MÚSICA Y AMOR PARA REVIVIR LOS RECUERDOS EN LA VALENCIANA
Por Ana A. Torres Villalobos
Ciudad de México (Aunam). La Valenciana es un sitio lleno de música, comida y excelente ambiente para disfrutar la tarde cualquiera, un 14 de febrero, o alguna fecha de especial celebración. Una cantina que se ha mantenido con una gran trayectoria desde sus inicios en 1911 cerca de Bellas Artes y, posteriormente en Avenida Universidad en la colonia Narvarte desde 1968.
Al caminar por avenida Universidad es muy fácil distinguir a La Valenciana, por su llamativo toldo rojo en la entrada con algunas mesas sobre la acera. Al cruzar por las típicas puertas cantineras de madera color vino, este lugar impacta en todos sentidos: su decoración de paredes adornadas con pequeñas cenefas de talavera con tonos azules y blancos, verdes y rojos.
Fotografías antiguas que muestran su paso a través de los años, pizarras con diferentes promociones de alimentos y bebidas escritas con gis; así como el colorido papel picado con el nombre de la cantina, este conjunto de detalles le aporta una singular belleza al lugar.
La cantina se encuentra abarrotada; las mesas de madera están ocupadas, en su mayoría, por algunas parejas o grupos de amigos. El ambiente es muy tranquilo, solo se escuchaban algunas personas conversar felizmente; de fondo la música de los videos de Telehit.
Un par de vendedores entran para ofrecer dulces, rosas, relojes, muñequitos bailarines y billetes de lotería; todo tipo de productos que podrían fungir como regalos de San Valentín. Al mismo tiempo, un grupo de tres señores interpretan las canciones La Puerta Negra y Flor de capomo para unos enamorados sentados en la mesa próxima a nosotros.
Al caer las primeras horas de la noche, los trabajadores comienzan a ir de un lado para otro con charolas llenas de tarros de cerveza, algunas botellas de licor y anafres que exhiben un comal con jugosa carne cuyo exquisito olor impregna el lugar. El ambiente comienza a cobrar más vida con la llegada de un grupo que interpreta música salsa y que su ritmo pone a los asistentes a bailar y corear las letras. La Vale, como los meseros y los clientes frecuentes llaman al lugar, claramente está de fiesta.
Entre los recién llegados se encuentran algunos clientes conocidos que saludan con un abrazo cálido a una mujer de largo cabello con trenzas diminutas, hermosa una piel morena y un cuerpo de impacto que trabaja en La Valenciana.
Dadas las ocho de la noche, un hombre con un portafolio y su celular en mano recorre los pequeños pasillos que se forman entre las múltiples reuniones, escoge sentarse en la mesa continua y mira de manera atenta la partida de domino que juego con mi amigo.
Unos minutos después aquel señor, llamado Arturo, se acerca con una sonrisa y nos pregunta si se puede unir a la siguiente partida en lo que espera a su esposa; durante el acomodo estratégico de fichas, nos cuenta que acaba de regresar de un viaje y decidió llegar justo en éste día para tener una cita con su esposa Clara, también habla de cómo se conocieron en la universidad, sus años de juventud; y añade que el vernos en ese lugar, le trajo muchos recuerdos a su mente.
Pasados un par de juegos, llega su enamorada, una señora de mediana edad con un vestido rojo que la hacía resaltar entre la multitud. Arturo se despide de nosotros, ordenan un vino, platican y se carcajean, mientras se miran y unen sus manos de manera cariñosa.
Al caminar por el lugar observo a un joven de entre 25 y 30 años bailar con una joven de manera impactante, el vaivén de sus cuerpos al son de la música es casi hipnotizante. En la barra una pareja de chicas, brinda y expresa su amor a través de abrazos y algunos besos, está noche muchas parejas derrochan miel en el ambiente.
Antes de salir, me percato de una pared repleta de pequeños marcos de madera con fotografías y al acercarme a verlas me doy cuenta de que esta tradicional cantina ha sido el lugar de reunión de algunos reconocidos personajes como los actores Diego Luna y Gael García Bernal, el emblemático luchador El Santo y la periodista Micha, por mencionar a algunos. También fue sede de grabación para algunas escenas de series televisivas como Soy tu fan, de acuerdo con un mesero que se acerca a platicar un poco sobre las fotos.
Tras un par de cervezas, muestras de afecto, partidas de dómino y consejos escuchados, llego la hora de partir de aquel fabuloso sitio que brilla por las personas que asisten, la buena atención de los meseros en conjunto con la variedad ideal para todos los gustos musicales que va desde sones cubanos hasta reggaetón.
Ciudad de México (Aunam). La Valenciana es un sitio lleno de música, comida y excelente ambiente para disfrutar la tarde cualquiera, un 14 de febrero, o alguna fecha de especial celebración. Una cantina que se ha mantenido con una gran trayectoria desde sus inicios en 1911 cerca de Bellas Artes y, posteriormente en Avenida Universidad en la colonia Narvarte desde 1968.
Al caminar por avenida Universidad es muy fácil distinguir a La Valenciana, por su llamativo toldo rojo en la entrada con algunas mesas sobre la acera. Al cruzar por las típicas puertas cantineras de madera color vino, este lugar impacta en todos sentidos: su decoración de paredes adornadas con pequeñas cenefas de talavera con tonos azules y blancos, verdes y rojos.
Fotografías antiguas que muestran su paso a través de los años, pizarras con diferentes promociones de alimentos y bebidas escritas con gis; así como el colorido papel picado con el nombre de la cantina, este conjunto de detalles le aporta una singular belleza al lugar.
La cantina se encuentra abarrotada; las mesas de madera están ocupadas, en su mayoría, por algunas parejas o grupos de amigos. El ambiente es muy tranquilo, solo se escuchaban algunas personas conversar felizmente; de fondo la música de los videos de Telehit.
Un par de vendedores entran para ofrecer dulces, rosas, relojes, muñequitos bailarines y billetes de lotería; todo tipo de productos que podrían fungir como regalos de San Valentín. Al mismo tiempo, un grupo de tres señores interpretan las canciones La Puerta Negra y Flor de capomo para unos enamorados sentados en la mesa próxima a nosotros.
Al caer las primeras horas de la noche, los trabajadores comienzan a ir de un lado para otro con charolas llenas de tarros de cerveza, algunas botellas de licor y anafres que exhiben un comal con jugosa carne cuyo exquisito olor impregna el lugar. El ambiente comienza a cobrar más vida con la llegada de un grupo que interpreta música salsa y que su ritmo pone a los asistentes a bailar y corear las letras. La Vale, como los meseros y los clientes frecuentes llaman al lugar, claramente está de fiesta.
Entre los recién llegados se encuentran algunos clientes conocidos que saludan con un abrazo cálido a una mujer de largo cabello con trenzas diminutas, hermosa una piel morena y un cuerpo de impacto que trabaja en La Valenciana.
Dadas las ocho de la noche, un hombre con un portafolio y su celular en mano recorre los pequeños pasillos que se forman entre las múltiples reuniones, escoge sentarse en la mesa continua y mira de manera atenta la partida de domino que juego con mi amigo.
Unos minutos después aquel señor, llamado Arturo, se acerca con una sonrisa y nos pregunta si se puede unir a la siguiente partida en lo que espera a su esposa; durante el acomodo estratégico de fichas, nos cuenta que acaba de regresar de un viaje y decidió llegar justo en éste día para tener una cita con su esposa Clara, también habla de cómo se conocieron en la universidad, sus años de juventud; y añade que el vernos en ese lugar, le trajo muchos recuerdos a su mente.
Pasados un par de juegos, llega su enamorada, una señora de mediana edad con un vestido rojo que la hacía resaltar entre la multitud. Arturo se despide de nosotros, ordenan un vino, platican y se carcajean, mientras se miran y unen sus manos de manera cariñosa.
Al caminar por el lugar observo a un joven de entre 25 y 30 años bailar con una joven de manera impactante, el vaivén de sus cuerpos al son de la música es casi hipnotizante. En la barra una pareja de chicas, brinda y expresa su amor a través de abrazos y algunos besos, está noche muchas parejas derrochan miel en el ambiente.
Antes de salir, me percato de una pared repleta de pequeños marcos de madera con fotografías y al acercarme a verlas me doy cuenta de que esta tradicional cantina ha sido el lugar de reunión de algunos reconocidos personajes como los actores Diego Luna y Gael García Bernal, el emblemático luchador El Santo y la periodista Micha, por mencionar a algunos. También fue sede de grabación para algunas escenas de series televisivas como Soy tu fan, de acuerdo con un mesero que se acerca a platicar un poco sobre las fotos.
Tras un par de cervezas, muestras de afecto, partidas de dómino y consejos escuchados, llego la hora de partir de aquel fabuloso sitio que brilla por las personas que asisten, la buena atención de los meseros en conjunto con la variedad ideal para todos los gustos musicales que va desde sones cubanos hasta reggaetón.
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