PASEO DE ESTRELLAS EN CHAPULTEPEC


Por Monserrat Nochebuena
México (Aunam). Dicen que recordar es volver a vivir. Los recuerdos llegan a la memoria a través de distintos medios: las calles y estaciones de metro transcurridas, por ejemplo. Pero también gracias a las fotografías puestas en un camino que en la marcha se vuelve un paseo de estrellas, las cuales han estado presentes en el país para dar los más grandes espectáculos. Estos cobran vida al ser evocados por quienes estuvieron ahí, e imaginados por los que no.

Han pasado 12 horas desde que inició el día número 81 de este año bisiesto y en algún momento de él, a una hora exacta pero desconocida, se habrán cumplido 210 años del natalicio de Benito Juárez. Lo que es certero es que la primera estación del año, al menos en esta parte del mundo, ha iniciado, aunque el clima nublado y las predicciones de lluvia, gracias al nuevo frente frío, hacen pensar que la primavera no ha vuelto.

Así parece en el fresco Paseo de la Reforma. Éste es un canal mediante el cual es posible llegar a distintos polos (se puede ir desde Santa Fe hasta Tepito) y encontrar variados lugares para visitar, uno de ellos Chapultepec. Solo se escuchan las ruedas de los autos circulando por la vía. No hay sonidos de prisa o estrés, el tránsito es anormal. Ligeras corrientes de aire transportan el aroma de la fruta de los puestos que comienzan a ubicarse a pocos metros de la entrada al zoólogico.

El Lago de Chapultepec es navegado por distintas personas sobre lanchas y kayaks. A su alrededor, familias pequeñas se encuentran tendidas en camastros o simplemente en el pasto organizando picnics y cerrando los ojos, quizá viajando hacia otro lugar. Afuera, sobre el enrejado que resguarda los sueños, se ubica la Galería Abierta de las rejas de Chapultepec.

En este espacio se encuentra la exhibición: "El espectacular público mexicano". La cual reúne una serie de fotografías que retratan algunos de los espectáculos más grandes que han tenido lugar en la Ciudad de México: obras de teatro, la Serie Nascar y la Fórmula Uno, pero sobre todo conciertos y festivales de música con artistas tanto nacionales como internacionales.

La exposición forma parte de los festejos del 25 aniversario de la Corporación Interamericana de Entretenimiento (CIE-OCESA), encargada de la organización de eventos como los anteriores y de similar magnitud. Su objetivo es "rendir homenaje al espectador que hace posible el esplendor del espectáculo en la Ciudad de México", y aunque no es el público el protagonista de las imágenes, salvo algunas excepciones, este reconocimiento puede encontrarse de otra manera.


Se ha escuchado decir que la fotografía es memoria. Por tanto, en este paseo de estrellas, se observa a la foto como un instrumento para evitar el olvido. El homenaje que se brinda al espectador es ese, hacerlo recordar para no olvidar.

Zoé, con su concierto en el Foro Sol del 8 de noviembre de 2014, es la banda que abre el camino a un viaje entre los recuerdos que hace llegar a personajes como Paul McCartney avasallando el Zócalo capitalino aquel 10 de mayo de 2012; David Bowie en una imagen vertical que lo hace ver inmortal aunque ya no esté en el mundo real; Keith Richards ya de cabello blanco pero que junto con The Rolling Stones hacía apenas su segunda visita a México; por mencionar algunos.

A su salida del zoológico o solo por ser parte de su trayecto, la gente se detiene a observar. “Mira yo estuve ahí”, dice un hombre a su esposa, señalando la fotografía de uno de los ocho conciertos que Metallica ofreció en el “Domo de cobre”, mejor conocido como Palacio de los Deportes, en 2012.

Parejas solitarias, con hijos, con más miembros de su familia, tal vez amigos; jóvenes y personas con un tono más gris en el cabello, se encuentran con experiencias que han sido suyas, pero también que no lo fueron, y es a través de las fotografías como pueden imaginar lo sucedido. Los de menor edad se sorprenden al encontrar imágenes de los artistas pop que escuchan en la radio, el colorido show de Katy Perry, por ejemplo. Por su parte, los de mayor andar se acercan para ver a Alfonso André de Caifanes o a “El Jefe” Bruce Springsteen.

Brazos hacia arriba, extendidos hasta las yemas de los dedos. Pequeñas cabezas indistintas se asoman entre ellos. Es lo que se ve en una foto tomada al público en el concierto de Pearl Jam, en noviembre del año pasado, y es la que rinde el reconocimiento meramente a los espectadores. Sí, reviven los momentos, pero también se reanima la ansiedad de los minutos u horas previos de espera, de las filas, de ocupar el lugar perfecto.

Renace la euforia en el interior, la piel se vuelve a erizar, la nostalgia del anhelo vuelve y se queda en ese instante, en el breve y gran álbum de fotografías sobre el que se tiene que caminar para volver a sentirse vivo.





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