"Fatiga Pandémica": Historias de amor, duelo, esperanza y magia


Por Pablo Saldaña
México. Un diario íntimo, tejido con letras que van de lo crudo a lo sublime, pasando por la magia y la fe; así es el libro de la escritora tijuanense Beatriz Lorena Sánchez Fernández, “Fatiga Pandémica. Crónicas del coronavirus”, en el cual retrata a su familia, las calles, el encierro y los ambientes con una maestría crónica.

Publicado por Ediciones Mañana Lloverá, la obra permite adentrarse en la mirada fina y acuciosa de su autora, describe detalles tan íntimos que retratan la humanidad y narra de manera grácil hasta las situaciones más estrujantes. También hay lugar para la poesía y no desentona con la prosa, pues la complementa, creando una experiencia estética única.

Además, algunos de los relatos incluidos son una especie de manifiesto personal, un ideario definitorio de la cosmovisión de una mujer ama de casa, entrenadora con nueve certificaciones a nivel internacional de fitness, zumba, yoga y coach salud, entre otras, quien busca ayudar a las personas en su bienestar físico y aceptación. 

Un ejemplo de esos manifiestos es ‘Me dijeron’: “Me dijeron del sexo débil sin saber las cargas que he soportado / Que fuera inconforme, pero quedé insatisfecha / Que no buscara y encontré / Que aceptara pero dudé / Que tuviera miedo y me atreví…”.

Hay confidencias: “Confieso que tuve miedo. No soportar ver tu sufrimiento /  fingir ser fuete…”. Otras permiten revivir la fe y la esperanza de aquellos días cuando por fin llegaron las vacunas “como una caricia al espíritu”. Unas más reviven el desasosiego, el duelo, el dolor y la incertidumbre, en los relatos sobre El Tinieblo o sobre una Tijuana que llora, antes y durante la pandemia. También es muy crítica al relacionar hechos con el quehacer de una especie a quien define como “la peste humana”. Tijuana sigue llorando, hoy. Y después…

Sánchez Fernández logra, además, una obra compilada in crescendo. “Fatiga Pandémica. Crónicas del coronavirus” empieza con una pieza que parece no contar nada, pero cobra sentido y da forma a un relato superior, donde las lágrimas y las risas están presentes. Hay funerales virtuales, videollamadas con su madre, domingos con Emilia y placeres solo posibles en la sonrisa de su nieto.

Si la pandemia creó un movimiento artístico nuevo, Beatriz Lorena Sánchez Fernández está llamada a ser una de sus mejores exponentes. Goza de un estilo grácil, empático; por ratos revive momentos merecedores del olvido, de aquéllos días; pero al hacerlo con palabras tan exactas y frontales, no queda más: seguir leyendo. Y al final, se agradece la recapitulación. 

La última joya a resaltar, de entre todas las que el lector encontrará en el libro, es una crónica inscrita en la tradición latinoamericana del realismo mágico: ‘El gozo de la muerte’. Es de una belleza intangible, herida abierta de un México de hoy, con amplia defensa a las tradiciones mortuorias. La literata transforma sus letras en alas de mariposa. Y uno simplemente llora… y vuela.


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