LA ACTUACIÓN, UNA MALDICIÓN QUE NO QUIERO DEJAR DE HACER: HUGO CATALÁN

Por Daniela Tapia
Ciudad de México, (Aunam). Actor, padre y cineasta, Hugo Catalán de 35 años, con casco en mano y una chamarra de motociclista sobre los hombros, se adentra apresurado a la cafetería “Vamos a Sanborns, es tan malo que es bueno”, exclama mientras se aproxima nuevamente a la puerta.


Este actor ha participado en teatro, televisión y cine. En este último medio se ha desempeñado como histrión y director. Desde niño decidió que la actuación sería su carrera y ahora reconoce que a pesar de las dificultades que ha conllevado esta elección, es algo que nunca dejaría de hacer.

Catalán, sentado en el bar de Sanborns, se decide a pedir un consomé de pollo y una Coca Cola light. Menciona que está cuidando su figura debido a que en un casting agradecieron su actuación, mas no su figura, ya que buscaban a un actor más tonificado, recuerda molesto. Sin embargo, mientras cierra el menú, comenta que le dieron un mes para ponerse en forma.

Su infancia, en Atizapán de Zaragoza en el Estado de México, la recuerda entre risas debido a los juegos con su hermano. “Íbamos a una barranca que había a un lado de donde vivíamos y salíamos a agarrar bichos, éramos bien rudos”.

Hugo asegura que la decisión de ser actor la tomó mientras vivía ahí, ya que debido al trabajo de sus papás ellos estaban poco tiempo en casa, por lo que su hermano y él pasaban las tardes viendo sus series ochenteras favoritas, a partir de las cuales desarrolló un interés profundo por esa vida profesional.

“Yo era MacGyver, que resolvía cosas y Magnum que traía un Ferrari y andaba con unas mujeres hermosas. ‘Yo soy, yo quiero eso’ me decía y en alguna medida lo he vivido, he conocido mujeres hermosas y he manejado coches hermosos aunque no sean míos, ni las mujeres, pero lo he vivido”, bromea.

Inició en un curso de teatro infantil y a partir de ahí se fue adentrando más en el medio para después ingresar al Centro de Formación Actoral (CEFAT) de TV Azteca.

Hugo reconoce la dificultad de su profesión por la inestabilidad que representa, ya que sus planes dependen del trabajo que surja. Por lo mismo asegura que existe un distanciamiento con su familia, ya que afirma no haber visto a su hermano en dos años.

“Si todo sale bien, esta Navidad estaremos todos juntos, todos reunidos… bueno casi todos, yo tengo un hijo, vive en España, nada más faltaría él…”, dice melancólico, y se agarra las manos, para después acercarse a la mesa, tomar el plato de sopa entre ambas manos y llevarlo a su boca.

El actor asegura tener un boleto abierto para ir a visitar a su hijo en enero. Sin embargo, no descarta la posibilidad de que ese plan pueda cambiar por cuestiones laborales, pero afirma que de no ser posible irlo a visitar, comprará un boleto de avión para que su hijo junto con su mamá vengan a visitarlo. “Es un trabajo salvaje”, sostiene.

Catalán garantiza que a pesar de lo que los demás puedan creer, la actuación no es una carrera en lo absoluto glamurosa, ya que en muchas ocasiones los actores se ven inmersos en los extremos de la profesión; así como un día pueden tener un papel estelar, al otro se encuentran carentes de trabajo y de dinero.

“Es mi maldición, pero a pesar de que es algo muy duro, no lo quiero dejar de hacer”, declara.

El oriundo de la Ciudad de México afirma que la actuación le ha brindado la posibilidad de hacer cosas que normalmente no haría, lo que agradece mucho.

“He tenido cosas bonitas, he ganado mucho dinero, he ganado poco dinero” dice mientras toma un sorbo de su sopa, “he conocido mujeres hermosas, he tenido que hacer escenas de sexo con hombres, de todo, he disparado desde una moto, he golpeado, he nadado desnudo, me han matado, es que es muy divertido”, concluye entre risas.

No obstante, Catalán también reconoce que no todo ha sido miel sobre hojuelas a la hora de actuar ya que se ha enfrentado a grandes retos. Particularmente recuerda una película de Jesús Mario Lozano, donde tuvo que representar a un sicario, papel que hasta ahora considera uno de los más complicados.

“Yo pienso que los actores tendríamos que ser investigadores; no puedes tú como actor tener un guion y que haya una sola palabra que no entiendas, es decir, te tienes que acercar, tienes que investigar, tienes que entrarle, no lo puedes agarrar por la superficie”, menciona.

Para meterse en el rol de un sicario, el actor no solo tuvo que leer libros sobre narcotraficantes, sino que también tuvo que ver videos de ejecuciones, que en otras circunstancias no le hubieran interesado, por lo que describe esta situación como “horrible” pues más adelante lo enfrentó con pesadillas.

Hugo, que ha participado en diversas telenovelas como Tanto amor, Destino, Huérfanas, Pobre diabla, y que en la actualidad se encuentra participando en La hija prodiga, confiesa que la televisión “aplasta al actor”, pues el formato limita las actuaciones.

“En televisión, generalmente como la conocemos, se ponen tres cámaras; cámara uno, cámara dos, cámara tres; haciendo un abanico, de un lado del eje”, menciona mientras hace ademanes con las manos y simula su explicación, “por lo tanto, si una persona en escena se mueve de forma incorrecta, o se acerca de más a la otra persona, existe la posibilidad de estar tapando una de las cámaras, por ello es necesario permanecer a determinada distancia para respetar la visibilidad de todos los actores”.

En cuanto al cine, Catalán menciona que es más libre, ya que en este caso es el director quien decide dónde va la cámara según lo que quiera plasmar en cada momento aunque, a diferencia de la televisión, en el cine las escenas se tienen que filmar más de una vez debido a los emplazamientos de la cámara. “Por lo general en el cine se cuida más todo”, indica el actor.

Hugo platica que, debido a sus experiencias particulares, prefiere participar en películas independientes debido a la calidad del trabajo.

“He estado en películas con más presupuesto: estuve en una película donde me volaron en primera clase a Playa del Carmen, yo pensé ‘pinche cine independiente, que se joda, no vuelvo a hacer una película de esas’. Sin embargo, las películas en las que he estado de corte independiente son las que me han dado más”, cuenta.

Catalán afirma que él no participaría en una película que diera un mensaje con el que no esté de acuerdo. “No me gustan las corridas de toros, yo no haría a un torero en una película cuyo mensaje es un sí a las corridas de toros. Haría un buen torero y me informaría muy bien, pero para estar en una película que tuviera otro discurso”.

En cuanto a su decisión de estudiar cine, la describe como un proceso natural, ya que como actor y como persona se declara inquieto e incluso un pain in the ass para los directores con los que ha trabajo, pues siempre los cuestiona. A partir de ello nacieron sus ganas por escribir y dirigir algo.

“Poco a poco me empecé a ir metiendo más en el mundo que hay detrás, me compré una cámara, no tenía ni idea de lo que se hacía con una cámara, sacaba unas fotos horribles, en automático”, recuerda.

Con el tiempo su entusiasmo por el cine fue incrementando, por lo que decidió inscribirse a un taller en donde filmó su primer cortometraje Ascenso, el cual describe como bueno comparado con los del resto de sus compañeros.

Hugo asegura que el cine tanto le ha dado como quitado muchas cosas.

“Ha sido bien complicado [porque] tampoco puedo meterme de lleno a la carrera: tengo 35 años, tengo que tener una vida de adulto y además tengo un hijo que vive en otro país”, menciona exaltado.

Le ha dado porque asegura que su trabajo como actor ha mejorado, “antes los directores me dirigían y yo no me enteraba que hacían conmigo, ahora sé que puedo darle más dirección a mi trabajo”.

Por ahora Hugo Catalán se encuentra estudiando cine en el Centro de Estudios Cinematográficos INDIe, donde filmó su tercer cortometraje David Star. Además ejerce su profesión como actor y entre sus más recientes participaciones se encuentra su protagónico en el filme Yo soy la felicidad de este mundo.

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