La montaña como lienzo: El arte de capturar la superación


Por Maricarmen Olivares Medina
CDMX. El estudio fotográfico Dichroic Film abrió las puertas de su galería para recibir a la fundación “Cimas de la Esperanza” junto con el fotógrafo Charlie Hoornaert, quienes, tras dos años de arduo trabajo, inauguraron por primera vez la exposición y venta de fotografías que plasmaron con sensibilidad las historias de superación y aventura de un grupo de jóvenes supervivientes de cáncer, quienes decidieron conquistar las montañas más altas de México y Bolivia.


“Nuestro objetivo es acompañar a los supervivientes de cáncer a enfrentar la etapa después de la enfermedad”, declaró Sarah Legrand, coordinadora de Cimas de la Esperanza.

Fuerza y determinación fue el poderoso mensaje con el que la fundación franco-mexicana recibió al público en la inauguración de su primera exposición y venta fotográfica, teniendo como objetivo principal la recaudación de fondos, ingresos adicionales que complementaron las donaciones que recibieron de personas y asociaciones, beneficiando el crecimiento de proyectos con nuevas generaciones de jóvenes que quisieran superarse en la cumbre de una montaña.



Ofrecen a los colaboradores una forma creativa y significativa de contribuir a la causa, reiterando que "hay una vida después del cáncer". Esta exhibición no solo fue una muestra de arte visual, sino también un homenaje a quienes lucharon y continúan luchando contra esta enfermedad.

“Lo primero que dije fue: increíble tu proyecto, pero es imposible”, dijo Ximena, miembro del grupo de jóvenes sobrevivientes de Cimas de la Esperanza.

Cada fotografía capturada a través del lente de Charlie Hoornaert es una ventana a la conquista de majestuosas montañas, siendo la más emblemática Huayna Potosí, en Bolivia, con sus imponentes 6,088 metros de altura. El fotógrafo francés no solo inmortalizó los paisajes, sino también los profundos sentimientos que florecieron en esa montaña: unidad, fortaleza, valentía y un espíritu inquebrantable. Con cada paso de los jóvenes, Hoornaert fue testigo de cómo estas emociones dejaron una huella imborrable en el proyecto, reflejando una historia de superación en cada imagen.



Cada uno de esos lienzos impresos invitó a todo aquel que se interesara a reflexionar sobre el poder del espíritu humano y la capacidad de las personas para renacer tras la adversidad. Fue un llamado a la solidaridad y a recordar que, aunque el cáncer deja cicatrices, también puede ser el motor para una transformación llena de fuerza y esperanza.





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