“LA CAJITA FELIZ”: EL ESCENARIO DE LOS METREROS
Por Fernando Sampedro Ortega
En los vagones hay tumultos, mezcla de olores, vendedores ambulantes en los pasillos, cantantes y hasta actores de dramas que día a día buscan ganarse una moneda. Pero otros personajes también forman parte del mosaico cotidiano de este transporte público; a ellos se les conoce como “los metreros”.
Según el portal de Internet Anodis, que trata temas sobre la homosexualidad, define a “los metreros” como los individuos que se dedican a recorrer la Ciudad de México en el Metro mientras entablan una relación instantánea con un extraño, ya sea de amistad, un faje rápido o un encuentro sexual.
Este portal dice que en las metreadas: “en ocasiones se llevan a cabo felaciones o se logran relaciones sexuales en los andenes y pasillos de los vagones, todo bajo una mezcla de clandestinidad y fantasía”.
Al aventurarse en los encuentros con otros hombres, los metreros sólo van con la idea de encontrar algún “galán” para convertirlo en su pareja sexual o amorosa, pero muchos de ellos no se imaginan que detrás de todo ese escenario de romances entre gays, existen peligros que pueden denigrar la integridad de quien se aventure a estos encuentros.
Un encuentro ocasional
Todo comienza en la estación Pantitlán de la línea 1, casi no hay pasajeros, sin embargo en el último vagón, dos chicos se observan y oportunamente deciden recorrer el derrotero.
Al cerrarse las puertas ellos son los únicos pasajeros que viajan en ese vagón. No hay más personas en el entorno. Sus miradas se cruzan bajo cierta cautela y timidez, vistazos accidentales de dos desconocidos aún.
El vagón se detuvo en la siguiente estación, ahora hubo personas que ascendieron, varios de ellos hombres con la intención de también encontrar a alguien de su mismo sexo que les corresponda. Sin embargo, los dos chicos no interrumpen su juego, aunque son más discretos para evitar atraer la atención de los demás pasajeros.
Al llegar a la estación Tacubaya el vagón se vació nuevamente, la pareja ahora mutuamente se tiene más confianza, pronto las platica empieza a entablarse. El intercambio de experiencias, anhelos, gustos y aversiones les brinda la oportunidad de conocerse el uno al otro.
Afortunadamente este encuentro se dio con éxito, pues no es de extrañar que en otros casos uno llegue a salir perjudicado, como son los asaltos con arma blanca o ser atrapado por el ojo autoritario del personal de seguridad del Metro.
Finalmente ambos chicos cambian de andén para regresar a Pantitlán, pero en esta ocasión ya no iban como desconocidos, tomados de la mano viajaron de regreso al oriente de la ciudad, y para darle más entrada al encuentro ambos unen sus labios en un largo y apasionado beso.
De cajita feliz a cajita de peligros
Algunos “metreros” no tienen idea sobre los peligros a los que se arriesgan y sólo se enteran cuando les llega a pasar, incluso “la cajita feliz” deja de llamarse así para ser renombrada como “la cajita de peligros”.
Las principales amenazas son los asaltos, el acoso sexual, la homofobia y el abuso de autoridad por parte del personal de vigilancia, pero algunas personas que trabajan dentro del Metro aseguran que no hay peligro alguno.
Tal es el versión del jefe de la Estación del Metro Balbuena, quien aseguró que los homosexuales que tienen encuentros ocasionales en el último vagón no están en peligro alguno, el personal de vigilancia actúa de manera atenta para evitar que se presenten agresiones en contra de “los metreros”.
Se refirió a los fuertes rumores de que “los metreros” han sufrido asaltos y acosos sexuales, pero aseguró que son mitos con los cuales se intenta desprestigiar al personal de vigilancia del Sistema Colectivo Metro.
“El único peligro que enfrentan ‘los metreros’ es la homofobia”, comentó. “Ésta se da en el exterior de las instalaciones del Metro. No hay peligro dentro de las estaciones porque se cuenta con una alta seguridad en todas partes donde hay cámaras y policías en los vagones y andenes”, añadió.
Lo mencionado por el Jefe de la Estación del Metro Balbuena contrasta radicalmente con los testimonios de “los metreros”, cada uno de ellos expresa el miedo a sufrir un nuevo atentado como es el caso de Madoo.
Madoo sufrió un par de asaltos. En uno de ellos le robaron sus pertenencias: un celular, la fotografía de su primer novio y una medallita que le regaló su abuela antes de fallecer.
“Caí en un engaño”, comentó. “Un hombre de 25 años de edad no me quitaba la mirada de encima, yo le correspondí a sus coqueteos y me invitó a salir del vagón para platicar más a gusto; pero tras irse el Metro, de la bolsa de su pantalón sacó una navaja y me dijo que si no le daba mi bolso me iba hacer daño”.
Ante el asalto, Madoo denunció su caso a las autoridades del Metro, pero no fue atendido como él esperaba, ya que el personal de seguridad se burló de su apariencia y forma de ser.
“Fui a denunciar el robo del que fui víctima, pero el Jefe de Estación y los policías se burlaron de mí por ser gay y además se negaron hacerme caso, según ellos yo no debo estar vestido de esa manera porque puedo ser el foco de muchos asaltos”.
Otro caso fue el de Freddy, quien fue víctima de extorsión por parte del personal de vigilancia del Metro. Tras haber seguido el cortejo de un hombre vestido totalmente de negro, Freddy accedió a entablar una plática con él. Al bajar del tren Freddy decide dar la delantera y hablar primero, de repente, aquel tipo extraño se identificó como un policía del personal de vigilancia del Metro de la Ciudad de México.
Desde las primeras palabras Freddy se dio cuenta de que la “sonrisita” de aquel hombre no tenía buenas intenciones.
“Con que ‘metreando’, ¿verdad? ¡Ahora por hacer pendejadas te voy a romper la madre!”, exclamó el hombre con voz amenazadora.
Inmediatamente a Freddy le invadió el miedo porque no tenía idea alguna de cómo salir de este problema.
En escasos tres minutos llegó otro hombre al escenario, también estaba vestido totalmente de negro y curiosamente no mostraba su rostro al cien por ciento.
“¡Por pinche puto te vamos a dar una madriza y tal vez tardarás en reponerte!”, le dijo el segundo hombre a Freddy.
Al llegar el próximo tren, los dos sujetos tomaron a Freddy por la fuerza y lo metieron a la cabina trasera del Metro para seguirlo amedrentando; al final, le exigieron dinero a cambio de su libertad.
Por otra parte, se rumora la existencia de un hombre de 35 años con el sobrenombre de Rocky que se dedica a contagiar de VIH-SIDA a “los metreros”. También cabe mencionar que algunos vendedores ambulantes atentan en contra de ellos.
A pesar de todo… ¡cajita feliz!
Curiosamente “los metreros” que han vivido alguna experiencia de asalto o extorsión no dejan de asistir a esos encuentros, incluso para algunos el último vagón del Metro es como su segundo hogar.
DAL, psicóloga y especialista en temas de orientación sexual, dijo que en muchas ocasiones los homosexuales prefieren no abandonar los sitios de los que se han apropiado porque hay una gran dependencia emocional, estas zonas sirven como distractoras ante los posibles problemas que tienen en sus vidas personales.
“En el caso de ‘los metreros’ la dependencia es muy evidente; a pesar de que saben de la existencia de varios peligros por asistir a este tipo de encuentros, no desean abandonar el lugar donde posiblemente encontrarán alguna pareja sentimental”, añadió la psicóloga.
Aldo, un chico de 19 años sufrió muchos asaltos por “metrear”, pero reconoce que no deja de hacerlo porque hay algo que lo motiva.
“He vivido asalto sobre asalto, pero eso no ha impedido que yo siga ‘metreando’” comentó.
Aldo mencionó que su familia no sabe sobre sus preferencias sexuales y en su hogar reprime sus sentimientos hacia otros hombres, pero en “la metreada” olvida esos problemas para ejercer libremente su homosexualidad.
El derecho de metrear
MGG psicóloga e integrante de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) dijo que no existe una ley como tal para impedir los encuentros entre homosexuales en el último vagón del Metro, pero pueden vincularse con el delito de acoso sexual, o bien, como delito de falta a la moral; sin embargo este vacío legal da lugar a la invención de sanciones injustificadas por parte de las autoridades.
Debido a los fuertes rumores de que el personal de vigilancia del Metro ha cometido abusos y extorsiones a los homosexuales, el 25 de febrero de 2005, la CDHDF emitió una primera recomendación para los servidores de este transporte público bajo el expediente CDHDF/121/04/CUAUH-D2475000 para evitar la discriminación hacia “los metreros” y así proteger sus derechos, a partir de entonces, la CDHDF ha luchado contra las autoridades del Metro para frenar sus excesos.
MGG señaló que las autoridades del Metro no han manejado bien el asunto y por desesperación a veces acuden a la violencia, pero por desgracia, muchos de los casos de extorsión por parte de las autoridades del Metro no son denunciados debido a que las víctimas son amenazadas con ser golpeadas.
MGG dijo que la CDHDF ha tratado de intervenir fuertemente en este problema, pero desafortunadamente no cuentan con el personal suficiente que deseé trabajar sobre este tema ya que rara vez se presenta una denuncia en contra de las autoridades del Metro por extorsión.
Sin embargo, la integrante de la CDHDF dijo que quizás las autoridades del Metro actúan de manera brutal en contra de “los metreros” porque en su mayoría son homofóbicos, si la victima presenta su denuncia en contra de las autoridades del Metro por homofobia el caso se abrirá inmediatamente hasta sancionar a quienes hayan atacado la integridad de “los metreros”.
MGG dijo que los homosexuales tienen sus derechos, pero no tienen derecho a crear encuentros ocasionales frente a todos los demás pasajeros porque eso también viola el derecho de los demás.
Así se llama el último vagón
El jefe de la estación Balbuena, CC, dio su versión sobre el origen de estos encuentros entre homosexuales en el Metro, dijo que todas esas manifestaciones vienen a raíz de que en nuestro país se estaba propagando el orgullo gay y estos mismos buscaron lugares donde manifestar su sexualidad, tal es el caso de la Zona Rosa y el último vagón del Metro.
También dijo que el posible origen del sobrenombre de “La cajita feliz” asignado al último vagón viene de las famosas promociones de la empresa de comida rápida McDonalds, producto que trae un juguete o regalo para niños. Es así como la comunidad gay formó una analogía de esta dinámica comercial, de tal forma que la sorpresa es el encuentro erótico o el romance con alguien del mismo sexo en la “cajita”, denominado así el último vagón del Metro.
“Los metreros” invasores
La afluencia de las líneas más concurridas por “los metreros” se ha ido incrementado en las líneas 1, 2, 6 y 7. De hecho, la que va de El Rosario a Martín Carrera tuvo que reducir su número de vagones y los trenes de la línea 2 fueron sustituidos por nuevas unidades con vagones interconectados, en vista de que la situación se estaba saliendo de control.
CC dijo que una de las formas para darle solución a este problema es difundiendo miedo entre los homosexuales para que dejen de realizar sus encuentros en el ultimo vagón y con ello recuperar la integridad moral en los vagones del Metro.
“Estos encuentros no son benéficos porque afectan a todos, tanto a los homosexuales que ‘metrean’ como a los demás pasajeros”, añadió el jefe de la estación Balbuena.
Muchos trabajadores de limpieza de este transporte público también han sido afectados, ya que ellos han tenido que recoger restos de papeles con fluidos corporales y condones usados procedentes de los encuentros sexuales en el último vagón.
“Todos los días me toca recoger tremendas porquerías que dejan esos jotos y la verdad a mí me da asco tener que limpiar sus tarugadas”, comenta un encargado de la limpieza de la estación.
Por su parte DAL, también integrante de CDHDF, dijo que los homosexuales deben abstenerse de seguir con ese tipo de encuentros porque también afectan los derechos humanos de los demás pasajeros, especialmente niños quienes aún no tienen noción sobre la sexualidad.
DAL mencionó que la sociedad mexicana no es liberal y vive todavía bajo una forma de pensamiento con tendencias medievales, pero eso no justifica que los gays traten de hacer más liberal al país creando encuentros en lugares donde hay una afluencia constante del público.
A diferencia de CC donde planteó una solución al problema de “los metreros” imponiendo miedo entre los gays para que dejen de tener esos encuentros; DAL propone que se ofrezca una mejor educación sexual a los adolescentes para que en un futuro tengan conciencia de lo que hacen y dónde lo hacen.
Un siglo XXI medieval y satanizador
GZV, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dice que vivimos con pensamientos medievales porque nos aferramos a las viejas concepciones sobre la homosexualidad, satanizando las acciones y sitios de personas con preferencias sexuales distintas.
La profesora asegura que la educación es la mejor opción para que la sociedad olvide los prejuicios, ya que de lo contrario, nuestro país estará condenado a seguir practicando estas viejas concepciones de pensamiento que finalmente pueden agravar aún más esta situación.
GZV dijo “los metreros” son personas que han sido satanizadas, pues socialmente son vistos como individuos que rompen con los esquemas moralistas.
A pesar de la declaración, GZV añadió que la única forma de darle solución a este problema es ser tolerante y ofrecer una educación sexual integral en las escuelas para concientizar a la sociedad de los cambios que se aproximan, si se trata de erradicar la situación con violencia, ésta nunca tendrá fin, tal como sucece con el narcotráfico.
La profesora mencionó que las acciones de “los metreros” son el resultado de la irresponsabilidad de la misma sociedad porque no hay unión entre personas a través del diálogo y se termina actuando con violencia.
“No debemos culpar a los homosexuales que van a realizar sus encuentros en el ultimo vagón del Metro, ya que los alentaría a buscar otros sitios como pueden ser parques o áreas verdes que finalmente pueden poner en riesgo la verdadera integridad de esta urbe, y más tarde nos lamentaremos sobre los futuros problemas”, añadió.
GZV también advirtió que en la comunidad universitaria se presentan encuentros entre gays en las áreas de reserva ecológica de Ciudad Universitaria conocida como “el Camino Verde”.
Más vale de nuevo prevenir que lamentar otra vez
Romy es un hombre de 24 años de edad, por lo normal se viste muy varonil para llamar la atención de otros homosexuales que van a “metrear”, trae consigo un celular para anotar el número telefónico del hombre con quien va a tener un encuentro y una navaja para defenderse de aquel que se atreva a pasarse de listo con él.
Este hombre declaró que para él es muy fácil identificar a los homosexuales que viajan en el Metro, para empezar son las mismas personas que abordan el mismo tren y también en el último vagón, y algunos son muy obvios por su aspecto amanerado.
Memo, otro chico que también asiste a estos encuentros compartió sus técnicas de identificación.
“Para saber quien es gay y quien no, hay que fijarse en la forma de caminar y en los movimientos corporales, aunque otra forma de ubicarlos es ver si traen puesto un anillo en el dedo de en medio de la mano izquierda”, comenta.
Romy y Memo fueron asaltados anteriormente por haber “metreado”, es por ello que ahora tienen más cuidado con quien van a tener sus encuentros y usan sus técnicas para identificar a las personas confiables para comenzar con el cortejo.
Muchos “metreros” tras haber sufrido algún tipo de asalto siguen asistiendo a estos encuentros, pero lo hacen con precaución, incluso algunos de ellos cambian de apariencia de manera continua para no ser atrapados fácilmente en manos de un asaltante o del personal de seguridad del Metro.
Otra de las técnicas más empleadas por “los metreros” para reconocer a los miembros de la comunidad gay son: la ubicación de algún accesorio (pulsera, anillo o arete) que tenga los colores de la bandera gay.
Sin la cajita feliz ¿qué pasaría?
Por último, muchos gays temen que las autoridades del Metro aumenten su seguridad y vigilancia hacia el último vagón de los trenes, ya que eso complicaría la realización de los encuentros, lo que provocaría que “la cajita feliz” deje de existir como tal.
Josmar, uno de “los metreros” dijo que él sería capaz de armar un escándalo si “la cajita feliz” desapareciera. Esta apreciación concuerda con la de otros más.
“Si se va la cajita feliz, yo me voy con ella, porque de ahí muchos hemos formado nuestros romances, si la desaparecen somos capaces de organizar grandes marchas para que nuevamente la restablezcan aunque arriesguemos nuestro pellejo”, así lo dijo Mau un chico de 20 años que no deja de asistir diariamente a “la metreada”.
Si la desaparecen o no, lo más sensato es que los gays dejen de hacer sus encuentros en el último vagón del tren, o bien, lo ideal es no ser tan obvio al realizar algún cortejo con otros hombres. Los peligros son muchos, pero a pesar de todo se ven motivados a continuar con estos encuentros.
Para muchos esta experiencia es parte de su manera de ser, ligar o conseguir placer; para otros ha sido una situación desagradable porque los han asaltado o han sido extorsionados por algunas autoridades y para otros más, ha sido el inicio de una amistad o un noviazgo formal.
Se trata de “una cajita feliz” que otorga momentos felices para los homosexuales tras conseguir alguna pareja, una cajita de emociones expresadas en cortejos y sonrisas coquetas, pero finalmente puede traer un desenlace lleno de incertidumbre, el final de cada “metreada” puede ser lamentable o agradable… todo con una sensación ambivalente.
*En todos los casos, la discreción en el nombre
fue a pedido de los entrevistados
México (Aunam). El peso de la rutina sobre la Ciudad de México es inminente. Los escenarios en el Sistema Colectivo Metro son bastante comunes, la gente va apurada y fastidiada rumbo al mismo camino de siempre, las miradas tristes y apagadas lo dicen todo.fue a pedido de los entrevistados
En los vagones hay tumultos, mezcla de olores, vendedores ambulantes en los pasillos, cantantes y hasta actores de dramas que día a día buscan ganarse una moneda. Pero otros personajes también forman parte del mosaico cotidiano de este transporte público; a ellos se les conoce como “los metreros”.
Según el portal de Internet Anodis, que trata temas sobre la homosexualidad, define a “los metreros” como los individuos que se dedican a recorrer la Ciudad de México en el Metro mientras entablan una relación instantánea con un extraño, ya sea de amistad, un faje rápido o un encuentro sexual.
Este portal dice que en las metreadas: “en ocasiones se llevan a cabo felaciones o se logran relaciones sexuales en los andenes y pasillos de los vagones, todo bajo una mezcla de clandestinidad y fantasía”.
Al aventurarse en los encuentros con otros hombres, los metreros sólo van con la idea de encontrar algún “galán” para convertirlo en su pareja sexual o amorosa, pero muchos de ellos no se imaginan que detrás de todo ese escenario de romances entre gays, existen peligros que pueden denigrar la integridad de quien se aventure a estos encuentros.
Un encuentro ocasional
Todo comienza en la estación Pantitlán de la línea 1, casi no hay pasajeros, sin embargo en el último vagón, dos chicos se observan y oportunamente deciden recorrer el derrotero.
Al cerrarse las puertas ellos son los únicos pasajeros que viajan en ese vagón. No hay más personas en el entorno. Sus miradas se cruzan bajo cierta cautela y timidez, vistazos accidentales de dos desconocidos aún.
El vagón se detuvo en la siguiente estación, ahora hubo personas que ascendieron, varios de ellos hombres con la intención de también encontrar a alguien de su mismo sexo que les corresponda. Sin embargo, los dos chicos no interrumpen su juego, aunque son más discretos para evitar atraer la atención de los demás pasajeros.
Al llegar a la estación Tacubaya el vagón se vació nuevamente, la pareja ahora mutuamente se tiene más confianza, pronto las platica empieza a entablarse. El intercambio de experiencias, anhelos, gustos y aversiones les brinda la oportunidad de conocerse el uno al otro.
Afortunadamente este encuentro se dio con éxito, pues no es de extrañar que en otros casos uno llegue a salir perjudicado, como son los asaltos con arma blanca o ser atrapado por el ojo autoritario del personal de seguridad del Metro.
Finalmente ambos chicos cambian de andén para regresar a Pantitlán, pero en esta ocasión ya no iban como desconocidos, tomados de la mano viajaron de regreso al oriente de la ciudad, y para darle más entrada al encuentro ambos unen sus labios en un largo y apasionado beso.
De cajita feliz a cajita de peligros
Algunos “metreros” no tienen idea sobre los peligros a los que se arriesgan y sólo se enteran cuando les llega a pasar, incluso “la cajita feliz” deja de llamarse así para ser renombrada como “la cajita de peligros”.
Las principales amenazas son los asaltos, el acoso sexual, la homofobia y el abuso de autoridad por parte del personal de vigilancia, pero algunas personas que trabajan dentro del Metro aseguran que no hay peligro alguno.
Tal es el versión del jefe de la Estación del Metro Balbuena, quien aseguró que los homosexuales que tienen encuentros ocasionales en el último vagón no están en peligro alguno, el personal de vigilancia actúa de manera atenta para evitar que se presenten agresiones en contra de “los metreros”.
Se refirió a los fuertes rumores de que “los metreros” han sufrido asaltos y acosos sexuales, pero aseguró que son mitos con los cuales se intenta desprestigiar al personal de vigilancia del Sistema Colectivo Metro.
“El único peligro que enfrentan ‘los metreros’ es la homofobia”, comentó. “Ésta se da en el exterior de las instalaciones del Metro. No hay peligro dentro de las estaciones porque se cuenta con una alta seguridad en todas partes donde hay cámaras y policías en los vagones y andenes”, añadió.
Lo mencionado por el Jefe de la Estación del Metro Balbuena contrasta radicalmente con los testimonios de “los metreros”, cada uno de ellos expresa el miedo a sufrir un nuevo atentado como es el caso de Madoo.
Madoo sufrió un par de asaltos. En uno de ellos le robaron sus pertenencias: un celular, la fotografía de su primer novio y una medallita que le regaló su abuela antes de fallecer.
“Caí en un engaño”, comentó. “Un hombre de 25 años de edad no me quitaba la mirada de encima, yo le correspondí a sus coqueteos y me invitó a salir del vagón para platicar más a gusto; pero tras irse el Metro, de la bolsa de su pantalón sacó una navaja y me dijo que si no le daba mi bolso me iba hacer daño”.
Ante el asalto, Madoo denunció su caso a las autoridades del Metro, pero no fue atendido como él esperaba, ya que el personal de seguridad se burló de su apariencia y forma de ser.
“Fui a denunciar el robo del que fui víctima, pero el Jefe de Estación y los policías se burlaron de mí por ser gay y además se negaron hacerme caso, según ellos yo no debo estar vestido de esa manera porque puedo ser el foco de muchos asaltos”.
Otro caso fue el de Freddy, quien fue víctima de extorsión por parte del personal de vigilancia del Metro. Tras haber seguido el cortejo de un hombre vestido totalmente de negro, Freddy accedió a entablar una plática con él. Al bajar del tren Freddy decide dar la delantera y hablar primero, de repente, aquel tipo extraño se identificó como un policía del personal de vigilancia del Metro de la Ciudad de México.
Desde las primeras palabras Freddy se dio cuenta de que la “sonrisita” de aquel hombre no tenía buenas intenciones.
“Con que ‘metreando’, ¿verdad? ¡Ahora por hacer pendejadas te voy a romper la madre!”, exclamó el hombre con voz amenazadora.
Inmediatamente a Freddy le invadió el miedo porque no tenía idea alguna de cómo salir de este problema.
En escasos tres minutos llegó otro hombre al escenario, también estaba vestido totalmente de negro y curiosamente no mostraba su rostro al cien por ciento.
“¡Por pinche puto te vamos a dar una madriza y tal vez tardarás en reponerte!”, le dijo el segundo hombre a Freddy.
Al llegar el próximo tren, los dos sujetos tomaron a Freddy por la fuerza y lo metieron a la cabina trasera del Metro para seguirlo amedrentando; al final, le exigieron dinero a cambio de su libertad.
Por otra parte, se rumora la existencia de un hombre de 35 años con el sobrenombre de Rocky que se dedica a contagiar de VIH-SIDA a “los metreros”. También cabe mencionar que algunos vendedores ambulantes atentan en contra de ellos.
A pesar de todo… ¡cajita feliz!
Curiosamente “los metreros” que han vivido alguna experiencia de asalto o extorsión no dejan de asistir a esos encuentros, incluso para algunos el último vagón del Metro es como su segundo hogar.
DAL, psicóloga y especialista en temas de orientación sexual, dijo que en muchas ocasiones los homosexuales prefieren no abandonar los sitios de los que se han apropiado porque hay una gran dependencia emocional, estas zonas sirven como distractoras ante los posibles problemas que tienen en sus vidas personales.
“En el caso de ‘los metreros’ la dependencia es muy evidente; a pesar de que saben de la existencia de varios peligros por asistir a este tipo de encuentros, no desean abandonar el lugar donde posiblemente encontrarán alguna pareja sentimental”, añadió la psicóloga.
Aldo, un chico de 19 años sufrió muchos asaltos por “metrear”, pero reconoce que no deja de hacerlo porque hay algo que lo motiva.
“He vivido asalto sobre asalto, pero eso no ha impedido que yo siga ‘metreando’” comentó.
Aldo mencionó que su familia no sabe sobre sus preferencias sexuales y en su hogar reprime sus sentimientos hacia otros hombres, pero en “la metreada” olvida esos problemas para ejercer libremente su homosexualidad.
El derecho de metrear
MGG psicóloga e integrante de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) dijo que no existe una ley como tal para impedir los encuentros entre homosexuales en el último vagón del Metro, pero pueden vincularse con el delito de acoso sexual, o bien, como delito de falta a la moral; sin embargo este vacío legal da lugar a la invención de sanciones injustificadas por parte de las autoridades.
Debido a los fuertes rumores de que el personal de vigilancia del Metro ha cometido abusos y extorsiones a los homosexuales, el 25 de febrero de 2005, la CDHDF emitió una primera recomendación para los servidores de este transporte público bajo el expediente CDHDF/121/04/CUAUH-D2475000 para evitar la discriminación hacia “los metreros” y así proteger sus derechos, a partir de entonces, la CDHDF ha luchado contra las autoridades del Metro para frenar sus excesos.
MGG señaló que las autoridades del Metro no han manejado bien el asunto y por desesperación a veces acuden a la violencia, pero por desgracia, muchos de los casos de extorsión por parte de las autoridades del Metro no son denunciados debido a que las víctimas son amenazadas con ser golpeadas.
MGG dijo que la CDHDF ha tratado de intervenir fuertemente en este problema, pero desafortunadamente no cuentan con el personal suficiente que deseé trabajar sobre este tema ya que rara vez se presenta una denuncia en contra de las autoridades del Metro por extorsión.
Sin embargo, la integrante de la CDHDF dijo que quizás las autoridades del Metro actúan de manera brutal en contra de “los metreros” porque en su mayoría son homofóbicos, si la victima presenta su denuncia en contra de las autoridades del Metro por homofobia el caso se abrirá inmediatamente hasta sancionar a quienes hayan atacado la integridad de “los metreros”.
MGG dijo que los homosexuales tienen sus derechos, pero no tienen derecho a crear encuentros ocasionales frente a todos los demás pasajeros porque eso también viola el derecho de los demás.
Así se llama el último vagón
El jefe de la estación Balbuena, CC, dio su versión sobre el origen de estos encuentros entre homosexuales en el Metro, dijo que todas esas manifestaciones vienen a raíz de que en nuestro país se estaba propagando el orgullo gay y estos mismos buscaron lugares donde manifestar su sexualidad, tal es el caso de la Zona Rosa y el último vagón del Metro.
También dijo que el posible origen del sobrenombre de “La cajita feliz” asignado al último vagón viene de las famosas promociones de la empresa de comida rápida McDonalds, producto que trae un juguete o regalo para niños. Es así como la comunidad gay formó una analogía de esta dinámica comercial, de tal forma que la sorpresa es el encuentro erótico o el romance con alguien del mismo sexo en la “cajita”, denominado así el último vagón del Metro.
“Los metreros” invasores
La afluencia de las líneas más concurridas por “los metreros” se ha ido incrementado en las líneas 1, 2, 6 y 7. De hecho, la que va de El Rosario a Martín Carrera tuvo que reducir su número de vagones y los trenes de la línea 2 fueron sustituidos por nuevas unidades con vagones interconectados, en vista de que la situación se estaba saliendo de control.
CC dijo que una de las formas para darle solución a este problema es difundiendo miedo entre los homosexuales para que dejen de realizar sus encuentros en el ultimo vagón y con ello recuperar la integridad moral en los vagones del Metro.
“Estos encuentros no son benéficos porque afectan a todos, tanto a los homosexuales que ‘metrean’ como a los demás pasajeros”, añadió el jefe de la estación Balbuena.
Muchos trabajadores de limpieza de este transporte público también han sido afectados, ya que ellos han tenido que recoger restos de papeles con fluidos corporales y condones usados procedentes de los encuentros sexuales en el último vagón.
“Todos los días me toca recoger tremendas porquerías que dejan esos jotos y la verdad a mí me da asco tener que limpiar sus tarugadas”, comenta un encargado de la limpieza de la estación.
Por su parte DAL, también integrante de CDHDF, dijo que los homosexuales deben abstenerse de seguir con ese tipo de encuentros porque también afectan los derechos humanos de los demás pasajeros, especialmente niños quienes aún no tienen noción sobre la sexualidad.
DAL mencionó que la sociedad mexicana no es liberal y vive todavía bajo una forma de pensamiento con tendencias medievales, pero eso no justifica que los gays traten de hacer más liberal al país creando encuentros en lugares donde hay una afluencia constante del público.
A diferencia de CC donde planteó una solución al problema de “los metreros” imponiendo miedo entre los gays para que dejen de tener esos encuentros; DAL propone que se ofrezca una mejor educación sexual a los adolescentes para que en un futuro tengan conciencia de lo que hacen y dónde lo hacen.
Un siglo XXI medieval y satanizador
GZV, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dice que vivimos con pensamientos medievales porque nos aferramos a las viejas concepciones sobre la homosexualidad, satanizando las acciones y sitios de personas con preferencias sexuales distintas.
La profesora asegura que la educación es la mejor opción para que la sociedad olvide los prejuicios, ya que de lo contrario, nuestro país estará condenado a seguir practicando estas viejas concepciones de pensamiento que finalmente pueden agravar aún más esta situación.
GZV dijo “los metreros” son personas que han sido satanizadas, pues socialmente son vistos como individuos que rompen con los esquemas moralistas.
A pesar de la declaración, GZV añadió que la única forma de darle solución a este problema es ser tolerante y ofrecer una educación sexual integral en las escuelas para concientizar a la sociedad de los cambios que se aproximan, si se trata de erradicar la situación con violencia, ésta nunca tendrá fin, tal como sucece con el narcotráfico.
La profesora mencionó que las acciones de “los metreros” son el resultado de la irresponsabilidad de la misma sociedad porque no hay unión entre personas a través del diálogo y se termina actuando con violencia.
“No debemos culpar a los homosexuales que van a realizar sus encuentros en el ultimo vagón del Metro, ya que los alentaría a buscar otros sitios como pueden ser parques o áreas verdes que finalmente pueden poner en riesgo la verdadera integridad de esta urbe, y más tarde nos lamentaremos sobre los futuros problemas”, añadió.
GZV también advirtió que en la comunidad universitaria se presentan encuentros entre gays en las áreas de reserva ecológica de Ciudad Universitaria conocida como “el Camino Verde”.
Más vale de nuevo prevenir que lamentar otra vez
Romy es un hombre de 24 años de edad, por lo normal se viste muy varonil para llamar la atención de otros homosexuales que van a “metrear”, trae consigo un celular para anotar el número telefónico del hombre con quien va a tener un encuentro y una navaja para defenderse de aquel que se atreva a pasarse de listo con él.
Este hombre declaró que para él es muy fácil identificar a los homosexuales que viajan en el Metro, para empezar son las mismas personas que abordan el mismo tren y también en el último vagón, y algunos son muy obvios por su aspecto amanerado.
Memo, otro chico que también asiste a estos encuentros compartió sus técnicas de identificación.
“Para saber quien es gay y quien no, hay que fijarse en la forma de caminar y en los movimientos corporales, aunque otra forma de ubicarlos es ver si traen puesto un anillo en el dedo de en medio de la mano izquierda”, comenta.
Romy y Memo fueron asaltados anteriormente por haber “metreado”, es por ello que ahora tienen más cuidado con quien van a tener sus encuentros y usan sus técnicas para identificar a las personas confiables para comenzar con el cortejo.
Muchos “metreros” tras haber sufrido algún tipo de asalto siguen asistiendo a estos encuentros, pero lo hacen con precaución, incluso algunos de ellos cambian de apariencia de manera continua para no ser atrapados fácilmente en manos de un asaltante o del personal de seguridad del Metro.
Otra de las técnicas más empleadas por “los metreros” para reconocer a los miembros de la comunidad gay son: la ubicación de algún accesorio (pulsera, anillo o arete) que tenga los colores de la bandera gay.
Sin la cajita feliz ¿qué pasaría?
Por último, muchos gays temen que las autoridades del Metro aumenten su seguridad y vigilancia hacia el último vagón de los trenes, ya que eso complicaría la realización de los encuentros, lo que provocaría que “la cajita feliz” deje de existir como tal.
Josmar, uno de “los metreros” dijo que él sería capaz de armar un escándalo si “la cajita feliz” desapareciera. Esta apreciación concuerda con la de otros más.
“Si se va la cajita feliz, yo me voy con ella, porque de ahí muchos hemos formado nuestros romances, si la desaparecen somos capaces de organizar grandes marchas para que nuevamente la restablezcan aunque arriesguemos nuestro pellejo”, así lo dijo Mau un chico de 20 años que no deja de asistir diariamente a “la metreada”.
Si la desaparecen o no, lo más sensato es que los gays dejen de hacer sus encuentros en el último vagón del tren, o bien, lo ideal es no ser tan obvio al realizar algún cortejo con otros hombres. Los peligros son muchos, pero a pesar de todo se ven motivados a continuar con estos encuentros.
Para muchos esta experiencia es parte de su manera de ser, ligar o conseguir placer; para otros ha sido una situación desagradable porque los han asaltado o han sido extorsionados por algunas autoridades y para otros más, ha sido el inicio de una amistad o un noviazgo formal.
Se trata de “una cajita feliz” que otorga momentos felices para los homosexuales tras conseguir alguna pareja, una cajita de emociones expresadas en cortejos y sonrisas coquetas, pero finalmente puede traer un desenlace lleno de incertidumbre, el final de cada “metreada” puede ser lamentable o agradable… todo con una sensación ambivalente.
Considero el trabajo es bueno, pero tiene algunos problemitas con la redacción, hay que tener más cuidado con esto, si contamos las veces que se repite "cajita feliz". Se debió hacer uso de otras técnicas para que no sonara tan repetitivo el texto. Pero en general bueno.
ResponderBorrarEfectivamente el trabajo es bueno y considero que los errores en la redacción no son del todo culpa del autor, se supone que todos los escritos antes de ser publicados pasan por una revisión detallada, además de ser sometidos a corrección de estilo. En la agencia he visto bastantes deficiencias en cuanto a este tema ya que he mandado artículos sin problemas de ortografía y cuando los publican, aparecen errores ortográficos, de redacción y sintáxis que no son de mi autoría.
ResponderBorrarAtte.
Lourdes Ortiz
Perdonenme, pero el trabajo es magnifico y muy completo, Soy periodista salvadoreño y esto está muy bueno. Quien lo investigó lo hizo de una forma muy completa, desde diferentes puntos de vista del problema, citando a muy buenas fuentes. Felicidades! la Redacción es lo de menos! esto es digo de publicarse en un medio masivo y que tenga un mayor alcance.
ResponderBorrarCon respecto a la nota, creo que se debe tomar conciencia que el metro lo usa todo mundo, incluido los niños, y por ellos debemos como sociedad dar un buen ejemplo. Sean gays, lesbianas, sacerdotes, políticos, monjas, quien sea!! Todo tiene su lugar de ser y el metro, si hacen sus encuentros ahí, que vayan a otro lugar a consumar este tipo de relaciones.
Atte. Sergio Flores
El trabajo podria ser mas interesante si por un lado tu lograras hacer un analisis mas profundo y no solo limitarte a reproducir lo dicho por las personas que aparentemente haz entrevistado; y por otro lado, me parece un grave error que no uses los nombres completos de psicologos, invetigadores y demas colaboradores eso solo le resta credibilidad, y mas aun viendo que las supuestas opiniones de estos caen en el sentido comun y no parecen ahondar en los temas propios de sus ramas. En genral me parece que si tu intencion es generar un ambiente de respeto para estos concurridos lugares lo unico que logras es sembrar miedo a los "metreros" sin ningun fundamento y alertar al resto de los usuarios sobre estas actividades propiciando lo que aparentemente tratabas de evitar.
ResponderBorrarMe parece que existe cierta tendencia homofobica.
ResponderBorrarhay algo que no alcanzo a entender,¿tuvieron que recortar los vagones de la linea 6 porque ya se les estaba saliendo de control este tipo de actividades?, "pues que buena solucion", a ese paso nos quedaremos sin metro, esto definitrivamente no lo creo.
ResponderBorrarSiento que tiene cierta tendencia moralista, cuando se deberia centraren ser objetivo el autor.
ResponderBorrarDeberia haber mas vigilancia en los ultimos vagones para que estos enfermos dejen de hacer sus pendejadas y crean que son liberales que se vayan a irak y se vistan como lo que son y nos ahorren su entierro, pinches maricas.
ResponderBorrarMe parece que los metreros se confunden...leí con detenimiento el reportaje y algunos mencionan que el Gobierno de Ebrad por una parte les permite el contraer matrimonio y por otra les da una cachetada prohibiendo "la cajita feliz", perdón, pero estoy confundida....cuando se dijo que el transporte PÚBLICO es para tener este tipo de encuentros. Soy muy respetuosa de las preferencias sexuales de los demás, pero creo que hay lugares para todo. Además ellos se exponen a muchos peligros teniendo estas prácticas.
ResponderBorrarno son mas que pinche putos asquerosos, pinches perros sedientos
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