la gente aparenta una edad de entre 30 a 70 años.
La agrupación Súper Kali directamente desde Xochimilco protagoniza el escenario con su música cumbianchera; para animar más al público regalan gorras a los mejores bailarines de la noche.
La primera ganadora es una señora entrada a la edad de los cuarenta con su pareja de baile un hombre de sesenta y pico años. La edad no impide que muevan el esqueleto.
A pesar de tener tremendos tacones las mujeres se lucen al mover sus caderas contoneadas de un lado hacia otro.
Entre los hombres resalta un señor de singular atuendo; lleva un pantalón de mezclilla apretado, deslavado y juvenil para la edad que aparentaba, una playera negra, tenis blancos como los del basquetbolista Michael Jordan pero lo más interesante de su atuendo es un cinturón con una minipantalla donde aparece su nombre en letras anaranjadas. Se llama Ignacio.
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Ignacio no sólo destaca por su vestimenta sino también por su baile en la pista, por lo que el grupo Súper Kali lo llama al escenario para que recoja su regalo como buen bailarín, pero nuestro singular personaje parece ser muy distraído y reacciona a la quinta llamada que le hacen; corre por su regalo y regresa a sentarse.
Cerca de los baños un chico arreglaba el moño del vestido de una muchacha, la chica comenzó a bailar con él al ritmo de “La Colegiala”, mostraba sus piernas bonitas, morenas y torneadas y sus diminutos pies en unas zapatillas negras con punta de aguja.
La mayoría de las mujeres son las que perecen, pues aún no llegan hombres que las inviten a bailar, son pocas las que agarran pareja. Unas deciden quedarse sentadas con los brazos cruzados y esperar a que un hombre llegue para darles la mano; otras optan por bailar juntas y otras mejor graban al grupo Súper Kali.
Súper Kali empieza a animar al público: ¡¿Dónde están las chicas gritonas?! Mujeres responden con grito ensordecedor ¡Uhhhh! La agrupación toca una de las rolas más conocidas de Los Askis “Vienes y te vas”. Las personas intercambian parejas.
Una variedad de estilos de baile puedes ver en un solo lugar, algunos le dan toque callejero al bailongo, inclinan levemente las rodillas hacia enfrente; otros vuelta y vuelta como trompos y hay quienes parecen un poco tiesos como robots.
Poco a poco llegan hombres solos en busca de muchachonas y no tan muchachonas para bailar y sí se da algo más, pues no está de más. Noche de cacería para algunos.
Una chica sola y traviesa (dice grupo Súper Kali) es una pareja perfecta para bailar al son:
Juguetona, juguetona no juegues conmigo.
Juguetona, juguetona me vas a matar.
Adrián es un señor de poco más de setenta años, saca unos pasos brincolines tremendos que superan a cualquier muchacho de veinte años. Muestra una sonrisa en su rostro que deja ver los pocos dientes que tiene y luce el movimiento de su coleta llena de canas.
Un muchacho recargado en una de las columnas de madera, tiene pinta de barrio pesado, lleva puesta una gorra negra que cubría su cabeza rapada, unos tenis rojo mírame a fuerzas y un pantalón mezclilla parece aburrido hasta que escucha la canción “Corazón solitario”.
El chico deja su posición para ir en busca de pareja, pasa por donde están varias mujeres sentadas, las observa como águila buscando presa y escoge a una chica de lentes y playera color vino que sin miramientos acepta bailar con él.
Termina la canción y parece que no hubo match, el chico suelta sus manos y deja que ella regrese a su lugar; él vuelve a la columna de madera como si no hubiera pasado nada.
Son las 20:14 horas y Súper Kali se despide para dar paso a la siguiente banda Son Guajiro de Puebla.
Comienza una canción de la película Vaselina hecha cumbia. Uno de los señores de la banda Súper Kali, nada menso invita a bailar a la chica de piernas bonitas.
Suena a las 21:01 horas la canción de Natalia Lafourcade y Los Ángeles Azules “Nunca es suficiente”, una chica muy joven es invitada a bailar por un muchacho llamado Javier.
Javier le enseña a la pobre chica a bailar y entre canción y canción ella se equivoca en algunos pasos pisándole los zapatos, pero él insiste en enseñarle y ella es una buena alumna porque va mejorando sus pasos en unas cuantas canciones.
La chica está cansada ya de bailar, parece que no tiene condición y es novata en estos andares, el muchacho nota la cara roja de calor en la chica y la acompaña a su lugar.
Javier busca a la chica de piernas bonitas para bailar… bailan y bailan sin parar y la noche, la noche los acompaña hasta el final.
Ciudad de México (Aunam). ¡Bienvenidos a California Dancing Club! Uno de los salones de baile más famosos de México, inaugurado el 11 de noviembre del año 1954. Apodado El Califas y reconocido por presentar grupos de cumbia, salsa y demás géneros sabrositos para el disfrute y gozo de la comunidad sin necesidad de una sola gota de alcohol.
Colgados en el pasillo de la entrada están algunos reconocimientos y recortes de periódico enmarcados que muestran la importancia e historia de tal lugar. A lo largo de sus sesenta y cuatro años ha presenciado visitas de famosos músicos, actores y celebridades de todo tipo.
El señor que revisa los boletos mira fijamente a los ojos, como método de reconocimiento facial hace una mueca y acepta que pases por la misteriosa cortina café.
Al entrar verás una enorme pista de baile de mármol, paredes tapizadas de madera, espejos percudidos con figuritas de gatito, unos cuantos globos en forma de estrella color plateado y azul, al igual que un letrero llamativo con luces anaranjadas que dice la leyenda “El palacio del Baile en México” “California”.
En el fondo derecho hay una barra de comida donde una señora vende tostadas de tinga y pata ¡riquísimas con su salsita verde!, tacos dorados, dorilocos, chilaquiles, café, té y alguna que otra golosina a precios accesibles.
Un domingo en El Califas
Son las 19:10 horas de un marzo caluroso; pocas parejas están presentes en la pista pero eso sí, sacan sus mejores pasos para dar brillo a la pista. La mayoría de la gente aparenta una edad de entre 30 a 70 años.
La agrupación Súper Kali directamente desde Xochimilco protagoniza el escenario con su música cumbianchera; para animar más al público regalan gorras a los mejores bailarines de la noche.
La primera ganadora es una señora entrada a la edad de los cuarenta con su pareja de baile un hombre de sesenta y pico años. La edad no impide que muevan el esqueleto.
A pesar de tener tremendos tacones las mujeres se lucen al mover sus caderas contoneadas de un lado hacia otro.
Entre los hombres resalta un señor de singular atuendo; lleva un pantalón de mezclilla apretado, deslavado y juvenil para la edad que aparentaba, una playera negra, tenis blancos como los del basquetbolista Michael Jordan pero lo más interesante de su atuendo es un cinturón con una minipantalla donde aparece su nombre en letras anaranjadas. Se llama Ignacio.
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Ignacio no sólo destaca por su vestimenta sino también por su baile en la pista, por lo que el grupo Súper Kali lo llama al escenario para que recoja su regalo como buen bailarín, pero nuestro singular personaje parece ser muy distraído y reacciona a la quinta llamada que le hacen; corre por su regalo y regresa a sentarse.
Cerca de los baños un chico arreglaba el moño del vestido de una muchacha, la chica comenzó a bailar con él al ritmo de “La Colegiala”, mostraba sus piernas bonitas, morenas y torneadas y sus diminutos pies en unas zapatillas negras con punta de aguja.
La mayoría de las mujeres son las que perecen, pues aún no llegan hombres que las inviten a bailar, son pocas las que agarran pareja. Unas deciden quedarse sentadas con los brazos cruzados y esperar a que un hombre llegue para darles la mano; otras optan por bailar juntas y otras mejor graban al grupo Súper Kali.
Súper Kali empieza a animar al público: ¡¿Dónde están las chicas gritonas?! Mujeres responden con grito ensordecedor ¡Uhhhh! La agrupación toca una de las rolas más conocidas de Los Askis “Vienes y te vas”. Las personas intercambian parejas.
Una variedad de estilos de baile puedes ver en un solo lugar, algunos le dan toque callejero al bailongo, inclinan levemente las rodillas hacia enfrente; otros vuelta y vuelta como trompos y hay quienes parecen un poco tiesos como robots.
Poco a poco llegan hombres solos en busca de muchachonas y no tan muchachonas para bailar y sí se da algo más, pues no está de más. Noche de cacería para algunos.
Una chica sola y traviesa (dice grupo Súper Kali) es una pareja perfecta para bailar al son:
Juguetona, juguetona no juegues conmigo.
Juguetona, juguetona me vas a matar.
Adrián es un señor de poco más de setenta años, saca unos pasos brincolines tremendos que superan a cualquier muchacho de veinte años. Muestra una sonrisa en su rostro que deja ver los pocos dientes que tiene y luce el movimiento de su coleta llena de canas.
Un muchacho recargado en una de las columnas de madera, tiene pinta de barrio pesado, lleva puesta una gorra negra que cubría su cabeza rapada, unos tenis rojo mírame a fuerzas y un pantalón mezclilla parece aburrido hasta que escucha la canción “Corazón solitario”.
El chico deja su posición para ir en busca de pareja, pasa por donde están varias mujeres sentadas, las observa como águila buscando presa y escoge a una chica de lentes y playera color vino que sin miramientos acepta bailar con él.
Termina la canción y parece que no hubo match, el chico suelta sus manos y deja que ella regrese a su lugar; él vuelve a la columna de madera como si no hubiera pasado nada.
Son las 20:14 horas y Súper Kali se despide para dar paso a la siguiente banda Son Guajiro de Puebla.
Comienza una canción de la película Vaselina hecha cumbia. Uno de los señores de la banda Súper Kali, nada menso invita a bailar a la chica de piernas bonitas.
Suena a las 21:01 horas la canción de Natalia Lafourcade y Los Ángeles Azules “Nunca es suficiente”, una chica muy joven es invitada a bailar por un muchacho llamado Javier.
Javier le enseña a la pobre chica a bailar y entre canción y canción ella se equivoca en algunos pasos pisándole los zapatos, pero él insiste en enseñarle y ella es una buena alumna porque va mejorando sus pasos en unas cuantas canciones.
La chica está cansada ya de bailar, parece que no tiene condición y es novata en estos andares, el muchacho nota la cara roja de calor en la chica y la acompaña a su lugar.
Javier busca a la chica de piernas bonitas para bailar… bailan y bailan sin parar y la noche, la noche los acompaña hasta el final.
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