LAS CARAVANAS HUYEN DEL MAL GOBIERNO: FRANCISCO RIVERA
Por Alexa Denisse Saenz Castillo
Ciudad de México (Aunam). “La represión general de las autoridades de Nicaragua, hizo que el mismo gobierno perdiera el control de las cosas y le falló a su pueblo”, comentó Francisco Rivera, miembro nicaragüense de la caravana migrante centroamericana que atravesó el país hacia los Estados Unidos de América.
Sentado con una gorra azul, pantalón de mezclilla, playera verde y tenis negros, bajo el techo de las escaleras principales del estadio Jesús Martínez “Palillo” en la Ciudad Deportiva “Magdalena Mixhuca”, relató su trayecto desde su país natal hasta la Ciudad de México, el cual resumió como una experiencia comunal, agradable, solidaria y enriquecedora, pues agradeció el apoyo del pueblo.
Con una sonrisa, Rivera comentó mientras sacudía su ropa para después guardarla en una maleta, que su camino desde Nicaragua ha sido fatigante pues sus caminatas comenzaban desde las 4:00 a.m., seguidas de cuatro horas de camino a pie. Esto hasta que llegó a Pijijiapan, Chiapas, donde los conductores de camiones, pipas y autobuses, lograron apoyar y llevar a la caravana a los albergues adaptados para su llegada.
A lo largo de su estancia en el país, los ciudadanos y autoridades mexicanas han brindado a los migrantes seguridad, comida en grandes cantidades que venían en bolsas de plástico, ropa, cobijo y atención médica que para el señor Francisco fue de gran ayuda, comentó de buen humor; ya que a consecuencia de la caminata, sus pies sufrieron quemaduras que tuvieron que ser lavadas y desinfectadas con alcohol.
En el tema de la salubridad, el señor Francisco añadió que “el apoyo del pueblo mexicano ha sido grande”, pues dijo que además de las atenciones en cuestión de asilo y alimento, también los dejaron asearse, cosa que resaltó mientras señalaba su canosa barba rasurada, su bigote recién cortado y su ropa limpia.
Asimismo, en materia de seguridad declaró mientras torcía su boca, que de las cuatro pérdidas que tuvieron, tres sucedieron por accidentes como caídas causadas por el movimiento de los transportes (lo cual motivó a establecer normas de orden en los viajes) y una por el enfrentamiento que tuvo lugar en la frontera México-Guatemala; un joven ahogado en gas lacrimógeno.
Aun cuando el objetivo principal era quedarse en Guatemala, siguió su camino con esperanza hasta el territorio mexicano por falta de permisos para la búsqueda de oportunidad laboral, causa principal por la que decidió dejar su país natal. Sin embargo, contó con un tono triste que ocultó debajo de una sonrisa forzada, que regresaría a su punto de partida, pues se comenzó a sentir enfermo desde su llegada a la Ciudad.
“Comencé con la gripe, ahora tengo tos y por las noches siento una presión en mi pecho; mejor no arriesgo mi salud. Hace tres días me falta el apetito, no quiero comer y aunque mis hermanos mexicanos me han proporcionado medicina, prefiero regresar”, explicó mientras tocía y se disculpaba por no poder sostener una conversación fluida.
Expuso que desistió y tomó la decisión de partir el fin de semana a una casa de huéspedes la cuál desconocía su ubicación, para que allí le brindasen atención médica y así el lunes por la mañana contactar al Consulado de Nicaragua con la finalidad de poder regresar a su país en ésta semana.
El nicaragüense, responsabilizó a los conflictos políticos y la forma de gobierno del presidente Daniel Ortega como detonantes de la problemática que vive su país. Complicaciones económicas y de seguridad, son consecuencia y tienen raíz en la reprensión general que ejercen las autoridades de su nación contra los habitantes.
Moviendo las manos, Rivera calificó como antidemocrática a la política en Nicaragua, al tener al partido de izquierda Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el poder ejecutivo, pues éste utiliza una forma de gobierno que comparó con una dictadura, en vista de que las autoridades someten al pueblo a su voluntad sin distinción de sexo, religión u ocupación y sin un posible rechazo a las acciones que toma el régimen.
Según el entrevistado, que aún molesto por la situación de su país, relató amablemente su experiencia; la economía decayó como efecto de la inseguridad, es por ello que el turismo quebró y dejó a los habitantes sin empleo. Los negocios cerraron y las personas en la actualidad no tienen cómo solventar sus gastos, ni cómo sostener a su familia.
Además, recalcó que la pérdida de confianza a nivel internacional también afectó económicamente, puesto que la nación permanece aislada y únicamente cuenta con el apoyo de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, para el acceso al combustible. Sin embargo, con el ceño fruncido, dijo que lo habitantes de Nicaragua no aceptan la relación con el presidente venezolano, dado que lo consideran “un asesino que mata a su gente de hambre y de enfermedades”.
“La inseguridad es creada por el propio gobierno. Nuestro pueblo no tiene derechos, si protestas contra ello, te califican como terrorista y son los paramilitares quienes te sacan a las tres de la mañana de tu casa, te secuestran, asesinan y te botan en cualquier lugar, si tienes suerte solo te golpean y te encarcelan cerca de tres meses”, declaró Francisco Rivera, con sus ojos verdes a punto de derramar una cuantas lágrimas, acompañadas de un tono molesto.
Agregó que a partir de abril la problemática aumentó, ya que dio inicio a las protestas de estudiantes que continuaría con el asesinato de un periodista y una altercado con los paramilitares que dispararon dentro de la Catedral Metropolitana de Managua, para sacar aproximadamente a 200 estudiantes que se encontraban dentro.
Solo se registró la baja de un joven que fue herido por una bala (aunque el entrevistado sugirió que fueron al menos cinco adolescentes asesinados), los demás alumnos lograron salir con vida de inmueble gracias a la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por la defensa de los derechos humanos.
Agregó que el gobierno no solo dividió familias con la migración de sus pobladores, sino que los homicidios que han cometido separaron a cientos de personas de sus seres queridos, sobre todo a la enorme cantidad de padres que no encuentran a sus hijos desaparecidos ni reciben respuesta por sus homicidios.
“Las madres nicaragüenses, pobrecitas, cómo le lloran a sus hijos cuando los encuentran muertos, cuando los encuentran en la morgue, en el hospital. Solo les dicen que ahí están sus hijos, muertos en el hospital y pues… ¿qué les queda? Nada más que soportar el dolor por la pérdida de sus hijos”, comentó con la voz entre cortada.
Ante todos estos hechos, la solución que propuso el entrevistado a corto plazo fue el establecimiento de un posible diálogo entre la Unidad Nacional Azul y Blanco y el presidente nicaragüense, Daniel Ortega Murillo, así como el adelanto de las elecciones presidenciales, para así terminar la crisis que vive el pueblo de dicho país.
No obstante, es claro que difícilmente se llegue a un acuerdo colateral. “Pasarán más de cinco años, esperando a elecciones para que se vaya el gobierno y Nicaragua se recupere económica y socialmente, es por ello que la caravana huye de su país, por su mal gobierno”, declaró Francisco Rivera con una expresión facial de tristeza.
Ciudad de México (Aunam). “La represión general de las autoridades de Nicaragua, hizo que el mismo gobierno perdiera el control de las cosas y le falló a su pueblo”, comentó Francisco Rivera, miembro nicaragüense de la caravana migrante centroamericana que atravesó el país hacia los Estados Unidos de América.
Sentado con una gorra azul, pantalón de mezclilla, playera verde y tenis negros, bajo el techo de las escaleras principales del estadio Jesús Martínez “Palillo” en la Ciudad Deportiva “Magdalena Mixhuca”, relató su trayecto desde su país natal hasta la Ciudad de México, el cual resumió como una experiencia comunal, agradable, solidaria y enriquecedora, pues agradeció el apoyo del pueblo.
Con una sonrisa, Rivera comentó mientras sacudía su ropa para después guardarla en una maleta, que su camino desde Nicaragua ha sido fatigante pues sus caminatas comenzaban desde las 4:00 a.m., seguidas de cuatro horas de camino a pie. Esto hasta que llegó a Pijijiapan, Chiapas, donde los conductores de camiones, pipas y autobuses, lograron apoyar y llevar a la caravana a los albergues adaptados para su llegada.
A lo largo de su estancia en el país, los ciudadanos y autoridades mexicanas han brindado a los migrantes seguridad, comida en grandes cantidades que venían en bolsas de plástico, ropa, cobijo y atención médica que para el señor Francisco fue de gran ayuda, comentó de buen humor; ya que a consecuencia de la caminata, sus pies sufrieron quemaduras que tuvieron que ser lavadas y desinfectadas con alcohol.
En el tema de la salubridad, el señor Francisco añadió que “el apoyo del pueblo mexicano ha sido grande”, pues dijo que además de las atenciones en cuestión de asilo y alimento, también los dejaron asearse, cosa que resaltó mientras señalaba su canosa barba rasurada, su bigote recién cortado y su ropa limpia.
Asimismo, en materia de seguridad declaró mientras torcía su boca, que de las cuatro pérdidas que tuvieron, tres sucedieron por accidentes como caídas causadas por el movimiento de los transportes (lo cual motivó a establecer normas de orden en los viajes) y una por el enfrentamiento que tuvo lugar en la frontera México-Guatemala; un joven ahogado en gas lacrimógeno.
Aun cuando el objetivo principal era quedarse en Guatemala, siguió su camino con esperanza hasta el territorio mexicano por falta de permisos para la búsqueda de oportunidad laboral, causa principal por la que decidió dejar su país natal. Sin embargo, contó con un tono triste que ocultó debajo de una sonrisa forzada, que regresaría a su punto de partida, pues se comenzó a sentir enfermo desde su llegada a la Ciudad.
“Comencé con la gripe, ahora tengo tos y por las noches siento una presión en mi pecho; mejor no arriesgo mi salud. Hace tres días me falta el apetito, no quiero comer y aunque mis hermanos mexicanos me han proporcionado medicina, prefiero regresar”, explicó mientras tocía y se disculpaba por no poder sostener una conversación fluida.
Expuso que desistió y tomó la decisión de partir el fin de semana a una casa de huéspedes la cuál desconocía su ubicación, para que allí le brindasen atención médica y así el lunes por la mañana contactar al Consulado de Nicaragua con la finalidad de poder regresar a su país en ésta semana.
El nicaragüense, responsabilizó a los conflictos políticos y la forma de gobierno del presidente Daniel Ortega como detonantes de la problemática que vive su país. Complicaciones económicas y de seguridad, son consecuencia y tienen raíz en la reprensión general que ejercen las autoridades de su nación contra los habitantes.
Moviendo las manos, Rivera calificó como antidemocrática a la política en Nicaragua, al tener al partido de izquierda Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en el poder ejecutivo, pues éste utiliza una forma de gobierno que comparó con una dictadura, en vista de que las autoridades someten al pueblo a su voluntad sin distinción de sexo, religión u ocupación y sin un posible rechazo a las acciones que toma el régimen.
Según el entrevistado, que aún molesto por la situación de su país, relató amablemente su experiencia; la economía decayó como efecto de la inseguridad, es por ello que el turismo quebró y dejó a los habitantes sin empleo. Los negocios cerraron y las personas en la actualidad no tienen cómo solventar sus gastos, ni cómo sostener a su familia.
Además, recalcó que la pérdida de confianza a nivel internacional también afectó económicamente, puesto que la nación permanece aislada y únicamente cuenta con el apoyo de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, para el acceso al combustible. Sin embargo, con el ceño fruncido, dijo que lo habitantes de Nicaragua no aceptan la relación con el presidente venezolano, dado que lo consideran “un asesino que mata a su gente de hambre y de enfermedades”.
“La inseguridad es creada por el propio gobierno. Nuestro pueblo no tiene derechos, si protestas contra ello, te califican como terrorista y son los paramilitares quienes te sacan a las tres de la mañana de tu casa, te secuestran, asesinan y te botan en cualquier lugar, si tienes suerte solo te golpean y te encarcelan cerca de tres meses”, declaró Francisco Rivera, con sus ojos verdes a punto de derramar una cuantas lágrimas, acompañadas de un tono molesto.
Agregó que a partir de abril la problemática aumentó, ya que dio inicio a las protestas de estudiantes que continuaría con el asesinato de un periodista y una altercado con los paramilitares que dispararon dentro de la Catedral Metropolitana de Managua, para sacar aproximadamente a 200 estudiantes que se encontraban dentro.
Solo se registró la baja de un joven que fue herido por una bala (aunque el entrevistado sugirió que fueron al menos cinco adolescentes asesinados), los demás alumnos lograron salir con vida de inmueble gracias a la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por la defensa de los derechos humanos.
Agregó que el gobierno no solo dividió familias con la migración de sus pobladores, sino que los homicidios que han cometido separaron a cientos de personas de sus seres queridos, sobre todo a la enorme cantidad de padres que no encuentran a sus hijos desaparecidos ni reciben respuesta por sus homicidios.
“Las madres nicaragüenses, pobrecitas, cómo le lloran a sus hijos cuando los encuentran muertos, cuando los encuentran en la morgue, en el hospital. Solo les dicen que ahí están sus hijos, muertos en el hospital y pues… ¿qué les queda? Nada más que soportar el dolor por la pérdida de sus hijos”, comentó con la voz entre cortada.
Ante todos estos hechos, la solución que propuso el entrevistado a corto plazo fue el establecimiento de un posible diálogo entre la Unidad Nacional Azul y Blanco y el presidente nicaragüense, Daniel Ortega Murillo, así como el adelanto de las elecciones presidenciales, para así terminar la crisis que vive el pueblo de dicho país.
No obstante, es claro que difícilmente se llegue a un acuerdo colateral. “Pasarán más de cinco años, esperando a elecciones para que se vaya el gobierno y Nicaragua se recupere económica y socialmente, es por ello que la caravana huye de su país, por su mal gobierno”, declaró Francisco Rivera con una expresión facial de tristeza.
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