MÁS QUE UNA CANCIÓN, UNA FORMA DE VIDA

Por Amairani Montzerrat García Rivera
México Aunam). Usar ropa, accesorios y perfumes de marca es lo que los miembros de la banda Uvas Cangris quieren, algunos lo consiguen, otros se ven obligados a comprar imitaciones y unos cuantos prefieren robar lo que necesitan. Son apenas unos adolescentes, ninguno tiene más de 16 años, algunos aún estudian o van a la escuela o fingen que lo hacen, cuando en realidad acuden sólo a vender drogas o a robar a sus compañeros.

El origen de los Uvas Cangris no se conoce con exactitud, sin embargo, hay quienes como miembros de la organización afirman que ésta nació en un Colegio de Bachilleres, el "Manuel Chavarría Chavarría", ubicado en Tláhuac. Como banda, comenzaron cuando eran apenas cinco miembros pero con el paso de los años y las nuevas generaciones en la escuela, el número creció y ahora es imposible saber cuántos son miembros de esta comunidad y en cuántas escuelas se ubican.

Es viernes y la salida de la Escuela Secundaria Técnica No. 80 “Moisés Sáenz Garza”, será temprano porque los profesores tienen junta de consejo. Normalmente salen de clases a las 8:45 pm, pero hoy los dejarán marcharse a las 6:00 pm. En la salida hay muchos padres de familia que esperan a sus hijos para llevarlos a casa, sin embargo, hay estudiantes que decidieron no avisar que salían temprano y deciden irse al parque que está junto a la escuela, ese es el caso de Miguel y sus amigos, quienes desde que iban en quinto año de primaria son miembros de los Uvas Cangris.

Una vez instalados en el parque emprenden la aventura de una reunión más entre amigos, algunos sacan sus celulares para buscar una canción y ambientar el sitio, así comienzan a sonar “Soy de Racho”, una canción que habla de cómo una persona humilde de Culiacán se siente orgullosa de lo que es y lo que ha logrado, sin embargo, con el esfuerzo ha conseguido dinero suficiente para darse lujos y comprar ropa y accesorios caros.

Mientras esa canción está de fondo, los jóvenes comienzan a hablar sobre la última pelea que ocurrió en la escuela, algunos imitan los golpes y otros ríen con dicha imitación. Las miradas se vuelven hacia la parte trasera del parque y los chicos bromean porque se están acercando un par de jovencitas que al parecer les atraen, al pasar frente a ellos los ignoran y aceleran el paso.

Miguel dice que eso pasa siempre porque nadie confía en ellos, creen que todos son delincuentes y que los van a asaltar o algo parecido. La canción cambia y ahora suena “Un fin en Culiacán”, todos excepto Miguel cantan esa melodía y se escuchan comentarios como “algún día voy a vivir así”, “quiero ser como el Ojos para tener varo”; Miguel explica que “el Ojos”, es el encargado de distribuir la droga por toda la Delegación Tláhuac, es un delincuente que se caracteriza por no buscar pleito y ayudar a los que puede.

Un par de amigos se levantan del pasto y dicen “vamos por unas latas y venimos para quemar”, la expresión se refiere a la compra de cervezas enlatadas y fumar uno o dos cigarros de mota, la música sigue sonando, siempre son canciones que hablan de lujos, dinero, mujeres y drogas. Miguel confirma que él quiere vivir como buchón, es decir, como personaje de las canciones.

Quiere ser un hombre con dinero, mujeres y mucha droga, no le importa estar destinado a morir, “todos nacimos para morir, como dice la rola de Valentín Elizalde, pero prefiero vivir poco y bien que mucho y sin dinero”, concluyó el entrevistado.

Ya son las 7:30 pm y los amigos que antes se habían retirado, regresan con unas latas de cerveza, destapan algunas pero no todos beben porque deben volver a casa y no quieren problemas con sus papás, así que se levantan y se despiden para dejar al resto beber y cantar como si fuesen ya adultos capaces de manejar el alcohol. La noche ha caído, me despido de Miguel, y el olor a cerveza en su aliento y el humo de la mariguana son señales de que pronto será hora de volver a casa y esperar la oportunidad de reunirse de nuevo.




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