VIAJE ENTRE BRUJOS Y ANIMALES

Por: Mariana Álvarez Madrid
Ciudad de México (Aunam). El Mercado de Sonora, conocido como el “mercado de los brujos y de los animales”, fue inaugurado el 23 de septiembre de 1957 por el entonces presidente del país Adolfo Ruiz Cortínez y el regente Ernesto P. Uruchurtu. Está ubicado en Fray Servando Teresa de Mier 419, en la Ciudad de México.

“Sonora” toma su nombre por la cercanía que guardaba con el cine Sonora (ya no existe). Fue hasta 1974 que este centro de comercio popular tomó su estructura actual después de tantos anexos y adaptaciones.


El Mercado Sonora cuenta con ocho puertas principales de acceso, nueve pasillos enumerados y 404 locales, además, con sanitarios, un Centro de Desarrollo Infantil (Cendi), la administración y dos cocinas económicas en el interior de sus instalaciones. Las paredes son de cemento y el techo, la mayor parte, de lámina.

La fachada principal es de color amarillo, acompañada de grandes letras negras que en conjunto dicen el nombre del mercado, el año de su fundación (1957) y el año de su última remodelación (2014). También, en ésta se anuncia las cosas que se venden adentro (de izquierda a derecha): conchas y caracoles de mar; hierbas medicinales; juguetes y disfraces; alimentos para aves canoras; aves vivas y cocinas; loza de barro, cerámica.

El interior del mercado es una especie de laberinto, no hay una división de secciones ni pasillos rígidamente establecidos, así que podemos encontrar locales de juguetes a lado de las hierbas y las aves. En los dos primeros pasillos se encuentra todo lo relacionado con artículos de alfarería y cerámica, como tazas, platos, vajillas, floreros, loza tipo talavera, algunos artículos de cristalerías, alcancías, ollas y cazuelas de barro, adornos para fiesta y recuerdos, y al final de éstos está la sección de accesorios y alimentos para aves y mascotas.

En el pasillo tres venden decoraciones, flores artificiales, artículos para eventos sociales y de temporada, pero predominan los juguetes tradicionales e importados; disfraces, trajes regionales y piñatas, de igual modo los pasillos cuatro, cinco y seis. Los tres últimos son los más místicos de este mercado. Allí encontramos a los “brujos, chamanes y hechiceros” conocidos por varias generaciones. En esos locales se venden hierbas, amuletos, veladoras, imágenes religiosas, semillas, animales, libros de santería y más para las personas que quieren hacer “limpias”, mandar hechizos en contra a otra persona o para atraer el amor, la fortuna y el éxito.

El mercado cuenta con un complemento al final de los pasillos siete, ocho y nueve, El Anexo, donde hay todo tipo de herbolaria, planta y mixturas preparadas para curar casi cualquier mal, y el Auditorio, utilizado como bodega de los comerciantes.

Nada detiene el movimiento del Mercado de Sonora. Los pasillos estrechos están llenos de gente que se dispone a hacer sus compras. Por todas partes se escuchan los bullicios de los vendedores y los compradores. “El Sonora” es una combinación de olores y colores, varía dependiendo de la sección. Los locales de juguetes se personalizan con luces, colores y sonidos; los de aves por un olor inconfundible; los barros y cerámicas están colgados y en cajas a la vista de todos, y los de hierbas se identifican por imágenes religiosas y costales de plantas.

Los comerciantes se han apropiado de las instalaciones, han organizado los locales, los pasillos, techos y paredes con forme a sus necesidades y preferencias. El mercado refleja sus creencias e intereses. En esquinas y rincones encontramos altares de vírgenes, como la Milagrosa, la virgen de Guadalupe, la virgen de las Mercedes y el Santo niño cieguito, todos bien ornamentados con veladoras, flores y papel picado.

Cabe destacar que el Mercado Sonora por fuera está rodeado de locatarios semifijos y ambulantes. Los que están sobre la calle Servando de Mier venden peluches, bolsas y mochilas, accesorios para el cabello, arreglos para fiestas y eventos, y los que están sobre la calle San Nicolás, comida, trastes, utensilios de cocina, plantas, hierbas medicinales, flores y amuletos.


Foto: Maurice Marcellin








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