FRANCO Y PACHECO: 40 AÑOS DE MEXICANO AMOR

Por: Nilsa Hernández
Ciudad de México (Aunam). Las campanas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México retumbaron como anuncio de su llegada, eran las seis con tres minutos cuando el primero en subir la terraza del Museo del Estanquillo fue el director de orquesta Horacio Franco, muy pocas personas lo notaron, solo lo miraron pasar a un lado del podio montado.


Casi después del músico, rodeada por cinco o seis personas, llegó la periodista y escritora Cristina Pacheco, la euforia del público no se hizo esperar.

Desde antes de las tres de la tarde, personas de diferentes edades y condiciones sociales, se dirigieron a aquel edificio de arquitectura afrancesada, ubicado en el número 26 de la calle Isabel la Católica en el Centro Histórico. Ya en la terraza tomaron de manera educada, pero con paso veloz un lugar en las diversas sillas montadas, dejando vacíos aquellos asientos marcados como reservados.

Ya para las cuatro treinta de la tarde, los lugares estaban ocupados, las personas, que seguían llegando, buscaban la forma de tener una mejor vista de aquel “escenario” improvisado por el equipo de producción, junto con una consola de audio y una pantalla plana en la que se leía: “Reconocimiento a Cristina Pacheco y Horacio Franco por sus 40 años de actividad cultural, 29 de agosto a las 18:00 horas”.

Durante casi tres horas, los asistentes esperaban ansiosos la llegada de los artistas. llevaban consigo vasos de café caliente recién comprado, como forma de evitar el aire de aquel lugar a la intemperie. También cargaban diferentes cámaras profesionales y libros con títulos como: Para vivir aquí y Mar de historias; escritos por Cristina Pacheco en 1983 y 2011 respectivamente.

Aquellos fans de la autora esperaban conseguir que la periodista plasmara su firma en las primeras hojas de sus libros. Otros se dedicaban sólo a tomarse selfis, aprovechando la vista panorámica hacia la calle de Madero, que se aprecia en aquel museo.

“Sí, la Pacheco es del once” mencionó una mujer de mediana edad a su acompañante, aquellas mujeres se encontraban sentadas en uno de los privilegiados asientos reservados, mientras los demás asistentes estaban amontonados en la parte pública, unas 50 personas se encontraban paradas y se rumoraba que a muchos otros ya no los dejaron acceder al recinto.

Después de un retumbar de campanas, entró muy flamante el flautista Horacio Franco, vestido con una camisa negra semitransparente, un pantalón de piel sintética color rosado y unos tenis de botín de un intenso dorado. El público solo lo miró, dos minutos después, la calma del lugar se convirtió en gritos y aplausos, Cristina Pacheco subía las escaleras.

Vestía de negro, combinando todo con un chal gris con tejidos mexicanos, pero con su cabello alborotado que tanto la caracteriza; sonreía a todo el público, saludaba de mano a todos, mientras caminaba a aquel podio formado por tablas cubiertas de una alfombra roja. Antes de tomar su lugar, miró a las personas que se encontraban afuera del techo creado por una carpa y les preguntó por su comodidad.


“Si Carlos estuviera aquí con nosotros, a sus 80 años, pues seguramente estaría muy orgulloso de su trabajo”, dijo Henoc de Santiago, director del museo durante el inicio de la ceremonia, refiriéndose a Monsiváis. “¡Está!” reclamó Cristina Pacheco después de escuchar aquella frase.

En el podio también se encontraba el caricaturista Juan Alarcón Ayala, con un estilo hípster, de camisa color rosa pálido que combinaba con un chaleco negro y un corbatín rojo brillante. En su brazo derecho llevaba un block de hojas y durante el evento no paraba de dibujar.

El presentador del evento fue José Miguel Alva Marquina, director editorial del sitio web Artes9, pidió a los dos galardonados y a Alarcón que bajaran del podio y tomaran un lugar entre el público, para poder observar la pantalla que tenían enfrente.

Transmitieron unos videos donde conmemoraban los 40 años de carrera de Cristina Pacheco y Horacio Franco, mencionaron que los artistas tuvieron una relación estrecha con Carlos Monsiváis y por ese motivo era importante que su homenaje fuera realizado en su museo.

Durante el video de la historia de Cristina Pacheco, presentaron diferentes clips donde algunos entrevistados de la periodista agradecieron su dedicación para mostrar en todo México que aquí les tocó vivir.

Entre los entrevistados mostrados en el video, se encontraban los dueños de una pulquería de la delegación Cuauhtémoc llamada Salón Casino quienes dieron como cortesía muestras de la bebida de los dioses prehispánicos, para todos los asistentes del evento.

“Están en el cuarto piso, ¿Cuántas personas has entrevistado, Cristina?, ¿Cuántos globos habrías podido inflar, Horacio, con lo que le soplas a la flauta?” mencionaba Alarcón con una gran sonrisa, mientras iniciaba su presentación, quien con cada frase hacía retumbar el edificio con la risa de los asistentes.

“¿Cuántos peines para el cabello habrá perdido Cristina Pacheco?”, seguía con sus ocurrentes bromas el caricaturista; “ninguno porque no uso”, contestó muy entusiasta la periodista. “¿Cuántos pantalones de cuero habrá reventado Horacio Franco…?”, preguntó Alarcón y la audiencia, junto con el flautista, obtuvieron un color rojo carmesí en el rostro, provocado por la risa.


Después el cartonista contó anécdotas que tuvo con los dos anfitriones, mencionó que por ellos aprendió que “en Twitter se cuentan puras mentiras” y que siente una “admiración brutal” por Horacio Franco ya que desde niño le encantaba tocar la flauta.

Durante toda la presentación el caricaturista hizo lo que mejor sabe hacer, dibujar. Mostrándole al público que las cuestiones culturales son para todos y no se debe clasificar a las personas por sus gustos artísticos o cualquier otra característica.

Para seguir ambientando el lugar, entró a escena la cantante de vernáculo Rosy Arango, también conocida como la “Rosa Mexicana”, quien cantó acompañada del maestro Rubén Esparza Olivia, el grupo Zacatecas, y dedicó sus dos interpretaciones a los dos homenajeados.

Para Cristina Pacheco cantó su canción favorita: Obsesión, de Pedro Flores. Para Horacio Franco, la canción El pastor, que popularizara Miguel Aceves Mejía, pues para ella cada frase de aquella melodía representaba al flautista.

“Muy pocas veces la vida me permite estar en frente de corazones que arden, mi madre dice que los corazones que tienen fuego son esos que cada mañana se levantan a hacer lo que tanto aman” mencionó muy emocionada, mientras ofrecía a los artistas y al público presente su canto.

Con la mirada fija en Cristina Pacheco, la Rosa Mexicana mencionó que le cantaría desde el corazón, pues desde que ella estaba estudiando canto y pudo conocerla a distancia en ese lugar “le tocó vivir” expresó a la periodista mientras señalaba su pecho.

Por alto que esté el cielo en el mundo
Por hondo que sea el mar profundo
No habrá una barrera en el mundo
Que este amor profundo
No pueda romper

Cantaba a todo pulmón Rosy Arango, tanto que animó al público quienes la siguieron con palmas y ademanes de alegría. Al finalizar su primera interpretación los aplausos duraron casi dos minutos, los cuales dedicó a Cristina Pacheco, quien feliz fue a agradecerle por aquella canción que su eternizado esposo, José Emilio Pacheco, utilizara en su libro Las Batallas en el Desierto.

“Estoy convencida que los artistas, los comunicadores, tenemos esa misión de llevar con nuestro arte un pedacito de fe, de esperanza, de unión, de amor, que tanta falta nos hace”, mencionó Arango para definir la labor que durante 40 años los dos artistas han formado para todos los mexicanos.

“Usted tiene el don de un pastor, que va llamando uno a uno a su rebaño” recitó la cantante para dirigirse a Horacio Franco, a quien admira desde la vez que lo vio interpretar su música en el Lunario. Desde ese momento pidió algún día tenerlo en frente y poderle interpretar una canción.

Va musitando sus quejas
Con su flautín de carrizo
Seguido por sus ovejas
Como si fuera un hechizo

Al terminar de cantar, Rosy Arango se despidió de los homenajeados, agradeció a todos por sus aplausos y estaba dispuesta a irse, pero en ese momento Horacio Franco la detuvo, mencionando que quería interpretar esa misma canción con su flauta y que lo acompañara. El público enloqueció con sus aplausos y el director de orquesta sacó una flauta de madera que tenía guardada en su mochila.


La cantante bailaba y cantaba, mientras Franco tocaba su instrumento favorito con mucha agilidad, los dos artistas se coordinaron por completo, el público guardaba absoluto silencio. La sinfonía que los dos transmitían era perfecta, una combinación entre la flauta dulce, la música tradicional y un poco de expresión de tango, por el baile de la intérprete.

Llegó el momento de que los homenajeados hablarían, y decidieron hacerlo en forma de una entrevista. Para ellos, este homenaje era para todos los mexicanos que aman a su país, y cada uno festejó el estar vivo, “es un regalo maravilloso”, mencionó Cristina Pacheco.

Con un cambio repentino de actitud, el flautista dejó de sonreír mientras decía que lamentablemente no todos los ciudadanos tenían ese pensamiento, “No, desgraciadamente no, porque hay una situación terrible, no todo el mundo puede elegir”, le contestó la periodista.

“Poder elegir tu vida es un privilegio muy grande” agregó Pacheco, para después afirmar que agradece que ella ha hecho exactamente lo que ha querido: “No quiero ni más, ni menos”.

“¿Tú por qué crees que la gente no puede llegar a hacer feliz?” siguió con sus interrogaciones Horacio Franco.

“Porque queremos cosas que no valen la pena y por las cuales nos matamos” contestó la periodista, mientras ponía de ejemplo que hay personas que buscan posición, tener renombre, fama, dinero; pero dijo que aparte de todo eso, las personas deben de tener “algo adentro”.

Mientras los dos artistas hablaban sobre esos problemas sociales, afuera del museo los carros en el tráfico producían un eco de cláxones que respondían ante las afirmaciones de Franco mientras decía que las personas ya no tienen tiempo para las cuestiones que realmente importan en la vida.

“Cada día es único y no vuelve, Horacio”, respondió la conductora del Canal 11, quien afirmó que no cambiaría ese momento con sus amigos y su público por algo material. Durante la plática, retomaron temas como el poder, la educación, los problemas del país, pero también de la belleza de México.

Pero Cristina Pacheco no podía irse “sin hablar de Carlos Monsiváis”. Luego de hablar de varios momentos que vivió con el escritor y periodista, sentenció: “fue mi amigo, fue mi chaperón, aunque ustedes no lo crean, mi acompañante de caminatas en la universidad, ¡Carlos, con todo mi amor… te recordare siempre!”, los aplausos surgieron casi al automático.

La periodista también mencionó que fue Carlos Monsiváis quien le presentó en Ciudad Universitaria a José Emilio Pacheco y que era una de las cosas que más le agradece, un unísono gesto de euforia se presentó en los rostros de los presentes, volvieron los aplausos.

Horacio Franco mencionó que le hubiera gustado compartir más momentos con Monsiváis, “No dejen lo importante nunca, por lo urgente” aconsejó a todos los asistentes, poniendo como ejemplo que él casi no se veía con el escritor, porque los dos tenían cosas que hacer como conciertos, viajes. “No saben, cuando se murió… qué pesar me dio haber dejado para después algo que hubiera sido maravilloso”.

Aun cuando a todos los invitados y asistentes, les ofrecieron pastel, tequila, pulque y refrescos; al terminar el evento, casi todas las personas se dirigieron al escenario, todos querían fotos y autógrafos de los tres invitados. Cristina Pacheco, estuvo casi dos horas en compañía de sus admiradores, al final todos ellos le agradecieron que por 40 años demostrará que aquí nos tocó vivir.


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