LLEGAR CON LA FRENTE EN ALTO: OSCAR DOMÍNGUEZ
Por: Gonzalo Sosa Maldonado
Ciudad de México (Aunam). Oscar Domínguez, con 29 años y originario del Departamento de Choluteca, llegó a México con la intención de tener alguna oportunidad para cruzar la frontera y reunirse de nuevo con su familia.
Viaja solo, sin embargo, su esposa emprendió su viaje hacia Estados Unidos cuando su pequeña hija apenas contaba con 4 años de edad, él se quedó en Choluteca, para trabajar con su padre en una tienda de abarrotes y mandarles dinero para que pudieran llegar hasta Tijuana.
“Lograron llegar sanas y salvas, ahora mi hija tiene 7 años y ésta es mi oportunidad para llegar a ellas” exclamó con voz determinante. Mide 1,68 de altura, con complexión robusta, sudadera roja y pantalón negro.
Es un joven que cuenta con el bachillerato de Ciencias y Humanidades, al igual que una licenciatura en Lenguas, específicamente inglés y francés. No obstante, la situación que él describe en su país es complicada: “Tengo estudios, tengo ese privilegio de haber podido estudiar algo. Estuve año y medio buscando trabajo, no pude encontrar, porque simplemente no se puede, no hay. Las personas que tienen trabajo, es porque conviven con el régimen político, todo es gubernamental y con palancas”, la situación que relata el hondureño es complicada a pesar de contar con estudios superiores.
Oscar Domínguez, al enterarse de la organización que se llevaba a cabo en Honduras decidió emprender su viaje para reunirse con su familia. Situación difícil ya que, aun con el privilegio de contar una carrera terminada, no lo contrataban.
Sentado en las escaleras del estadio de fútbol de Ciudad Deportiva, sus ojos miran hacia los niños que juegan con la pelota y con voz tenue comparte su experiencia desde que emprendió el viaje, hasta llegar a México: “Cuando eres emigrante sufres porque no sabes qué día vas a comer, pero, se puede volver fácil por el apoyo que se nos ha brindado por los mexicanos, las comodidades y las atenciones las valoro muchísimo”. Oscar hizo especial énfasis en que el trato que ha recibido es el más digno en todo lo que lleva de camino y se siente agradecido por toda la ayuda.
A lo largo de su trayecto en la caravana migrante vivió múltiples situaciones que lo incomodaron, tal es caso como lo que ocurrió en Tapachula, tomó su mochila y desviando la mirada hacia el piso agregó: “A muchos de nosotros nos apoyaron en otros estados, aunque en Tapachula no fue de la mejor forma, el trato era muy distinto al que nos dieron acá en la capital, nos movían de un lugar a otro de forma violenta. Yo sentía las miradas de las personas que estaban alrededor del refugio, te juzgaban y te miraban feo”, dice al mismo tiempo que en su boca se dibuja una mueca que da alusión a la resignación.
Para esto, no sólo sentía las miradas de esas personas, sino también las entendía: “De cierta manera entiendo, no son justamente los estados con la mejor situación económica y puede incomodarlos a ellos como residentes el ver que nos apoyan, que nos dan ropa, comida y todo por estar en grupo, no es precisamente algo justo para ellos”, sumado a esto, agrega lo siguiente: “como inmigrantes no queremos invadirlos, ni quitarles lo que les pertenece a los mexicanos, ni a los estadounidenses, sólo buscamos el espacio y la oportunidad para poder trabajar”, aseveró mientras comprimía sus puños.
Oscar Domínguez sacó una foto de su familia, mirándola fijamente, cuenta que tuvo su hija a los 22 años y desde entonces ha buscado mejores alternativas de vida para él y su familia “porque se lo merecen y siempre he buscado lo mejor para ellas”.
Antes de emigrar, trabajó con su padre desde los 10 años en una tienda de abarrotes, de esta misma, originaban el dinero necesario para cubrir los gastos del día a día.
“Gracias al trabajo de mi padre, he sabido administrar el dinero, pues él me lo inculcó, al igual que dar lo mejor para la familia y al querer un mejor futuro para mi esposa e hija, tuve que dejarlas ir a Estado Unidos y apoyarlas desde el trabajo de mi viejo”, expresó con la mirada hacia abajo y agregó con voz triste y cansada “pero uno no pasa más allá de vivir a diario y uno sale para aspirar algo mejor, un mejor futuro, una familia digna y tener algo que darles”, dice mientras el sol le pega en la cara y como consecuencia se quita el sudor que sale de su frente.
Oscar decidió junto a su esposa que ella se llevaría a su hija y trataría de buscar ayuda con algunos conocidos de Tijuana. Mientras ella atravesaba Honduras, Guatemala y México, él trabajaba en lo que pudiera para mandarles dinero. Lo lograron tras casi 6 meses de viaje y al llegar a Texas se comunicaron con él, dijo “al escuchar sus voces me regresaron las ganas de seguir luchando y ahora que se organizó todo este montón de gente que va para Estados unidos, es mi oportunidad para llegar con la frente en alto y rencontrarme con ellas”, expresa con voz enérgica mientras su mirada se pierde en el horizonte del refugio.
Ante las amenazas de Donald Trump, se siente tranquilo, ya que él considera que es parte de su derecho a expresarse libremente, porque es la forma en cómo Trump defiende a los estadounidenses.
“Yo siento que está en su derecho, ya que, nosotros somos un grupo de emigrantes que tratamos de ir a un país que no es el nuestro. Respecto a él, lo respeto, es una persona muy exitosa y siento que él está tratando de defender su país. Y nosotros como emigrantes, de cierta forma vamos a quitarles trabajo para ellos, pero no lo hacemos con esa intención, lo hacemos porque las situación en nuestros países es muy complicada la situación que decidimos hacer este viaje, con la intención de trabajar, mas no de invadirlos”, comentó.
Oscar está dispuesto a cumplir con los requisitos para entrar de forma legal a Estados Unidos, asimismo comenta lo sucedido en la frontera con un tono de voz exaltado “Como dijo Trump lo dijo, si llegábamos en son de paz nos iba ayudar, pero si llegábamos de forma violenta, como se suscitó en la frontera de acá, nos iba a disparar, sin embargo, no veo el porqué de querer dispararnos si no somos criminales, vamos allá la mayoría para trabajar. Yo sé que él si ve que hay gente que cumpla con los requisitos verá que es la gente buena, la que de verdad quiere triunfar con la frente en alto, repito no es necesario que nos dispare, hay gente buena que se está muriendo de hambre y es por eso que lo hacemos y en nuestra desesperación usamos la fuerza”, comenta entre ademanes para expresar lo que vivió.
Ante las etiquetas que hace Trump a ellos, manifiesta su opinión de forma tranquila y segura “Por supuesto que hay personas con antecedentes penales y que esa es la razón principal por la cual emigran, pero también ellos lo hacen para si quiera sobrevivir, ya que en su país les cerraron las puertas para trabajar. Sí gente mala, para qué digo que no, pero también hay gente buena, trabajadora, que quiere sobresalir y dar lo mejor para su familia.”
Oscar Domínguez se retiró la tarde del 10 de noviembre junto con otros compañeros migrantes hacia Autobuses del Norte con rumbo a Querétaro, para seguir su camino, inspirado por su familia y un futuro mejor que ofrecerles, acepta con seguridad los retos que le presentará la frontera de Estados Unidos.
Ciudad de México (Aunam). Oscar Domínguez, con 29 años y originario del Departamento de Choluteca, llegó a México con la intención de tener alguna oportunidad para cruzar la frontera y reunirse de nuevo con su familia.
Viaja solo, sin embargo, su esposa emprendió su viaje hacia Estados Unidos cuando su pequeña hija apenas contaba con 4 años de edad, él se quedó en Choluteca, para trabajar con su padre en una tienda de abarrotes y mandarles dinero para que pudieran llegar hasta Tijuana.
“Lograron llegar sanas y salvas, ahora mi hija tiene 7 años y ésta es mi oportunidad para llegar a ellas” exclamó con voz determinante. Mide 1,68 de altura, con complexión robusta, sudadera roja y pantalón negro.
Es un joven que cuenta con el bachillerato de Ciencias y Humanidades, al igual que una licenciatura en Lenguas, específicamente inglés y francés. No obstante, la situación que él describe en su país es complicada: “Tengo estudios, tengo ese privilegio de haber podido estudiar algo. Estuve año y medio buscando trabajo, no pude encontrar, porque simplemente no se puede, no hay. Las personas que tienen trabajo, es porque conviven con el régimen político, todo es gubernamental y con palancas”, la situación que relata el hondureño es complicada a pesar de contar con estudios superiores.
Oscar Domínguez, al enterarse de la organización que se llevaba a cabo en Honduras decidió emprender su viaje para reunirse con su familia. Situación difícil ya que, aun con el privilegio de contar una carrera terminada, no lo contrataban.
Sentado en las escaleras del estadio de fútbol de Ciudad Deportiva, sus ojos miran hacia los niños que juegan con la pelota y con voz tenue comparte su experiencia desde que emprendió el viaje, hasta llegar a México: “Cuando eres emigrante sufres porque no sabes qué día vas a comer, pero, se puede volver fácil por el apoyo que se nos ha brindado por los mexicanos, las comodidades y las atenciones las valoro muchísimo”. Oscar hizo especial énfasis en que el trato que ha recibido es el más digno en todo lo que lleva de camino y se siente agradecido por toda la ayuda.
A lo largo de su trayecto en la caravana migrante vivió múltiples situaciones que lo incomodaron, tal es caso como lo que ocurrió en Tapachula, tomó su mochila y desviando la mirada hacia el piso agregó: “A muchos de nosotros nos apoyaron en otros estados, aunque en Tapachula no fue de la mejor forma, el trato era muy distinto al que nos dieron acá en la capital, nos movían de un lugar a otro de forma violenta. Yo sentía las miradas de las personas que estaban alrededor del refugio, te juzgaban y te miraban feo”, dice al mismo tiempo que en su boca se dibuja una mueca que da alusión a la resignación.
Para esto, no sólo sentía las miradas de esas personas, sino también las entendía: “De cierta manera entiendo, no son justamente los estados con la mejor situación económica y puede incomodarlos a ellos como residentes el ver que nos apoyan, que nos dan ropa, comida y todo por estar en grupo, no es precisamente algo justo para ellos”, sumado a esto, agrega lo siguiente: “como inmigrantes no queremos invadirlos, ni quitarles lo que les pertenece a los mexicanos, ni a los estadounidenses, sólo buscamos el espacio y la oportunidad para poder trabajar”, aseveró mientras comprimía sus puños.
Oscar Domínguez sacó una foto de su familia, mirándola fijamente, cuenta que tuvo su hija a los 22 años y desde entonces ha buscado mejores alternativas de vida para él y su familia “porque se lo merecen y siempre he buscado lo mejor para ellas”.
Antes de emigrar, trabajó con su padre desde los 10 años en una tienda de abarrotes, de esta misma, originaban el dinero necesario para cubrir los gastos del día a día.
“Gracias al trabajo de mi padre, he sabido administrar el dinero, pues él me lo inculcó, al igual que dar lo mejor para la familia y al querer un mejor futuro para mi esposa e hija, tuve que dejarlas ir a Estado Unidos y apoyarlas desde el trabajo de mi viejo”, expresó con la mirada hacia abajo y agregó con voz triste y cansada “pero uno no pasa más allá de vivir a diario y uno sale para aspirar algo mejor, un mejor futuro, una familia digna y tener algo que darles”, dice mientras el sol le pega en la cara y como consecuencia se quita el sudor que sale de su frente.
Oscar decidió junto a su esposa que ella se llevaría a su hija y trataría de buscar ayuda con algunos conocidos de Tijuana. Mientras ella atravesaba Honduras, Guatemala y México, él trabajaba en lo que pudiera para mandarles dinero. Lo lograron tras casi 6 meses de viaje y al llegar a Texas se comunicaron con él, dijo “al escuchar sus voces me regresaron las ganas de seguir luchando y ahora que se organizó todo este montón de gente que va para Estados unidos, es mi oportunidad para llegar con la frente en alto y rencontrarme con ellas”, expresa con voz enérgica mientras su mirada se pierde en el horizonte del refugio.
Ante las amenazas de Donald Trump, se siente tranquilo, ya que él considera que es parte de su derecho a expresarse libremente, porque es la forma en cómo Trump defiende a los estadounidenses.
“Yo siento que está en su derecho, ya que, nosotros somos un grupo de emigrantes que tratamos de ir a un país que no es el nuestro. Respecto a él, lo respeto, es una persona muy exitosa y siento que él está tratando de defender su país. Y nosotros como emigrantes, de cierta forma vamos a quitarles trabajo para ellos, pero no lo hacemos con esa intención, lo hacemos porque las situación en nuestros países es muy complicada la situación que decidimos hacer este viaje, con la intención de trabajar, mas no de invadirlos”, comentó.
Oscar está dispuesto a cumplir con los requisitos para entrar de forma legal a Estados Unidos, asimismo comenta lo sucedido en la frontera con un tono de voz exaltado “Como dijo Trump lo dijo, si llegábamos en son de paz nos iba ayudar, pero si llegábamos de forma violenta, como se suscitó en la frontera de acá, nos iba a disparar, sin embargo, no veo el porqué de querer dispararnos si no somos criminales, vamos allá la mayoría para trabajar. Yo sé que él si ve que hay gente que cumpla con los requisitos verá que es la gente buena, la que de verdad quiere triunfar con la frente en alto, repito no es necesario que nos dispare, hay gente buena que se está muriendo de hambre y es por eso que lo hacemos y en nuestra desesperación usamos la fuerza”, comenta entre ademanes para expresar lo que vivió.
Ante las etiquetas que hace Trump a ellos, manifiesta su opinión de forma tranquila y segura “Por supuesto que hay personas con antecedentes penales y que esa es la razón principal por la cual emigran, pero también ellos lo hacen para si quiera sobrevivir, ya que en su país les cerraron las puertas para trabajar. Sí gente mala, para qué digo que no, pero también hay gente buena, trabajadora, que quiere sobresalir y dar lo mejor para su familia.”
Oscar Domínguez se retiró la tarde del 10 de noviembre junto con otros compañeros migrantes hacia Autobuses del Norte con rumbo a Querétaro, para seguir su camino, inspirado por su familia y un futuro mejor que ofrecerles, acepta con seguridad los retos que le presentará la frontera de Estados Unidos.
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