MEXICANOS ¿EN FESTEJO?

Por Ollin Velasco
México (Aunam). En días cercanos a las patrióticas fiestas septembrinas, una escena singular: “Como México no hay dos. Nuestro país es hermoso. Le agradezco a Dios despertar aquí cada mañana", confesó a su cliente un taxista, mientras se estacionaba, al llegar a su destino. “Y créame que no se lo digo nomás porque ande de buenas. Siempre he pensado así.”

Pero no todos opinan igual. Y esos “no todos”, son en realidad bastantes. Acostumbrados a un bombardeo mediático a sangre y fuego (literal), mediante el que todos los días se vicia el ambiente con notas, editoriales y columnas de tono fatalista, lo raro sería esperar un desborde de entusiasmo.

Con más de 50 mil muertos en la memoria colectiva, no resulta difícil traer en la punta de la lengua términos como violencia, crisis, pobreza o “Nada que celebrar”. Más que en otros años, este Aniversario de la Independencia brilló por su opacidad.

Vistas

En pleno puente de asueto, Viaducto Tlalpan está desierto. Pareciera que el 15 de septiembre todavía no hubiera llegado aquí. A lo largo de varios kilómetros, de ninguna fachada cuelgan festones tricolores. En los semáforos, los vendedores balancean frente a los parabrisas arsenales ilimitados de patriotismo hecho mercancía. Casi ningún auto baja las ventanillas. Pasan de largo.

Las escuelas y oficinas administrativas a orilla de carretera son excepción. Ahí sí: moños, sombreros de charro y hasta fotografías de los más populares héroes de la patria, reviven sus muros grises.

Un viandante repara en un detalle importante: “Ahora ni los kínderes se salvan de parecer cárceles, con tanta malla electrificada que les ponen, mire”, y señala un buen ejemplo, con altas paredes coronadas por serpentinas de púas. “Pero eso ya se ve en todas partes. Los mexicanos cada vez gastamos más en seguridad, cuando podríamos invertir en otras cosas.”

Marchantes

Dicen que los mercados son termómetro de las sociedades dentro de las cuáles florecen. En el de la Colonia Portales, es novedad el bajo afluente de usuales compradores. El único pasillo abarrotado es donde se surten de ingredientes para la cena de la noche.

Luisa ha vendido ahí, desde hace más de 25 años, mercancía alusiva a las fiestas patrias. Su local reside en el corazón del emblemático mercado. “La venta no se compara con la de otros años. Creo que la gente anda sin ganas de festejar”, dice. Sobre su cabeza se balancean varios trajes de china poblana y charro, cuando otras veces, a estas alturas, “ya los había vendido hasta dos veces.”

Verdades

Sin embargo, no es menester salir a las calles para comprobar lo mucho que se ha desvirtuado esta celebración. En el auge de la cena mexicana, hasta las conversaciones de sobremesa desembocan en algún tema del repertorio antes mencionado. El más golpeado y vilipendiado, resulta ser Calderón. “Yo lo escupiría”, bromea un comensal.

No obstante, hay quienes defienden a su presidente a capa y espada. Entre pozole y tostadas de pata, una mujer frente a una fuente colorida de antojitos, interviene en la golpiza verbal, justo en el momento en que la mayoría concuerda en que el sexenio ha sido una tragedia.

-¡Pero si ahora estamos mucho mejor que hace veinte años! Muchas cosas han mejorado, aunque sólo hagan ver a Calderón como el malo del cuento. Por ejemplo, tenemos mucha mejor educación que antes…
-Pero hay 50 mil muertos de por medio - la interpelan.
-Pues sí, pero los que han pasado a la báscula han sido puros delincuentes. Bueno, a la mejor no todos…Oye, ¿me pasas el queso?

De algún televisor olvidado, se escapa el audio en vivo del Grito en el Zócalo. La arenga del Ejecutivo sólo dura tres minutos. Bajo la lluvia, los asistentes no se escuchan precisamente efusivos. En torno a la mesa, todos comen. Sea como sea, los pambazos son los pambazos…

Muchos hablan de un tejido social roto, otros atribuyen la apatía a la crisis económica. No importando la denominación, lo que cualquiera puede respirar es un sentimiento de decepción tan generalizado, que pareciera alojado a nivel celular. Tan inflamable, que destila hasta en los escasos caracteres que en Twitter incitan a no celebrar, pero también a no quedarse en el simple Retweet.

Por eso, las palabras del taxista y su mirada entusiasta desde el retrovisor, caen como oro molido sobre el fango. Su gesto, anima. Hace recordar que, contrario a lo que piensan quienes dan todo por perdido, aún hay motivos por los que luchar. Se trata de encontrar en los tiempos difíciles la verdadera convicción de mejorar.


Imagen: Daryl Cagle
http://blog.cagle.com/2010/08/violence-in-mexico





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