MARCO ANTONIO ZARAGOZA CAMPILLO, UN DESCENDIENTE DE FILÍPIDES EN MÉXICO

  • Las hazañas de un mexicano emulan al legendario hemeródromo griego.
Texto: José Luis Ruperto Mateos y Natalia Antonia Castrejón Castillo
Fotografías: Natalia Castrejón
Ciudad de Mèxico (Aunam). Más allá de los 42.195 kilómetros de la maratón, hay una modalidad de carreras en donde se cubren distancias consideradas sobrehumanas, que pueden ir de los 100 hasta los cuatro mil kilómetros o más, es la: ultramaratón. Esta disciplina también es conocida como ultradistancia o ultrarunning y quienes la practican pueden pasar largos periodos de tiempo corriendo sin descanso.


Podría parecer difícil creer que un ser humano puede correr más de 100 kilómetros sin parar, pero es posible, así lo demuestran los ultramaratonistas quienes además de correr grandes distancias, también se preparan para librar las inclemencias del clima y los terrenos agrestes. Después de ver las hazañas de estos deportistas, la primera pregunta que surge: ¿Cuáles son los límites físicos del ser humano?

Antecedentes

Hace aproximadamente dos mil 500 años, el deporte y las carreras de fondo en Grecia tenían una gran importancia, como parte de la educación de sus ciudadanos. Incluso, se practicaba la carrera de hoplitas, en la que los soldados recorrían un trayecto con espada, escudo, casco, coraza y lanza. Los mejores pasaban a ser parte del cuerpo de hemeródromos, quiénes eran mensajeros en tiempos de guerra y paz.

Filípides fue uno de sus integrantes más legendarios, pues se dice, recorrió el trayecto de la llanura de Maratón (en donde se libraba una guerra) a Atenas, para informar sobre la victoria ateniense sobre los persas. Pero su verdadera hazaña fue cubrir 246 kilómetros en una ruta de Maratón-Esparta-Maratón. De esta manera dejó el antecedente del ultramaratón.

Un hemeródromo mexicano

Hoy en día México ha visto surgir a un corredor que evoca al legendario soldado: Marco Antonio Zaragoza Campillo, poseedor del récord nacional de ultradistancia en 48 horas, modalidad en donde se recorre la mayor cantidad de kilómetros posible en el tiempo indicado.

Él ha formado parte del selecto grupo de atletas que son admitidos para participar en el Spartathlon, y ha representado a México en el Campeonato Mundial de Ultradistancia. Ciencia y deporte se fusionan en Marco Antonio, pues además de ser estudiante en el Posgrado de Ciencias Bioquímicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), también es académico en la Facultad de Ciencias, de la misma universidad.

Una soleada tarde frente al Museo Universitario de Arte Contemporáneo enmarca la entrevista a Marco Zaragoza. El ultracorredor luce una mochila deportiva con el emblema de Deportes UNAM, que pareciera ser una reminiscencia al escudo que portó el soldado Filípides durante su recorrido de más de 200 kilómetros. Se pone cómodo y comienza a relatar su “carrera por la vida”.

"El deporte nunca figuró en mi vida"

Marco Antonio Zaragoza creció en Chalco, Estado de México, en un ambiente humilde. Siempre tuvo inquietud por la ciencia y se hacía preguntas como: ¿por qué cae un rayo? o ¿por qué los árboles son verdes?, interrogantes infantiles, pero a fin de cuentas complejas de resolver. Su interés quedó escondido, hasta la preparatoria, pues no se sentía con la libertad de expresarlo; su madre deseaba que fuera abogado.

Su etapa en la secundaria transcurrió entre mítines, retenes, faltas y disputas de sus profesores por obtener más salones, "todo parecía importante menos estudiar", afirma. Además, la biblioteca de su escuela era en realidad un cuarto que siempre estaba cerrado y solo desde afuera podían verse los libros.

Para Zaragoza Campillo, las tareas que le dejaban en la escuela eran fáciles, como de trámite. Lo interesante para él era leer y aprender por su cuenta de los libros que compraba. En esta época, el ahora ultramaratonista, sólo jugaba fútbol de forma esporádica, porque en su formación el deporte no figuraba como una prioridad. Incluso hoy en día, es el único deportista de su familia.

UNAM, una puerta de entrada al conocimiento

Marco Zaragoza tiene una mentalidad resiliente: cuando le dicen que algo es imposible, hay algo en él que lo lleva a encarar el desafío, a comprobar si en verdad eso es algo irrealizable. Ese deseo desafiante lo llevó a querer ingresar a uno de los bachilleratos de la UNAM, tras largas horas de estudio, logró ingresar al Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Plantel Oriente.

No ver limitaciones de ningún tipo le permitió a Marco Zaragoza ingresar a la UNAM y encaminarse a la ciencia y el deporte. Fotografía: Natalia Castrejón

Pasó el examen y obtuvo uno de los puntajes más altos, lo presumieron en la secundaria, como el único alumno que había ingresado a la Máxima Casa de Estudios. Convertirse en universitario, no solo le permitió evitar el gasto de un uniforme y tener la escuela cerca; su vida, en realidad cambió, pues sus capacidades se vieron potenciadas. Entrar ahí representó un mundo diferente, en especial cuando conoció la biblioteca.

Zaragoza Campillo la concibió como "el mundo de los libros". Recuerda que el primer pensamiento que tuvo fue: "¿Cuánto tiempo debería tener para leer todos los libros, sí me tardo tres días en leer cada uno?". Entre las risas que evocan sus inicios como universitario, el corredor cuenta que sus cálculos lo llevaron a darse cuenta, que no le alcanzaría la vida para concluirlos.

No obstante, Marco Zaragoza entró al CCH con la intención de estudiar Derecho. "Mi mamá quería que fuera abogado, por el simple hecho de que, ‘si eres abogado vas a ser importante’", recuerda. Ese deseo materno lo siguió hasta su último año de bachillerato, en que tomó optativas como latín y derecho, asignaturas en donde se moría del aburrimiento.

"¿Esto es lo que va a seguir en mi vida?", se cuestionaba. Él no se visualizaba estudiando la Constitución Mexicana y libros de Ciencias Sociales. Estas reflexiones guiaron a Zaragoza Campillo a elegir la licenciatura en Física, en la Facultad de Ciencias: estuvo dispuesto a enfrentarse a las dificultades y probable sufrimiento que esta disciplina demandara.

La decisión era retadora, en parte porque el ahora multimaratonista no había cursado materias del área de las Ciencias Físico Matemáticas y de las Ingenierías, por lo que tomó cuatro cursos relámpago de las asignaturas que iba a cursar en los primeros semestres de la carrera. "Me la pasaba estudie y estudie" cuenta.

¿Cómo llegó el ultramaratón a la vida de Marco Zaragoza?

Cabe destacar que en la vida del mexicano hubo dos hechos que precedieron su gusto por el ultrarunning. El primero de ellos ocurrió durante su etapa de estudios de nivel medio superior; en una ocasión olvidó llevar dinero para pagar su transporte de regreso. Por ello, tuvo que caminar desde su bachillerato, ubicado en la Delegación Iztapalapa, hasta su casa en el municipio de Chalco, Estado de México. El trayecto le tomó cinco horas.

El segundo ocurrió cuando empezaba a correr por motivos de salud. Él tenía un amigo que habitualmente corría y se encontraba en preparación para participar en un medio maratón. En una ocasión, Marco Zaragoza lo acompañó en un entrenamiento de 13 kilómetros en el circuito de Ciudad Universitaria.

Para sorpresa de ambos, sin experiencia previa, Zaragoza le sostuvo el paso durante todo el recorrido, y así fue como de forma gradual, subieron la distancia de sus sesiones de preparación a 15 kilómetros (km), después a 18 km y en menos de un mes ya corrían 21 km.

El momento en que Marco ya terminaba 30 kilómetros, coincidió con el ofrecimiento que le hicieron de una inscripción al Maratón Internacional de la Ciudad de México. Accedió a inscribirse y así fue como corrió su primer maratón.

Sus labores en el ámbito académico las ha compaginado con su trayectoria deportiva. Para poder desempeñarse bien, tanto en los ultramaratones como en la academia, él afirma que: "La clave es ser inteligente en el entrenamiento". Marco Zaragoza se enfoca en trabajar durante sus entrenamientos, la adquisición de resistencia, para soportar las cargas de distancias por arriba de los 100 kilómetros.

Aunque, en la actualidad, un centenar de kilómetros es una distancia que maneja muy bien y disfruta, para llegar a esa distancia, pasó por un proceso gradual en el que comenzó por correr 50 kilómetros, pero acumulados a la semana. Después, de forma paulatina fue incrementando las distancias de sus recorridos.

La resistencia física, puesta a prueba en Guachochi



El también físico tuvo su primer contacto con el mundo de la ultradistancia cuando participó en el Ultramaratón de los Cañones, que se realiza año con año en Guachochi, Chihuahua, México. Dicho evento, ofrece a los participantes dos recorridos: uno de 63 kilómetros (km) y el más famoso de 100 km. Marco se inscribió al de menor distancia, pero por "azares del destino" se dio cuenta de que podía soportar más.

Cabe destacar que, la ruta de dicha carrera se caracteriza por internarse en la Sinforosa que popularmente es conocida como “La Reina de las Barrancas”, en donde los corredores cubren 35 kilómetros de la ruta a un desnivel de mil 450 metros sobre el nivel del mar, aunado a ello, en dicha parte del trayecto la temperatura puede llegar a rebasar los 40 grados centígrados.

Pese a lo arduo del recorrido, Zaragoza llegó a la meta de los 63 kilómetros y se dio cuenta de que, para cubrir los 100 kilómetros, sólo debía completar de nuevo, el trayecto del punto conocido como el puente colgante al centro de Guachochi.

Entonces visualizó 40 kilómetros más y se decidió a ir por la distancia más larga; sin planearlo logró concluir el recorrido, en malas condiciones físicas, pero pensó una cosa: "Esto es lo que quiero hacer”.

Desde ese momento, Zaragoza comenzó a buscar carreras de un centenar de kilómetros en México; así averiguó que en territorio nacional se realizaban eventos como: el Selectivo Silvia Adondi, el Ultramaratón de León, El Circuito solo para salvajes, entre otros.

Luego de adentrarse más en el ámbito de las distancias por arriba de los 100 kilómetros, se dio cuenta de que los eventos realizados en territorio mexicano tan sólo representaban una pequeña parte de todas las posibilidades: existían ultramaratones en otras partes del mundo. "Descubres que estás en una burbuja y que lo que pasa en México, es solo un cachito", comenta al respecto.

Además, supo que también había carreras de 24 horas, 48 horas e incluso carreras extremas como las 100 millas, que se realizan en el Monte Everest y el Ultramaratón de los Cuatro Desiertos. "¡Wow!, ¿a poco eso existe?", fue la reacción del ultramaratonista, al saber que se realizaban esas competiciones y que había corredores que tenían la condición física para terminarlas.

Ante el contexto mundial Marco firme y sin miedo

La primera oportunidad que tuvo Zaragoza Campillo para representar a México en el extranjero fue en el Campeonato Mundial de Ultradistancia, que se realizó en julio de 2017 en Belfast, Irlanda del Norte. El universitario acabó en la posición número 77 y logró romper el récord mexicano de 24 horas con 208 punto nueve kilómetros recorridos.

La hazaña que comenzó a las doce del día implicó sortear cambios de clima muy abruptos y constantes cambios de ritmo. Entre los obstáculos que se le presentaron, estuvieron el calor, la intensa lluvia, la oscura noche y el terrible frío que trajo consigo, algo que no había experimentado antes en tal magnitud, pero el rival más duro e imprevisto fue el sueño.

Una somnolencia aplastante, que nunca había experimentado apareció a las dos de la mañana; su cuerpo empezó a resentir el largo kilometraje que llevaba recorrido. Durante dos horas terribles, Zaragoza Campillo luchó contra el sueño pellizcándose, tomando café, echándose, de manera brusca, agua en la cara.

El ultramaratonista sabía que estaba retrasado, sus cálculos proyectaban que ya no alcanzaría a superar el récord mexicano de 24 horas, pero no se rindió, su recuperación llegó con los primeros rayos del sol, motivado y determinado aumentó su ritmo, siguió. Tras 20 horas corriendo, decidió correr a un ritmo suicida de cuatro minutos y medio, por kilómetro, que le permitió batir el récord nacional, el objetivo que se había planteado.

Durante esa carrera entendió lo que Yiannis Kouros decía: “te vuelves ultramaratonista, en el momento en que tu cuerpo ya no responde y la mente te tiene que llevar”. Cabe señalar que entre la iniciación de Marco en las carreras y su primer Mundial de ultradistancia, tan solo transcurrieron dos años.

Poco menos de tres meses después de su proeza en Belfast, se dio el segundo hito en la trayectoria deportiva de Zaragoza Campillo: participó en el considerado mejor ultramaratón del mundo, el Spartathlon, en Grecia, en el que se corren 246 kilómetros sin parar de Atenas a Esparta, a través de Eléusis, Megara y Cineta, hacia Corinto en honor a Filípides.

"Solo van los mejores del mundo", expuso el atleta a funcionarios de Deportes UNAM para ser apoyado, quienes evaluaron el proyecto, se interesaron y le proporcionaron el apoyo. Dicha competencia sólo admite a algunos corredores de todo el orbe y Marco Zaragoza logró su admisión luego de presentar los requisitos solicitados por el comité organizador de la afamada carrera griega.

Sin dudarlo le brindaron el apoyo, porque les impactó que un alumno de posgrado de la UNAM participara en ese tipo de competencias. "Lo que tal vez costó un poco al principio fue que, la ultramaratón apenas está teniendo fuerza en México, entonces es muy difícil convencer a alguien de que correr 100 kilómetros no es tan difícil", relata.

Llegado el día de la competencia, comenzó el desafío a los pies de la Acrópolis de Atenas junto a corredores de todo el mundo. Lo más complicado de la ruta fue en el kilómetro 200, en donde había un segmento con bajadas. "No sabes lo que es cuando ya llevas más de 200 kilómetros en las piernas y que te pongan a correr de bajada, ahí si sientes que se te están desprendiendo las piernas", relata. Ante la rigurosidad de la carrera Marco Zaragoza se sobrepuso y logró concluirla. Al llegar a la meta, festejó como todos los demás finalistas a los pies de la estatua de Filípides.

El ultramaratonista, frente a la estatua de Filípides en Esparta, Grecia, tras finalizar el Spartathlon 2017. Fotografía: Perfil de facebook de Marco Antonio Zaragoza

Se le puede llamar el Filípides mexicano, pues este año emprendió una ambiciosa gira por Sudamérica, en una semana recorrió alrededor de 474 kilómetros. Para dimensionar su hazaña, esa es la misma distancia de Guanajuato a Acapulco.

Fue en el evento "48 horas Internacionales Uruguay Natural”, en Montevideo, en el que Marco Zaragoza terminó en segundo lugar de la carrera y en la que corrió sin parar 314 punto ocho kilómetros, con lo cual reemplazó el récord que la mexicana Silvia Andoni había impuesto en 1993, al correr 271 kilómetros. A solo cinco días de batir la mejor marca mexicana de 48 horas ya estaba listo para participar en las 24 horas del "Ultramaratón Internacional de Termas de Río Hondo, Santiago del Estero" en Argentina, donde cubrió 159 kilómetros.

La determinación de Marco le llevó a superar las carencias de apoyo técnico y obtener el segundo lugar en las 48 Horas Internacionales Uruguay Natural. En dicho evento también logró romper el récord mexicano de ultramaratón 48 horas. Fotografía: Perfil de facebook de Marco Antonio Zaragoza

"La clave es arriesgarte"

¿Cómo hacer posibles estas hazañas, correr distancias que parecen sobrehumanas?, Marco Zaragoza lo revela: "La clave es arriesgarte (...) porque siempre que algo implica riesgo puedes ganar o puedes perder, es lo interesante de eso”. El universitario señala que estar convencido y motivado es necesario para alcanzar logros grandes.

Ahora lo que lo alienta a sumar kilómetros es participar en "La Real Ruta de Filípides", que comprende 490 kilómetros de trecho. "Sé que es un proceso, en el cual, debo de tener entrenamientos y competencias que me ayuden a conseguir ese objetivo", dice. En este entrenamiento él disfruta de correr en circuitos o como ocurrió en Uruguay: pistas de atletismo.

Muchas personas le han preguntado porque le gusta competir en circuitos, si es “tedioso” o no tiene las mismas vistas que una carrera de trail (las cuáles se llevan a cabo en montañas), a lo que él responde: "Como decía Yiannis Kouros, ‘la esencia de estar haciendo eso, es que estas corriendo’", por ello, no importa si tiene que dar varias vueltas a una pista de 400 metros o a un circuito de un kilómetro.

Por el momento Marco Zaragoza no tiene ningún tipo de patrocinio, a excepción de la ayuda que le ha brindado la UNAM. En cambio, otros ultramaratonistas reciben el apoyo de grandes marcas comerciales, como el estadounidense Dean Karnazes, quien es patrocinado por la empresa de bebidas energéticas Powerade.

Dentro de los apoyos brindados por la empresa al estadounidense, además de hidratación, estuvo llevarlo en el año 2013 a Chihuahua para participar en el Ultramaratón de los Cañones. El atleta también es auspiciado por North Face, marca que provee a Dean con la mejor de su tecnología en prendas deportivas para cualquier tipo de clima.

De manera similar, Pete Kostelnick, ganador del ultramaratón Badwater, recibe el patrocinio de Hoka, marca de calzado deportivo, cuyos tenis en promedio cuestan 130 dólares. En contraste, Zaragoza ha tenido que conseguir apoyos por cuenta propia y en los eventos en los que ha corrido ha tenido que ser autosuficiente, pues tampoco cuenta con entrenador, masajista o nutriólogo.

Para el deportista conseguir patrocinios ha sido difícil, porque la disciplina que practica es poco difundida y practicada en México. Incluso cuando estaba por participar en el Campeonato Mundial de Ultradistancia y en busca de algún auspicio se tuvo que enfrentar a preguntas como: "¿y eso qué es?, ¿qué es la ultradistancia?, ¿vas a ir a ganar?, ¿vas a traer la medalla de oro?”.

Pese a las dudas y a la poca tradición del ultramaratón en México, Marco ha marcado la pauta para que los corredores mexicanos comiencen a practicar esta modalidad del atletismo y ha hecho que el nombre de su país comience a sonar dentro de las 75 federaciones miembros de la IAU (International Association of Ultrarunners), organismo que se encarga de regular las carreras de ultradistancia a nivel mundial.

En su momento Filípides corría para hacer mensajes sobre las victorias o devenires de los tiempos de guerra y paz. Hoy Marco Zaragoza junto a los corredores que osan correr más de los 42.195 kilómetros del maratón, nos transmiten el mensaje de que no hay limitaciones en ningún sentido e intentar hacer lo que parece imposible, antes de calificarlo como irrealizable. Ellos son los hemeródromos modernos.

La determinación de Marco le llevó a superar las carencias de apoyo técnico y obtener el segundo lugar en las 48 Horas Internacionales Uruguay Natural. En dicho evento también logró romper el récord mexicano de ultramaratón 48 horas. Fotografía: Perfil de Facebook de Marco Antonio Zaragoza



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