¿Cómo narrar historias en el periodismo desde la empatía y respeto?

Leslie Pérez, Cecilia Guadarrama, Vania Nuche, Alejandra Crail y María Eugenia Martínez, periodistas que formaron parte del conversatorio ¿Cómo contar historias en el periodismo? | Fotografía. Fernanda Trinidad 

  • Mujeres periodistas señalan la necesidad de construir nuevas narrativas que partan del respeto, la empatía y autocrítica para conocer al otro 
Por Fernanda Trinidad 
“¿Contamos historias de mujeres o contamos historias desde la perspectiva de una mujer o contamos historias con el respeto que debe merecer cualquier persona que nos abre la oportunidad de contar su propia historia?”, cuestionó la periodista Leslie Pérez en la mesa uno, Mujeres periodistas: construir nuevas narrativas. 

Con motivo al Día Internacional de la Mujer, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México, se llevó a cabo el conversatorio ¿Cómo contar historias en el periodismo?, donde se reconoció la lucha de las mujeres por ocupar espacios en el gremio. 

Alejandra Crail, quien desde hace un año forma parte de la Unidad de Investigación del periódico El Universal, resaltó la urgencia que había (y sigue habiendo) de representar a las mujeres en los medios de comunicación, ya que durante años existió un sesgo —ocasionado por las conductas y creencias que revictimizan o sexualizan a la mujer—sobre la forma en que se abordaban los temas relacionados con este sector de la población. 

De acuerdo con el estudio Mujeres y liderazgo en los medios de comunicación 2022: evidencia de 12 mercados, del Instituto Reuters, es importante ver quién decide lo que es noticia y “documentar hasta qué punto representan al público más amplio en toda su diferencia y diversidad”. En el caso de México, un 11% del área editorial está ocupada por mujeres, mientras que hay más del 30% de ellas ejerciendo como periodistas. 

Un problema reciente que se ha visto dentro de las agencias de noticias es la confusión de cómo realizar notas con una visión distinta que no encasille a la mujer en los estereotipos e ideologías machistas. Cuando se trata de coberturas de marchas feministas o sobre violencia contra la mujer, los editores mandan a las periodistas por el simple hecho de ser mujer, no por su calidad de trabajo (que al final se sigue minimizando bajo un discurso violento). 

Leslie Pérez, reportera que trabaja en El Heraldo de México, consideró que uno de los retos que enfrenta el periodismo es abordar las historias con perspectiva de género, pues se ha llegado a considerar que mandar a corresponsales féminas cumple con este criterio. Sin embargo, no es así. “No solo es ‘soy mujer y por eso dame un espacio’. [Al contrario] soy mujer y sé hacer una buena chamba como el de mi compañero”, comentó. 

Al respecto, Vania Lucero Nuche, directora de producción de radio en el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, compartió que el conflicto llega cuando se deshumaniza las injusticias de la realidad social. “Los vicios de la profesión nos separa del otro. Eso nos ha llevado a ser violentos, intolerantes e irrespetuosos”, recalcó ante la forma de cómo se narran historias de violencia contra las mujeres y desapariciones forzadas. 
 
Agresiones físicas en contra periodistas  

Conforme a una nota de Animal Político basado en el informe Palabras impunes: estigmatización y violencia contra mujeres periodistas en México 2019-2022, de la organización Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), en los primeros tres años de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha habido al menos 767 agresiones en contra de mujeres periodistas, 209% más que en el primer trienio de Enrique Peña Nieto. 

Según los resultados de CIMAC, el discurso estigmatizante del presidente de la República hacia protestas feministas y la prensa, pone en una situación de vulnerabilidad a las colegas de los medios. “Los señalamientos de López Obrador a movimientos feministas tienen efectos negativos que fomentan la discriminación hacia las mujeres, ya que siembra incertidumbre, desconfianza, inseguridad colectiva y miedo en la sociedad”, recupera el periódico digital. 

María Eugenia Martínez, periodista enfocada en nota policíaca y redactora de El gráfico, compartió en el conversatorio su caso de agresión física que sufrió durante una manifestación feminista en el 2020. Enfatizó que ella está a favor de la causa, pero que más allá del género se trata de respeto y no discriminación. 

“Siempre visto mi uniforme de motociclista y de cierta forma piensan que soy policía. En una manifestación de mujeres, me mandaron a cubrirla por ser mujer. […] Una chica empezó a gritar que era infiltrada, una policía, y cuando vi, todas las chicas que estaban ahí se fueron encima de mí”. 

Importancia del autocuidado del periodista 

Otro punto que se habló en la mesa fue la importancia de cuidar la salud, tanto física como mental, de las y los periodistas. Para Alejandra Crail, la idea de que la profesión debe realizarse las 24 horas del día, siete días a la semana, es un discurso político que fomenta la romantización del mismo y la falta de autoanálisis. “Yo soy una mujer que ejerce el periodismo, pero no soy solo una periodista; soy más”, expresó. 

Al igual que ella, Vania Nuche consideró que los estereotipos sobre periodistas deben cambiar: “Somos seres humanos; no somos robots, no somos máquinas”. Agregó que un(a) periodista debe comer y dormir, y en ocasiones, esas condiciones no se evidencian hasta que se vive.  

Cecilia Guadarrama Navarrete, académica y periodista que moderó el diálogo, comentó que 
“en el fondo, vamos hacia una idea de no convertir en privilegio las necesidades. Eso es un mal del ejercicio periodístico. Somos fuerza laboral como cualquier otra y tenemos derechos”. 

Una investigación de Rogelio Flores Morales, profesor de psicología de la UNAM, publicada en 2016 respecto a la prevalencia de síntomas de estrés traumático secundario (ETS) en periodistas mexicanos y defensores de derechos humanos, encontró que uno de cada tres participantes del estudio presentó sintomatología “alta” o “severa”. Uno de los factores que contribuyen al desarrollo de ETS es la sobrecarga de trabajo.  

“Tanto periodistas como defensores que laboraban más de 40 horas a la semana presentaron más síntomas, lo cual contribuye —independientemente de las tareas específicas que realizan— un factor de riesgo para el desarrollo de ETS. Si a ello agregamos el impacto en el psiquismo de la exposición sistemática a las historias de las víctimas, el riesgo aumenta considerablemente”. 

El mismo estudio define el ETS como los efectos cognitivos, físicos y conductuales acumulados en quienes ayudan, asisten, cuidan o establecen algún tipo de contacto sistemático o cercano con víctimas de violencia, sobrevivientes de catástrofes humanas o naturales o personas que han experimentado una situación emocional complicada.  


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