Ni el Covid-19 hace que muera la fe

Por Alma Hidalgo |
Ciudad de México (Aunam). Tras la pandemia global causada por el Covid-19, la Secretaría de Salud junto con el Gobierno Federal impidieron que las iglesias permanecieran con sus puertas abiertas; ya que es recomendable evitar la conglomeración de más de cincuenta personas en espacios públicos y privados.


Pero ni el cierre de las iglesias impidió la celebración de misas; como en la Basílica de Guadalupe, en la que a pesar de realizarse a puerta cerrada, los católicos pueden ser testigos de dicho acto de fe. Esto es posible gracias a que las nuevas tecnologías permiten transmisiones en vivo en diversas plataformas como YouTube, las cuales son compartidas tanto en las redes sociales de la Basílica, como en diversos canales dedicados al culto religioso.

Uno de estos canales es Catholic.net en el que desde las 11:56, a pesar de que aún no iniciaba la misa, el fervor de las personas que la atestiguaron desde sus hogares era visible; ya que diversos usuarios comenzaron a inundar el chat para dar a conocer que ofrecerían la ceremonia por la salud o por el “eterno descanso” de alguna persona; al ser tantas peticiones, incluso a través de una pantalla, sentías la fe que los católicos tienen hacia el culto religioso.

A las 12:00 en punto comenzó la transmisión desde la Basílica de Guadalupe, en la que un coro acompañado de música instrumental daría la pauta para que el Cardenal Carlos Aguiar Retes saliera a oficiar la misa junto con un grupo de sacerdotes. Todos, uniformados con túnicas rojas con blanco, caminaron hasta el altar del santuario para tomar su lugar en el que fueron partícipes de la celebración, pero claro, siempre con sana distancia.

Después del discurso inicial del Cardenal, el Monseñor Salvador Martínez Ávila dio la bienvenida a los hermanos que a través de los medios de comunicación presenciaron la misa; y posteriormente agradeció el “Peregrinar virtual de la familia Mondragón”, y aclaró que a pesar de que los feligreses están en sus hogares, su devoción es tanta que incluso utilizan la tecnología para estar cerca de Dios y de la Virgen.

Como en toda misa, fueron enunciadas las peticiones en forma de cantos, las cuales comúnmente son contestadas en voz alta por los asistentes; pero en el momento lo único escuchado era el desolado eco de los Sacerdotes quienes junto al coro las respondían, por lo que comunicaban lo vacía que estaba la Basílica.

A las peticiones enunciadas con fervor por el Cardenal Carlos Aguiar Retes, eran sumadas las que los espectadores suplicaban en el chat; entre estas estaba la de María Herrera Reyes quien imploraba “Por las personas que han fallecido esta semana por el COVID-19” o la de Bertha Blas que oraba “Por la salud de los abuelos de mi nuera que tienen COVID-19, para que les devuelvas la salud y sean liberados de esa terrible enfermedad”.

Gracias a la “terrible enfermedad”, las tomas panorámicas realizadas desde distintos ángulos del interior de la Basílica demostraban que en el lugar donde cada doce de diciembre no cabe ni un alma, ahora le hacían falta; pero claro que es más importante evitar la propagación del COVID-19 que, aunque impide estar presentes en el lugar, la música junto con dichas tomas hacían que pudieras disfrutar la celebración religiosa como si estuvieras en el Templo sagrado.

Después de las peticiones, el Cardenal con una voz pacifica acompañado de una cara de esperanza, hizo un llamado para que los feligreses aprendan a vivir con amor y armonía; lo cual comentó que “es logrado mediante el diálogo, reconociendo errores, perdonándonos y perdonando a los demás; para con ello poder construir un mundo fraterno y solidario”.

Posteriormente comentaron que sería el turno de que los feligreses dieran su donación a la Iglesia, pero debido a la situación actual pidieron que la depositaran a una cuenta de banco; para “permitir seguir con las obras pastorales, y especialmente para que con ellas favorecieran a quien no tiene”.

Así mismo, Susana impidió que los presentes en la Basílica, no compartieran la paz mediante un fraternal apretón de manos, por lo que solo la plasmaron mediante una reverencia físicamente lejana entre sí, pero llena de amor y fe; lo cual fue realizado mientras que los espectadores daban la paz virtualmente mediante los comentarios de la transmisión.

El acto de fe culminó con el deseo del Cardenal de que los devotos tuvieran un feliz domingo y con la esperanza de “salir mejor de la pandemia”, remitiendo a su discurso de aprender a vivir con amor y armonía. Al terminar la transmisión, es un hecho que ni el COVID-19 impide las celebraciones de fe, y mucho menos disminuye el fervor de los católicos, el cual incluso es socializado mediante los comentarios de las transmisiones y no enunciado en voz baja como comúnmente lo hubieran realizado frente al atrio de la Basílica.



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