PERIODISTAS: ENTRE EL SILENCIO Y LA INJUSTICIA

Por Pablo Saldaña Amador
México (Aunam). Las salas de redacción de los medios nacionales lucieron hoy semivacías; reporteros, redactores, camarógrafos, caricaturistas, editores y columnistas salieron a la calle. Juntos. Pero esta vez no fue a realizar una cobertura ni en busca de “la de ocho”; sino para exigir el cese de los asesinatos, secuestros, intimidaciones y amenazas de las que son objeto desde hace una década, y más aún, porque se termine la indiferencia del sistema de justicia mexicano ante esta situación.

A medio día, sobre el Paseo de la Reforma, a la altura de la columna del Ángel de la Independencia, más de mil trabajadores de medios de comunicación impresos, radiales, televisivos y multimedia se reunieron bajo la consigna: "Por nuestro derecho a saber y el derecho a informar”, y reclamaron justicia y seguridad para realizar su labor.

El contingente partió en silencio, con dirección a la Secretaría de Gobernación. Algunos comunicadores portaban pancartas con lemas como “Ni uno más”, "No queremos ser la nota" y “Periodistas en riesgo, democracia en peligro”; otros, lucían cadenas o cinta canela en sus bocas, manchas de sangre en las ropas o vestían de negro, en símbolo de luto por los 64 periodistas asesinados y 11 desaparecidos en menos de diez años.

Al frente de la comitiva, una gran lona enlistaba los nombres de los periodistas caídos y ausentes. El silencio reinó. Mientras avanzaban, miembros del comité organizador, denominado Los Queremos Vivos, repartían un comunicado que plasmaba sus preocupaciones, lo agreste del escenario y las exigencias al Estado, y se hacía un llamado al apoyo de la sociedad para ponerle fin a los ataques contra periodistas.

La manifestación iba en calma hasta que una mampara llamó la atención de los presentes, en ella se ofrecía una recompensa por los comunicadores Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín, Pablo Hiriart y Pedro Ferriz, “peligrosos seudoperiodistas integrantes del cártel (desinformativo) del Milenio y asociados”.

Una manta, a la altura del plantón que mantiene el Sindicato Mexicano de Electricistas frente a las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad, también contrastaba con lo que ocurría en los carriles centrales de Reforma: “Prensa vendida, digan la verdad”.

La marcha continuó su camino. Entre la multitud se podía apreciar una bandera del Comité 68, así como algunas caras y firmas reconocidas: Rosario Ibarra, Miguel Ángel Granados Chapa, Ricardo Rocha, Gabriela Warkentin y Diego Osorno, entre cientos de reporteros de las más diversas fuentes: ciencia, espectáculos, deportes, cultura, nota roja, política y, por supuesto, seguridad pública.

La llegada al edificio de Gobernación ocurrió si contratiempos, no recibieron al gremio periodístico ni las vallas ni los granaderos acostumbrados en este tipo de actividades; tampoco hubo un mitin, oradores ni pronunciamientos. Sólo se dejó constancia de las exigencias mediante la colocación de las mantas, cartulinas y fotografías de los periodistas ultimados en las rejas que resguardan el recinto, y algunas hojas de diarios con manchas rojas, sanguinolentas.


En coro, los comunicadores gritaron “¡Ni uno más!”, cantaron el Himno Nacional y, tras algunos comentarios sobre la necesidad de generar una organización nacional que aglutine a todos los miembros de los medios de comunicación y sea capaz de defender sus derechos y exigir al gobierno federal acciones concretas para solucionar la problemática, empezaron a dispersarse.

No faltó quien gritara que el “mitin” continuaría en una famosa cantina del Centro Histórico. Periodistas al fin y al cabo, murmuraron otros. Terminaba así una manifestación histórica y que no se veía en el país en mucho tiempo; la última vez que los profesionales de la comunicación salieron a las calles, al unísono, fue tras la muerte de Manuel Buendía, y de eso hace ya 26 años.

La muchedumbre se disipó, pero la exigencia permanece en el aire: ¡No más agresiones contra periodistas!


Bookmark and Share

No hay comentarios.

Con tecnología de Blogger.