En la piel de Samuel Parra, un joven escritor mazatleco
Por: Fernando Velarde y Zaida Ruiz |
Mazatlán (Aunam). Con sus 38 años reflejados en su piel morena, las grandes experiencias de la vida irradian a través de los ojos ocultos en unas gafas que le dan un toque intelectual y al mismo tiempo ayudan con la miopía, una vista que se consume en repasar los renglones de los interminables párrafos de las lecturas que con placer recorre.
Con unas ganas enormes de expresarse, el talento para escribir también se aprecia en las ansias por pronunciarse, el deseo de ser escuchado o tal vez entendido. El cerdo de la literatura como se hace llamar, nombre que mezcla a un escritor pervertido e inmoral y un hombre que siente orgulloso de sí mismo, aceptándose tal cual es.
Samuel Parra narra con deleite sus inicios en la literatura, siendo un joven de preparatoria en 1998, a dos años de iniciar el milenio estaba cerrando la década de los noventa, el maestro de la materia taller de lectura y redacción pidió leer un libro llamado el ruiseñor y la rosa del escritor Óscar Wilde.
“En un principio yo no quise leerlo porque un compañero decía que el autor era homosexual, por seguirle la corriente dije lo mismo, entonces el maestro nos obligó. Cuando lo leí me sorprendió el humor, la ironía y el sarcasmo que maneja el autor irlandés en sus textos. Creo que ahí fue donde descubrí mi amor por Oscar Wilde y el romance por las letras”, añadió.
Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando escuchó la pregunta que le hice, referente a la primera novela que escribió:
La primera novela que escribí, en forma, se llama: En la piel de un adicto, es una novela vivencial que narra la vida de Barry González. Él es un gordito que disfrutaba comer pero no sabía que en su pasión por la “tragadera" había una adicción a la comida. Me inspiré en mi propia experiencia de vida, porque por voluntad propia me metí a una clínica de rehabilitación para adictos donde, en un principio, yo sólo quería bajar de peso pero ahí descubrí que vivía para comer y no comía para vivir. Me encontré con el demonio más grande, al que más miedo le tengo, que soy yo mismo, lo peor de todo es que siempre me saboteo para que gane la adicción a la comida y no un control sobre la ansiedad.
Aunque es interesante conocer adicto a cualquier sustancia, porque lo utilicé a mi favor para escribir una columna llamada To Be Gordo en el Portal informativo Rabia y Tinta. En la columna exponía las desventuras e ironías que causa ser obeso en una sociedad de aparente perfección, respondió.
-Para convertirse en escritor, ¿tomó clases de literatura o es autodidacta?
-Tomé clases con distintos escritores para poder afianzar un estilo literario, entre ellos: Juan José Rodríguez, Elmer Mendoza, Hilario Peña, Nino Gallegos, Juan Pablo Meneses, Jacinto Rodríguez Munguía, Ignacio Rodríguez Reyna y Georgina Martinez Montaño. En este oficio nadie puede ser autodidacta porque tienes una obligación muy grande con el lector, es darte a entender, que la ficción o narrativa que interpretes llegue a buen desenlace y si quedan dudas, que sean para una segunda parte. El peor error que puedes cometer es creer que el público te va a leer, eso déjaselo a ellos y tú disfruta escribir para ti, no para nadie más.
Con gran interés manifestado en sus ojos, describía como le daba vida a sus personajes principales de sus novelas:
“Los construyo a partir de mi realidad y la ficción que genera la literatura. Cuando uno lee un libro de una persona que no conoce, pone en juego su propia dinámica interior para descifrar lo que hizo el escritor y no está sujeto al nerviosismo, a las ambiciones y mistificaciones que tiene todo autor al escribir un libro. Es muy difícil que un escritor sea el mejor juez de sí mismo: Cervantes pensaba que El Quijote era un divertimento y que su gloria estaría vinculada a los trabajos de Pérsiles y Segismunda. Es decir, no pensaba que la mayor de sus obras realmente lo era. El caso de Cervantes es aplicable a la mayoría de los escritores”.
“Me parece asombrosa la capacidad de Neruda para celebrar lo grato y lo placentero. La dicha y el placer son mudos. Sólo la desgracia y el sufrimiento hablan”.
-¿Cómo construye o en qué se inspira para la trama principal de sus novelas?
-Siempre es complejo contestar por qué uno aborda ciertas temáticas. Alguna vez escuché que los temas nos escogen a nosotros y no al revés. Puedo decir que yo jamás he elegido un tema porque esté en boga o porque es lo que “vende” en cierto momento. Creo que los temas en mis textos son precisamente los que me obsesionan, mis miedos, los enigmas que quisiera entender.
Desde luego, porque una vez que tú entras en la conciencia de ti mismo surge la tentación de la autofabulación. Es decir, ¿quién es verdaderamente un testigo objetivo de nuestra propia circunstancia? Nos estamos contando historias a nosotros mismos, nos estamos convenciendo de que somos de una manera y no de otra y todo esto hace que la interioridad, lo más genuino, tenga un componente de invención.
-¿Cuáles son sus temáticas favoritas para escribir historias y por qué?
-Todo lo que implique sangre, lo prohibido y grotesco. Debe de ser la cosa más terrible, porque solo hay de dos: o te contienes y eres infeliz toda la vida o actúas y le haces daño y le desgracias la vida a alguien. Pero, para pensar lo que sienten ellos simplemente tengo que sustituir. Yo sé lo que es sentir deseo y sé que, cuando quiero hacer algo, muevo cielo, mar y tierra para conseguirlo (o al menos lo intento). Entonces, solo sustituyo, en los personajes, ese deseo o esa motivación, y funcionan igual que uno. Ese es un miedo que siempre tengo, nos podemos convertir en eso que tanto tememos. Es una de mis obsesiones, entender esos mecanismos.
-¿Cuántas novelas había publicado?:
-De manera independiente, lancé dos libros digitales: Cuando escribir Duele y La puerta del dolor. Ambos ejemplares narraban cómo era sobrevivir con depresiones, angustias, miedo, sueños rotos y frustración.
En el 2016, ganamos un premio en la india, gracias a la academia de artes y letras de la India que apoyó la publicación de mi primera novela llamada: En la piel de un adicto, fui el primer mexicano en ganar este premio en 39 años que se ha realizado el certamen.
Posteriormente, escribí el libro de cuentos: La princesa de los elefantes, cuya inspiración fue muy curioso. Había regresado de la Feria internacional del libro de Guadalajara en el 2017, era el último día del novenario de la mamá de mi suegra, llegué a casa y quería cenar tamales porque eso ofrecieron después del rezo. Pero mi esposa me comentó que primero subiera al cuarto a cuidar a nuestra hija, Laura Sofía, que tenía año y medio de edad.
Cuando subí a la habitación, noté que la nena dormía. A un ladito de ella había un elefante de peluche, la posición en la que estaba hacía referencia a una pleitesía, como si se arrodillara frente a la nena. Al ver esa estampa, dije aquí hay una historia. Entonces agarré mi teléfono celular, comencé hablar como si fuera una niña de cuatro años que había llegado de la india y se sentía sorprendida porque Mazatlán era un mundo completamente diferente para ella, la gente era muy gritona, las calles estaban llenas de baches y no había elefantes en ellas. La médula de la historia, es el elemento perturbador, que la protagonista corre un peligro al ser víctima de un abuso sexual.
En el 2019 publiqué mi más reciente libro: Manzana podrida, que lo publicó una editorial española llamada Canarias, al igual que La princesa de los elefantes. Manzana podrida es un compendio de cuentos y entrevistas con personajes oscuros. Además de temas mórbidos, grotescos y explícitamente sexuales.
Ahora con la pandemia que nos tocó vivir, decidí emprender un proyecto, armé una antología de textos donde participaron más de 30 escritores de distintos países desde el interior de la República Mexicana hasta Rusia, Armenia, República del Congo, entre otros.
La antología se tituló: No somos islas, basado en el poema del escritor John Don, él expresa que el hombre difícilmente puede sobrevivir en solitario, donde dice que no somos islas, nos necesitamos uno al otro porque la carencia afectiva puede matarnos. Eso quedó demostrado con el periodo de aislamiento que hemos vivido.
-¿Cuál es su escritor favorito?
-Charles Bukowski y Óscar Wilde son mis escritores favoritos.
Al calor de la charla, era mucha la curiosidad si una profesión tan noble como esta es remunerada por el gobierno:
Ninguno. El gobierno lo único que hace es decirte que los presupuestos asignados al apoyo literario se terminaron o no fueron aprobados. Sólo puedo decir que un grupo de regidores, de la Comisión de Cultura, durante el trienio del presidente Fernando Pucheta Si me apoyó económicamente para viajar a un evento cultural pero fuera de ahí ya no habido nada. El gobierno sólo aprueba y apoya a una mínima camarilla de lamesuelas y yo no le voy a lamer el culo al gobierno.
-¿Se puede vivir de escritor?
-Sólo puedes vivir escribiendo si tienes apoyos del gobierno, en el sentido que cada año te bequen porque tienes a un amigo en el Fondo Nacional de Cultura Económica o cualquier institución similar. De lo contrario te mueres de hambre.
-¿Piensa que ya escribió́ la mejor de sus novelas o qué le falta por hace en su carrera como escritor?
Hasta que muera sabré cuál fue mi mejor novela, esa decisión la tendrán los lectores.
Sobre la mesa, el tema del periodismo y la literatura, parecía interesante conocer la manera en la que el autor las podría relacionar:
-Las dos disciplinas pueden apoyarse, siempre y cuando la historia lo amerite. Hay lectores que disfrutan de la información rápida, sin tanto rollo. Otros gustan de quemarse las pestañas con historias diferentes, que se cuente con un estilo narrativo que supere el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué; la enseñanza del aula no se compara jamás a las lecciones que recibes en la calle, ahí aprendes a generar tu olfato como reportero. Hay revistas como Gato Pardo, Reporte Índigo, Soho, Letras Libres, que son meramente literarias con un aderezo de periodismo.
-¿Cual es su opinión entre la relación de la Literatura y el Cine en la actualidad, qué tanto se apoyan?
-Todo en el cine es falso y, sin embargo, es real, así lo escribe en su último libro la crítica Fernanda Solórzano. Yo ampliaría que es también técnica y fascinación; industria y cultura; narrativa y accidente; política y digresión.
Como menciona el educador Marshal McLuhan en su conocido ensayo: El aula sin muros, “el cine pone a disposición de muchos en muchos momentos y lugares lo que de otro modo quedaría restringido a unos pocos y a pocos momentos y lugares”.
Walter Benjamin en su tratado: La obra de arte en su reproducibilidad técnica, se refiere también al carácter masivo de la fotografía y del cine, considerando que debido a las múltiples reproducciones la obra puede perder su originalidad, o su “aura”, como él la llama.
La correlación entre palabra e imagen dentro del contexto del arte y específicamente en el cine se ha estudiado desde distintos puntos de vista, sea psicológico, político, social o económico, así como también desde la perspectiva de la adaptación, donde se considera tanto el concepto del escritor como del cineasta.
La subjetividad del director es la que debe evaluar y decidir los detalles y cambios que permite el guion, así como también el grado de improvisación que se puedan permitir los actores. No en vano es el director quien asume la autoría y es quien se lleva los créditos o los ataques.
Pero lo importante, y como conclusión, es que la película debe considerarse un ente autónomo, que contará con su propio balance entre palabra e imagen y con su propia capacidad de evolucionar y subsistir.
Dicho en otras palabras, el film es una unidad que se vale por si misma, independiente no sólo de la novela que le sirvió de inspiración, sino del guion que le dio origen.
-¿Considera que se hacen buenas adaptaciones de las novelas escritas a películas, qué tanto se respetan las historias originales en su adaptación al cine?
-Todo depende de la subjetividad del director, ser objetivo no sirve en el cine.
-¿Cuál es el consejo que les da a los jóvenes que quieren ser escritores?
-No escriban por dinero, háganlo porque les gusta... si les pagan, olviden lo que les dije.
Mazatlán (Aunam). Con sus 38 años reflejados en su piel morena, las grandes experiencias de la vida irradian a través de los ojos ocultos en unas gafas que le dan un toque intelectual y al mismo tiempo ayudan con la miopía, una vista que se consume en repasar los renglones de los interminables párrafos de las lecturas que con placer recorre.
Con unas ganas enormes de expresarse, el talento para escribir también se aprecia en las ansias por pronunciarse, el deseo de ser escuchado o tal vez entendido. El cerdo de la literatura como se hace llamar, nombre que mezcla a un escritor pervertido e inmoral y un hombre que siente orgulloso de sí mismo, aceptándose tal cual es.
Samuel Parra narra con deleite sus inicios en la literatura, siendo un joven de preparatoria en 1998, a dos años de iniciar el milenio estaba cerrando la década de los noventa, el maestro de la materia taller de lectura y redacción pidió leer un libro llamado el ruiseñor y la rosa del escritor Óscar Wilde.
“En un principio yo no quise leerlo porque un compañero decía que el autor era homosexual, por seguirle la corriente dije lo mismo, entonces el maestro nos obligó. Cuando lo leí me sorprendió el humor, la ironía y el sarcasmo que maneja el autor irlandés en sus textos. Creo que ahí fue donde descubrí mi amor por Oscar Wilde y el romance por las letras”, añadió.
Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando escuchó la pregunta que le hice, referente a la primera novela que escribió:
La primera novela que escribí, en forma, se llama: En la piel de un adicto, es una novela vivencial que narra la vida de Barry González. Él es un gordito que disfrutaba comer pero no sabía que en su pasión por la “tragadera" había una adicción a la comida. Me inspiré en mi propia experiencia de vida, porque por voluntad propia me metí a una clínica de rehabilitación para adictos donde, en un principio, yo sólo quería bajar de peso pero ahí descubrí que vivía para comer y no comía para vivir. Me encontré con el demonio más grande, al que más miedo le tengo, que soy yo mismo, lo peor de todo es que siempre me saboteo para que gane la adicción a la comida y no un control sobre la ansiedad.
Aunque es interesante conocer adicto a cualquier sustancia, porque lo utilicé a mi favor para escribir una columna llamada To Be Gordo en el Portal informativo Rabia y Tinta. En la columna exponía las desventuras e ironías que causa ser obeso en una sociedad de aparente perfección, respondió.
-Para convertirse en escritor, ¿tomó clases de literatura o es autodidacta?
-Tomé clases con distintos escritores para poder afianzar un estilo literario, entre ellos: Juan José Rodríguez, Elmer Mendoza, Hilario Peña, Nino Gallegos, Juan Pablo Meneses, Jacinto Rodríguez Munguía, Ignacio Rodríguez Reyna y Georgina Martinez Montaño. En este oficio nadie puede ser autodidacta porque tienes una obligación muy grande con el lector, es darte a entender, que la ficción o narrativa que interpretes llegue a buen desenlace y si quedan dudas, que sean para una segunda parte. El peor error que puedes cometer es creer que el público te va a leer, eso déjaselo a ellos y tú disfruta escribir para ti, no para nadie más.
Con gran interés manifestado en sus ojos, describía como le daba vida a sus personajes principales de sus novelas:
“Los construyo a partir de mi realidad y la ficción que genera la literatura. Cuando uno lee un libro de una persona que no conoce, pone en juego su propia dinámica interior para descifrar lo que hizo el escritor y no está sujeto al nerviosismo, a las ambiciones y mistificaciones que tiene todo autor al escribir un libro. Es muy difícil que un escritor sea el mejor juez de sí mismo: Cervantes pensaba que El Quijote era un divertimento y que su gloria estaría vinculada a los trabajos de Pérsiles y Segismunda. Es decir, no pensaba que la mayor de sus obras realmente lo era. El caso de Cervantes es aplicable a la mayoría de los escritores”.
“Me parece asombrosa la capacidad de Neruda para celebrar lo grato y lo placentero. La dicha y el placer son mudos. Sólo la desgracia y el sufrimiento hablan”.
-¿Cómo construye o en qué se inspira para la trama principal de sus novelas?
-Siempre es complejo contestar por qué uno aborda ciertas temáticas. Alguna vez escuché que los temas nos escogen a nosotros y no al revés. Puedo decir que yo jamás he elegido un tema porque esté en boga o porque es lo que “vende” en cierto momento. Creo que los temas en mis textos son precisamente los que me obsesionan, mis miedos, los enigmas que quisiera entender.
Desde luego, porque una vez que tú entras en la conciencia de ti mismo surge la tentación de la autofabulación. Es decir, ¿quién es verdaderamente un testigo objetivo de nuestra propia circunstancia? Nos estamos contando historias a nosotros mismos, nos estamos convenciendo de que somos de una manera y no de otra y todo esto hace que la interioridad, lo más genuino, tenga un componente de invención.
-¿Cuáles son sus temáticas favoritas para escribir historias y por qué?
-Todo lo que implique sangre, lo prohibido y grotesco. Debe de ser la cosa más terrible, porque solo hay de dos: o te contienes y eres infeliz toda la vida o actúas y le haces daño y le desgracias la vida a alguien. Pero, para pensar lo que sienten ellos simplemente tengo que sustituir. Yo sé lo que es sentir deseo y sé que, cuando quiero hacer algo, muevo cielo, mar y tierra para conseguirlo (o al menos lo intento). Entonces, solo sustituyo, en los personajes, ese deseo o esa motivación, y funcionan igual que uno. Ese es un miedo que siempre tengo, nos podemos convertir en eso que tanto tememos. Es una de mis obsesiones, entender esos mecanismos.
-¿Cuántas novelas había publicado?:
-De manera independiente, lancé dos libros digitales: Cuando escribir Duele y La puerta del dolor. Ambos ejemplares narraban cómo era sobrevivir con depresiones, angustias, miedo, sueños rotos y frustración.
En el 2016, ganamos un premio en la india, gracias a la academia de artes y letras de la India que apoyó la publicación de mi primera novela llamada: En la piel de un adicto, fui el primer mexicano en ganar este premio en 39 años que se ha realizado el certamen.
Posteriormente, escribí el libro de cuentos: La princesa de los elefantes, cuya inspiración fue muy curioso. Había regresado de la Feria internacional del libro de Guadalajara en el 2017, era el último día del novenario de la mamá de mi suegra, llegué a casa y quería cenar tamales porque eso ofrecieron después del rezo. Pero mi esposa me comentó que primero subiera al cuarto a cuidar a nuestra hija, Laura Sofía, que tenía año y medio de edad.
Cuando subí a la habitación, noté que la nena dormía. A un ladito de ella había un elefante de peluche, la posición en la que estaba hacía referencia a una pleitesía, como si se arrodillara frente a la nena. Al ver esa estampa, dije aquí hay una historia. Entonces agarré mi teléfono celular, comencé hablar como si fuera una niña de cuatro años que había llegado de la india y se sentía sorprendida porque Mazatlán era un mundo completamente diferente para ella, la gente era muy gritona, las calles estaban llenas de baches y no había elefantes en ellas. La médula de la historia, es el elemento perturbador, que la protagonista corre un peligro al ser víctima de un abuso sexual.
En el 2019 publiqué mi más reciente libro: Manzana podrida, que lo publicó una editorial española llamada Canarias, al igual que La princesa de los elefantes. Manzana podrida es un compendio de cuentos y entrevistas con personajes oscuros. Además de temas mórbidos, grotescos y explícitamente sexuales.
Ahora con la pandemia que nos tocó vivir, decidí emprender un proyecto, armé una antología de textos donde participaron más de 30 escritores de distintos países desde el interior de la República Mexicana hasta Rusia, Armenia, República del Congo, entre otros.
La antología se tituló: No somos islas, basado en el poema del escritor John Don, él expresa que el hombre difícilmente puede sobrevivir en solitario, donde dice que no somos islas, nos necesitamos uno al otro porque la carencia afectiva puede matarnos. Eso quedó demostrado con el periodo de aislamiento que hemos vivido.
-¿Cuál es su escritor favorito?
-Charles Bukowski y Óscar Wilde son mis escritores favoritos.
Al calor de la charla, era mucha la curiosidad si una profesión tan noble como esta es remunerada por el gobierno:
Ninguno. El gobierno lo único que hace es decirte que los presupuestos asignados al apoyo literario se terminaron o no fueron aprobados. Sólo puedo decir que un grupo de regidores, de la Comisión de Cultura, durante el trienio del presidente Fernando Pucheta Si me apoyó económicamente para viajar a un evento cultural pero fuera de ahí ya no habido nada. El gobierno sólo aprueba y apoya a una mínima camarilla de lamesuelas y yo no le voy a lamer el culo al gobierno.
-¿Se puede vivir de escritor?
-Sólo puedes vivir escribiendo si tienes apoyos del gobierno, en el sentido que cada año te bequen porque tienes a un amigo en el Fondo Nacional de Cultura Económica o cualquier institución similar. De lo contrario te mueres de hambre.
-¿Piensa que ya escribió́ la mejor de sus novelas o qué le falta por hace en su carrera como escritor?
Hasta que muera sabré cuál fue mi mejor novela, esa decisión la tendrán los lectores.
Sobre la mesa, el tema del periodismo y la literatura, parecía interesante conocer la manera en la que el autor las podría relacionar:
-Las dos disciplinas pueden apoyarse, siempre y cuando la historia lo amerite. Hay lectores que disfrutan de la información rápida, sin tanto rollo. Otros gustan de quemarse las pestañas con historias diferentes, que se cuente con un estilo narrativo que supere el qué, cómo, cuándo, dónde y por qué; la enseñanza del aula no se compara jamás a las lecciones que recibes en la calle, ahí aprendes a generar tu olfato como reportero. Hay revistas como Gato Pardo, Reporte Índigo, Soho, Letras Libres, que son meramente literarias con un aderezo de periodismo.
-¿Cual es su opinión entre la relación de la Literatura y el Cine en la actualidad, qué tanto se apoyan?
-Todo en el cine es falso y, sin embargo, es real, así lo escribe en su último libro la crítica Fernanda Solórzano. Yo ampliaría que es también técnica y fascinación; industria y cultura; narrativa y accidente; política y digresión.
Como menciona el educador Marshal McLuhan en su conocido ensayo: El aula sin muros, “el cine pone a disposición de muchos en muchos momentos y lugares lo que de otro modo quedaría restringido a unos pocos y a pocos momentos y lugares”.
Walter Benjamin en su tratado: La obra de arte en su reproducibilidad técnica, se refiere también al carácter masivo de la fotografía y del cine, considerando que debido a las múltiples reproducciones la obra puede perder su originalidad, o su “aura”, como él la llama.
La correlación entre palabra e imagen dentro del contexto del arte y específicamente en el cine se ha estudiado desde distintos puntos de vista, sea psicológico, político, social o económico, así como también desde la perspectiva de la adaptación, donde se considera tanto el concepto del escritor como del cineasta.
La subjetividad del director es la que debe evaluar y decidir los detalles y cambios que permite el guion, así como también el grado de improvisación que se puedan permitir los actores. No en vano es el director quien asume la autoría y es quien se lleva los créditos o los ataques.
Pero lo importante, y como conclusión, es que la película debe considerarse un ente autónomo, que contará con su propio balance entre palabra e imagen y con su propia capacidad de evolucionar y subsistir.
Dicho en otras palabras, el film es una unidad que se vale por si misma, independiente no sólo de la novela que le sirvió de inspiración, sino del guion que le dio origen.
-¿Considera que se hacen buenas adaptaciones de las novelas escritas a películas, qué tanto se respetan las historias originales en su adaptación al cine?
-Todo depende de la subjetividad del director, ser objetivo no sirve en el cine.
-¿Cuál es el consejo que les da a los jóvenes que quieren ser escritores?
-No escriban por dinero, háganlo porque les gusta... si les pagan, olviden lo que les dije.
Leave a Comment