Marcha estudiantil por todas las causas impunes: conmemoración y exigencias
- Memoria colectiva: el eco del 68
- La comunidad estudiantil salió a tomar las calles a modo de resistencia ante las injusticias sociales
Texto y Fotos: Fernanda Castro
(Aunam). La marcha conmemorativa del 02 de octubre de 1968, ocupó las calles céntricas de la Ciudad de México, donde los tambores y voces fuertes fueron el sonoro canto del trayecto; después de 57 años de aquel trágico día de represiones, testigos del 68 se reunieron para acuerpar un espacio de memoria, de lucha por los derechos de los estudiantes y por supuesto de resistencia colectiva, demostrando que la memoria y la sed de justicia sigue presente.
Cada año, este espacio de memoria y resistencia, generalmente, no se relaciona con otros conflictos como lo fue este año. El objetivo principal de la marcha fue la conmemoración del 68, sin embargo, los estudiantes expresaron (con coraje) el hartazgo que tienen ante la irresolución de episodios de violencia ocurridos recientemente en la UNAM.
Los diversos contingentes reunidos en el metro Tlatelolco se prepararon para iniciar su trayecto con tambores, mantas, carteles, pintura y pasamontañas -para cubrir su identidad-, de modo que, estos elementos acompañaron las causas que en consignas se expresaban: justicia por el homicidio de Jesús Israel de 16 años, ocurrido dentro del plantel de CCH sur, cometido por un estudiante del mismo y amenazas de bomba en diferentes planteles de la Máxima Casa de Estudios.
La comunidad estudiantil exigió al gobierno y a la propia universidad que se realicen las soluciones pertinentes para que se asegure un entorno de estudio seguro: “Exigimos seguridad... de la UNAM, porque es autónoma y es lo que necesitamos. No nos cuidan, nosotros nos tenemos que cuidar”, Jess, 23 años, egresada de la Facultad de Psicología.
Al mismo tiempo, las causas sociales no se quedaron fuera de la conversación, se buscaba la liberación de Palestina de la ocupación Israelí y el esclarecimiento de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014.
No fue para menos lo que sucedió en el 68, fue la respuesta más violenta de represión de un grupo de personas con cargos altos gubernamentales, en contra de la libertad estudiantil. La luz verde de begala a las 18:20 fue el inicio de una masacre que dejó a más de 300 personas muertas, más de 1500 detenidos y decenas de personas heridas. Un acto tan inhumano cargado de odio no es fácil de comprender.
“Dos de octubre no se olvida”-Consigna
Al día de hoy, la tarea y convicción de luchas por generaciones seguras y libertades democráticas sigue estando vigente. “Lo primero que tienen que hacer es leer, leer la historia. Todos estos movimientos se van perdiendo con el tiempo... hay que leer qué ha pasado en la lucha por las libertades democráticas”, sentenció Mario Bernabé, 71 años, participante del 68 y ex preso de Lecumberri.
No obstante, cerca de las proximidades del Palacio de Bellas Artes, alrededor de las 17:00 horas, un grupo de encapuchados lanzó bombas molotov en dirección a los policías formados en guardia, sin embargo, sus armas no solo causaron un caos colectivo, sino que también perjudicaron a un vendedor y su mercancía, a una autoridad civil y a un ciclista. La congregación reprimió los actos por medio de gritos: “no hagan eso”, “no inventen”, por otro lado, otras personas compartieron otro punto de vista: “si me representan”, “fuimos todos”.
Al llegar al Zócalo, la revuelta se acrecentó y con ello los heridos, ante esto surgen preguntas un tanto inquietantes: ¿cuál es el propósito de estos actos?, ¿quiénes son?, ¿se tiene que pasar por los derechos de alguien más para hacer valer los derechos de otros? Cada perspectiva responderá estas preguntas según sus intereses, aunque no se puede dejar de lado que hubo un motivo general, la indignación ante las recientes situaciones de violencia e injusticia.
“No estoy de acuerdo con cómo el gobierno reprime a los estudiantes.”— Graciela, 55 años, madre de una estudiante del CCH Naucalpan
“Esta marcha, para mí significa conmemorar la muerte de aquelloscampesinos que solo buscaban un cambio democrático.”— Felipe, 20 años, Escuela Normal Indígena de Michoacán
La comunidad estudiantil demostró ser capaz de levantar la voz a pesar de los temores impregnados por el eco de los gobiernos impetuosos. Es bien dicho que si algo no incomoda y no hace ruido, no es tomado en cuenta no se vuelve tema de conversación, por ello la sociedad a cargado con una responsabilidad importante en luchas sociales, “abrir los ojos”: informarse es la clave de que una causa sea comprendida, apoyada y protegida.
Muchos símbolos seguirán siendo usados para conmemorar el 02 de octubre: las banderas, los carteles, las consignas, los tambores, la iconoclasia, los paliacates, el lenguaje de señas para pedir silencio o que representa la fecha, entre otros. Sin embargo, hay algo que se espera no volver a escuchar: los gritos de socorro, el ruido de los helicópteros, el bullicio de las voces desesperadas. . . la voz de los que ya no están.
La comunidad, aseguraron algunas personas presentes, seguirá en pie de marcha, seguirá exigiendo y pidiendo respuestas. La fe de no rendirse es increíblemente existente. El 02 de octubre sigue presente.
Las noticias se llenaron de información centrada en los disturbios, fueron pocos los espacios periodísticos e informativos que mostraron la esencia de la manifestación: un exigir colectivo ante injusticias pasadas y contemporáneas.
“Que la lucha de nuestros compañeros estudiantes fallecidos no quede en vano.”— Emily, 18 años, estudiante del CCH Sur


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