Flujo migrante: la pandemia agravó las condiciones: especialistas

Por Edson Ortiz
México (Aunam). Según el investigador Guillermo Castillo Ramírez, el argumento para detener el flujo migratorio era evitar que se contagiaran del virus SARS-Cov2 y para salvaguardar sus derechos, pero resultó todo lo contrario: no les garantizaban las condiciones sanitarias adecuadas ni el respeto a sus derechos en contextos de insalubridad. 

Castillo Ramírez, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, comentó que “los flujos migratorios han venido aumentando y diversificándose de manera clara desde finales del siglo pasado”. Es decir, que la situación de los migrantes contenidos durante la pandemia, por el cierre de las fronteras, era algo a lo que ya estaban expuestos desde antes de la misma. 


Durante conversatorio sobre ‘Migraciones y cambios urbanos en contextos fronterizos durante la pandemia de Covid-19’, organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), participaron Guillermo Castillo Ramírez, Mario Luis Fuentes y Javier Delgado Campos.

Las organizaciones y grupos pro-migrantes, de acuerdo con Castillo, tuvieron un rol importante durante este proceso, con la realización de marchas y protestas para defenderlos, además de proporcionar espacios, aunque no fueron suficientes debido a que la capacidad de los albergues había sido ya rebasada desde las caravanas del 2018 y 2019. “Antes del 18 y 19, los flujos migratorios no tenían estos niveles de concentración y de masividad en términos de contingentes de cientos y miles de personas”. 

Ejemplificó con el caso de Tapachula, ciudad que “juega un valor estratégico” para la aplicación de la política migratoria. Tapachula es la ciudad más grande, situada geográficamente en zona fronteriza. “Solo Tapachula concentra alrededor de más de la mitad de todas las solicitudes de refugio”, agregó. Además, declaró que de enero a la fecha hay cerca de 35,000 personas en trámites de refugio y visas humanitarias.

“Tapachula, a su vez que México, juega como un espacio de tránsito y de estancias temporales, entonces tendría que tener un proceso de atención a población migrante mucho más acorde con los estándares internacionales”, añadió.

Por su parte, Mario Luis Fuentes, investigador en el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, profundizó en que el papel de México ha evolucionado en los últimos años a no sólo ser un territorio por el cual se busca cruzar sino a ser el espacio en el cual ya se prioriza la estancia definitiva. 

De acuerdo con el investigador, se le llama desplazamiento forzado a la acción de huir del país de origen por el detonante principal: la inseguridad: “A mi juicio, la inseguridad genera la debilidad institucional y la debilidad democrática en los países expulsores, es el centro de estos procesos de salir para tratar de tener seguridad… la motivación es buscar seguridad económica, seguridad de tener vida digna, seguridad de garantía de derechos humanos”.

Respecto a los espacios en el territorio nacional en donde se les retiene o envía a los migrantes, enfatizó que la mayoría son improvisados, no cuentan con infraestructura pública (drenaje, alumbrado público, etc.) y además que se les expone a la criminalidad común. Tal es el caso de la Plaza de la República en Reynosa, Tamaulipas; la Plaza Central de Tapachula en Chiapas; la Pequeña Haití en el Cañón del Alacrán, Tijuana; Laguna Larga, El Desengaño en Campeche; entre otras. 

Por último, concluyó con el tema de la xenofobia y discriminación que sufren los mismos. Por la cercanía con los Estados Unidos y su tan conocida ideología de ultraderecha, “en el norte es un gran odio hacia los haitianos y en el sur es con los hondureños”, finalizó. 



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