CUANDO LA FE LOGRA GRANDES OBRAS

Por Fabiola Vázquez Maldonado
México (Aunam). Doña Margarita Avelino es una mujer dedicada al campo y a su casa y en ambos espacios mantiene vivas las costumbres y tradiciones que heredó de sus ancestros. Ella es habitante del poblado de San Andrés, Buenavista, municipio de Tlaxco, Tlaxcala, donde se erige, majestuosa, La carabela de la Fe.

Margarita Avelino, actualmente cuenta con 68 años; tiene rasgos delicados, una mirada suave y un carácter sensible; cuando narra sus recuerdos acerca del inicio de la obra de la Carabela de la Fe esboza una sonrisa de orgullo por pertenecer a esta comunidad y haber contribuido a levantar esta majestuosa obra.

Los inicios fueron en 1974, el pueblo no tenía una iglesia donde rendir culto y los habitantes tenían que recurrir al poblado próximo, o bien, hasta Tlaxco para llevar flores, peticiones, agradecimientos y rezos a Dios.

“El pueblo estaba carente, no teníamos luz eléctrica, ese camino –dice señalando una calle adoquinada- era de terracería, a los costados había magueyes y los que trabajaban tenían que caminar mucho porque no había transporte, como ahora. El camión pasaba cada hora, casi no salíamos, nuestra vida transcurría en el pueblo”, exclama.

Como en casi todos los pueblos, al menos en el estado de Tlaxcala, las casas que había eran pocas, en su mayoría de adobe y lámina, ahora todos cuentan con una vivienda de concreto y block.

La idea de crear un templo para honrar al apóstol San Andrés surgió en 1974, con una propuesta moderna, pero su forma sería rectangular, algo más común en esos años, el proyecto comenzó a ponerse en marcha pero no se pudo seguir llevando  a cabo debido a falta de recursos y apoyo de las autoridades. “En esa ocasión los habitantes nos entristecimos porque ya no tendríamos nuestro templo”, platica doña “Mago”, al tiempo que exhala su nostalgia mediante una especie de quejido.

El proyecto se abandonó por diez largos años, dónde los cimientos, que fue lo único que se construyó, pasaron a ser parte del centro del pueblo, dónde nadie hacia ni decía nada por continuar con el templo.

Fue hasta 1984 cuando se volvía a dar paso a la idea de seguir con la construcción del templo en honor a San Andrés Apóstol. “Cuando conocimos al padre Arnulfo, una persona muy amable y dedicado a inculcar la fe en las personas, fue quién nos dijo que si queríamos un templo lucháramos por eso, que no sólo pidiéramos, sino que exigiéramos, sino nunca nos harían caso”.

Así, se comenzó a gestionar para retomar el proyecto de construir un templo en el poblado de San Andrés Buenavista, dónde la gente tuvo que aportar recursos económicos mediante pequeñas cuotas que impuso un comité de personas elegido por los habitantes. Obtuvieron más ayuda de su municipio, que fue la máxima aportación económica. Además, una de las fuentes importantes, económicamente hablando, fueron los familiares que se encontraban en el extranjero y que sus familiares les habían solicitado ayuda.

“Unimos todas las fuerzas y recurrimos a donde se pudo para juntar dinero y lograr tener nuestro templo, fue difícil, pero como dicen por ahí, cuando se quiere se puede, nos pusieron muchos peros, pero ahí está nuestra iglesia de barco”.

La forma la determinó el padre Arnulfo, aunque no todos estaban de acuerdo, ya que pensaban en un templo como los de las otras poblaciones, al escuchar las razones que el sacerdote daba, la propuesta se acepto por todos, así en común acuerdo.

“Cuando empezaron la parroquia, nada más la mitad donde está la ventana ahí le ayudamos a acarrear piedra”, indicó Margarita Avelino, quien colaboró en la construcción del templo y que se siente privilegiada por haber podido poner su granito de arena en esta obra.

Aunque no hay cifras exactas de cuando se ha invertido en la construcción del templo, desde los primeros cimientos, hasta lo que conocemos actualmente, los habitantes se sienten orgullosos por tener un templo con singular forma en su comunidad y que trae a muchas personas a conocer, tanto a la iglesia como a su San Andrés, como lo llaman. “No conozco una cifra exacta, pero fue mucho dinero; como todo fue para la iglesia, no nos fijamos demasiado en eso lo que nos importaba era poder terminarla” exclama.

“Me siento feliz por poder contarle a mis hijos, primero, y luego a mis nietos la historia del barco y que ellos también estén contentos por ser habitantes de aquí” Nos cuenta la señora Margarita con gran satisfacción de tener a su alcance la singular iglesia y de poder asistir las veces que desee, de ir cada domingo y subir a bordo, de ir viviendo el progreso que la iglesia ha tenido y que sabe aún falta mucho por terminar pero con la ayuda de todos los visitantes podrán hacerlo y en menos tiempo.

La Carabela de la Fe es una de las mayores atracciones del estado de Tlaxcala, hoy que se promueve el turismo anivel federal con la campaña “Vive México”, la fe católica no es un requisito para visitar el templo.

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