Las drogas en la CTM X

Por Carlos Isaac Canto Guerrero, Yael González García y Ximena Miranda Herrera 
CDMX. Era 2019, un hombre de aproximadamente 1.80 de altura, delgado, de cabello lacio y negro, vestido con un pantalón de mezclilla desgastado y playera verde oscuro deslavada sale de uno de los estacionamientos de la sección X (diez) de la CTM Culhuacán. Consigo lleva una cubeta de agua y la lleva a una vulcanizadora que está cruzando la calle de su unidad. Así pasa aproximadamente cinco veces: cinco cubetas de agua al día llegan a la vulcanizadora. 

Dentro del establecimiento con fachada comercial aproximadamente cinco hombres de apariencia común, señores de entre 45 y 55 años, con ropa gastada ajada, se dedican a cocinar crack. Como recompensa del esfuerzo de llevar las cubetas con agua, ingrediente esencial de la droga, el hombre recibe algunas piedras, como se le conoce en el barrio, para su consumo personal. 

Pasadas las horas, en la noche oscura y poca iluminación del alumbrado público, recargado en un muro blanco, el hombre, con un gotero en mano voltea a todos lados buscando evitar alguna mirada testigo de sus acciones, efecto de la sensación de persecución causada por la piedra. Después de algunos jalones, se le observa paralizado, con el cuerpo tenso, por la sensación energética y placentera, pero rápidamente paranoica del crack. 

Un par de días después, la gente de la unidad comienza a viborear la noticia: las autoridades dieron con el negocio ilícito dentro de la vulcanizadora, el vecino que llevaba las cubetas de agua no sufrió ningún daño, más que perder uno de los puntos donde se surtía.


Esta y algunas historias más alberga la sección X de la CTM Culhuacán 

Los nombres de las personas entrevistadas que brindaron información han sido cambiados de forma aleatoria, para proteger sus identidades y salvaguardar su integridad. 

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1936 entre los múltiples Sindicatos y Organizaciones que fueron creadas por la población para exigir jornadas laborales de 8 horas, el acceso a contratos colectivos, servicios de salud y vivienda, surgió la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la cual, tenía como objetivo - entre otros - que los trabajadores pudieran gozar de una vivienda digna que su salario alcanzara a pagar. Fue hasta 1970 con el presidente en turno, Luis Echeverría Álvarez, que la CTM consiguió que se aprobara el proyecto inmobiliario para la construcción de la primera sección de lo que hoy se conoce como “CTM Culhuacán”.  

Para 1982 a través del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INVI) se terminó con la construcción y entrega de departamentos de la décima y última sección, ubicada en las calles aledañas por las que hoy pasa la línea 5 del metrobús y el eje 3 a altura de Cafetales, en la alcaldía de Coyoacán.

Josefa de 64 años, quien lleva viviendo desde 1982 en este colonia de Culhuacán, con gran disposición y conocimiento se adentra a comentar su experiencia como habitante de esta zona de la ciudad:

“Yo llegué aquí desde que empezaron a entregar los primeros departamentos. Soy de las primeras habitantes de la X. Todo ha cambiado, pero en esencia se mantiene siempre como un barrio, a lo largo de los años ha habido cierta delincuencia, pero realmente la X es un barrio seguro, nada que ver con las otras secciones”. 

La estación Vista Hermosa se encuentra después de la Calzada del Hueso y antes que Las Bombas. Ahí empieza y termina el recorrido de cientos de personas de las 5,790, con datos de MarketData México, basados en el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que viven en los edificios recientemente pintados de azul y blanco de la CTM X, al puro mero estilo del color panista que desde hace años gobierna en la alcaldía. Al bajar del metrobús, no importa si se cruza la calle a la izquierda o a la derecha, ambos lados de las aceras son parte de la CTM X; que abarca desde Vista Hermosa hasta Villa Quietud.

Desde la esquina de la Av. Hacienda Vista Hermosa hasta la Calzada de las Bombas, el entorno lo pintan las fachadas de locales de tacos, vulcanizadoras, estéticas, tiendas, panaderías, farmacias y papelerías que cubren el complejo de edificios que hay detrás.

Después de una farmacia y una barbería se encuentra la primera entrada de rejas blancas que dirige a las Unidades Habitacionales que conforman la CTM X. Así, cada dos o tres locales hay una nueva entrada, todas parecidas entre sí, las calles son cerradas y al interior cuentan con un gran estacionamiento. Las personas que ahí viven tienen un sentir similar respecto a lo que significa vivir ahí.

Josefa: “Te digo que yo he vivido aquí siempre, y la verdad es que siempre me ha parecido un barrio seguro, pero si lo quieres ver de una forma, puedes ver a la X dividida en dos: primero de este lado (paralelo a Miramontes), que es de donde yo vivo, y está del otro lado, que es cruzando la calle, del lado donde está la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco) para que te ubiques. Ese lado, es el que en sí es más peligroso. Cuando llegué a vivir, yo quería vivir de ese lado, y ahora agradezco a Dios que no me haya tocado así. En ese lado se sabe que hay más delincuencia, banda callejera, y también ventas de drogas y demás”. 


A dos semáforos en la siguiente estación del metrobús con dirección a Río de los Remedios, Tepetlapa, se ubica la colonia Zapata de la sección VIII de la CTM. Ahí, entre mercados, escuelas, iglesias y parques, la gente sabe que el negocio de las drogas y la delincuencia se presenta en mayor medida. 

“Si hablamos de precio, del lado de la Zapata tiende a ser más barato todo, principalmente los alimentos. Esto quizá se deba al alto precio de delincuencia que de ese lado se paga, pues bajan los precios en cierta medida por el barrio que es, está ubicada más como una zona de riesgo, y sí, esa parte ya no pertenece a la sección X”, dice la señora Josefa. 

Desde hace años la CTM ha ganado fama de que en sus distintas secciones a lo largo del oriente de la Ciudad, la delincuencia, escasez económica, la falta de agua y otros problemas se presentan para la población que ahí habita provocando una descomposición social. La sección X no se escapa de esas situaciones que los vecinos reportan a través de grupos de redes sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp. Sin embargo, de acuerdo con la comunidad de las distintas secciones, la principal situación que se presenta es el consumo de diversas drogas que van desde alcohol hasta sustancias psicodélicas. 

Daniel, de 22 años quien ha vivido toda su vida en dicha sección, habla de cómo se vive la situación en la colonia: “Al chile, pues es un barrio como en todos lados, nada más que aquí sí está más tranquilo que en todos los alrededores, allá sí se arman desmadres, pero de los malos”.

-¿Crees que haya una situación de crisis por consumo de drogas en la X?, se le pregunta.
-Pues la verdad, aquí está relax ‘mijo. Te digo, crúzate de ese lado o vete a la Carmen o a la Zapa (colonias aledañas) y ahí verás como sí la pesan. Allá sí ves así de que banda moneando y durmiendo en las calles, pedos más grandes que hasta hacen redadas la trulla para torcer a banda de los puntos o así. Aquí hay un consumo de drogas, y también hay unos puntos chidos en donde puedes conectar, pero la mamá de todos esos está en la Zapata. 
-¿El punto principal de venta de drogas está en la Zapata entonces? 
-Si hermano, ahí mero. Te digo, acá tú llegas a la calle de Zapata en la Zapata, y ahí luego luego frente al parque conectas lo relax, que es la mota. Ya si te quieres armar algo más pesado pues te vas para la Santa Muerte ahí en la Zapa y ahí sí, ya cuantos chochos, rockys, polvos lo que quieras ahí lo armas. Ese barrio está más canijo, por eso te digo, aquí estamos bien hasta eso. 
-¿Y aquí cómo se percibe la situación? 
- Pues no te voy a decir que acá no puedes conectar. Tienes el punto de un carnal que “topo” que se pone todas las noches a vender “dulces y cigarros”, pero pues ahí mueven sin broncas la piedra. Por el otro lado, sobre la calle de Santo Tomás, está la iglesia de la Candelaria, también puedes armar en el parque de ahí, mota y perico, principalmente.  
Había otro punto que yo conocía, justo frente a la estación Vista Hermosa, pero pues mataron a uno de los hijos de ese carnal, que de hecho era mi compa, y pues estuvo recia la situación, pero ya ves, eso pasó por ir a mover material a otro barrio que no es el suyo. Por eso si no le conoces al barrio no le juegues, porque andas de suerte si sólo sales encuerado, a otros los matan. 

De igual manera, parte de la percepción que se tiene en la colonia del mismo consumo de drogas es principalmente por las compras en las tiendas. El señor Miguel, dueño de una de las tantas tiendas de las unidades, dice que tanto el negocio de las bebidas alcohólicas como el de las drogas es muy popular dentro de la colonia, pero en general todos los barrios son “bien pedotes”, aún cuando la X se ganó más esta fama. 

Recalca que, aunque hay todo tipo de consumidores, asisten compradores de una sola vez y quienes se han vuelto clientes frecuentes, aquellos que no sólo se limitan a comprar un six de cervezas y deciden consumir, además, crack. Droga que consiguen en los alrededores de la localidad. “El alcohol se vende muy cañón aquí”, dice, “es un negocio muy chido en esta parte, muchos de los que vienen a comprar seguido son los mismos que consiguen piedra en el barrio. 

- Ahora si que ya tengo mi clientela, pero la diferencia con las tiendas de alrededor  es que yo le meto alcohol de todo. Los demás se surten más de “chela” y unas bebidas mezcladas como Skyy, New Mix, de esas. Yo sí vendo de todo: pomos, chelas, cañas, lo que quieras, y pues yo aquí veo de todo, aquí vienen de todo tipo de personas, y pues sí, ubico a la banda que más pistea, la que se mete de todo. Aquí me toca experimentar con todo tipo de clientes. 


“El pelos”, entrevistado en uno de los estacionamientos de la X, asegura que, de acuerdo con su experiencia, hay vecinos que consumen seguido en el lugar (estacionamientos) que van desde jóvenes de 17 a 30 años, hasta señores de más de 40, aunque estos últimos son menos notorios. Revela que a la X se le identifica como un “barrio bebedor” pues, a pesar de que algunos consumen piedra y una mayor cantidad se “mete” mota, prácticamente todos los que se juntan en esos espacios beben. 

- Yo no tengo pedos con que la banda se ponga a pistear, siempre y cuando no hagan desmadre o quieran hacer pendejadas en la unidad, dice. - Eso sí, cada que hay algo importante no dudan en armar la fiesta y festejar. A veces se animan a poner el sonido y se pone chido, como cuando celebran el cumpleaños de la virgencita, cada 12 de diciembre.
- ¿Asaltan mucho por aquí o le ha tocado ver un intento de robo?, se le cuestiona.
- La verdad es que en este lado está medio tranquilo, la última vez se quisieron meter a robar a uno de los departamentos de la unidad y por esa razón se le empezó a meter vigilancia. No es que estas cosas pasen con frecuencia, más bien quisieron evitar que esto se volviera constante. 

Paseando por las calles sobre el lado con dirección a Río de los Remedios, se encuentra una primaria llamada “Carlos Pellicer”, pintada de azul al unísono con el color de los edificios que le rodean. Es en esta primaria donde, junto con una tienda del otro lado, hacen la entrada principal de lo que es la calle de Hacienda de Santo Tomás que atraviesa buena parte de la X. Ahí, se puede ver la zona habitacional de explanadas que alguna vez fueron sembradíos de cafetales.

En Hacienda Santo Tomás, justo a la mitad de la calle del lado derecho de la acera, se encuentra el ya mencionado parque del “punto” frente a la iglesia. Espacio donde muchos van y consiguen las sustancias, que, por otro medio legal, serían imposibles de conseguir. Resbaladillas, estructuras y columpios adornan el centro del parque, de día los niños juegan y se divierten, muestran la imagen de un parque común y corriente, colorido por los juegos, un pasto verde cuidado y podado, rodeado de los edificios azules que ahora caracterizan a estas secciones.

La iglesia, una construcción sencilla con un aforo como para 100 personas, ofrece misas todos los días, hace ver al barrio como un lugar tranquilo porque al final de todo, ahí se escriben las historias de cientos de familias que día con día cohabitan el mismo barrio, y por lo mismo, una buena convivencia es importante, o al menos, una que permita avanzar mutuamente en la vida. 

Cada una de estas familias, aunque detrás de cada puerta y muros se escriben historias diferentes, están atados de una u otra forma, al mismo espacio, a la misma suerte, condiciones similares, aún cuando las situaciones económicas varíen mucho en cada departamento, cada quien tiene una historia distinta que contar, y al final, las y los vecinos procuran su espacio y buscan siempre su bienestar en tanto se pueda. 

Cuando ya es noche, en este mismo parque, en una camioneta se ponen los “conectes” a suministrar las sustancias que ya con rutina, muchos acuden a adquirir. Algunos inhalando el thinner a sus alrededores, no se meten con nadie. Sólo están ahí, observando e inhalando, según “Marcelino” de 20 años, un habitante de esta zona, expresa: “En todos lados hay adictos y siempre vas a ver banda consumiendo algo. Pero aquí en la X no hay una crisis de adicción como si lo hay en las otras secciones, en donde sí ves a gente durmiendo en la calle, “moneando”, posiblemente con piedra por ahí, aunque es más cara esa (la sección X) y por eso hay de todo tipo de clientes y de adictos, con varo y sin él.”

- ¿Conoces cómo funciona el negocio aquí?
- Pues es que aquí anda siempre la banda, no diario, pero en su mayoría ahí se ponen a vender en su camioneta. Aquí llega la banda y les surte sus grapas o sus piedras, a veces también mota, pero pues esa es como los dulces: de cualquier punto, aunque si venden chido, pero es más la Zapa para eso. Yo igual antes vendía pero no con ellos, me movía por mi lado con otros carnales, pero sí topo aquí a la banda que vende y todo.
- ¿Cuál es el precio en el que venden todo?
- La mota pues ya sabes que anda de a tosti (de 3-5 gramos por 50 pesos), pero por todos lados, es como la regular, el precio normal de la mota. Ya las rockys y las grapas andan entre 150 y 200. Ya dependiendo de quien la compra es como paga. A veces la banda si trae cadenitas de oro y así, pues ya sabes, hay quien malbarata sus cosas por unas piedras, pero pues así es esto, ‘ñero. Sólo que también bajó el precio por pandemia, en prácticamente todos los puntos le bajaron el precio a las rockys, le bajaron un tostón (50 pesos) a todo, menos la mota, esa siempre está igual, sólo que siento que antes surtían más chido de esa, ahora le echan unas galletas (gramos) menos a la bolsa de 50. 

Muchos de los consumidores de los alrededores, como si siempre estuvieran alerta de todo (un efecto de la piedra), consumen la cantidad que les alcanza, deseos de más. Ojos exaltados, músculos ansiosos, un “bajón” (disminución del efecto) que les mantiene con fuertes ansiedades y en busca de más piedra. 

“A veces les pasa que aplican la del “pollito”, que es básicamente andar con la cabeza abajo tanteando el suelo para ver si no se les cayó un cacho de piedra. A veces literal recogen piedras y las meten en su gotero o su lata (que es la forma en como se suele fumar la piedra), pensando que es piedra, de la ansiedad que les da, acaban quemando basura, por eso a esa madre no le hago, pura motita chida, carnal”. 


A la fecha, no se cuenta con un registro relevante por parte de los medios tradicionales de noticias que sugieran violencia en las calles o conflictos derivados de la venta-consumo de drogas en la sección X. Aunque las y los mismos vecinos entrevistados reconocen que hay gente que delinque y roba, pero que eso es parte de todo barrio, no se puede decir que está todo limpio, pero tampoco que está contaminado en la sección X de Culhuacán. 

Fuego, calambres, humos, ansias, volver a buscar “material”, y así sucesivamente sin cesar para algunos es la vida en cualquier parte de Culhuacán. Pero los más jóvenes no parecen tener mucho interés por estas sensaciones. En lugar de eso, su consumo se fundamenta en el cannabis que día con día esperan emocionados por quemar. Sólo algunos, después de 8 o 10 años sin parar han decidido darle un relax a su consumo; eso es lo que comentan algunos de esos jóvenes que en uno de los ranchos de la 10, recargados sobre un vocho pintado de taxi, desvalijado, desde hace ya varios años que, se reúnen casi diario a fumar marihuana y cotorrear entre ellos. 

Sin más ni más. En la noche principalmente, cuando ya han terminado sus actividades. Todos trabajan. Ninguno se dedica a delinquir, sin embargo, no podemos decir lo mismo de todas y todos los habitantes de la colonia que en su vida se ha reflejado muchas veces el martirio de las drogas y conjugado con las malas decisiones, se conoce de la fama de unos cuantos que sí han estado en cana (la cárcel) precisamente por robo, pero que los casos son realmente pocos y aún con eso, las y los vecinos concuerdan en que “la 10 es un barrio seguro, a comparación de sus alrededores”.

Así, la 10 demuestra ser un barrio que también mantiene su tensión en constancia. “No está del todo bien, pero tampoco está mal”, comentan algunos más. La interesante y cruda realidad de la sociedad mexicana, que no se exenta ni está ausente en ninguna de las vidas de la ciudad de México, y, esta parte de la ciudad es un reflejo constante de una verdad de la vida que como pasa en la 10, pasa en el centro, y en las Lomas, y en Polanco también hay drogas, sólo hay que saber en dónde buscar y a quién preguntar para acceder a este mundo que, bien o mal, es el día a día de muchas de las almas citadinas. 




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