Oda a las plantas, en el Liceu Opera Barcelona
- El concierto vía streaming, fue en presencia de decenas de plantas que ocupaban el lugar de los asistentes
Mundo (Aunam). Uno de los teatros más importantes y antiguos del mundo, el Gran Teatre de Liceu de Barcelona transmitió un concierto en directo a través de su cuenta de Youtube. “Concierto para plantas como propuesta simbólica de un cambio de paradigma” rezaba en el cartel que promocionaba dicha actividad. Debajo del nombre del concierto decía 17:00 p.m., sin embargo, en México por la diferencia de horario, el concierto empezaría a media noche.
El día en cuestión, la transmisión empezó con el desconcertante tono de un teléfono celular, posteriormente la voz de una mujer anunció las recomendaciones para oír el concierto, en catalán primero y luego en español: “Por respeto a los artistas y a la audiencia les pedimos apagar sus teléfonos celulares”, finalmente en inglés, lo que me dio a entender que el espectáculo, efectivamente, era internacional.
La nula luz del ambienta hacía que la atención pudiera centrarse en la brillante iluminación que emanaba de las múltiples lámparas colocadas en los niveles que podían verse a través de la computadora. Segundos después entraron cuatro artistas pertenecientes a La Orquesta Simfónica del Liceu, cuando se colocaron frente a sus instrumentos se apreció que Oleg Shport y Yana Tsanova, eran los violines mientras que Gillaume Terrail los acompañó con el chelo y Clarie Bobij con la viola; los cuatro artistas hicieron una reverencia y empezaron el concierto.
Interpretaron Crisantemi un famoso concierto del compositor de ópera italiano Giacomo Puccini. Dicho concierto de cuerdas unió sus sonidos y tocó una melodía para 2,292 vidas encarnadas en hojas y ramas, una pieza para miles de plantas que ocuparon el teatro catalán, así como para cientos de personas de todo el mundo quienes escuchaban la interpretación de los artistas.
La música dulce armonizó con el ambiente tranquilo de la medianoche en la Ciudad de México, la cámara pasó por cada butaca del Gran Teatre de Liceu y dejó ver a helechos, lavandas, palmas de bambú, plantas tipo araña, entre otras, todas sentadas en las butacas de terciopelo rubí, conectadas entre ellas y con quienes tocaban para ellas.
Desde la sala de mi casa el aire fresco del ventilador pareció llevar el aroma del agua estancada de la pecera y de la pequeña palma hasta mí, haciendo que la presencia de los asistentes de la ópera se sintiera más cercana y natural. Los minutos pasaron junto con el vaivén de los instrumentos del Uceli Quartet cuyo sonido después pareció lejano en contraste con el ruido de los rayos y la caída de la lluvia contra el asfalto de las calles.
Dicho ruido amplificado por el eco de 4 paredes me recordó que el aislamiento aún seguía y que el cambio de paradigma que buscaba reflejar el director artístico Eugenio Ampudia a través de ese concierto ya sucedía no sólo en ese escenario sino alrededor del mundo, con artistas, oficinistas y distintas personas adaptando su mirada se vivió así como si la personalidad teatral y vanguardista de Puccini buscara tocar los sentimientos de la audiencia, como si su característica preocupación artística por el público internacional viajara hasta a los asistentes virtuales y presenciales.
A las 12:09 de la madrugada los artistas bajaron sus instrumentos, se pararon de sus lugares e hicieron una reverencia final… el concierto había terminado, algo efímero, aunque sin duda algo que cambió la perspectiva del arte y la expresión en tiempo de aislamiento mundial, después un sonido casi insólito (en el contexto de silencio tanto en el ambiente de mi hogar como en el del concierto en Barcelona) captó mi atención… parecían aplausos.
De un momento a otro el ruido aumentó y se distinguió el sonido de los aplausos al mismo tiempo que algo de viento dio movimiento a las plantas que dio la impresión de que realmente estaban aplaudiendo, así fue como terminó el concierto.
El final de la presentación me hizo reflexionar, en la vida que hay en el planeta fuera del entorno humano, en la vida que crece junto a nosotros que muchas veces pasamos por alto, ese día en el concierto, talentosos músicos, un teatro grande e importante y cientos de espectadores volteamos a ver esa parte del mundo, esa otra vida.
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