SIN LÍMITES DE GÉNERO: EL PERIODISMO FEMINISTA
Por Karina Alcántara Pérez
México (Aunam). En la Sexta Semana de Comunicación y Género, mujeres periodistas con gran trayectoria académica y laboral dieron a conocer su opinión sobre el feminismo, la utilización del lenguaje periodístico actual; los inicios del periodismo feminista en México y las satisfacciones de ejercer este oficio por las mujeres.
En la sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la periodista Guadalupe López inició cuestionando al público sobre qué medios eran los que consumían; pues aseguró que existen diferencias de género, debido a que difiere la credibilidad de información, es decir, en México no hay un periodismo neutro entre hombres y mujeres periodistas.
Para argumentar esta postura, Guadalupe López indicó que existen creencias en la sociedad mexicana que conciben que las mujeres sólo cuentan chismes y su información es más superficial que la de los hombres, además que estos datos dependen del segmento al que va dirigido, pues se hace una mala aplicación del lenguaje si éstos van dirigidos a hombres o mujeres.
En este sentido, la periodista remarcó que el lenguaje es sexista y que las palabras empleadas en el habla conllevan a una connotación política, moral y social con contenido sexual que favorece a los hombres y discrimina a las mujeres.
Guadalupe López señaló que el feminismo no es un movimiento en contra de los derechos de los hombres, sino una movilización que busca hacer un cambio en la sociedad promoviendo un cambio en su forma de comunicación, en su lenguaje, para utilizar menos conceptos denigrantes para ambos géneros y lograr combatir la violencia y la discriminación.
Posteriormente, la periodista Layla Sánchez Kuri comentó que la mejor forma de hablar del feminismo es resaltar la importancia de la revista FEM, la cual estuvo en circulación 29 años en México y fue pionera en el periodismo mexicano, por la inserción de las mujeres en el mismo.
Layla Sánchez señaló que este medio impreso buscaba, entre otras cosas, cambiar la percepción de la mujer y difundir el feminismo en la sociedad para aminorar la opresión de las mujeres. El preámbulo de estos objetivos fue el Primer Congreso de la Mujer, organizado por la ONU en México un año antes, el cual pretendía generar un plan de acción para garantizar la salud, la vivienda y la educación de las mujeres.
De tal forma, la reportera manifestó que los ideales puestos en FEM la concibieron como un medio de izquierda, y esto fue remarcado con sus propias directivas, porque siempre tuvieron arraigada esa ideología: en su primera etapa, la directora, periodista y activista guatemalteca Alaíde Foppa brindó a la revista un carácter académico con cierta crítica, a través de colaboraciones de Lourdes Arizpe, Elena Poniatowska, entre otras.
En la segunda etapa, Bertha Hiriart, fue una directora más radical, al modificar el lenguaje de la revista para dirigirse a un público de consumidores profesionistas e intelectuales.
Y en la tercera etapa, a cargo de Esperanza Brito de Martí, la revista fue politizada por el bagaje que ella poseía y esta fue la última etapa de la revista, pues hubo una decadencia en sus ventas, por la incursión al mercado de revistas con la misma línea.
Layla Sánchez comentó que la hemeroteca de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales tiene el honor de ser la única en poseer toda su colección de esta revista, desde su primera publicación hasta su último número.
María Antonieta Barragán, escritora de libros como ¿Qué pasa con las mujeres?, platicó de su experiencia laboral de más de 33 años, y puntualizó que la educación y el contexto familiar han sido factores externos que han mantenido hasta nuestros días el imaginario de que las mujeres son inferiores a los hombres y, por tanto, se les debe marcar límites.
Originaria de Mexicali, Barragán argumentó que el conservadurismo es algo que impide que las mujeres alcancen sus sueños. En su caso, sus padres nunca le pusieron límites pudo venir a estudiar periodismo a la edad de 16 años y ejercer esta profesión que la ha llenado de satisfacción por hablar de temas que a ella le interesan.
La periodista comentó que en 1977, al concluir la carrera, pudo entrar a la sección de cultura del periódico Unomásuno, a cargo de Manuel Becerra Acosta. Este medio le dio la libertad de empezar a tocar temas que no eran tan comunes, como el trabajo de las indígenas, las obreras y hasta la liposucción. Es decir, empezó a abordar temas que tenían que ver con las mujeres mexicanas.
Después de 8 años de estar en Unomásuno, empezó a trabajar en la revista Expansión, pero a diferencia del anterior medio impreso, éste al tener una ideología derechista empresarial, no concordaban en un inicio con su postura. Sin embargo, poco a poco pudo remarcar en sus escritos la línea que debía abarcar acorde a sus ideales.
De tal forma, a raíz de esta mezcla de ideales y líneas, su más grande proeza en Expansión fue el darle el espacio a las mujeres empresarias, pues en aquellos años 80 del siglo pasado, en México sólo existían veinte empresarias al frente de transnacionales.
Así, a pesar de estar inmersas en un mundo con más oportunidades y más comodidades, las mujeres empresarias tenían diversas temáticas que dar a conocer a la sociedad, y gracias a la táctica de saber argumentar, María Antonieta Barragán pudo darles voz.
Por tanto, al terminar su historia de vida, concluyó que el feminismo no mata al machismo, sino que esta postura se trata de dar espacio tanto a hombres y mujeres, sin marcar límites.
México (Aunam). En la Sexta Semana de Comunicación y Género, mujeres periodistas con gran trayectoria académica y laboral dieron a conocer su opinión sobre el feminismo, la utilización del lenguaje periodístico actual; los inicios del periodismo feminista en México y las satisfacciones de ejercer este oficio por las mujeres.
En la sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la periodista Guadalupe López inició cuestionando al público sobre qué medios eran los que consumían; pues aseguró que existen diferencias de género, debido a que difiere la credibilidad de información, es decir, en México no hay un periodismo neutro entre hombres y mujeres periodistas.
Para argumentar esta postura, Guadalupe López indicó que existen creencias en la sociedad mexicana que conciben que las mujeres sólo cuentan chismes y su información es más superficial que la de los hombres, además que estos datos dependen del segmento al que va dirigido, pues se hace una mala aplicación del lenguaje si éstos van dirigidos a hombres o mujeres.
En este sentido, la periodista remarcó que el lenguaje es sexista y que las palabras empleadas en el habla conllevan a una connotación política, moral y social con contenido sexual que favorece a los hombres y discrimina a las mujeres.
Guadalupe López señaló que el feminismo no es un movimiento en contra de los derechos de los hombres, sino una movilización que busca hacer un cambio en la sociedad promoviendo un cambio en su forma de comunicación, en su lenguaje, para utilizar menos conceptos denigrantes para ambos géneros y lograr combatir la violencia y la discriminación.
Posteriormente, la periodista Layla Sánchez Kuri comentó que la mejor forma de hablar del feminismo es resaltar la importancia de la revista FEM, la cual estuvo en circulación 29 años en México y fue pionera en el periodismo mexicano, por la inserción de las mujeres en el mismo.
Layla Sánchez señaló que este medio impreso buscaba, entre otras cosas, cambiar la percepción de la mujer y difundir el feminismo en la sociedad para aminorar la opresión de las mujeres. El preámbulo de estos objetivos fue el Primer Congreso de la Mujer, organizado por la ONU en México un año antes, el cual pretendía generar un plan de acción para garantizar la salud, la vivienda y la educación de las mujeres.
De tal forma, la reportera manifestó que los ideales puestos en FEM la concibieron como un medio de izquierda, y esto fue remarcado con sus propias directivas, porque siempre tuvieron arraigada esa ideología: en su primera etapa, la directora, periodista y activista guatemalteca Alaíde Foppa brindó a la revista un carácter académico con cierta crítica, a través de colaboraciones de Lourdes Arizpe, Elena Poniatowska, entre otras.
En la segunda etapa, Bertha Hiriart, fue una directora más radical, al modificar el lenguaje de la revista para dirigirse a un público de consumidores profesionistas e intelectuales.
Y en la tercera etapa, a cargo de Esperanza Brito de Martí, la revista fue politizada por el bagaje que ella poseía y esta fue la última etapa de la revista, pues hubo una decadencia en sus ventas, por la incursión al mercado de revistas con la misma línea.
Layla Sánchez comentó que la hemeroteca de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales tiene el honor de ser la única en poseer toda su colección de esta revista, desde su primera publicación hasta su último número.
María Antonieta Barragán, escritora de libros como ¿Qué pasa con las mujeres?, platicó de su experiencia laboral de más de 33 años, y puntualizó que la educación y el contexto familiar han sido factores externos que han mantenido hasta nuestros días el imaginario de que las mujeres son inferiores a los hombres y, por tanto, se les debe marcar límites.
Originaria de Mexicali, Barragán argumentó que el conservadurismo es algo que impide que las mujeres alcancen sus sueños. En su caso, sus padres nunca le pusieron límites pudo venir a estudiar periodismo a la edad de 16 años y ejercer esta profesión que la ha llenado de satisfacción por hablar de temas que a ella le interesan.
La periodista comentó que en 1977, al concluir la carrera, pudo entrar a la sección de cultura del periódico Unomásuno, a cargo de Manuel Becerra Acosta. Este medio le dio la libertad de empezar a tocar temas que no eran tan comunes, como el trabajo de las indígenas, las obreras y hasta la liposucción. Es decir, empezó a abordar temas que tenían que ver con las mujeres mexicanas.
Después de 8 años de estar en Unomásuno, empezó a trabajar en la revista Expansión, pero a diferencia del anterior medio impreso, éste al tener una ideología derechista empresarial, no concordaban en un inicio con su postura. Sin embargo, poco a poco pudo remarcar en sus escritos la línea que debía abarcar acorde a sus ideales.
De tal forma, a raíz de esta mezcla de ideales y líneas, su más grande proeza en Expansión fue el darle el espacio a las mujeres empresarias, pues en aquellos años 80 del siglo pasado, en México sólo existían veinte empresarias al frente de transnacionales.
Así, a pesar de estar inmersas en un mundo con más oportunidades y más comodidades, las mujeres empresarias tenían diversas temáticas que dar a conocer a la sociedad, y gracias a la táctica de saber argumentar, María Antonieta Barragán pudo darles voz.
Por tanto, al terminar su historia de vida, concluyó que el feminismo no mata al machismo, sino que esta postura se trata de dar espacio tanto a hombres y mujeres, sin marcar límites.
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