LA DECISIÓN DE ESTUDIAR LO QUE UNO QUIERE

Por: Linda M. Jiménez Vilchis
Ciudad de México (Aunam). En un café ubicado en la colonia Roma, vestida con unos jeans blancos y una camisa color azul Michelle León, estudiante de primer año de medicina, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Antes de esto, estudió dos años de Ciencias de la Comunicación, en la Facultas de Ciencias Políticas y Sociales.


“Todo comenzó con el último semestre de bachillerato, me encontraba estudiando en el
Colegio de Ciencias y Humanidades Sur. Nadie te dice que tienes que prepararte para pensar que quieres estudiar, de repente estás a un mes y es momento de elegir tu carrera, lo que hayas hecho en los tres años se verá reflejado en tu promedio con el que tendrás que guiarte para elegir una carrera”, menciona la aspirante a médico.

Michelle León confesó que medicina no fue su primera opción: “mi promedio no era suficiente, no sabía bien que quería estudiar, deje que el promedio me limitara, así que solo investigue las carreras que estuvieran a mi alcance y escogí Ciencias de la Comunicación”.

Ya que le gustaba la idea de la publicidad y el marketing, pensó que podría resultar una buena carrera. Sin embargo el primer semestre cambió mucho su idea de la comunicación: “me topé con que muchos de mis compañeros de verdad querían estudiarla, unos tantos decían que sus papás se dedicaban a ello, otros decían que llevaban años pensando en esa carrera. A mí me preguntaban y lo que contestaba era que me pareció una buena idea”.

Sobre su experiencia en la FCPyS mencionó que sentía que no era el lugar donde debía estar: “no me podía ver a futuro haciendo lo que se supone terminas listo para realizar en el ámbito laborar”.

El semestre se tornaba en un ambiente tranquilo, conocía a sus profesores y las materias no eran malas, solo que ella seguía sintiendo que no pertenecía a ese lugar.

Los jóvenes que están a punto de entrar a la universidad deben lidiar con la idea de que esperan ser en el futuro, muchos de ellos tienen presión ejercida por sus padres, amigos o incluso profesores y se precipitan a tomar una decisión que algunas veces terminan por dejar de lado, o terminan sin tener la satisfacción de hacer algo que realmente les gusta.

En cuanto a su cambio de carrera comentó que fue un proceso difícil, pues no quería ser parte de la estadística de jóvenes desertores: “tenía miedo, pero estaba convencida de que no podía seguir haciendo algo que no me gustaba, seguía asistiendo a mis clases en la Facultad, y en mi tiempo libre me dedicaba a investigar otras carreras, sabía que lo más probable era que tuviera que realizar el examen de selección, sin embargo eso no me desanimaba”, mencionó.

Michelle León estaba decidida a cambiar de carrera que en sus tiempos libres no sólo investigaba los planes de estudio “intentaba ponerme en el papel, no me sentía intimidada por lo que un número decía sobre mi desempeño. Sabía que si realmente quería estar allí daría todo de mi, entonces me encontré con la carrera de medicina y no me imaginaba en otro lugar” dijo con una gran cara de entusiasmo y felicidad.


Cuando decidió cambiar de carrera, Michelle León vivía con su padre y su hermano. Tuvo miedo de que su padre pensara que no quería estudiar. Un día ante la pregunta de su papá, decidió confesarle como se sentía en la carrera de Comunicación.

Aun cuando ya estaba decidida, menciona que le ponía nerviosa la idea de presentar examen de admisión, el cual tuvo que hacer tres veces.

“La primera vez estudie por mi cuenta, pero me fue bastante mal, claro que abrir la pagina y recibir un resultado negativo me hizo sentirme mal, pero espere a la siguiente vuelta y estudié más, me faltaron diez aciertos, estaba muy triste, pero me convencí de seguir adelante, así que me inscribí a un curso para realizar el examen”, comentó. Durante este proceso, la ahora estudiante de medicina no dejó su otra carrera.

“Lo logré, ese ha sido uno de los momentos más determinantes para mí, no podía creerlo, supe que partir de allí no me daría por vencida, haría todo para ser la mejor en mi clase, daría todo de mí, porque el resultado que quería lo logré creyendo en mí”, contó con emoción.

“No hay algo más triste que hacer algo que no nos gusta, y no hay algo que de mayor placer que hacer lo que realmente quieres”, aconsejó a todos los estudiantes.


Fotos: Archivo.

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