APORTACIONES DE UN HISTORIADOR POETA
Por Yari Jazmín Torrijos Orozco
México (Aunam). Tenía 9 años y era 1965. Como cualquier niño, “que se respete”, se disponía a perder el tiempo. No obstante, dicho propósito nunca pudo llegar a realizarse. Y es que su padre –Martín Quirarte- le había asignado una importante tarea: hacer una síntesis de cada capítulo del libro Visión panorámica de la Historia de México.
La idea sonaba bastante comprensible, solamente percibía un problema: no sabía qué era ni cómo se elaboraba una síntesis. De esa manera, fue como Vicente Quirarte -profesor, investigador y poeta- narró su aproximación a la historia. Ello dentro de la conferencia “La historia como herramienta”, realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
El auditorio Ricardo Flores Magón fue testigo de la cátedra impartida por Vicente Quirarte, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1991. Durante su estancia, el autor de la obra El ángel es vampiro, recordó que es importante conocer la Historia de México debido a que a través de ella se pueden analizar múltiples aspectos de la realidad: desde el presente, hasta la ingobernabilidad que existe en el país, e incluso la presencia de grupos armados en distintas zonas del mismo. En este sentido, Quirarte puntualizó: “Si no conocemos la historia tampoco podemos conocer este presente”.
El también escritor de piezas teatrales expresó: “La historia ha estado permanentemente en las obras de teatro que he escrito”. Ejemplo de ello se dio en el año 2000. Y es que, con motivo del centenario de la muerte de Oscar Wilde, el doctor en Letras Mexicanas por la UNAM construyó una obra que tomaba como tema principal los últimos días de Wilde en París. Al respecto, Quirarte mencionó: “Fue una obra que disfruté mucho escribir y ver en escena, pues entendí que”.
Asimismo, el director de la Biblioteca Nacional de México de 2004 a 2008 remarcó en cuanto a dicho ámbito lo siguiente: “Uno puede comprar una biblioteca, no la puede vender. No hay un precio. Una biblioteca se forma con gusto, con pasión, con conocimiento y no sólo con dinero”. En esa misma línea explicó que a un millonario no le alcanzarían los recursos para armar su propia biblioteca, pues ésta –además de libros– debe poseer un gran capital simbólico. Una especie de capital que, para desgracia de muchos, es intangible y, por tanto, no se puede valorar en billetes o monedas.
En cuanto a su actividad como historiador poeta, Quirarte exaltó: “Yo disfruto más hacer un ensayo donde intervengan las fuentes científicas, pero también la imaginación poética. Por eso me interesa mucho que el ensayo sea un texto narrado”.
Respecto a la discusión de que un historiador debe ser “objetivo” y, hasta cierto punto, poseer una mentalidad “cuadrada”, el hijo del gran historiador Martín Quirarte Ruiz destacó: “Es imposible ser infiel al escritor que pretendo ser. Y eso implica un cierto conflicto porque los creadores dicen que soy investigador y los investigadores dicen que soy creador, de modo que estoy siempre en ese punto raro, pero eso es lo que me gusta hacer”.
Sin secretos, sin verdades a medias y con una gran honestidad de por medio, el historiador poeta refiere lo que más disfruta en la vida: ir a las fuentes primarias para aproximarse a la Historia de México y contar los acontecimientos con una narrativa que esté hecha con tal pasión, con tal convencimiento, que dé la impresión de semejar un texto literario.
¿Qué precauciones se deben de tener cuando se escribe una novela o un cuento histórico?, fue una de las primeras intervenciones hechas durante la ronda de preguntas. Al respecto, Quirarte respondió que un historiador poeta “tiene que partir de cosas que tengan verosimilitud, no de cosas que sean reales”.
Y es que cuando “un escritor mete un personaje histórico a una novela, el personaje deja de ser histórico para convertirse en literario”. De ahí que “la virtud más grande de un historiador sea la imaginación. Esa imaginación que nos ayuda a unir los elementos de la realidad y a darles un hilo”, explicó Quirarte.
Entre las aportaciones más importantes, el historiador poeta enunció cuatro puntos fundamentales: Si desaparece la historia, desaparece la memoria; el historiador más que acudir a la ficción, acude a las metáforas, los grandes historiadores al hacer las interpretaciones de los hechos se auxilian, se sirven, de las metáforas; la novela histórica le da la oportunidad a la gente de aproximarse a los hechos históricos, y el gran reto de hacer una novela histórica es que la narración debe poseer una precisión en cuanto a los hechos.
¿Usted hace historia o literatura histórica? “Aunque haya ganado el Premio 2010 del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones en México en la categoría de rescate de fuentes, yo creo que lo que más hago es una historia cultural”, finalizó el doctor en Literatura Mexicana, Vicente Quirarte.
México (Aunam). Tenía 9 años y era 1965. Como cualquier niño, “que se respete”, se disponía a perder el tiempo. No obstante, dicho propósito nunca pudo llegar a realizarse. Y es que su padre –Martín Quirarte- le había asignado una importante tarea: hacer una síntesis de cada capítulo del libro Visión panorámica de la Historia de México.
La idea sonaba bastante comprensible, solamente percibía un problema: no sabía qué era ni cómo se elaboraba una síntesis. De esa manera, fue como Vicente Quirarte -profesor, investigador y poeta- narró su aproximación a la historia. Ello dentro de la conferencia “La historia como herramienta”, realizada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
El auditorio Ricardo Flores Magón fue testigo de la cátedra impartida por Vicente Quirarte, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1991. Durante su estancia, el autor de la obra El ángel es vampiro, recordó que es importante conocer la Historia de México debido a que a través de ella se pueden analizar múltiples aspectos de la realidad: desde el presente, hasta la ingobernabilidad que existe en el país, e incluso la presencia de grupos armados en distintas zonas del mismo. En este sentido, Quirarte puntualizó: “Si no conocemos la historia tampoco podemos conocer este presente”.
El también escritor de piezas teatrales expresó: “La historia ha estado permanentemente en las obras de teatro que he escrito”. Ejemplo de ello se dio en el año 2000. Y es que, con motivo del centenario de la muerte de Oscar Wilde, el doctor en Letras Mexicanas por la UNAM construyó una obra que tomaba como tema principal los últimos días de Wilde en París. Al respecto, Quirarte mencionó: “Fue una obra que disfruté mucho escribir y ver en escena, pues entendí que
Asimismo, el director de la Biblioteca Nacional de México de 2004 a 2008 remarcó en cuanto a dicho ámbito lo siguiente: “Uno puede comprar una biblioteca, no la puede vender. No hay un precio. Una biblioteca se forma con gusto, con pasión, con conocimiento y no sólo con dinero”. En esa misma línea explicó que a un millonario no le alcanzarían los recursos para armar su propia biblioteca, pues ésta –además de libros– debe poseer un gran capital simbólico. Una especie de capital que, para desgracia de muchos, es intangible y, por tanto, no se puede valorar en billetes o monedas.
En cuanto a su actividad como historiador poeta, Quirarte exaltó: “Yo disfruto más hacer un ensayo donde intervengan las fuentes científicas, pero también la imaginación poética. Por eso me interesa mucho que el ensayo sea un texto narrado”.
Respecto a la discusión de que un historiador debe ser “objetivo” y, hasta cierto punto, poseer una mentalidad “cuadrada”, el hijo del gran historiador Martín Quirarte Ruiz destacó: “Es imposible ser infiel al escritor que pretendo ser. Y eso implica un cierto conflicto porque los creadores dicen que soy investigador y los investigadores dicen que soy creador, de modo que estoy siempre en ese punto raro, pero eso es lo que me gusta hacer”.
Sin secretos, sin verdades a medias y con una gran honestidad de por medio, el historiador poeta refiere lo que más disfruta en la vida: ir a las fuentes primarias para aproximarse a la Historia de México y contar los acontecimientos con una narrativa que esté hecha con tal pasión, con tal convencimiento, que dé la impresión de semejar un texto literario.
¿Qué precauciones se deben de tener cuando se escribe una novela o un cuento histórico?, fue una de las primeras intervenciones hechas durante la ronda de preguntas. Al respecto, Quirarte respondió que un historiador poeta “tiene que partir de cosas que tengan verosimilitud, no de cosas que sean reales”.
Y es que cuando “un escritor mete un personaje histórico a una novela, el personaje deja de ser histórico para convertirse en literario”. De ahí que “la virtud más grande de un historiador sea la imaginación. Esa imaginación que nos ayuda a unir los elementos de la realidad y a darles un hilo”, explicó Quirarte.
Entre las aportaciones más importantes, el historiador poeta enunció cuatro puntos fundamentales: Si desaparece la historia, desaparece la memoria; el historiador más que acudir a la ficción, acude a las metáforas, los grandes historiadores al hacer las interpretaciones de los hechos se auxilian, se sirven, de las metáforas; la novela histórica le da la oportunidad a la gente de aproximarse a los hechos históricos, y el gran reto de hacer una novela histórica es que la narración debe poseer una precisión en cuanto a los hechos.
¿Usted hace historia o literatura histórica? “Aunque haya ganado el Premio 2010 del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones en México en la categoría de rescate de fuentes, yo creo que lo que más hago es una historia cultural”, finalizó el doctor en Literatura Mexicana, Vicente Quirarte.
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