CONMEMORA EL INBA A VICENTE LEÑERO TRAS UN AÑO DE SU FALLECIMIENTO
Por Viridiana Martínez Sánchez
México (Aunam). A un año de la muerte del periodista y novelista, Vicente Leñero, el Instituto Nacional de Bellas Artes rindió homenaje para recordarlo por sus destacada obra. La Sala Manuel M. Ponce fue el lugar donde se llevó a cabo la mesa redonda modulada por el escritor y ensayista Héctor Orestes Aguilar, en la cual participaron, además, el periodista José Luis Martínez y David Olguín, dramaturgo y director de teatro.
Con la presencia de familiares y amigos, se revivieron las principales obras y el espíritu de este personaje, a través de la biografía recitada por los participantes de la mesa.
“Vicente Leñero, un hombre de teatro, plenamente. Apasionado con los montajes y radical”, afirmó Olguín, tras hablar de las dos obras del autor que fueron estrenadas en la escena teatral. Asimismo, el dramaturgo aseguró sentirse privilegiado de participar en la mesa conmemorando al periodista.
Mencionó que el próximo año la Compañía Nacional de Teatro presentará un ciclo de ocho o nueve de sus principales obras, las cuales son muestra de su actualidad porque “el teatro se comunica con el presente; el dramaturgo se debe a la actualidad, no piensa en el mañana […] cuando el público esté frente al montaje de la compañía, percibirán a un Vicente Leñero totalmente vivo, que es lo que uno percibe cuando ve sus obras.”
“Leñero estaba entrando al teatro por el lado del periodismo -expresó Olguín- y él mismo decía que le faltaba el encuentro con la escena, básicamente con el espacio, lo cual va a hacer una de las grandes aportaciones del periodista a la dramaturgia mexicana.”
El director de teatro mencionó que fue en 1978 cuando el periodista realiza La Mudanza (la cual considera su obra más transparente) y, a la vez, estrena la obra que lo consagra y distingue de la generación precedente. Esta obra narraba la historia de una familia de clase media que estaba pasando por la crisis matrimonial.
“Lo que va a distinguir a Leñero de los otros dramaturgos como Emilio Carballido y Luisa Josefina Hernández en los años cincuenta es su cercanía con la dramaturgia norteamericana emparentada con los realistas Arthur Miller y Thornton Wilder, principalmente, porque hace un análisis de la realidad”, apuntó Olguín.
La Noche de Hernán Cortés (1992), Nadie Sabe Nada (1988) y El Martirio de Morelos (1981) son algunas de las principales obras teatrales que escribió Leñero. La primera de ellas (texto apasionante sobre la historia mexicana), mencionó el dramaturgo, deja marcado el tipo de estructura lineal que iba a dejar la fragmentación novedosa y su fascinación con la teatralidad. Mismas que realizaría con el director de escena Luis de Tavira, quien, a pesar de llevar una relación difícil con el escritor, logró captar la esencia que Leñero buscaba en el escenario.
“Siempre me inspiró un enorme respeto su congruencia y su generosidad; su capacidad de defender apasionadamente sus ideas”, expresó Olguín.
Por otra parte, el periodista José Luis Martínez, destacó el conmovedor y entrañable discurso que Leñero dio, también en el INBA, en defensa de los dramaturgos. “Yo creo que eso reafirma, de alguna manera, que él siempre fue lo quiso ser a pesar de los posibles inconvenientes. Fue un escritor y un dramaturgo porque así lo decidió”, profesó el periodista.
Asimismo se habló de la colaboración que Leñero tuvo como guionista en el cine, misma que hizo llegar al escritor a un público masivo, en películas como El Callejón de los Milagros (1995) con la participación de Salma Hayek; así como también en El Crimen del Padre Amaro (2002) con Gael García. “Vicente fue una voz en la cinematografía”, especificó Olguín.
“Para Leñero no había un género menor, es decir, no rehuía a escribir de espectáculos, como tampoco de política. Y si uno lee sus crónicas, puede remitirse a la época del texto sin ningún problema”, mencionó Martínez.
“Vicente era muy cuidadoso y observador. Él plasmaba en sus textos hechos que nosotros vivíamos y pensábamos pero no sabíamos cómo describir. Hechos que para algunos pasaban desapercibidos, Leñero, en su trabajo, nos lo hacía evidente. Esa es una de las cualidades del escritor. Entrarle a la realidad”, afirmó José Luis Martínez.
Vicente Leñero falleció a causa de una enfermedad pulmonar el 3 de abril de 2014, a la edad de 81 años, en la Ciudad de México.
México (Aunam). A un año de la muerte del periodista y novelista, Vicente Leñero, el Instituto Nacional de Bellas Artes rindió homenaje para recordarlo por sus destacada obra. La Sala Manuel M. Ponce fue el lugar donde se llevó a cabo la mesa redonda modulada por el escritor y ensayista Héctor Orestes Aguilar, en la cual participaron, además, el periodista José Luis Martínez y David Olguín, dramaturgo y director de teatro.
Con la presencia de familiares y amigos, se revivieron las principales obras y el espíritu de este personaje, a través de la biografía recitada por los participantes de la mesa.
“Vicente Leñero, un hombre de teatro, plenamente. Apasionado con los montajes y radical”, afirmó Olguín, tras hablar de las dos obras del autor que fueron estrenadas en la escena teatral. Asimismo, el dramaturgo aseguró sentirse privilegiado de participar en la mesa conmemorando al periodista.
Mencionó que el próximo año la Compañía Nacional de Teatro presentará un ciclo de ocho o nueve de sus principales obras, las cuales son muestra de su actualidad porque “el teatro se comunica con el presente; el dramaturgo se debe a la actualidad, no piensa en el mañana […] cuando el público esté frente al montaje de la compañía, percibirán a un Vicente Leñero totalmente vivo, que es lo que uno percibe cuando ve sus obras.”
“Leñero estaba entrando al teatro por el lado del periodismo -expresó Olguín- y él mismo decía que le faltaba el encuentro con la escena, básicamente con el espacio, lo cual va a hacer una de las grandes aportaciones del periodista a la dramaturgia mexicana.”
El director de teatro mencionó que fue en 1978 cuando el periodista realiza La Mudanza (la cual considera su obra más transparente) y, a la vez, estrena la obra que lo consagra y distingue de la generación precedente. Esta obra narraba la historia de una familia de clase media que estaba pasando por la crisis matrimonial.
“Lo que va a distinguir a Leñero de los otros dramaturgos como Emilio Carballido y Luisa Josefina Hernández en los años cincuenta es su cercanía con la dramaturgia norteamericana emparentada con los realistas Arthur Miller y Thornton Wilder, principalmente, porque hace un análisis de la realidad”, apuntó Olguín.
La Noche de Hernán Cortés (1992), Nadie Sabe Nada (1988) y El Martirio de Morelos (1981) son algunas de las principales obras teatrales que escribió Leñero. La primera de ellas (texto apasionante sobre la historia mexicana), mencionó el dramaturgo, deja marcado el tipo de estructura lineal que iba a dejar la fragmentación novedosa y su fascinación con la teatralidad. Mismas que realizaría con el director de escena Luis de Tavira, quien, a pesar de llevar una relación difícil con el escritor, logró captar la esencia que Leñero buscaba en el escenario.
“Siempre me inspiró un enorme respeto su congruencia y su generosidad; su capacidad de defender apasionadamente sus ideas”, expresó Olguín.
Por otra parte, el periodista José Luis Martínez, destacó el conmovedor y entrañable discurso que Leñero dio, también en el INBA, en defensa de los dramaturgos. “Yo creo que eso reafirma, de alguna manera, que él siempre fue lo quiso ser a pesar de los posibles inconvenientes. Fue un escritor y un dramaturgo porque así lo decidió”, profesó el periodista.
Asimismo se habló de la colaboración que Leñero tuvo como guionista en el cine, misma que hizo llegar al escritor a un público masivo, en películas como El Callejón de los Milagros (1995) con la participación de Salma Hayek; así como también en El Crimen del Padre Amaro (2002) con Gael García. “Vicente fue una voz en la cinematografía”, especificó Olguín.
“Para Leñero no había un género menor, es decir, no rehuía a escribir de espectáculos, como tampoco de política. Y si uno lee sus crónicas, puede remitirse a la época del texto sin ningún problema”, mencionó Martínez.
“Vicente era muy cuidadoso y observador. Él plasmaba en sus textos hechos que nosotros vivíamos y pensábamos pero no sabíamos cómo describir. Hechos que para algunos pasaban desapercibidos, Leñero, en su trabajo, nos lo hacía evidente. Esa es una de las cualidades del escritor. Entrarle a la realidad”, afirmó José Luis Martínez.
Vicente Leñero falleció a causa de una enfermedad pulmonar el 3 de abril de 2014, a la edad de 81 años, en la Ciudad de México.
Leave a Comment