Micheladas y Tepito: tradición, sabor y cultura
Por: Ana Karen García Herrera, Juan David Mora Vega
CDMX. Tepito, el icónico barrio de la Ciudad de México, ha sido reconocido por su espíritu único y su identidad arraigada. En medio de sus bulliciosos mercados y estrechas calles, hay un símbolo que se alza sobre los demás: las micheladas.
El estigmatizado barrio de Tepito se ha ganado una reputación legendaria gracias a su vibrante cultura, su sentido de comunidad y su capacidad para desafiar las convenciones establecidas. En medio de esta urbe bulliciosa, las micheladas han surgido como un elemento clave de identidad para los habitantes de Tepito.
Estas bebidas han adquirido un significado profundo en la vida de los tepiteños, trascendiendo su función refrescante para convertirse en un símbolo de pertenencia y orgullo. Son una forma de decirle al mundo que en Tepito se encuentran historias y tradiciones valiosas, que su gente no se deja definir por las etiquetas impuestas desde afuera. Las micheladas son una declaración de amor por el barrio y una forma de afirmar su autenticidad.
Hoy en día resulta valioso adentrarse en el fascinante mundo de las micheladas en Tepito, examinando su conexión con la identidad colectiva de la comunidad y explorando las visitas a las famosas "chelerías" del barrio. Estos establecimientos que se especializan en servir micheladas auténticas, son lugares de encuentro y sociabilidad donde los tepiteños se reúnen para disfrutar de estas icónicas bebidas y compartir experiencias.
Sin embargo, la visita a las “chelerías” de Tepito no está exenta de riesgos. El barrio ha sido estigmatizado en ciertos medios de comunicación debido a su reputación de ser una zona conflictiva y peligrosa, por lo que vale la pena investigar la percepción de seguridad, la violencia y la influencia de la delincuencia en la experiencia de disfrutar de las micheladas en Tepito.
Historia de las micheladas
Tepito es un barrio popular en la Ciudad de México, mayormente conocido por su comercio callejero y la cultura que lo rodea, pero también por sus conflictos relacionados con delincuencia. A pesar de esto último, en los últimos cinco años se ha caracterizado por un espacio abierto a diversas personas y comunidades para que estos puedan pasar un buen rato acompañados de micheladas.
La historia de esta bebida varía en fechas debido a la diversidad de puntos de vista, sin embargo, distintas fuentes gastronómicas como Miche Mix y el Portal de Cerveceros de México del Grupo Modelo, han afirmado y repetido una de ellas, las micheladas tienen su origen en el Club Deportivo Potosino de San Luis Potosí, luego de que Michel Ésper ordenara la misma bebida inventada por él, a la cual bautizó como “chabela” aproximadamente en los años 60. Poco a poco se expandieron en toda la República Mexicana, y la Ciudad de México las adoptó convirtiéndose en el epicentro donde las micheladas comenzaron a florecer y a ganar popularidad.
A medida que las “chelerías” de Tepito se consolidaban, su proyección en redes socio digitales, como Instagram y TikTok, permitió que se abrieron cada vez más bajo el concepto de “puntos de encuentro y sociabilidad”, para los habitantes del barrio y para visitantes que buscan vivir la experiencia del lugar.
Adrián, dueño del local Dolls Drinks de Tepito compartió el significado que las micheladas tienen para ellos como una familia emprendedora pero también como residentes del barrio: “...las micheladas para nosotros van más allá de tomar por tomar, que es lo que muchos piensan, ¿me entiendes? Es una tradición juntarse con los amigos y familia los domingos de tianguis para desayunar y chacharear con una michelada en la mano, así lo hemos hecho mi familia y yo desde que tengo memoria.”.
Estigma de las micheladas
En el corazón del “barrio bravo” se encuentran personas trabajadoras y resilientes que luchan diariamente por salir adelante y mejorar sus condiciones de vida. Las calles de este barrio están llenas de comerciantes, artesanos y emprendedores que, a pesar de las adversidades, encuentran en la actividad económica una forma de sustento y supervivencia.
“Nosotros (los comerciantes) ponemos mucho esfuerzo para poner nuestro tiempo y energía en que la gente pueda conocer el lugar donde crecimos. Queremos matar esa creencia de que el barrio es malo, que el barrio es peligroso. Siempre es lo negativo y un punto rojo para las noticias, y la neta no tiene por qué ser así.
Además buscamos demostrarle a la gente que sí se puede; la neta aquí hay gente bien fregona que ha sabido salir adelante por la derecha, pero casi nadie ve eso. Yo me acuerdo cuando iba en secundaria y tenía chance de estar en una escuela de paga, y siempre que se perdía algo en el salón era el de Tepito.”, comentó Armando, apodado por sus amigos como “Chilo”, en una visita a su puesto de micheladas en el tianguis de Tepito.
La solidaridad y el sentido de comunidad también son valores fundamentales en Tepito. A pesar de las dificultades, los habitantes de este barrio se unen para apoyarse mutuamente, demostrando una fuerza colectiva.
Es importante destacar que, detrás de la estigmatización de Tepito, existe un sesgo y prejuicio arraigado en la sociedad. Esta percepción negativa se ha construido a través de narrativas estereotipadas que no reflejan la realidad completa ni la complejidad de la comunidad. Estigmatizar a Tepito y a su gente solo perpetúa la discriminación y dificulta el avance hacia una sociedad más inclusiva y justa.
“El barrio bravo” ha enfrentado desafíos y problemáticas socioeconómicas a lo largo de los años. La falta de oportunidades, la pobreza y la marginación han sido realidades constantes en la vida de muchas personas en esta comunidad. No obstante, es crucial comprender que estos factores no definen la totalidad de Tepito ni su gente. En lugar de estigmatizar, es necesario fomentar una mirada más comprensiva y empática hacia Tepito y su gente. Es fundamental reconocer y valorar las fortalezas y virtudes de esta comunidad. Solo a través de la empatía y el diálogo constructivo podremos superar los estigmas y construir puentes de entendimiento.
Viralización por redes socio digitales
En los últimos años, TikTok ha surgido como una de las plataformas virtuales más influyentes, especialmente entre los jóvenes. La aplicación permite a los usuarios crear y compartir videos cortos de una amplia variedad de contenidos. Sin embargo, también ha sido objeto de controversia, ya que algunos argumentan que su popularidad ha llevado a la gentrificación de ciertas culturas y lugares; siendo uno de los más sonados en los últimos meses el barrio de Tepito.
Con el advenimiento de TikTok, las tendencias y los desafíos virales se han vuelto comunes en la plataforma. La corta duración de los videos y su capacidad para captar la atención de millones de usuarios ha permitido la rápida propagación de contenidos. Las micheladas de Tepito no fueron una excepción. Usuarios de dicha red social, muchos de ellos turistas o personas ajenas a la cultura de Tepito, comenzaron a visitar más y más el lugar para poder filmar y compartir videos de ellos mismos disfrutando de las micheladas en los bares y puestos locales.
A medida que los videos de las micheladas de Tepito se volvieron virales, más personas se han sentido atraídas por la experiencia de beber estas bebidas en el barrio.
“Yo he ido varias veces a las ‘miches’ en Tepito porque mi prima me enseñó un TikTok de unas que son medio famosas y que disque estaban muy buenas y no sé qué; entonces fuimos y la verdad sí nos gustó, aunque la primera vez nos daba miedito, pero ahorita ya no. Vamos medio seguido”, menciona Michelle Rodríguez, visitante frecuente de las micheladas de Tepito.
Como resultado de este proceso de viralización, los bares y establecimientos en Tepito han comenzado a recibir un mayor número de clientes, muchos de ellos atraídos únicamente por la fama de las bebidas en las plataformas socio digitales. Si bien esto podría ser visto como una oportunidad económica para los comerciantes locales, también hay preocupaciones sobre el impacto a largo plazo que tendrá la situación, pues dicho aumento repentino ya ha provocado cambios significativos en la comunidad y la estructura socioeconómica del lugar.
Ejemplo de esto puede ser lo mencionado por Rodrigo Soriano en su artículo realizado el 6 de febrero del presente año para El país, donde explica cómo la zona se ha visto “invadida” por individuos de mayores ingresos, lo cual ha traído consigo una estrategia inmobiliaria que llegó al punto de llamarle “Reforma norte” a las inmediaciones del barrio para aumentar los precios de las viviendas. Además que se ha dado la llegada de tiendas y restaurantes de alta gama, y la eventual expulsión de los residentes originales debido a la falta de recursos para hacer frente al aumento de los costos de vida.
Sustento para el barrio de Tepito
Sin embargo, la recesión económica desatada por la reciente pandemia por COVID-19, ha llevado a decenas de familias a buscar un sustento económico desde el comercio informal, en donde la venta de micheladas toma un significado para la solvencia de gastos primarios. Y un potencializador para atraer gente son las redes socio digitales.
En este contexto se desarrolló una entrevista a dos individuos en el mes de mayo de 2023; el dueño (denominado Juan para respetar su petición de confidencialidad) y un trabajador (denominado Daniel por la misma petición) de un puesto de micheladas en el tianguis de Tepito facilitaron su información con el condicionamiento de mantener su anonimato y el de su puesto por temas protección.
Daniel señaló que ha visto un incremento no solo de los consumidores sino también de los vendedores de estas bebidas, debido a la popularizaron de que se ha alcanzado a través de las redes socio digitales: “hemos visto como cada año aumentan los clientes que buscan pasar un buen rato en el tianguis con una bebida, y luego con esto de los tiktoks se han vuelto famosos varios puestos, hasta gente famosa han venido a visitarnos”. Es decir, el consumo de bebidas en estos espacios se ha vuelto turístico para extranjeros y se le considera ya una parada obligatoria al visitar la ciudad, lo que puede representar un problema para la identidad de los locatarios.
“Es fácil hasta cierto punto mantener un local de estos, el alcohol no tiene que ser de alta gama porque tiene que ser barato para quienes vienen a comprar, entonces conseguir proveedores es fácil porque ya son conocidos de aquí también.” comentó el dueño, haciendo alusión a lo accesible que puede ser colocar un puesto de micheladas, aunque también mencionó que se necesita pagar una “cuota” por el espacio que se ocupa, así como tener contactos dentro del tianguis.
Por el grado de popularidad que han alcanzado estas prácticas, las interacciones sociales que se llevan a cabo son diversas, pues los puestos cada vez ofrecen más variedad de entretenimiento ante la competencia que existe. “Ahora hasta show de dj´s o fuegos artificiales tenemos que poner, al final se trata de competir por los clientes y ya no solo es un buen trago, el show cuenta más para ellos y para sus redes”.
Por ello mismo la diversidad de personas que se acercan a estos puestos cada vez es mayor. “..antes sólo venía la gente del barrio y los alrededores y ahora hasta extranjeros tenemos porque les gusta la experiencia de las micheladas de Tepito.”
Por último, un tema que no se profundizó tanto debido al riesgo que puede presentar fueron las reacciones de las autoridades tanto locales como federales frente a este fenómeno social. “Pues si han tratado de quitarnos y movernos pero se sabe que aquí en el barrio no entran.” respondió el trabajador de las micheladas con cierta sátira y superioridad, lo que responde al círculo de protección que a pesar de ser competencia por los productos que venden, se unen para defender los ingresos del barrio.
Operativos en Tepito: la crítica a la seguridad
Pese a que la venta de micheladas es comercio informal, sí existen reglamentos para la regulación de esta actividad. Fue al término del confinamiento por COVID-19, que el Gobierno de la Ciudad de México informó mediante la Gaceta Oficial el 19-10-2022 que estaría prohibida la venta de bebidas alcohólicas en tianguis y/o bazares; de no cumplir con esta norma impuesta en el artículo 43 de la Operación de Mercados Móviles en la Modalidad de Tianguis y Bazares, los dueños de un puesto deberán pagar multa o podrían incluso perder su licencia para operar en estos espacios.
Esta norma desató una serie de operativos en tianguis como el de Tepito, en donde sí se confiscaron cajas de bebidas alcohólicas; aunque estos operativos son previamente anunciados para prevenir enfrentamientos.
Un trago amargo en las micheladas de Tepito
“Hay personas que no deben venir aquí, no es un lugar para todos como dicen en internet”, aseguró con coraje un local de las micheladas de Tepito.
Sobra decir que hoy por hoy esta situación no termina de gustar a todos, pues hay vecinos que aseguran que el proceso de gentrificación ya los ha alcanzado, y no deja de percibirse en el ambiente una sensación de insatisfacción de parte de algunos locatarios ante lo que han llamado un sitio “de moda” para aquellos “curiosos” que deseen vivir una experiencia capitalina.
Dicha inconformidad, combinada con bebidas alcohólicas terminan en ocasiones en eventos desafortunados cómo lo son las riñas.
Una vez instalados en el interior de las reconocidas “Micheladas de Lupillo” en donde el olor a cigarro, pepino y alcohol se mezclaban; la música con reggaeton era alta, notamos a un grupo de cuatro personas cerca de nosotros; dos hombres y dos mujeres, todos de tez blanca, altos y llevaban puestos lentes de sol, con vestimenta casual y cómoda, como si de alguna forma asi pasaran de incógnito en el lugar. Quienes no paraban de hacer comentarios despectivos, estereotípicos y clasistas en voz alta sobre los locatarios. “Mira cómo están vestidos, se ven corrientes…”, decía una de las mujeres, a quienes sus amigos se referían como Mafer.
En otra mesa, frente a la nuestra, estaba un trío de jóvenes, dos iban con vestimenta negra y uno completamente de blanco, pero los tres portaban bolsos de tipo riñonera. A uno de ellos no le gustó en lo absoluto el comentario de los turistas, e incluso pensó que se refería a su persona, lo que hizo que su cara se llenara de inmediato de furia, sus expresiones duras lo decían todo.
El joven que vestía de blanco volteó e increpó en voz alta a uno de los chicos turistas “¿Qué dijiste, cabrón?”, expresó con enojo Luis (como lo nombraban sus amigos), y pronto comenzó un altercado entre ambos que, por fortuna pudieron calmar parcialmente los acompañantes de cada uno de ellos.
Al terminar nuestras bebidas, nos dirigimos a la salida del lugar y allí mismo se reinició el altercado entre ambos sujetos. Justo en las cuerdas que delimitaban la entrada hubo la intervención de “Choche” (nombre que llevaba al reverso de su playera), trabajador de seguridad de la chelería para evitar un riña entre ambos. Pero Luis no atendía a razones: él quería sangre.
Sin transición, como si fuera un panning de un plano secuencia, el tipo se viró hacia Choche y lo retó ante todos, malinterpretando olímpicamente sus pacíficas intenciones.
Luis le insistió al turista a seguirle a un lugar “chingón y sin chismosos” para pelear como hombres para ver si como según había escuchado, “era mejor que la gente que vive en la zona.” Se desplazaron unos metros mientras nadie del público que salía del lugar y que había sido testigo de los hechos intervenía para evitar la riña; “es de dos, no se metan”, gritaban algunos individuos atentos a la pelea.
Así, los acompañantes de cada persona involucrada parecían los padrinos de aquel absurdo duelo; simplemente detrás, observando y listos para entrar al conflicto en caso de que fuera necesario. Una vez frente a frente ya en el lugar “apropiado”, se enredaron a puñetazos y en segundos rodaron por la calle enlazados en un furioso abrazo.
Cuando dejaron de rodar, el joven local quedó encima del turista, y nos preparamos para lo peor, pero fue ahí cuando comenzaron a llegar policías al lugar y todos se dispersaron corriendo. La situación parecía haber terminado, y ya no habiendo un peligro latente, cada quien se fue por su lado. Aquel encuentro había sido una caricatura de pelea callejera, pues la música no paró, el morbo ganó y el ambiente se tranquilizó.
Los niveles de violencia que atraviesa el barrio de Tepito son por distintos factores sociales, políticos y económicos, que involucran desigualdad socioeconómica, pobreza, impunidad, seguridad social, entre otras.
El reciente asesinato reportado el pasado 31 de mayo del 2023 a los dueños de la cheleria “dolls drinks”, de quienes recibimos información para el reportaje, fue sin duda una representación de distintos grados de violencia arraigada, en donde están involucrados elementos tratados en el escrito; desde la esperanza de una mejor vida, el sustento, hasta los nexos con el narcotráfico.
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