EL CENTRO HISTÓRICO Y SUS SECRETOS ARQUITECTÓNICOS
Por Aurora Yolotzin Estrada Navarro
CIUDAD DE México (Aunam). La mayoría de las veces las personas que viven en la Ciudad de México no conocen la historia detrás de las míticas construcciones que se yerguen en el Centro Histórico, pero tarde o temprano los secretos detrás de tales obras arquitectónicas serán descubiertos.
Era el penúltimo sábado de marzo donde, frente al Hemiciclo a Benito Juárez, se hallaban los alumnos de la materia Procesos y Medios de Comunicación II del grupo 0007 de cuarto semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, rodeados de jacarandas colándose los rayos del sol naciente de la mañana, en espera de su profesora, la adjunta y los guías que los llevarían en un viaje por doce construcciones edificadas en la época del porfiriato.
A cargo del Caminante Urbano se encontraban el arquitecto Alain Prieto y la licenciada Angie Francia quienes darían el recorrido a este grupo de universitarios. El punto de partida fue el Hemiciclo, el cual se trata de un cenotafio o monumento funerario que no necesariamente contiene los restos de quien se hace memoria, en este caso Benito Juárez, un proyecto que duró únicamente 45 días en ser construido y fue inaugurado el 18 de septiembre de 1910.
El recorrido fue a dar a la esquina de la calle Venustiano Carranza y Bolívar, antes conocida como calle de la cadena, donde se encuentra el banco BBVA Bancomer que abarca gran parte de la cuadra, fue el lugar donde residió una casona del siglo XVIII con cinco patios en donde vivió Porfirio Díaz, la cual abandonó el 25 de mayo de 1911, muy cercana a la cantina Gallo de Oro. Frente al banco se encuentra un reloj regalado por la comunidad otomana como parte del festejo del centenario de la independencia.
Los estudiantes toman dirección a hacia la catedral donde el arquitecto les explica que hace tiempo el calendario azteca, que hoy en día se puede apreciar en el Museo Nacional de Antropología, estaba expuesto en lo alto de la torre poniente de la Catedral Metropolitana hasta que fue trasladado al Museo Nacional, ubicado en la calle de moneda, en el año de 1887.
El caminante urbano les llevó hacia el Palacio de Hierro, una construcción moderna por sus estructuras, elaborada por los hermanos de la Barca y Joseph Crowl, la cual conserva mosaicos y las letras originales a pesar de que fue remodelado el edificio dos veces, en 1911 por actualización y después por un incendio ocurrido en 1914.
El Palacio de Bellas Artes fue parte de las edificaciones visitadas, al haber sido uno de los proyectos de Porfirio Díaz, sin embargo, el ex presidente no logró presenciar esta obra cumbre cuando estuvo terminada, por problemas de hundimiento ante los materiales sólidos con los que fue construido, así como el término de los ingresos para su edificación lo cual causó que quedara inconclusa por un largo periodo de tiempo, además, de tener un paso de agua por debajo del Palacio.
Finalmente, el recorrido concluye en el Monumento a la Revolución o también conocido como la galería de los pasos perdidos, un proyecto que surgió de un concurso internacional. Su construcción la autorizó Díaz el 23 de septiembre de 1910 dejándola a cargo del bisnieto de Benito Juárez, Carlos Obregón Santa Cecilia.
Antes de “dejar libres” a los univeritarios, el arquitecto Alain Prieto obsequió monedas conocidas como veintes utilizadas hace tiempo para hacer llamadas telefónicas. Cada alumno apreció la belleza de la moneda que se les había otorgado.
No todos los mexicanos se detienen a conocer la historia que los rodea, sin embargo, el caminante urbano logró ejemplificar para los alumnos la belleza oculta detrás de las antiguas construcciones que resguardan secretos nunca antes contados del Porfiriato, los cuales la mayor parte del tiempo se pierden poco a poco entre nuevos negocios y edificios que opacan la riqueza de su historia.
CIUDAD DE México (Aunam). La mayoría de las veces las personas que viven en la Ciudad de México no conocen la historia detrás de las míticas construcciones que se yerguen en el Centro Histórico, pero tarde o temprano los secretos detrás de tales obras arquitectónicas serán descubiertos.
Era el penúltimo sábado de marzo donde, frente al Hemiciclo a Benito Juárez, se hallaban los alumnos de la materia Procesos y Medios de Comunicación II del grupo 0007 de cuarto semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, rodeados de jacarandas colándose los rayos del sol naciente de la mañana, en espera de su profesora, la adjunta y los guías que los llevarían en un viaje por doce construcciones edificadas en la época del porfiriato.
A cargo del Caminante Urbano se encontraban el arquitecto Alain Prieto y la licenciada Angie Francia quienes darían el recorrido a este grupo de universitarios. El punto de partida fue el Hemiciclo, el cual se trata de un cenotafio o monumento funerario que no necesariamente contiene los restos de quien se hace memoria, en este caso Benito Juárez, un proyecto que duró únicamente 45 días en ser construido y fue inaugurado el 18 de septiembre de 1910.
El recorrido fue a dar a la esquina de la calle Venustiano Carranza y Bolívar, antes conocida como calle de la cadena, donde se encuentra el banco BBVA Bancomer que abarca gran parte de la cuadra, fue el lugar donde residió una casona del siglo XVIII con cinco patios en donde vivió Porfirio Díaz, la cual abandonó el 25 de mayo de 1911, muy cercana a la cantina Gallo de Oro. Frente al banco se encuentra un reloj regalado por la comunidad otomana como parte del festejo del centenario de la independencia.
Los estudiantes toman dirección a hacia la catedral donde el arquitecto les explica que hace tiempo el calendario azteca, que hoy en día se puede apreciar en el Museo Nacional de Antropología, estaba expuesto en lo alto de la torre poniente de la Catedral Metropolitana hasta que fue trasladado al Museo Nacional, ubicado en la calle de moneda, en el año de 1887.
El caminante urbano les llevó hacia el Palacio de Hierro, una construcción moderna por sus estructuras, elaborada por los hermanos de la Barca y Joseph Crowl, la cual conserva mosaicos y las letras originales a pesar de que fue remodelado el edificio dos veces, en 1911 por actualización y después por un incendio ocurrido en 1914.
El Palacio de Bellas Artes fue parte de las edificaciones visitadas, al haber sido uno de los proyectos de Porfirio Díaz, sin embargo, el ex presidente no logró presenciar esta obra cumbre cuando estuvo terminada, por problemas de hundimiento ante los materiales sólidos con los que fue construido, así como el término de los ingresos para su edificación lo cual causó que quedara inconclusa por un largo periodo de tiempo, además, de tener un paso de agua por debajo del Palacio.
Finalmente, el recorrido concluye en el Monumento a la Revolución o también conocido como la galería de los pasos perdidos, un proyecto que surgió de un concurso internacional. Su construcción la autorizó Díaz el 23 de septiembre de 1910 dejándola a cargo del bisnieto de Benito Juárez, Carlos Obregón Santa Cecilia.
Antes de “dejar libres” a los univeritarios, el arquitecto Alain Prieto obsequió monedas conocidas como veintes utilizadas hace tiempo para hacer llamadas telefónicas. Cada alumno apreció la belleza de la moneda que se les había otorgado.
No todos los mexicanos se detienen a conocer la historia que los rodea, sin embargo, el caminante urbano logró ejemplificar para los alumnos la belleza oculta detrás de las antiguas construcciones que resguardan secretos nunca antes contados del Porfiriato, los cuales la mayor parte del tiempo se pierden poco a poco entre nuevos negocios y edificios que opacan la riqueza de su historia.
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