OBESIDAD INFANTIL: PROBLEMA DE EDUCACIÓN SOCIAL
Por Hitzel Gómez Alvarado
México (Aunam). Una apariencia que refleja la incomodidad de ser mirado y señalado por los demás como un niño obeso; con mirada cabizbaja y la poca luz que irradian sus dientes, después de haber comido un par de golosinas que opacan el brillo natural de una boca sana. Es evidente, su abdomen pronunciado, a pesar de ser un infante, presenta pliegues visibles por el exceso de grasa en su cuerpo.
La papada marcada, las mejillas abultadas y rojizas, y la lentitud al caminar son algunas características perceptibles que hacen que Carlos González, de apenas 11 años de edad, se sume a la cifra de niños con obesidad infantil.
Este problema de salud coloca a México en el segundo lugar a nivel mundial de infantes con obesidad, según la Encuesta Nacional de Coberturas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 2008.
La obesidad debiera alarmar a toda la población, por los problemas que puede desencadenar, pues mas allá de ser un proceso del metabolismo en el que se genera una acumulación excesiva de grasa en los tejidos, la sociedad no tiene conciencia sobre el daño que están engendrando en los más inocentes e indefensos de la casa.
Especialistas como el doctor Ángel Carvajal, de la clínica 41 del Distrito Federal, explica el problema que se cultiva desde la niñez. De acuerdo con el doctor, lo más importante es ubicar al niño a futuro, la obesidad infantil no los mata pero sí los predispone a un alto tejido graso provocando el mal trabajo de la insulina que origina a los grandes diabéticos, hipertensos con colesterol y en general enfermedades cardiovasculares que se agudizan conforme transcurre el tiempo.
Agrega también que el pilar de la obesidad infantil recae en raíces culturales que vienen de una ideología propia del mexicano. Los nuevos modos de vida obligan el consumo de soluciones que ahorren tiempo y esfuerzo, sin tomar conciencia de los efectos que desata, poniendo en entredicho a la salud.
“Estamos hechos a una cultura de la comida rápida de las frituras, de los conservadores, enlatados, comida de microondas que lo único que fomentan es la obesidad, estamos acostumbrados a comer mal, justificados por el escaso o nulo tiempo con el que hoy en día contamos, todo es una cadena que acarrea más y más problemas”, comenta el doctor Carvajal.
Es cada vez más conocido que el malestar obedece a diversos agentes, algunos hereditarios, en relación con enfermedades endocrinas, y otros factores como hábitos alimenticios inadecuados que recaen en la responsabilidad del mexicano.
Parte de esos malos hábitos son la ausencia en horarios de comida con largos periodos de ayuno o unión de comidas, aumento en el consumo de alimentos industrializados altos en carbohidratos, que dejan atrás la ingesta de verduras, vegetales y fibra.
Tales conductas son cada vez más recurrentes en las familias, así, los niveles de obesidad infantil incrementan. En los últimos siete años se elevó la tasa de obesidad y sobrepeso en niños del 20 al 40 por ciento. "El país tiene medalla de oro en la rapidez con que crecemos en ese rubro", indicó el director general de Protección a la Salud de la Secretaria de Salud (SSA), Carlos Santos Burgoa, de acuerdo con lo publicado por el periódico El Universal, el viernes 22 de agosto del 2008.
Y aunque la cifra suena abrumadora, en entornos cotidianos como el de Carlos González, la alimentación sana se complica al estar rodeado de quesadillas, sopes, pambazos y tostadas, que su mamá vende para poder sobrellevar la situación económica en el país. Aunque su mamá trata de cocinarle platillos diferentes a los que oferta, hay días en que la vida agitada y la responsabilidad de atender su negocio no se lo permiten. Sin embargo, su madre no percibe el descuido a la salud de su hijo, pues mientras él tenga un plato en la mesa, cumple con su responsabilidad de alimentarlo.
“Mi hijo está un poco choncho porque es muy flojo, pero no significa que esté enfermo, de hecho casi nunca se enferma. Yo veo a mi hijo contento y saludable. Procuro que tenga algo siempre en su estómago, y más a la hora de la comida, a veces no es tal y como lo receta el doctor porque no me da tiempo, pero alimento no le falta. El desayuno varía porque lo come en la escuela, no le gusta ingerirlo en la casa y por lo mismo ya está fuera de mi alcance”, abunda Rosario Cabrera, madre de Carlos.
En respuesta, la nutrióloga Guadalupe Guerrero menciona que antiguamente se consideraba que los niños con obesidad eran sinónimo de belleza y buena salud, sin embargo, un niño bien alimentado no es el que más cantidad de alimentos ingiere, sino aquel que recibe una alimentación sana que cumpla con sus requerimientos nutricionales.
Lo mismo ocurre con la bebida, donde la elección tampoco varía, refresco frío que el pequeño apenas alcanza del refrigerador. Tan natural como el agua misma, que curiosamente no se hace visible por ninguna parte.
Dicha escena muestra parte de la realidad alimenticia de muchas familias mexicanas que consumen alimentos con altos contenidos de grasa. No hay hogar que se escape de consumir refrescos. Tan sólo en la última década, el consumo de esta bebida incremento de 40 a 70 por ciento, informó Simón Barquera, jefe del Departamento de Enfermedades Crónicas y Dietas del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), de acuerdo con lo publicado en El Universal, el 11 de febrero del 2007.
Idea falsa sobre la dieta balanceada
En un sondeo a padres de familia, se preguntó sobre el papel que juegan dentro del cuidado de la salud de sus hijos. Cada uno de ellos aceptó el compromiso que tienen al inculcar los valores y principios que ejercen en la vida de los pequeños, por ser los responsables de poner límites como parte de su formación.
Además, los padres aseguran estar informados sobre la dieta más adecuada que deben de aplicar a sus hijos. El 80 por ciento de 20 padres que participaron en el sondeo cree que la realización de tres comidas al día en los infantes es lo adecuado para una alimentación balanceada.
Sin embargo, esto contrasta con la información proporcionada por la nutrióloga Guerrero: “Debido a que el consumo de energía en los niños es mayor en comparación al de los adultos, no sólo por su intensa actividad al correr, jugar, saltar, gritar, etcétera, sino también, por el proceso de crecimiento en el que se encuentran día a día, el número de comidas que debe realizar el infante es de cinco”.
En éstas, se deben consumir una variedad de productos, para mantener una dieta equilibrada y competa, por ejemplo: en el desayuno, una dosis de cereales con una ración de frutas, una rebanada de pan integral con mermelada o algún otro suplemento; Durante el almuerzo, una porción de pan y dos barritas de cereales.
En la comida: Sopa de verduras con pollo, una o dos tortillas, un yogurt, Ensalada de lechuga, tomate, etc., y una pieza de frutas.
Mientras que en la merienda, cinco galletas con leche, manzana asada o un pequeño cóctel de frutas, y para la cena , un vaso de leche, acompañado de una porción de pan.
En casa, el control sobre lo que consumen los niños es mucho más fácil que cuando se encuentran fuera del hogar, rodeados de varios elementos que los pueden tentar a consumir productos que no los nutren y sólo engordan, como en la hora del recreo.
Un momento para compartir reír y consumir
El timbre suena y en instantes, el patio que hace unos cuantos minutos permanecía en la soledad del silencio, se cubre de diferentes mesas cubiertas con productos que atraen la atención de todos los niños; papas con chile, paletas de caramelo, donas, tacos de huevo y salchicha, quesadillas, chocolates en barra, tamarindo en polvo. Todos con poco o casi nulo valor nutritivo, que encanta a cada uno de sus pequeños consumidores.
Mientras en clase de ciencias naturales, minutos antes de salir, se hablaba sobre los alimentos que preferentemente deben de comer, de la misma manera que el periódico del buen comer lo representa en su mural, el niño, perdiéndose de la autoridad que ejercen sus padres y maestros, al ser libre de tomar sus propias decisiones, elige erróneamente si en casa no tiene bien fundamentados y arraigados sus hábitos en cuanto a alimentación.
Los hábitos del infante inician en casa, con el aprendizaje cotidiano, a través de sus padres. Sin embargo, intervienen factores sociales, económicos y culturales que se van reforzando en la escuela y en el medio ambiente en que se desenvuelve; por ello es importante intervenir en las primeras etapas de la vida.
Según los padres de familia, mantener alejados a sus hijos de la comida “chatarra” que se vende en las escuelas es un problema con el que no pueden luchar, “son intereses de corporativos muy fuertes que han existidos desde siempre, las empresas deberían de hacer conciencia sobre lo que producen”, expresa Paola Vázquez, madre encuestada.
A pesar de ello, el número de infantes que aún suelen traer alimentos preparados en casa, no desaparece. El tiempo corre y las diferentes loncheras se abren para dejar ver su contenido enigmático y despejar la incertidumbre del alimento de hoy. ¿Un sándwich, yogurt, papas? Tal vez salchichas, o quizá fruta fresca con un limón para acompañar, alimentos comunes que sus padres les envían, para disfrutar del recreo.
Además del lunch de casa, sus padres les complementan con cierta cantidad de dinero que usan para comprar dulces, algunos más que otros. Es común que los padres de niños con sobrepeso no se preocupen por mandarles alimentos que nutran y ayuden a disminuir su problema. Consideran que un paquete de donas y 10 pesos, son suficientes para satisfacer el hambre de sus hijos, provocando el consumo de productos “chatarra” que construyen cada día más niños obesos.
Según el doctor Carvajal, cada año miles de menores de edad desarrollan diabetes debido al fácil acceso a alimentos “basura” a precios bajos, además de que los centros educativos no tienen un ambiente que facilite la quema de energía que consumen.
Las escuelas se convierten en distribuidoras de dulces o alimentos grasosos, y a pesar que desde el sexenio pasado, las secretarías de Salud y de Educación Pública se dieron a la tarea, en las escuelas públicas, de medir la cintura a los niños para verificar si tienen riesgos de sobrepeso y obesidad, además de incrementar el tiempo para que los escolares realicen más ejercicio físico, aún estas dependencias no alcanzan la meta de evitar que los niños compren productos chatarra durante el recreo y a la salida de las escuelas.
Pero el problema no termina aquí, nuestra sociedad se enfrenta con más factores que propician el alto nivel de niños con obesidad.
Innovación y tecnología dentro de una nueva ideología
De los padres encuestados, el 100 por ciento confirmó que sus hijos ven todos los días la televisión ya sea mientras comen, hacen la tarea o antes de irse a dormir.
El promedio de horas es de dos a tres aproximadamente, lo cual confirma los altos índices de sedentarismo en nuestra cultura, de los cuales hablan los especialistas Ángel Carvajal y Guadalupe Guerreo.
Unida a la ausencia de atención de padres y parientes en sus comidas diarias, señalan, existe un segundo problema, el sedentarismo fomentado por el hábito de ver muchas horas de televisión, juegos electrónicos y la computadora.
Cuando los electrónicos de casa aburren, el clima es la perfecta excusa para dejar a un lado los parques, áreas verdes y sustituirlos por luces de colores, efectos de sonido e imágenes computarizadas provenientes de la tecnología, capaces de entretener a diversos grupos de jóvenes, niños y a sus padres, quienes los acompañan para tratar de regresarles un poco del tiempo en que estuvieron ausentes durante la semana.
Los Centros de entretenimiento bajo techo, cada día más populares, muestran a la entrada una iluminación deslumbrante que acapara de inmediato la atención de todo aquel que se pasea alrededor, invitándolos a ingresar al pequeño pero concurrido espacio de juegos.
Recorren de uno en uno los juegos de destreza, las máquinas de baile, abordan un simulador de fórmula uno y esperan su turno para la mesa de Jockey. Actividades que no requieren hacer mayor esfuerzo, basta tan sólo con apretar un botón, pisar pedales, mover manijas y estarás dentro de la nueva generación de diversión de juegos donde quizá únicamente se necesite habilidad en tu muñeca, todo el trabajo lo hacen las maquinas por ti, el gasto de calorías a base de esfuerzo no son características del lugar.
La alegría reflejada en el rostro de cada uno de los niños asistentes es señal del cambio que viven las generaciones. Las resbaladillas, los pasamanos y columpios son cambiados por juegos de guerra, motocicletas que se balancean, simuladores de carros, entre otros. La tecnología rebasa día a día lo cotidiano.
En cambio, los olvidados parques cada vez se muestran más desolados y fantasmales. Los niños ya no asisten y los que van abandonan los juegos al poco tiempo de haber llegado, sus propios padres se muestran cansados y un poco molestos por el sol, toman a sus hijos y prefieren llevarlos a casa donde, si el dinero escasea para salir a un centro de juegos, pueden entretenerse tal como lo hacen todas las tardes con sus propias consolas.
De acuerdo con las estadísticas de la Secretaría de Salud Federal presentadas en una nota del periódico El Universal del 12 de septiembre de 2008, sólo 21 por ciento de los mexicanos mayores de 12 años realiza alguna actividad física o deportiva en su tiempo libre, en tanto que el resto prefiere la televisión, cayendo en el sedentarismo.
Por ello, es evidente para los padres cómo las costumbres y las actividades han dado un giro desde su niñez. En el origen del problema se conjugan factores de diversa índole; económicos, sociales, culturales, genéticos y hasta de seguridad.
“Todo ha cambiado, en parte, por el peligro que se encuentra en las calles, por eso se impide que los niños salgan a divertirse. Es cierto que los niños de hoy son muy diferentes, antes era inconcebible quedarse viendo televisión o jugar videojuegos en lugar de salir y patear una pelota, saltar la riata, canicas, muñecas, etcétera; para bien o para mal, somos otra sociedad”, afirma Laura Galindo, madre de dos niños.
Hoy en día, prefieren jugar un partido de futbol virtual sentados en su cama, a correr en un partido bajo el cielo, evitando así cualquier tipo de fatiga.
El reloj parece correr más rápido cuando se está entre tanta tecnología, y después de varias horas frente a las máquinas, llega el hambre, por lo que en los lugares de videojuegos está la zona de Snacks, para servir papas, golosinas, refrescos y nachos con mucho queso.
Las envolturas de los dulces consumidos, tiradas en el suelo, hacen juego con los colores de las diferentes vestimentas de los infantes sin conciencia que ignoran el daño que se hacen. Siendo este tipo de establecimientos, capaces de enmarcar y materializar, en un momento, los principales causantes de la obesidad infantil.
Son las nueve y todo indica que están a punto de cerrar. Un niño, de aproximadamente seis años, se aproxima a la salida de la mano de su padre con cara triste, de repente alza la vista, algo lo hace cambiar de expresión, se llena su gesto de esperanza, emoción, ansiedad e inquietud, cuando su padre lo consuela diciendo “no te preocupes, venimos la próxima semana”.
Consecuencias psicosociales
La obesidad es una serie de discapacidades tanto en el desarrollo físico como en el social y psicológico, ya que infiere con sus actividades, intereses y bienestar emocional.
La discriminación y aislamiento del niño obeso, en relación con la mayoría de los compañeros de su edad, son una constante con la que tiene que combatir día a día, lo cual afecta el desempeño del infante en su entorno cotidiano.
Los profesores que se encuentran atentos y cercanos a este tipo de historias afirman que alumnos con obesidad infantil sufren consecuentemente de algún rechazo o trato diferente por parte de sus compañeros. “Tengo un niño gordito, suelen rechazarlo y molestarlo con apodos, lo tratamos de integrar pero es muy difícil porque él tampoco coopera; suele aislarse, a pesar de su corta edad posee una imagen corporal dañada”, expresó Noemí Gutiérrez, profesora de la escuela primaria Tonatiuh Huitzilan.
Según la psicóloga Anabel de la Rosa, los problemas psicológicos a los que comúnmente un infante se enfrenta son: baja autoestima, ansiedad, inestabilidad emocional, sentimientos de inferioridad, depresión y aislamiento pues se convierten en el blanco de burla de sus compañeros.
Desde el punto de vista del adulto parecen cuestiones sin importancia, pero no lo son para el niño, pues según la psicóloga, “A partir de los seis o siete años, un niño ya es plenamente consciente de lo que ve o escucha, su idea sobre los niños obesos se va formando desde temprana edad”.
Debido a su gran masa corporal, los obesos tienen problemas en la escuela, ya que suelen ser más lentos y torpes en sus movimientos, volviéndolos pasivos y temerosos. Marginados por no estar capacitados para los deportes, porque la ropa no le sienta bien o de tener pocos amigos, se sienten insatisfechos con su cuerpo, lo que provoca sentimientos de angustia y soledad.
La privación emocional y social que la obesidad provoca es utilizada nuevamente como un incentivo a recurrir a la comida “chatarra” como un relleno por un ambiente poco familiar y poco cálido, la ingesta de sus alimentos en exceso es la errónea solución inherente a su confusión de rechazo y burla.
Buscando más culpables
La nutrióloga Guerrero, a diferencia del doctor Ángel Carvajal, quien cree que los responsables del problema son los padres por descuidar la alimentación de sus niños, da mayor énfasis a la publicidad y en la escasa información con la que cuentan los padres.
“La publicidad mantiene un papel importante en nuestra sociedad, bombardea a los pequeños con constantes mensajes que incitan a los niños a consumir productos chatarra con poco o nulo valor nutricional, originando hábitos alimenticios inadecuados y un aumento en el consumo de alimentos industrializados”, explicó la nutrióloga.
Algunos padres también mantienen la misma postura, asignándole culpa a la publicidad y al gobierno con quienes se muestran molestos. Su inconformidad recae en la ausencia de campañas enfocadas a difundir la enfermedad.
En desacuerdo con los anteriores, otros opinan que desde un tiempo para acá, los medios se han preocupado más por el bienestar de la sociedad. “Hay una retroalimentación que trata de hacer conciencia social, como Televisa Deportes, que te invita a hacer ejercicio o programas donde te miden la cintura y esto ha sido de últimos años para acá”, expresó María Luisa Bernal.
Para prevenir; Buena educación alimentaria e incremento de la actividad física
Cada individuo es un caso especial y de tratamiento único, sólo los profesionales, después de realizar los correspondientes análisis y estudios, podrán aconsejar a los padres acerca del tipo de dieta controlada y el plan de ejercicios físicos que ayude a consumir más energía de la que se incorpora.
De acuerdo a la nutrióloga Guadalupe Guerrero, la alimentación sigue ciertas normas y costumbres inculcadas en el hogar, mismas que deben ser modificadas y reorientadas cuidadosamente, para no descompensar al infante.
En cuanto a la actividad física, el objetivo no es el de reemplazar los juegos pasivos del niño, sino equilibrarlos con actividades que impliquen mayor dinamismo físico, sin que esto signifique obligarlo a la práctica de algún deporte específico.
Todo con base en un control de disciplina, impulsado por los padres de familia. Pues de acuerdo con el doctor Carvajal la educación en los hábitos cotidianos, es un elemento imprescindible para guiar el camino de buenas costumbres. Debido a que son los adultos quienes tienen la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, a diferencia de los infantes que no cuentan con una conciencia crítica y formada, para tomar sus propias elecciones.
Una vez aprendidas nuevas conductas que lleven a un modo de vida saludable, será más fácil transmitirlas de generación en generación, hasta crear una cultura dinámica y del buen comer, está claro que todo empieza y recae en el propio hogar.
Sin embargo, el doctor Carvajal está consciente de que aún falta mucho por informar, capacitar y divulgar en cuanto a la educación del mexicano para vivir satisfactoriamente. No obstante es primordial seguir luchando contra la enfermedad, “el problema no se solventa solo, es necesaria la cooperación de todos sumada a una estructura más sólida sobre el sector salud para defender a cada infante propenso”, afirmó con sumo desconcierto y preocupación.
Los niños son el sector más vulnerable de la sociedad, los índices son realmente altos, el 33% de la población escolar de siete a 19 años de edad tiene exceso de peso. Eso significa que casi cuatro de cada 10 menores se ven afectados, según una nota del periódico El Universal del día 31 de marzo del 2009
La obesidad infantil no muestra a simple vista la gravedad que engloba, sin embargo es la causante de muchos malestares que desencadenan en muerte. Según una nota de La Jornada del día 6 de marzo de 2007, 60 por ciento de las enfermedades más frecuentes en los adultos a escala mundial se relacionan con la obesidad, al grado que cada 30 segundos la hipertensión arterial es causa de muerte de una persona.
Este tipo de patologías, causadas por la obesidad, pueden ser prevenidas si se cuida el sobrepeso desde la infancia, antes de causar cualquier tipo de daño irreversible.
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Enlaces para consultar:
México: Comida chatarra y sedentarismo causa del 25% de obesidad infantil [en línea]
En México, la obesidad infantil es un problema de salud pública, [en línea]
Obesidad en los niños [en línea]
México (Aunam). Una apariencia que refleja la incomodidad de ser mirado y señalado por los demás como un niño obeso; con mirada cabizbaja y la poca luz que irradian sus dientes, después de haber comido un par de golosinas que opacan el brillo natural de una boca sana. Es evidente, su abdomen pronunciado, a pesar de ser un infante, presenta pliegues visibles por el exceso de grasa en su cuerpo.
La papada marcada, las mejillas abultadas y rojizas, y la lentitud al caminar son algunas características perceptibles que hacen que Carlos González, de apenas 11 años de edad, se sume a la cifra de niños con obesidad infantil.
Este problema de salud coloca a México en el segundo lugar a nivel mundial de infantes con obesidad, según la Encuesta Nacional de Coberturas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 2008.
La obesidad debiera alarmar a toda la población, por los problemas que puede desencadenar, pues mas allá de ser un proceso del metabolismo en el que se genera una acumulación excesiva de grasa en los tejidos, la sociedad no tiene conciencia sobre el daño que están engendrando en los más inocentes e indefensos de la casa.
Especialistas como el doctor Ángel Carvajal, de la clínica 41 del Distrito Federal, explica el problema que se cultiva desde la niñez. De acuerdo con el doctor, lo más importante es ubicar al niño a futuro, la obesidad infantil no los mata pero sí los predispone a un alto tejido graso provocando el mal trabajo de la insulina que origina a los grandes diabéticos, hipertensos con colesterol y en general enfermedades cardiovasculares que se agudizan conforme transcurre el tiempo.
Agrega también que el pilar de la obesidad infantil recae en raíces culturales que vienen de una ideología propia del mexicano. Los nuevos modos de vida obligan el consumo de soluciones que ahorren tiempo y esfuerzo, sin tomar conciencia de los efectos que desata, poniendo en entredicho a la salud.
“Estamos hechos a una cultura de la comida rápida de las frituras, de los conservadores, enlatados, comida de microondas que lo único que fomentan es la obesidad, estamos acostumbrados a comer mal, justificados por el escaso o nulo tiempo con el que hoy en día contamos, todo es una cadena que acarrea más y más problemas”, comenta el doctor Carvajal.
Es cada vez más conocido que el malestar obedece a diversos agentes, algunos hereditarios, en relación con enfermedades endocrinas, y otros factores como hábitos alimenticios inadecuados que recaen en la responsabilidad del mexicano.
Parte de esos malos hábitos son la ausencia en horarios de comida con largos periodos de ayuno o unión de comidas, aumento en el consumo de alimentos industrializados altos en carbohidratos, que dejan atrás la ingesta de verduras, vegetales y fibra.
Tales conductas son cada vez más recurrentes en las familias, así, los niveles de obesidad infantil incrementan. En los últimos siete años se elevó la tasa de obesidad y sobrepeso en niños del 20 al 40 por ciento. "El país tiene medalla de oro en la rapidez con que crecemos en ese rubro", indicó el director general de Protección a la Salud de la Secretaria de Salud (SSA), Carlos Santos Burgoa, de acuerdo con lo publicado por el periódico El Universal, el viernes 22 de agosto del 2008.
Y aunque la cifra suena abrumadora, en entornos cotidianos como el de Carlos González, la alimentación sana se complica al estar rodeado de quesadillas, sopes, pambazos y tostadas, que su mamá vende para poder sobrellevar la situación económica en el país. Aunque su mamá trata de cocinarle platillos diferentes a los que oferta, hay días en que la vida agitada y la responsabilidad de atender su negocio no se lo permiten. Sin embargo, su madre no percibe el descuido a la salud de su hijo, pues mientras él tenga un plato en la mesa, cumple con su responsabilidad de alimentarlo.
“Mi hijo está un poco choncho porque es muy flojo, pero no significa que esté enfermo, de hecho casi nunca se enferma. Yo veo a mi hijo contento y saludable. Procuro que tenga algo siempre en su estómago, y más a la hora de la comida, a veces no es tal y como lo receta el doctor porque no me da tiempo, pero alimento no le falta. El desayuno varía porque lo come en la escuela, no le gusta ingerirlo en la casa y por lo mismo ya está fuera de mi alcance”, abunda Rosario Cabrera, madre de Carlos.
En respuesta, la nutrióloga Guadalupe Guerrero menciona que antiguamente se consideraba que los niños con obesidad eran sinónimo de belleza y buena salud, sin embargo, un niño bien alimentado no es el que más cantidad de alimentos ingiere, sino aquel que recibe una alimentación sana que cumpla con sus requerimientos nutricionales.
Lo mismo ocurre con la bebida, donde la elección tampoco varía, refresco frío que el pequeño apenas alcanza del refrigerador. Tan natural como el agua misma, que curiosamente no se hace visible por ninguna parte.
Dicha escena muestra parte de la realidad alimenticia de muchas familias mexicanas que consumen alimentos con altos contenidos de grasa. No hay hogar que se escape de consumir refrescos. Tan sólo en la última década, el consumo de esta bebida incremento de 40 a 70 por ciento, informó Simón Barquera, jefe del Departamento de Enfermedades Crónicas y Dietas del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), de acuerdo con lo publicado en El Universal, el 11 de febrero del 2007.
Idea falsa sobre la dieta balanceada
En un sondeo a padres de familia, se preguntó sobre el papel que juegan dentro del cuidado de la salud de sus hijos. Cada uno de ellos aceptó el compromiso que tienen al inculcar los valores y principios que ejercen en la vida de los pequeños, por ser los responsables de poner límites como parte de su formación.
Además, los padres aseguran estar informados sobre la dieta más adecuada que deben de aplicar a sus hijos. El 80 por ciento de 20 padres que participaron en el sondeo cree que la realización de tres comidas al día en los infantes es lo adecuado para una alimentación balanceada.
Sin embargo, esto contrasta con la información proporcionada por la nutrióloga Guerrero: “Debido a que el consumo de energía en los niños es mayor en comparación al de los adultos, no sólo por su intensa actividad al correr, jugar, saltar, gritar, etcétera, sino también, por el proceso de crecimiento en el que se encuentran día a día, el número de comidas que debe realizar el infante es de cinco”.
En éstas, se deben consumir una variedad de productos, para mantener una dieta equilibrada y competa, por ejemplo: en el desayuno, una dosis de cereales con una ración de frutas, una rebanada de pan integral con mermelada o algún otro suplemento; Durante el almuerzo, una porción de pan y dos barritas de cereales.
En la comida: Sopa de verduras con pollo, una o dos tortillas, un yogurt, Ensalada de lechuga, tomate, etc., y una pieza de frutas.
Mientras que en la merienda, cinco galletas con leche, manzana asada o un pequeño cóctel de frutas, y para la cena , un vaso de leche, acompañado de una porción de pan.
En casa, el control sobre lo que consumen los niños es mucho más fácil que cuando se encuentran fuera del hogar, rodeados de varios elementos que los pueden tentar a consumir productos que no los nutren y sólo engordan, como en la hora del recreo.
Un momento para compartir reír y consumir
El timbre suena y en instantes, el patio que hace unos cuantos minutos permanecía en la soledad del silencio, se cubre de diferentes mesas cubiertas con productos que atraen la atención de todos los niños; papas con chile, paletas de caramelo, donas, tacos de huevo y salchicha, quesadillas, chocolates en barra, tamarindo en polvo. Todos con poco o casi nulo valor nutritivo, que encanta a cada uno de sus pequeños consumidores.
Mientras en clase de ciencias naturales, minutos antes de salir, se hablaba sobre los alimentos que preferentemente deben de comer, de la misma manera que el periódico del buen comer lo representa en su mural, el niño, perdiéndose de la autoridad que ejercen sus padres y maestros, al ser libre de tomar sus propias decisiones, elige erróneamente si en casa no tiene bien fundamentados y arraigados sus hábitos en cuanto a alimentación.
Los hábitos del infante inician en casa, con el aprendizaje cotidiano, a través de sus padres. Sin embargo, intervienen factores sociales, económicos y culturales que se van reforzando en la escuela y en el medio ambiente en que se desenvuelve; por ello es importante intervenir en las primeras etapas de la vida.
Según los padres de familia, mantener alejados a sus hijos de la comida “chatarra” que se vende en las escuelas es un problema con el que no pueden luchar, “son intereses de corporativos muy fuertes que han existidos desde siempre, las empresas deberían de hacer conciencia sobre lo que producen”, expresa Paola Vázquez, madre encuestada.
A pesar de ello, el número de infantes que aún suelen traer alimentos preparados en casa, no desaparece. El tiempo corre y las diferentes loncheras se abren para dejar ver su contenido enigmático y despejar la incertidumbre del alimento de hoy. ¿Un sándwich, yogurt, papas? Tal vez salchichas, o quizá fruta fresca con un limón para acompañar, alimentos comunes que sus padres les envían, para disfrutar del recreo.
Además del lunch de casa, sus padres les complementan con cierta cantidad de dinero que usan para comprar dulces, algunos más que otros. Es común que los padres de niños con sobrepeso no se preocupen por mandarles alimentos que nutran y ayuden a disminuir su problema. Consideran que un paquete de donas y 10 pesos, son suficientes para satisfacer el hambre de sus hijos, provocando el consumo de productos “chatarra” que construyen cada día más niños obesos.
Según el doctor Carvajal, cada año miles de menores de edad desarrollan diabetes debido al fácil acceso a alimentos “basura” a precios bajos, además de que los centros educativos no tienen un ambiente que facilite la quema de energía que consumen.
Las escuelas se convierten en distribuidoras de dulces o alimentos grasosos, y a pesar que desde el sexenio pasado, las secretarías de Salud y de Educación Pública se dieron a la tarea, en las escuelas públicas, de medir la cintura a los niños para verificar si tienen riesgos de sobrepeso y obesidad, además de incrementar el tiempo para que los escolares realicen más ejercicio físico, aún estas dependencias no alcanzan la meta de evitar que los niños compren productos chatarra durante el recreo y a la salida de las escuelas.
Pero el problema no termina aquí, nuestra sociedad se enfrenta con más factores que propician el alto nivel de niños con obesidad.
Innovación y tecnología dentro de una nueva ideología
De los padres encuestados, el 100 por ciento confirmó que sus hijos ven todos los días la televisión ya sea mientras comen, hacen la tarea o antes de irse a dormir.
El promedio de horas es de dos a tres aproximadamente, lo cual confirma los altos índices de sedentarismo en nuestra cultura, de los cuales hablan los especialistas Ángel Carvajal y Guadalupe Guerreo.
Unida a la ausencia de atención de padres y parientes en sus comidas diarias, señalan, existe un segundo problema, el sedentarismo fomentado por el hábito de ver muchas horas de televisión, juegos electrónicos y la computadora.
Cuando los electrónicos de casa aburren, el clima es la perfecta excusa para dejar a un lado los parques, áreas verdes y sustituirlos por luces de colores, efectos de sonido e imágenes computarizadas provenientes de la tecnología, capaces de entretener a diversos grupos de jóvenes, niños y a sus padres, quienes los acompañan para tratar de regresarles un poco del tiempo en que estuvieron ausentes durante la semana.
Los Centros de entretenimiento bajo techo, cada día más populares, muestran a la entrada una iluminación deslumbrante que acapara de inmediato la atención de todo aquel que se pasea alrededor, invitándolos a ingresar al pequeño pero concurrido espacio de juegos.
Recorren de uno en uno los juegos de destreza, las máquinas de baile, abordan un simulador de fórmula uno y esperan su turno para la mesa de Jockey. Actividades que no requieren hacer mayor esfuerzo, basta tan sólo con apretar un botón, pisar pedales, mover manijas y estarás dentro de la nueva generación de diversión de juegos donde quizá únicamente se necesite habilidad en tu muñeca, todo el trabajo lo hacen las maquinas por ti, el gasto de calorías a base de esfuerzo no son características del lugar.
La alegría reflejada en el rostro de cada uno de los niños asistentes es señal del cambio que viven las generaciones. Las resbaladillas, los pasamanos y columpios son cambiados por juegos de guerra, motocicletas que se balancean, simuladores de carros, entre otros. La tecnología rebasa día a día lo cotidiano.
En cambio, los olvidados parques cada vez se muestran más desolados y fantasmales. Los niños ya no asisten y los que van abandonan los juegos al poco tiempo de haber llegado, sus propios padres se muestran cansados y un poco molestos por el sol, toman a sus hijos y prefieren llevarlos a casa donde, si el dinero escasea para salir a un centro de juegos, pueden entretenerse tal como lo hacen todas las tardes con sus propias consolas.
De acuerdo con las estadísticas de la Secretaría de Salud Federal presentadas en una nota del periódico El Universal del 12 de septiembre de 2008, sólo 21 por ciento de los mexicanos mayores de 12 años realiza alguna actividad física o deportiva en su tiempo libre, en tanto que el resto prefiere la televisión, cayendo en el sedentarismo.
Por ello, es evidente para los padres cómo las costumbres y las actividades han dado un giro desde su niñez. En el origen del problema se conjugan factores de diversa índole; económicos, sociales, culturales, genéticos y hasta de seguridad.
“Todo ha cambiado, en parte, por el peligro que se encuentra en las calles, por eso se impide que los niños salgan a divertirse. Es cierto que los niños de hoy son muy diferentes, antes era inconcebible quedarse viendo televisión o jugar videojuegos en lugar de salir y patear una pelota, saltar la riata, canicas, muñecas, etcétera; para bien o para mal, somos otra sociedad”, afirma Laura Galindo, madre de dos niños.
Hoy en día, prefieren jugar un partido de futbol virtual sentados en su cama, a correr en un partido bajo el cielo, evitando así cualquier tipo de fatiga.
El reloj parece correr más rápido cuando se está entre tanta tecnología, y después de varias horas frente a las máquinas, llega el hambre, por lo que en los lugares de videojuegos está la zona de Snacks, para servir papas, golosinas, refrescos y nachos con mucho queso.
Las envolturas de los dulces consumidos, tiradas en el suelo, hacen juego con los colores de las diferentes vestimentas de los infantes sin conciencia que ignoran el daño que se hacen. Siendo este tipo de establecimientos, capaces de enmarcar y materializar, en un momento, los principales causantes de la obesidad infantil.
Son las nueve y todo indica que están a punto de cerrar. Un niño, de aproximadamente seis años, se aproxima a la salida de la mano de su padre con cara triste, de repente alza la vista, algo lo hace cambiar de expresión, se llena su gesto de esperanza, emoción, ansiedad e inquietud, cuando su padre lo consuela diciendo “no te preocupes, venimos la próxima semana”.
Consecuencias psicosociales
La obesidad es una serie de discapacidades tanto en el desarrollo físico como en el social y psicológico, ya que infiere con sus actividades, intereses y bienestar emocional.
La discriminación y aislamiento del niño obeso, en relación con la mayoría de los compañeros de su edad, son una constante con la que tiene que combatir día a día, lo cual afecta el desempeño del infante en su entorno cotidiano.
Los profesores que se encuentran atentos y cercanos a este tipo de historias afirman que alumnos con obesidad infantil sufren consecuentemente de algún rechazo o trato diferente por parte de sus compañeros. “Tengo un niño gordito, suelen rechazarlo y molestarlo con apodos, lo tratamos de integrar pero es muy difícil porque él tampoco coopera; suele aislarse, a pesar de su corta edad posee una imagen corporal dañada”, expresó Noemí Gutiérrez, profesora de la escuela primaria Tonatiuh Huitzilan.
Según la psicóloga Anabel de la Rosa, los problemas psicológicos a los que comúnmente un infante se enfrenta son: baja autoestima, ansiedad, inestabilidad emocional, sentimientos de inferioridad, depresión y aislamiento pues se convierten en el blanco de burla de sus compañeros.
Desde el punto de vista del adulto parecen cuestiones sin importancia, pero no lo son para el niño, pues según la psicóloga, “A partir de los seis o siete años, un niño ya es plenamente consciente de lo que ve o escucha, su idea sobre los niños obesos se va formando desde temprana edad”.
Debido a su gran masa corporal, los obesos tienen problemas en la escuela, ya que suelen ser más lentos y torpes en sus movimientos, volviéndolos pasivos y temerosos. Marginados por no estar capacitados para los deportes, porque la ropa no le sienta bien o de tener pocos amigos, se sienten insatisfechos con su cuerpo, lo que provoca sentimientos de angustia y soledad.
La privación emocional y social que la obesidad provoca es utilizada nuevamente como un incentivo a recurrir a la comida “chatarra” como un relleno por un ambiente poco familiar y poco cálido, la ingesta de sus alimentos en exceso es la errónea solución inherente a su confusión de rechazo y burla.
Buscando más culpables
La nutrióloga Guerrero, a diferencia del doctor Ángel Carvajal, quien cree que los responsables del problema son los padres por descuidar la alimentación de sus niños, da mayor énfasis a la publicidad y en la escasa información con la que cuentan los padres.
“La publicidad mantiene un papel importante en nuestra sociedad, bombardea a los pequeños con constantes mensajes que incitan a los niños a consumir productos chatarra con poco o nulo valor nutricional, originando hábitos alimenticios inadecuados y un aumento en el consumo de alimentos industrializados”, explicó la nutrióloga.
Algunos padres también mantienen la misma postura, asignándole culpa a la publicidad y al gobierno con quienes se muestran molestos. Su inconformidad recae en la ausencia de campañas enfocadas a difundir la enfermedad.
En desacuerdo con los anteriores, otros opinan que desde un tiempo para acá, los medios se han preocupado más por el bienestar de la sociedad. “Hay una retroalimentación que trata de hacer conciencia social, como Televisa Deportes, que te invita a hacer ejercicio o programas donde te miden la cintura y esto ha sido de últimos años para acá”, expresó María Luisa Bernal.
Para prevenir; Buena educación alimentaria e incremento de la actividad física
Cada individuo es un caso especial y de tratamiento único, sólo los profesionales, después de realizar los correspondientes análisis y estudios, podrán aconsejar a los padres acerca del tipo de dieta controlada y el plan de ejercicios físicos que ayude a consumir más energía de la que se incorpora.
De acuerdo a la nutrióloga Guadalupe Guerrero, la alimentación sigue ciertas normas y costumbres inculcadas en el hogar, mismas que deben ser modificadas y reorientadas cuidadosamente, para no descompensar al infante.
En cuanto a la actividad física, el objetivo no es el de reemplazar los juegos pasivos del niño, sino equilibrarlos con actividades que impliquen mayor dinamismo físico, sin que esto signifique obligarlo a la práctica de algún deporte específico.
Todo con base en un control de disciplina, impulsado por los padres de familia. Pues de acuerdo con el doctor Carvajal la educación en los hábitos cotidianos, es un elemento imprescindible para guiar el camino de buenas costumbres. Debido a que son los adultos quienes tienen la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, a diferencia de los infantes que no cuentan con una conciencia crítica y formada, para tomar sus propias elecciones.
Una vez aprendidas nuevas conductas que lleven a un modo de vida saludable, será más fácil transmitirlas de generación en generación, hasta crear una cultura dinámica y del buen comer, está claro que todo empieza y recae en el propio hogar.
Sin embargo, el doctor Carvajal está consciente de que aún falta mucho por informar, capacitar y divulgar en cuanto a la educación del mexicano para vivir satisfactoriamente. No obstante es primordial seguir luchando contra la enfermedad, “el problema no se solventa solo, es necesaria la cooperación de todos sumada a una estructura más sólida sobre el sector salud para defender a cada infante propenso”, afirmó con sumo desconcierto y preocupación.
Los niños son el sector más vulnerable de la sociedad, los índices son realmente altos, el 33% de la población escolar de siete a 19 años de edad tiene exceso de peso. Eso significa que casi cuatro de cada 10 menores se ven afectados, según una nota del periódico El Universal del día 31 de marzo del 2009
La obesidad infantil no muestra a simple vista la gravedad que engloba, sin embargo es la causante de muchos malestares que desencadenan en muerte. Según una nota de La Jornada del día 6 de marzo de 2007, 60 por ciento de las enfermedades más frecuentes en los adultos a escala mundial se relacionan con la obesidad, al grado que cada 30 segundos la hipertensión arterial es causa de muerte de una persona.
Este tipo de patologías, causadas por la obesidad, pueden ser prevenidas si se cuida el sobrepeso desde la infancia, antes de causar cualquier tipo de daño irreversible.
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Enlaces para consultar:
México: Comida chatarra y sedentarismo causa del 25% de obesidad infantil [en línea]
En México, la obesidad infantil es un problema de salud pública, [en línea]
Obesidad en los niños [en línea]
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