Maltrato animal: las leyes no son suficientes


Por Jomael Valdez
México. Mi nombre es… bueno, ciertamente ni siquiera tengo un nombre. Soy un perrito que el pasado 6 de noviembre fui asesinado en un restaurante en el Ajusco. Me encontraba acostado en la entrada, afuera del establecimiento, cuando un par de señores encargados del restaurante ‘El Buen Gusto’ me dieron golpes con palos y tubos hasta que morí. 

No tenía dueños, era uno de los más de 30 millones de perros que viven en las calles, según un censo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). Es decir, casi 4 veces la población de la Ciudad de México, y peor aún, estas cifras son poco exactas y sin agregar a los gatos, porque no hay un estimado de su población total en México.

En este país, el 70 por ciento de los perritos vivimos en situación de calle. Mayormente nos abandonan porque crecemos y no somos esos perritos chiquitos y bonitos que somos al ser bebes. Nos abandonan porque hacemos mucho desorden o ruido, pero no es necesariamente nuestra culpa: sólo queremos jugar, y como no nos sacan a pasear, buscamos cualquier cosa con la cual divertirnos. A nosotros también nos tienen que educar (y no a golpes) para que entendamos qué podemos hacer en la casa y qué no. 

También suelen abandonarnos porque nos ven como un objeto, algo que se puede desechar y tirar como si fuera basura o cascajo. Cuando nos dejan en la calle, perdemos, más que un hogar, la esperanza en las personas. Sabemos que no todas son malas, violentas o egoístas, pero la gran mayoría nos golpea cuando nos ven en las calles, nos alejan y nos hacen sentir más tristes, más aislados y más solos de lo que ya lo estamos. 

Al momento de abandonarnos, nuestros dueños no piensan que en las calles pasamos frío, y más en estas épocas de invierno que se acercan. Pasamos hambre, y tenemos que ir al mercadito, al tianguis o a donde vendan comida para ver si podemos siquiera comer unas sobras, mientras nos patean o nos dicen ¡sácate!. Hay días en los cuales nos acurrucamos, hechos bolita, y cerramos nuestros ojos sin nada en la panza, sin nada de esperanza en que todo va mejorar. 

Lo peor es que se acerca una época en la que se registran altos índices de abandono, porque muchos animales somos abandonados después de ser el regalo de navidad o de día de reyes. Es fundamental que se fomente el hábito de la adopción y se restrinja o prohíba la venta de animales: hay muchos perritos que vivimos en las calles o en los albergues, que sólo esperamos una segunda oportunidad. Sólo esperamos encontrar una familia, un hogar que sí nos quiera y nos ame. 

Sé que suena muy feo, pero ojalá solo nos abandonaran, pero no. También nos agreden, nos envenenan, nos dan patadas, atropellan y maltratan. En la Ciudad de México, 7 de cada 10 animales domésticos sufren algún tipo de maltrato, y de acuerdo a datos estadísticos del INEGI, México se encuentra en la tercera posición del maltrato animal a nivel latinoamericano.

En 2019 fueron realizadas 1,850 denuncias de maltrato animal. Si para los perritos que tienen un hogar el maltrato es muy común, para los que estamos en la calle es mucho peor. 

Afortunadamente, con el paso del tiempo se han creado varias leyes para protegernos, y ya se nos considera como seres sintientes incluso en la Constitución. Es por ello que los diputados locales Daniela Alvarez, Federico Döring y Royfid Torres denunciaron de manera legal y administrativa mi caso de maltrato animal aquí en la Ciudad de México. Denunciaron penalmente a los propietarios y trabajadores del restaurante.

También la alcaldesa de Tlalpan, Alfa González, interpuso una denuncia ante la Fiscalía Desconcentrada de Investigación en contra de quien o quienes resulten responsables de haberme asesinado. En México, casi todos los estados han tipificado como delito el maltrato animal, excepto Chiapas, Tabasco y Tamaulipas. Pero no es suficiente solo legislar leyes para defendernos, es necesario que se castigue a los responsables y no queden impunes nuestros casos. 

Acá en el cielo me contaron que hace unas semanas también torturaron a un gatito, su nombre era Haru y pertenecía a un colectivo del CCH Vallejo. El dictamen pericial dijo que lo encontraron con signos de asfixia, varios huesos rotos y otras atrocidades. Aunque presuntamente fueron los directivos de la escuela quienes mataron a Haru, no hay aún consecuencias, y muy probablemente, quedará impune su muerte. 

De qué sirve que hagan leyes para protegerme si las personas me siguen viendo como un regalo de navidad o cumpleaños, como un objeto bonito dependiendo de la raza que sea. De qué sirve si la mayoría me deja en las azoteas sin agua y comida, como un tinaco de agua.



De poco ayuda que hagan leyes cuando se deja de lado la educación. A lo mejor si en la primaria o desde que son niños, se les enseñara a las personas cuestiones del bienestar de los animales, a crear empatía, cariño, compañerismo, desde esa etapa tan importante como lo es la infancia, se podría transmitir que somos seres que sienten al igual que ellos, que merecemos respeto y ser tratados con amor y delicadeza. 

Otra cuestión importante es que nos esterilicen, para que así no traigamos más animales al mundo y queden también expuestos a ser abandonados, regalados y maltratados. Para ello, las alcaldías deben de impulsar las campañas de esterilización gratuitas o a bajo costo, y la población debe comprometerse a cuidarnos, ser conscientes que somos su compañía para pasar nuestras vidas juntos. Podemos jugar, ver la tele o escuchar música. Yo solo pido que me den amor, cariño y atención. Es importante que se enseñe nuestras necesidades, comportamientos, cosas que nos hacen felices o estar en estrés.

Es necesario que se juzgue y castigue a los responsables de mi asesinato o de cualquier otro caso de maltrato animal, para que no se quede solo en denuncias y hojas de papel. Para ello es necesario que se conozcan y difundan las leyes y sanciones, que las personas denuncien cualquier caso de maltrato a la PAOT, Brigada de Vigilancia Animal o alguna organización defensora de los animales. En mi caso hay videos, hay responsables, ¿qué más se necesita para castigar mi asesinato?

No es solo un peligro para otros perritos, gatos o animales. Este nivel de violencia, matar a un ser vivo a golpes mientras agonizaba y ladraba por mi vida, lo puede hacer a cualquier otro miembro de su familia, niños o clientes. Es un riesgo que personas así convivan con otras personas. 

Somos seres que también sentimos, también tenemos miedo, hambre, inseguridades, ansiedad. También nos gusta jugar, divertirnos, correr por el parque o jugar con la pelota. La sociedad nos ha colocado en situaciones de vulnerabilidad, ya que atravesamos miles de riesgos en las calles. 

Los perros, gatos y cualquier otro animal, también amamos, somos inteligentes y sobre todo, también merecemos vivir. Espero que ustedes, personas que aún están en la Tierra, hagan justicia por mi y por todos los animalitos que nos vinimos al cielo antes de tiempo, a causa del maltrato y abandono animal. 

Al menos aquí en el cielo ya puedo descansar y ser feliz, al menos aquí en el cielo no hay personas malas y violentas que me maltraten…al menos aquí en el cielo, puedo ladrar libremente: ¡guau!




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