29 AÑOS DEL TIANGUIS DEL CHOPO



Por Claudia Verónica Islas
Esa era la señal. El Chopo abría un sábado más sus “puertas” a la diversidad contracultural de México. La Biblioteca José Vasconcelos marcaba el inicio de un sitio donde el maquillaje de algunos se corría, debido al sudor provocado por el intenso calor.

La distribución del programa ubicaba a diferentes bandas: “Rebel Arts”, “Codux Festivos”, “Stereopolar” “Transmetal”, entre otros, eran las próximas presentaciones.

En el camino se apreciaba la venta de discos. La canción Poison de Alice Cooper, llevaba a un local donde se vende todo lo relacionado al Heavy Metal: playeras, pulseras de picos, todo para metaleros.

Los asistentes caminaban de un lugar a otro, mientras algunas “etiquetas sociales” se podían emplear: ese es dark; ese es fresa, qué hace aquí; ese es emo, aunque éstos últimos casi brillaron por su ausencia.

Al finalizar el pasillo se encontraba el escenario, lugar donde tocarían las bandas y donde el público ya estaba reunido. A un costado, el letrero de “por favor no consuman drogas ni alcohol”.

“¡Arriba la banda!” y “¡Chido Transmetal!”, gritaba un cúmulo de jóvenes que al parecer no había leído el letrero, pues su actitud y el traer consigo una anforita de mezcal connotaba que tan ebrios estaban.

Pronto comenzó a tocar Transmetal, el tras y el death metal vibraron, el público saltó y comenzó a mover la “mata” de un lado a otro. La banda parecía contenta.
Un pequeño receso en lo que acomodaban sus instrumentos para dar lugar a otro grupo permitió escuchar la voz de Lorenzo Parida, bajista de Transmetal, la endemoniada banda del rock. En exclusiva para Aunam, declaró: “es la primera vez que tenemos oportunidad de tocar en el Chopo… un espacio que ha trascendido alrededor de los años y ha sido un foro para diferentes manifestaciones del arte, de la música; es el único lugar que existe en el mundo con esas características”.

El músico etiqueto al Tienguis como el paraíso de la música, percatándose siempre de las nuevas propuestas y bandas, y aludió que el problema es que no hay apertura, la oportunidad de mostrarlas, “desgraciadamente no hay infraestructura, dinero, e interés de las autoridades”.

Pasaron horas y las bodegas de ropa seguían albergando a diversos compradores, cada uno buscaba algo de acuerdo su estilo. La venta de libros da pauta al acercamiento de la cultura, pues diversos individuos se amontonaban a comprar e intercambiar ideas.

Javier Escamilla, vendedor de literatura desde hace 15 años, menciona que el Chopo es el único espacio libre para los jóvenes y se va renovando constantemente; a pesar de la onda subterránea, por los rockers, tiene una organización que lo mantiene a flote. “Todos estamos muy organizados, no permitimos que se consuman drogas, ni violencia en lo absoluto, nos mantenemos en contacto muy seguido con la Delegación”.

Afirmó que no ha habido cambios ideológicos a lo largo de 15 años, en las diversas corrientes de rock, y que hay una tolerancia absoluta. En contraste, el rastafari y artesano “Saúl” aseveró que en México no hay educación, y que existe un rezago de 100 años, “todos los géneros de música no alternan, compiten, hay una bola de envidias y egoísmo, no ha crecido el reggae ni el rock, desde los 60…estoy encabronado y reniego del sistema desde chavo”.

Declaró que se suponía que el Chopo seria un espacio abierto de expresión cultural, y que ahora los organizadores de éste sólo tienen intereses económicos, ya no es cultural. “Pinche país, los jóvenes en la pendeja chupándose el dedo o comiéndose los mocos todavía, bola de apáticos piensan que saben un chingo y no saben nada”.

Denotó su enojo y afirmó que en el Tianguis ya no hay esencia. Sus 20 años en aquí le dan experiencia para afirmar que el comercio se ha apoderado de todo. “Sólo es la apariencia, la fama; es tan vacío como el mundo, el reggae es lo más autentico, religioso y filosófico, pero hay mucha farsa y éste no crece. En México, quienes levantan el movimiento son grupos de Centroamérica y Sudamérica, más que los de Jamaica”.

Finalmente la tocada había terminado. La convivencia entre las contraculturas aún no. Bajo el calor y sobre la basura, parte del público se reunió a festejar al Tianguis del Chopo, al mismo tiempo que alguien gritaba: “¡vamos por las chelas, que la fiesta apenas comienza!”.




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