LA MÚSICA Y LA INFANCIA: LA MEJOR COMBINACIÓN

Por Salma Odette Martínez Noricumbo
El artículo Por qué los niños deben de aprender música de la revista Colombia Médica, expone que el proceso de aprendizaje de un niño entre los tres a los 15 años tiene cuatro etapas: la manipulación sensorial, la imitación, la interpretación imaginativa y la reflexión. Esto permite el desarrollo de los sectores cognitivo, afectivo y psicomotor.

Alumna de  piano en concierto de verano en la Academia Cantoriano 
Saturnino Martínez Salazar, profesor de música a nivel prescolar, primaria y licenciatura en Tixtla, Guerrero, comenta que la mejor edad para que un niño empiece a estudiar música es a los cinco años, ya que tiene una facilidad de desarrollo y aprendizaje potenciada las tecnologías de la información y la comunicación.

“Los niños ocupan los cinco dedos para manejar los teclados, esto hace que tenga mayor habilidad en las manos”.

Los infantes pueden aprender por medio de la imitación, ya que practican una observación constante, desarrollan el proceso de asimilación-comprensión, tienen mayor capacidad de atención y de concentración, además de una mejor facultad de evocación y retención.

De igual manera, Martínez afirma que “la educación músico-instrumental permite el desarrollo de los dos hemisferios del cerebro para que trabajen de una manera conjunta; logra que las manos tengan la misma habilidad, destreza y velocidad a la hora de ejecutar la melodía, mejorando la rítmica del niño, que ayuda al sector físico y motriz”.


Niños de la estudiantina del internado Adolfo Cienfuegos y Camus No. 21
En el método Suzuki se explica que el niño que realiza este tipo de actividades maximiza su sentido auditivo, lo que se refleja en su mayor captación y discriminación de sonidos; entiende mejor los mensajes, por lo que aprende mejor y con mayor facilidad en la escuela, además de que domina más rápido su idioma a comparación de los niños que no tienen este tipo de actividades.

Para el profesor Saturnino, las matemáticas son la base de la música, ya que por medio de ellas se le da un valor entero o fraccionario a las notas musicales y así se reconoce el nombre y el tiempo en el que deben ser tocadas.

“El tocar un instrumento ayuda a los niños en ciertos ámbitos de su vida, como la autonomía, la resolución de problemas en la vida cotidiana, el conocimiento del mundo y la cultura, así como el desarrollo de la lectoescritura, ya que aprenden a leer música”, asegura el experto.

Asimismo, el músico afirma que al hacer este tipo de prácticas, el niño adquiere seguridad en sí mismo, pues se da cuenta de que es reconocido en el medio social donde se desenvuelve; se siente más capaz y es más sociable, lo que crea una satisfacción personal.

“Ellos se sienten con la capacidad de poder aprender lo que hay en su medio y de crear temas propios o fragmentos musicales, inspirarse en la pintura o danza, y son más alegres. Definitivamente creo que la música puede ayudar a un niño de muchas maneras y se verá reflejado en el resto de su vida”.

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