Gordofobia y jóvenes: El disfraz de la exclusión

Consigna pintada en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Fuente: Fernanda González 

Por: María Fernanda Flores López, María Fernanda González Hernández y Cinthya Estephany Rojas Morales 
CDMX. De un tiempo para acá, los comentarios, críticas, espacios públicos y el sistema mismo se han posicionado en contra de la diversidad corporal, desencadenando efectos adversos en una parte de la población –compuesta en su mayoría por jóvenes– que no tiene un cuerpo acorde con los estándares establecidos. Un claro ejemplo de esto es la ausencia de leyes que regulen cualquier práctica que atente contra la integridad o salud de una persona gorda, pues a pesar de los conversatorios y la difusión en torno al tema, la situación en el país es tal que requiere medidas drásticas. 

Según la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, más de la mitad de la población mayor de 18 años ha sido discriminada por su apariencia, lo que incluye el peso. Asimismo, en  la Ciudad de México, la Encuesta sobre Discriminación (EDIS), del mismo año, refiere que la primera causa de discriminación es el sobrepeso, con un 10.7%. 

Por otra parte, están las consecuencias que afectan a dicho sector debido a una discriminación constante, que van desde los trastornos alimenticios, la ansiedad y depresión, hasta el suicidio que, según un estudio de la Universidad Estatal de Georgia (Atlanta, Estados Unidos) publicado en el Journal of Adolescent Health, incrementa hasta un 45% en aquellos que consideran su peso excesivo. Así, la Secretaría de Salud estima que el 25% de los jóvenes en México padecen un trastorno de conducta alimentaria. 

¿Qué es la gordofobia?

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo de Argentina define  a la gordofobia como un “fenómeno complejo basado en una serie de ideas, valoraciones, prejuicios y estereotipos estigmatizantes que recaen sobre las personas gordas, y se reproducen de forma individual, interpersonal o comunitaria en las distintas instituciones y esferas de la sociedad”. 

La socióloga Liliana Martínez Lomelí explica que el término gordofobia se hizo presente para señalar el estigma social que representaba la obesidad desde los años 60, cuando se realizaron algunos de los primeros movimientos de personas que eran discriminadas por su peso en el espacio público y privado.

Agrega que se trata de una discriminación sistemática, que se refleja en la práctica en el mundo laboral, en el ámbito público, en las relaciones humanas y en la vida afectiva de la persona, y va desde poder tener un buen asiento de avión o encontrar ropa de su agrado hasta ser considerada una persona “exitosa”.

Consecuencias 

Alguien que ha sufrido de burlas por su peso puede llegar a desarrollar problemas que afectan su calidad de vida. Esta opresión que sufren las personas gordas –menciona la periodista especializada en ciencia, bienestar y salud, Sira Robles–, supone graves limitaciones en su desarrollo, pues las responsabiliza por el cuerpo que tienen como si fueran culpables de todo, lo que genera sentimientos de vergüenza que pueden desencadenar en problemas de salud. 

Por su parte, la “Guía básica sobre gordofobia”, elaborada por la activista Magdalena Piñeyro y editada por el Instituto Canario de Igualdad, señala que la discriminación gordófoba, al igual que otras discriminaciones, supone limitaciones a quienes la padecen. “Las personas gordas se encuentran con restricciones y barreras a la hora de encontrar un trabajo, establecer amistades y relaciones sexoafectivas, así como en el acceso a una atención médica de calidad”, expone el documento.

De acuerdo con datos de la COPRED (Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México) y la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, las personas que han sufrido de discriminación por su peso tienden a desarrollar:
  • Una limitación en el acceso a derechos, producto de la discriminación que viven.
  • Un impacto contra su salud mental, pues al no cumplir con el "cuerpo perfecto", marcado por una notoria delgadez, sufren discriminación en todos los espacios que ocupan.
  • Baja autoestima, ocasionada por la repulsión y el rechazo social que se genera contra ellas.
  • Desórdenes alimenticios como la anorexia, la bulimia y el "trastorno por atracón", consecuencias alarmantes de la gordofobia.
  • Asimismo, las instituciones apuntan que de cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia, nueve fueron de mujeres, lo que demuestra que los alcances de la gordofobia no son iguales para ambos géneros.
Violencia temprana

Las consecuencias ya mencionadas se presentan en la vida de cuatro universitarios de la UNAM: Fernanda Trinidad, Mariana Cantero, Sofía Moreno y Brian García, quienes sufrieron burlas e insultos desde niños por su peso, ya fuera por parte de su familia o de sus compañeros de escuela. 

Brian García, egresado de la Facultad de Contaduría y Administración, no recuerda un sólo día en el que se haya sentido bien consigo mismo, pues las críticas y comentarios hacia su cuerpo lo han perseguido desde que tenía ocho años, causándole una serie de inseguridades y problemas de salud. 

"Mi mamá me dijo que cuando nací pesé 3.800 kg, mucho más de lo que se esperaría de un recién nacido, pero con el tiempo entendí que la complexión robusta era parte de mi genética, porque sin importar la dieta o el ejercicio mi cuerpo nunca se ajustó a mis ideales o a los de las personas que me criticaban. Incluso, mi nutrióloga actual me regañó la primera vez que fui con ella, porque comía mucho menos de lo que debía y, encima, me mataba haciendo ejercicio".

Brian recuerda que las críticas y los malos comentarios se fueron intensificando con el tiempo, pues al principio tenían un tono pasivo-agresivo, pero después se convirtieron en sugerencias insanas, regaños y comentarios maliciosos. Así, él llegó a pensar que todo sería diferente con el simple hecho de ajustar su cuerpo a los estándares sociales, e incluso se convenció a sí mismo de que la felicidad se encontraba en ese ideal.

"La primera vez que mi mamá me dijo algo sobre mi apariencia fue cuando cumplí ocho años.  Estábamos celebrando en mi casa y de repente ella me dijo: 'Hijo ¿no quieres que te meta a algún deporte?, porque estás muy gordito y eso no me gusta'. Además, mi papá se la pasaba diciendo que 'si seguía subiendo de peso me iban a mandar a correr' y, lo quieran o no, esas palabras son dolorosas y peligrosas en la mente de un niño. Llegué a sentirme prisionero cuando lloraba por las noches después de no haber comido lo suficiente durante el día, cuando hacía ejercicio hasta que el dolor era insoportable, cuando solo pensaba en agradarle al resto y, aun así –suspira–, los veía echarme la culpa de mi complexión e infelicidad".

Por su parte, la primera vez que Mariana Cantero, estudiante de 21 años del sexto semestre de la carrera de Diseño Gráfico, creyó que su peso corporal era un problema fue cuando tenía nueve años, edad en la que comenzó a recibir cuestionamientos sobre su apariencia por parte de su entorno familiar.

Para Sofia Moreno, alumna de 20 años de la Facultad de Psicología, las cosas no fueron tan distintas porque la violencia se manifestó a sus 10 años. “Mi familia comenzó a decirme que tenía que bajar de peso y hacían comentarios sobre cómo comía mucho y, en la escuela, los niños hacían burlas entre ellos diciendo que yo era su novia para molestarse”.

En el caso de Fernanda Trinidad, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, las mofas comenzaron en el ambiente escolar, cuando ella apenas tenía seis años y acababa de ingresar a la primaria. “Mis compañeros de clase se burlaban de mí, hacían chistes sobre mi cuerpo”.

Cultura de las dietas 

La nutrióloga Raquel Lobatón detalla que vivimos en una cultura obsesionada por la delgadez, donde “el deseo de perder peso nos puede llevar a hacer y gastar lo inimaginable con tal de lograrlo”.

Prueba de ello es que, durante el confinamiento a causa de la pandemia por Covid-19, Fernanda Trinidad se dedicó a realizar ejercicio excesivo y comer de forma restrictiva, comportamientos que la llevaron a padecer desnutrición de tercer grado y anorexia nerviosa. El propósito: bajar de peso y alcanzar el “cuerpo ideal”. 

De la misma forma, Mariana Cantero se sometió a su primera dieta a los 12 años. “No fue una experiencia positiva, no podía consumir ningún tipo de grasas o azúcares, incluyendo frutas”, comparte.

La nutricionista Victoria Lozada afirma que estas conductas son consecuencia de creer que la delgadez es un sinónimo de ser saludable. “Pensamos que estar obsesionados con las etiquetas, con lo que hay en nuestro plato, con contar calorías, con adelgazar y con no tomar grasas es salud”.

“Los prejuicios vienen de un sistema económico. Lo que hay detrás de la estigmatización de los cuerpos gordos es un negocio increíble, que es la cultura de la dieta. La cultura de la dieta está sostenida por el índice de masa corporal, que clasifica los cuerpos en infrapeso, normopeso, sobrepeso, etcétera. Y desde ahí se dan pautas de lo que se considera salud que están basadas en el peso. Esto no es válido, porque prejuzgar que un cuerpo solamente por no estar dentro de unos parámetros, no es saludable, la ciencia dice muy claramente que no es correcto”, señala Mireia Hurtado, especialista en la psicología de la alimentación.

A su vez, Lozada refiere que el 95% de las personas que hacen dieta (restrictiva), no la pueden mantener y terminan dejándola. Esto, porque cuando estamos a dieta nuestro cuerpo lo interpreta como una agresión, cree que hay pocos alimentos y entra en modo supervivencia.

Esto hace que perdamos peso al principio, pero después nos hace acumular grasa, disminuye el metabolismo, aumenta el cortisol (hormona del estrés) y otras hormonas que controlan el apetito y la saciedad. “Ahí vienen los problemas, porque no sabemos cuánto ni cuándo queremos comer ni si queremos repetir, e incluso dejamos de disfrutar”.

“Hacer dieta no sirve. Ni para perder peso, ni para tener una relación sana con nuestra alimentación; para absolutamente nada, la verdad. Mi mayor recomendación es trabajar la aceptación, aprender a comer de forma sostenible y saber escuchar lo que nuestro cuerpo nos está pidiendo”, comenta la experta.

No en vano, un dato a tener en cuenta es que el 80% de los casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria comienza con una dieta, según informes de la Cruz Roja e INSALUM y especialistas en salud mental.

“La sociedad que vive con una cultura de la dieta no promueve un estilo de vida saludable, sino que promueve la salud como algo reduccionista, inmediato y pasajero”, indica la nutricionista Yamile Zureyma Barrera Carranza.

Efectos que perduran 

Una de las enfermedades que afectó a Brian García fue la anorexia, consecuencia de las críticas constantes y el bullying por parte de uno de "sus amigos" en la primaria. 

"Después de que toda mi familia, incluyendo tíos y primos, empezaran a recalcar que estaba muy subido de peso, comencé a pensar que, quizás sí tenía que bajar de peso y mejorar mi imagen, pero la decisión final la tomé cuando uno de 'mis mejores amigos' empezó a llamarme 'cerdo', y a decir que 'no porque fuera uno tenía que comportarme y lucir como tal', todo mientras se reía de mí. Cuando cumplí 18 dejé de comer y bajé muchísimo de peso, al punto de que todos me felicitaban y me preguntaban cómo le había hecho, pero todo el tiempo tenía frío, sueño, me veía demacrado, me aterraba comer porque sólo pensaba en las calorías y me desmayaba seguido".

En sus palabras, la inminente anemia y mala relación con la comida obligaron a Brian a abandonar el estilo de vida que llevaba y a pedir ayuda para mejorarse; sin embargo, algo se atravesó en su camino, una condición que él no esperaba y hasta el día de hoy lo sigue atormentando: el trastorno por atracón Este padecimiento, se caracteriza por la aparición de episodios de ingesta compulsiva (atracones) que se definen por la ingesta en poco tiempo de una cantidad de comida excesiva y la pérdida de control sobre esa ingesta.

"Sabes que llegaste al límite cuando sólo quieres parar y pedir ayuda pero no sabes cómo, y eso fue lo que me pasó. Mi hermana me ayudó a buscar a una psicóloga y a una nutrióloga para empezar mi recuperación, pero ninguno de nosotros se esperaba que después de tres años malcomiendo mi hambre se desbordara incontrolablemente. Empecé a comer de forma compulsiva todos los días, el único momento en que no comía era mientras dormía y, apenas me levantaba, ya estaba frente al refrigerador buscando algo".

Así, Brian empezó a recuperar el peso que había perdido de forma poco saludable e igual de dañina, pero en esta ocasión no estuvo solo durante el proceso. Esto marcó la diferencia notoriamente aunque sigue batallando con el trastorno por atracón, pues el trabajo en conjunto de dos profesionales de la salud le ha permitido disminuir el periodo en el que se presentan sus deseos desmedidos de comida.

"La última vez que tuve uno de mis episodios sólo duró tres horas, empecé a comer descontroladamente a las seis de la tarde y me detuve a las nueve, y sé que no parece mucho, pero para mí significa eso, porque al menos ya no estoy donde estaba hace tres años debido a la anorexia y, tampoco, donde estaba hace unos meses cuando desarrollé esta otra enfermedad".

Impacto emocional

La psicóloga Laura Ruiz señala que, durante la infancia y la adolescencia, la personalidad se va forjando y es importante que las personas aprendan a saberse valiosos sin importar cuáles sean sus cualidades físicas, lo que resulta complicado al vivir en una sociedad que “nos vende la idea de la delgadez como lo que se espera de todos, llegando incluso a mostrarlo como sinónimo de éxito, belleza y felicidad”, comenta.

De este modo, a estos jóvenes, los comentarios gordofóbicos a lo largo de su vida les han ocasionado baja autoestima y problemas para relacionarse con los demás. Por ejemplo: Mariana Cantero considera que su peso le ha dificultado crear relaciones. “No sé si sea una forma de discriminación, pero sí creo que las personas se animan menos a hablarme por esa razón”. 

Asimismo, Cantero explica que dichas ideas han impactado en su salud mental y en otros aspectos de su vida. “Me han hecho insegura, creyendo que estoy mal por pesar lo que peso sin importar mi situación y mis posibilidades; y mi autoestima se ha visto afectada notablemente para mal. Siento que me ha hecho querer salir menos y vestirme de maneras holgadas”.

Sin embargo, a pesar de las afectaciones mantiene una actitud positiva. “Creo que al final uno debe saber que la estética no nos define. Somos más que eso que critican a primera vista”.

Por su parte, a pesar de no haber recibido atención psicológica, Fernanda Trinidad sigue trabajando en aceptar su cuerpo. "Hay momentos en que me empiezo a criticar, pero soy más consciente de la diversidad de cuerpos y entendí que eso está bien, que realmente yo no tenía nada de malo".

La psicóloga Ana Paula Molina señala que para empezar a erradicar este tipo de discriminación, es vital  no juzgar el cuerpo de otras personas. “No conocemos su historial médico, no conocemos cómo funcione su metabolismo, no deberíamos opinar sobre algo que no conocemos sólo porque no entre en el canon de belleza”.

El papel de los medios de comunicación ante la gordofobia 

Ventaneando ha servido de espacio para constantes burlas hacia personas del mundo del espectáculo. Imagen: El Sol de México

En un artículo publicado por el medio The Conversation, la periodista Idoia Camacho Markina describe que los medios de comunicación ocupan una posición privilegiada para acceder a la mayoría de la población, teniendo la capacidad de influir y condicionar la percepción que tiene el público sobre la gravedad de las enfermedades. De esta manera, considera necesario que estos tengan un compromiso para ofrecer una imagen justa, precisa y no estigmatizante de las personas con cuerpos no hegemónicos. 

“Se ha demostrado que informar de manera más objetiva, respetuosa y pedagógica sobre las dolencias, contribuye a que se comprenda mejor cómo tratarlas. Por el contrario, si la información proporcionada es deficiente, puede confundir, inquietar y propiciar que la población tome decisiones equivocadas. La forma en que los medios representan la obesidad es sustancial para aumentar o reducir el estigma hacia las personas con sobrepeso”, expone. 

Por esa razón, la especialista considera importante pensar en la imagen que ofrecen los medios de comunicación de la obesidad, en la que comúnmente se transmiten prejuicios que perpetúan el estigma. “La mayoría de las representaciones son de personas que suelen ser divertidas y hacen bromas sobre comer mucho”, comenta Sofía Moreno. 

No obstante, Idoia Camacho explica que esta situación no sólo ocurre en los medios de comunicación, sino que se replica en campañas de salud pública, en el discurso político, e incluso en la literatura científica. “Lo hacen a través del uso de encuadres, imágenes y lenguaje que tratan el sobrepeso como un problema de responsabilidad personal más que como un problema multifactorial”.

Debido a lo anterior, la periodista puntualiza que es necesario un esfuerzo colaborativo de todas las partes interesadas, incluidos profesionales sanitarios, investigadores, responsables políticos, pacientes y medios de comunicación, para así establecer una nueva narrativa que elimine el estigma y la discriminación por el peso. 

De esta manera, un tratamiento correcto de la información a través de los medios de comunicación puede contribuir a la eliminación de la gordofobia. Para ello, son útiles las guías que han elaborado diversas organizaciones y colectivos. Entre las recomendaciones recogidas en esas guías, Camacho destaca la de no reproducir estereotipos que asocian la gordura con la falta de ejercicio, malnutrición y ausencia de voluntad, ni los que asocian la gordura con la enfermedad o la delgadez con la buena salud.

Asimismo, piensa que es necesario evitar toda ridiculización de las personas a causa de sus características físicas y evitar describir el peso corporal con términos y lenguaje que puedan resultar ofensivos, porque en sí, la apariencia física no debería de ser tema de conversación. "Se trata de situar a las personas antes que a la enfermedad y no etiquetarlas".

Del mismo modo, las activistas Laura Contrera y María Luz Moreno, explican que la gordofobia es un fenómeno no transversal porque se da en todas las clases sociales, sobre todo, por los estereotipos de belleza hegemónica (flaca/o, alta/o, blanca/o, rica/o, occidental, heterosexual, no transgénero, joven) que circulan culturalmente y que son reforzados por todos los medios de comunicación.

“Por eso, necesitamos repertorios culturales que muestren la diversidad corporal. Tanto la televisión como las redes sociales deberían mostrar productos culturales donde las personas gordas sean tratadas de forma positiva, ya que este cambio cultural impactaría positivamente en el reconocimiento de la diferencia”, comentan. 

Por su parte, Fernanda Trinidad cree que la adecuada difusión del tema podría ayudar a implementar la inclusión corporal a nivel social, pues actualmente ha visto mayor cantidad de contenidos que buscan visibilizar la diversidad de cuerpos. "Esto ha generado que la población hable al respecto, y considero que despertar la opinión pública ya es un avance". 

Uno de los casos de gordofobia más famosos en los últimos años a través de los medios de comunicación, fue el ataque que recibió la cantante mexicana Yuridia por parte de Paty Chapoy, conductora del programa de espectáculos ‘Ventaneando’. Ataque que no era reciente, ya que Yuridia fue víctima de comentarios ofensivos desde que saltó a la fama en 2005, como participante de la cuarta generación del reality show mexicano 'La Academia'. 

Sin embargo, estos comentarios fueron retomados a principios del 2023 después de que Paty Chapoy se presentara con el comunicador Alex Montiel, en donde la conductora comentó: "no somos amigas, pero yo la admiro mucho, el asunto es que cuando salió en ‘La Academia’ estaba muy pasada de peso y entonces siempre comentamos en el programa que era una tremenda cantante, que nadie como ella, pero que estaba gorda". La confesión de la conductora hizo tanto eco que incluso la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) condenó las declaraciones.

La lucha desde el arte

Erika Bülle es considerada una de las pioneras en el activismo gordo.  Fuente: Agendamx.

Como respuesta a esta problemática nació el activismo gordo, que se encarga de describir, visibilizar y denunciar el sistema gordofóbico. A pesar de que en el entorno hispanohablante todavía no hay muchos estudios sobre las diferentes violencias que recibe este sector de la población, este tipo de activismo comienza a tomar fuerza de la mano de personas que luchan por la divulgación en contra de la discriminación y por la visibilidad de los cuerpos gordos. 

Un ejemplo del avance de esta lucha es que el 04 de marzo, designado como el Día Mundial contra la Obesidad, de 2022 fue resignificado por activistas y colectivos como como el Día Mundial contra la Gordofobia, fecha en la que buscan promover la diversidad de cuerpos y reivindicar los derechos de las personas con cuerpos no hegemónicos. 

Alguien que ha trabajado contra la discriminación y en favor de los cuerpos gordos es Erika Bülle Hernández, doctora en Artes y Diseño por la UNAM, quien por sus performances y docencia se ha convertido en una representante de México y Latinoamérica en la escena Queer y el activismo gordo.

“Yo considero que más que activista soy una artivista (…). Estoy con certeza que soy la más grande, en edad, de estos activismos gordos en México. Eso, a su vez, hace que me tenga que manifestar de otra forma y entonces, el lenguaje para mí, el lenguaje que yo conozco en esta vida pues es las artes y es la performance”.

No obstante, este movimiento también ha tenido presencia en las redes digitales de la mano de personajes como Alexandra Verdugo; una diseñadora gráfica que en el 2020 comenzó a compartir ilustraciones activistas en su cuenta de Instagram, debido a que se percató de que casi no existían referencias de bocetos de cuerpos gordos.

“Siento que muchas veces, en el arte y la ilustración, caemos en lo mismo de querer dibujar algo estético, y creemos que lo estético es sinónimo de delgado. Yo fui una de esas personas, pero cuando descubrí lo que era la gordofobia me dije: ‘No, tengo que empezar a cambiar esto, y tengo que empezar a dibujar cuerpos gordos, porque si no se muestra, no existe’”.

A través de sus dibujos comparte poemas, sus consignas y su experiencia personal como mujer gorda; historias con las que sus más de 35 mil seguidores se sienten identificados. 

“Una vez me llegó un mensaje que decía que gracias a mis posts esa persona había podido volver a verse en el espejo. Y siento muy bonito que mi trabajo sea parte de un cambio, a lo mejor no radical pero sí una chispita que haga decirle a algunos: ‘No estás mal’. Se siente muy bien”. 

El poder del activismo

Mariana Cantero ha descubierto el activismo gordo a través de cuentas de Instagram, canales en YouTube e incluso podcasts. “Me encanta que surjan diferentes opiniones desde otras perspectivas más empáticas y no solo científicas”, opina. Para ella, ha sido algo positivo descubrir a personalidades que hablan sobre estos temas como la nutrióloga antidieta Raquel Lobatón o la actriz Esmeralda Soto. “Me han ayudado bastante a mejorar la visión que tengo de mí misma y entenderme un poco más para mejorar mi salud física y mental”.

A su vez, a Brian García le parece muy valiente que las personas empiecen a alzar la voz y a tratar la discriminacion hacia las personas gordas como lo que es, una injusticia. Incluso, confiesa que esto le ha ayudado a sentirse menos solo en su lucha y, en cierta forma, le da la esperanza de que nadie vuelva a pasar por lo mismo que él.

“Por suerte, ahora se habla de ello, los padres empiezan a recibir alertas e instrucciones para reaccionar a tiempo y evitar tragedias, y las nuevas generaciones tienen a otra que las respalda en ese sentido. Los niños que hoy sufren bullying por su peso ahora tienen a alguien que luche por ellos a diferencia de mí, y es ahí donde se ve el cambio, lo que hará la diferencia en el futuro", concluye.

Antes de empezar a ilustrar cuerpos gordos, Alexandra tomó fotos de sí misma, de todos ángulos posibles, para saber cómo representar estos cuerpos. Fuente: @alexaandrave





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