JOKER: LA LOCURA DESNUDA, LA BELLEZA…
Por Pablo Saldaña
Ciudad Gótica (Aunam). El descubrimiento de la propia existencia, el resquebrajamiento de la realidad impuesta por el sistema, el melodrama sucumbido ante la comedia, la risa catártica de la enfermedad mental, la esperanza de que la muerte tenga más sentido que la vida, la danza como espiral de subida a la locura; el asesinato del origen del dolor en el camino a la libertad, a la belleza: eso es Joker.
El espectador de la cinta dirigida por Todd Phillips estará ante una obra peligrosa. Lo es por constituir un retrato crudo de la sociedad actual; por reflejar el hartazgo de los vulnerabilizados, los invisibles; por hacer protagonista al otro, al diferente; por lograr que la gente empatice con “el malo” y se vea a sí misma reflejada en él.
Joaquin Phoenix encarna un Guasón en construcción, y lo vemos cómo se va sumergiendo cada vez más en su destino, acompañado de una música que en todo momento comunica, no solo acompaña a las escenas. Es el recurso técnico más logrado, incluso por encima de una fotografía que glorifica, en planos-secuencia espectaculares, al personaje principal.
La música remarca y profundiza el momento psicológico que vive Arthur Fleck en su camino a convertirse el Joker; pero también tiene su propio lado oscuro si consideramos que una de las escenas más hermosas, el baile en las escaleras, se da bajo las notas de Gary Glitter y su ‘Rock And Roll (Part 2)’, selección de música abominable, dado el ángulo de abuso infantil que cuenta la película y la condena de 16 años que Glitter enfrenta por violar a tres menores de edad.
Otro gran ejemplo donde la música transforma es ‘Danza en el baño’ (Bathroom Dance), de Hildur Guðnadóttir que logró una improvisación de Phoenix que terminó por definir al personaje, alejarlo del arrepentimiento y romperse a sí mismo para hallarse, paradójicamente, como un Ave Fénix puro y demoniaco.
No es, como algunos críticos han señalado, una apología de la violencia; más bien es una oda a la ruptura. Algunos de los diálogos lo muestran con mayor claridad: “Es muy difícil aparentar ser feliz todo el tiempo”, “¿Recuerdas que solías decirme que mi risa era una condición, que había algo mal conmigo? No lo es… Ese es el verdadero yo”, “No me queda nada que perder. Ya nada puede lastimarme”.
"Nada puede lastimarme...", quizá sea un pequeño punto de crítica: que la historia sólo nos esté mostrando una vendeta personal y no el retrato de alguien retorcido que disfruta matar. Nadie es inocente, todos son horribles, pero... ¿matará sin que sea venganza?
Como sea, El Guasón viene a constituirse como la cinta basada en cómics que está llamada a la gloria. Un Phoenix magistral; una historia sólida, en la cual hasta las obviedades tienen sentido; unos personajes secundarios creíbles y trascendentes; una Ciudad Gótica que se torna metáfora de las sociedades modernas occidentales, con su podredumbre ética y espiritual; una intercodicidad que golpea emociones y conciencias.
Hay quienes lamentan que esta versión del payaso enemigo de Batman no llegará al Universo Cinematográfico de DC regular; pero es que esta cinta es todo menos “regular”. ¿Qué atrocidad de guion tendrían que entregar para que el público dejara de abrazar a Arthur Fleck y se volcara al millonario, frívolo y privilegiado Bruce Wayne?
¿Quién tendría tan mal tino de romper al Guasón y volverlo “el malo” de la película?
Warner creó un monstruo invencible. El cine acaba de parir un personaje inviolable, eterno. Al fin de cuentas, lo monstruoso no es únicamente lo horrible, sino una cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea, y una persona que excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes.
Eso es Joker. Y en una sociedad que se obliga a sí misma a permanecer cuerda, o aparentar a toda costa estarlo, el monstruo es la locura desnuda… una auténtica belleza.
Ficha Técnica:
Título original: Joker
Dirigida por: Todd Phillips
Duración: 121 min.
Nacionalidad: USA
Elenco: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Frances Conroy, Zazie Beetz, Brett Cullen.
Ciudad Gótica (Aunam). El descubrimiento de la propia existencia, el resquebrajamiento de la realidad impuesta por el sistema, el melodrama sucumbido ante la comedia, la risa catártica de la enfermedad mental, la esperanza de que la muerte tenga más sentido que la vida, la danza como espiral de subida a la locura; el asesinato del origen del dolor en el camino a la libertad, a la belleza: eso es Joker.
El espectador de la cinta dirigida por Todd Phillips estará ante una obra peligrosa. Lo es por constituir un retrato crudo de la sociedad actual; por reflejar el hartazgo de los vulnerabilizados, los invisibles; por hacer protagonista al otro, al diferente; por lograr que la gente empatice con “el malo” y se vea a sí misma reflejada en él.
Joaquin Phoenix encarna un Guasón en construcción, y lo vemos cómo se va sumergiendo cada vez más en su destino, acompañado de una música que en todo momento comunica, no solo acompaña a las escenas. Es el recurso técnico más logrado, incluso por encima de una fotografía que glorifica, en planos-secuencia espectaculares, al personaje principal.
La música remarca y profundiza el momento psicológico que vive Arthur Fleck en su camino a convertirse el Joker; pero también tiene su propio lado oscuro si consideramos que una de las escenas más hermosas, el baile en las escaleras, se da bajo las notas de Gary Glitter y su ‘Rock And Roll (Part 2)’, selección de música abominable, dado el ángulo de abuso infantil que cuenta la película y la condena de 16 años que Glitter enfrenta por violar a tres menores de edad.
Otro gran ejemplo donde la música transforma es ‘Danza en el baño’ (Bathroom Dance), de Hildur Guðnadóttir que logró una improvisación de Phoenix que terminó por definir al personaje, alejarlo del arrepentimiento y romperse a sí mismo para hallarse, paradójicamente, como un Ave Fénix puro y demoniaco.
No es, como algunos críticos han señalado, una apología de la violencia; más bien es una oda a la ruptura. Algunos de los diálogos lo muestran con mayor claridad: “Es muy difícil aparentar ser feliz todo el tiempo”, “¿Recuerdas que solías decirme que mi risa era una condición, que había algo mal conmigo? No lo es… Ese es el verdadero yo”, “No me queda nada que perder. Ya nada puede lastimarme”.
"Nada puede lastimarme...", quizá sea un pequeño punto de crítica: que la historia sólo nos esté mostrando una vendeta personal y no el retrato de alguien retorcido que disfruta matar. Nadie es inocente, todos son horribles, pero... ¿matará sin que sea venganza?
Como sea, El Guasón viene a constituirse como la cinta basada en cómics que está llamada a la gloria. Un Phoenix magistral; una historia sólida, en la cual hasta las obviedades tienen sentido; unos personajes secundarios creíbles y trascendentes; una Ciudad Gótica que se torna metáfora de las sociedades modernas occidentales, con su podredumbre ética y espiritual; una intercodicidad que golpea emociones y conciencias.
Hay quienes lamentan que esta versión del payaso enemigo de Batman no llegará al Universo Cinematográfico de DC regular; pero es que esta cinta es todo menos “regular”. ¿Qué atrocidad de guion tendrían que entregar para que el público dejara de abrazar a Arthur Fleck y se volcara al millonario, frívolo y privilegiado Bruce Wayne?
¿Quién tendría tan mal tino de romper al Guasón y volverlo “el malo” de la película?
Warner creó un monstruo invencible. El cine acaba de parir un personaje inviolable, eterno. Al fin de cuentas, lo monstruoso no es únicamente lo horrible, sino una cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea, y una persona que excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes.
Eso es Joker. Y en una sociedad que se obliga a sí misma a permanecer cuerda, o aparentar a toda costa estarlo, el monstruo es la locura desnuda… una auténtica belleza.
Ficha Técnica:
Título original: Joker
Dirigida por: Todd Phillips
Duración: 121 min.
Nacionalidad: USA
Elenco: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Frances Conroy, Zazie Beetz, Brett Cullen.
Leave a Comment