Investigar la célula dará nuevos conocimientos aplicables en medicina: Merchant Larios
Por Liliana Carrasco Ramírez
México. En una pequeña oficina, frente al laboratorio de tortugas del Instituto de Investigaciones Biomédicas, está el doctor Horacio Merchant Larios, investigador emérito de dicha institución y de sociedades de biología celular y microscopía electrónica. Su cubículo daba apenas para que él saliera de su escritorio a comodidad, pero, pese a eso, era bastante acogedor.
En un extremo estaba su silla y detrás, la ventana con vista al techo de la Facultad de Química; en el otro lado, había una pared con estantes y una fotografía de su juventud con una de las especies cumbre de su investigación, la tortuga marina. El profesor invitado en universidades como McGill, en Canadá, o la Universidad Católica de Chile, se mostraba cada vez más accesible a las preguntas, en tanto comenzaba a emocionarse por los temas, al igual que su tono de voz, el cual se elevaba un poco más cada vez.
Indagando un poco sobre su formación en la carrera de Biología en la UNAM (1969-1962), comentó que desde que tenía 14 años esta ciencia lo acompañó en su interés. “El conocimiento siempre me ha atraído mucho por su relación con la estética, los dibujos y la manera de explicar cómo funcionan las células y los organismos era muy atractiva”, comentó.
Tiempo después, su curiosidad y timidez lo llevaron a ser investigador. No le gustaban los grupos grandes y su inclinación era dedicarse a una actividad que implicara el trabajo en el laboratorio, sobretodo la parte de la microscopía. De este modo, en segundo año de la carrera, la maestra Angelina Núñez, técnica del Instituto de Biomédicas, lo presentó con el director fundador del lugar, Ignacio González Guzmán. Él lo puso a prueba y una vez que se trataron más, el carisma llevó al doctor Merchant a ocupar su primera plaza dentro del Instituto como auxiliar de investigador.
Al mirar hacia atrás al tiempo de realizar las preguntas, el doctor Horacio se sorprendía mucho, pues se daba cuenta de que había visto bastante de la evolución de Biomédicas a lo largo de su estancia de 64 años ahí. En el momento se sorprendió mucho y se autonombró como “una aberración del instituto” por tantos años de antigüedad en él. Estuvo cuando se recibió uno de los primeros microscopios electrónicos en México, en el tiempo que la sede iniciaba como una institución pequeña. “Biomédicas pudo avanzar porque Ignacio González Guzmán era amigo de Lázaro Cárdenas, por eso tuvo cierto financiamiento para iniciar lo que en ese tiempo se llamaba Instituto de Estudios Médicos y Biológicos”, dijo.
Hablando de la microscopía, una vez entrando al Instituto, se maravilló al ver que era posible filmar las células y hacer su cinematografía en los cultivos. Al tener a su alcance esa tecnología, se interesó por ver cómo eran los organismos a nivel molecular y cómo es que a partir de una sola célula se forma un organismo complejo. Así empezó su trajín en la investigación, viajando a diferentes países en los que se dio cuenta que “Europa y EUA nos llevan 100 años de adelanto. Ellos fueron los primeros que tuvieron la oportunidad de empezar a hacer investigación basada en la curiosidad y el interés”.
Puso como ejemplo a teóricos clásicos de la Biología que contribuyeron a ella con postulados como la teoría de la evolución, la genética y la celular. Explicó que en este tiempo de crecimiento, ha visto que no ha avanzado tanto el conocimiento biológico en sí, sino la tecnología y las herramientas que se tienen para investigar con más detalle lo que ocurre en las células aisladas.
Ante la pregunta de cuáles son las limitantes que ha encontrado al momento de emprender y realizar una investigación, respondió sin titubear que son las suposiciones. “Los planes burocráticos son diseñados por gente que no se dedica a la investigación o que después se dedica a la política. Estas personas tienen la ilusión de que si en un instituto compran equipos tecnológicos de frontera, con eso se van a poner en la frontera del conocimiento, pero no, lo más importante es el individuo, es la gente”.
Otra de las cosas que le molestaban era la falta de recursos. Comentó que no le fue posible terminar el doctorado aquí, porque le faltaban más herramientas que no había en México. Encontró una colaboración muy pobre en el medio donde estaba, porque en el instituto eran médicos y buscaban ese tipo de estudios, no biológicos per se.
A pesar de eso, Merchant dijo que debe reconocer que en aquel tiempo, los médicos hacían investigación porque no había nadie más que la hiciera. Más del 70% de investigación comenzó a hacerse a partir de problemas médicos; ahí fue donde se encontró con cierto rechazo, pues a sus colegas se les hacía raro que él trabajara por mera curiosidad con “bichitos” como la mosca de la fruta para sus trabajos académicos.
Relacionando esto con la pregunta que le hice sobre el trabajo en colectividad, reconoció que la mayor parte de su vida trabajó solo, pero con acceso a una tecnología que en muy pocos laboratorios de México había y probablemente en Latinoamérica. Reflexionó en el momento, que México tiene muchos investigadores que han sobresalido, pero desgraciadamente ellos sólo representan el 2% en las aportaciones mundiales a la comunidad científica, porque la ciencia empezó muy tarde en nuestra historia. “No es que seamos menos inteligentes o menos creativos que otros países, el individuo es producto de su historia y a nosotros nos tocó un desarrollo tardío”.
Gracias a que tenía conocimiento en microscopía electrónica, tuvo la fortuna de irse a Francia y aprender a preparar el material biológico. Recalcó que “una cosa es tener el equipo y otra, tener la pregunta, después de tenerla, tener los medios para implementar la tecnología y poder estudiar las muestras. Había que ser muy creativo para poder analizarlas”. Trayéndolo de vuelta a la colectividad en el campo laboral, aplaude que además de médicos, ahora hay más biólogos en la planilla del Instituto de Biomédicas, son aproximadamente el 50% y su presencia ha planteado que la investigación básica de la célula “es la semilla para encontrar nuevos conocimientos aplicables a la medicina”.
Tortugas marinas
El hecho de que los seres humanos tenemos un vínculo evolutivo con los reptiles y su mantra de saber “cómo es posible la formación de un organismo completo”, lo llevó a investigar Lepidochelys olivacea, una tortuga golfina que anida en las zonas costeras de Guerrero y Oaxaca. Al momento de las preguntas sobre el tema, miró la foto al extremo de la oficina para explicar y recordarse de lo que sabe. Entre ademanes que separaron por fin sus codos del descansabrazos de la silla, me contó cómo se desarrolla la vida a niveles generales para ilustrar cómo se puede articular la investigación; “primero es muy manual, muy primitiva, por curiosidad y a partir de eso, se empiezan a entender los casos de patología”.
Explicó que hay estudios en humanos donde en el sexo del individuo no hay compatibilidad celular, por lo que le interesaba mucho entender la diferenciación sexual de especies, es decir, cuándo se decide si el ser va a convertirse en macho o hembra.
Afortunadamente las tortugas llegan por miles a México y, para Merchant, es maravilloso ver cómo salen a poner en los nidos cuando menos 100 huevos. Al llevarse uno o dos nidos al laboratorio, no siente que esté dañando a la especie, porque llegan muchas. Miró su foto con la tortuga de nuevo y comentó lo tan especiales que son estos ejemplares al no tener cromosomas sexuales, sino que lo que define si nacen machos o hembras es la temperatura del ambiente en el que se incuban sus huevos.
Ahora que ya sabe cómo y cuándo sucede esta diferenciación, lo que quiere saber es por qué. Con esto, considera que su investigación serviría, de entrada, para entender un poco mejor la evolución y, posteriormente, para tratar de establecer una técnica que permita que no haya eclosión únicamente de huevos de tortugas hembras y así proteger la especie.
Asegura que hay que entender qué está pasando en la playa e intentar lo más posible que México aparezca ante el mundo como un país que se preocupa por lo que ocurre con el calentamiento global.
Sus múltiples viajes y publicaciones, le han dado mucho prestigio . Al reconocer sus logros y expresarlos, así como las adversidades que ha tenido que sortear para lograr las cosas que ha hecho, se autonombra nuevamente como “una aberración”, en el mejor de los sentidos. Mencionó que a raíz de que empezó a publicar artículos, lo invitaron a dar conferencias en el extranjero. “Estas publicaciones eran con base en mi curiosidad y en mi trabajo, que no era trabajo, porque lo disfrutaba mucho”. Este mismo reconocimiento, que comenzaba a darse no sólo en México, hizo que lo invitaran a ser profesor, trabajo que aceptó con ciertas dudas, pero con entusiasmo.
Se define a sí mismo como un maestro “barco'', otro motivo por el que se llamó “aberración”. El doctor Merchant invita a los alumnos a que se queden a su clase, sin que haya problema si es que deciden irse, lo sorpresivo es que los alumnos permanecen en su grupo y le da orgullo decir que ha instruido a algunos desde su etapa formativa hasta que se gradúan de doctorado.
Con una sonrisa y ademanes abiertos completamente, aseguró que ha enviado a sus alumnos a la playa (ya que él no puede hacerlo mucho ahora debido a la edad) para que continúen tanto con las investigaciones que él realiza, cómo con unas nuevas que involucran la creatividad de sus estudiantes. “Los animales no saben de calendarios escolares ni laborales, uno hace investigación porque lo quiere hacer y debe estar al pendiente.”
Finalmente, y a consecuencia de sus alumnos, me comentó que los ve a ellos como factores interesantes para trabajar. Se ve reflejado en ciertas juventudes que han pasado por su laboratorio con la sed de investigación que él tenía. Me habló en tono calmado de los “eurekas” que se tienen el investigar. Mencionó que, hasta la fecha, cuando se observa un resultado esperado al microscopio, aun después de muchos intentos fallidos, es lo más satisfactorio e interesante.
Ahora que ve las nuevas herramientas para buscar información recuerda que desde siempre había buscado libros que pudieran ayudarle, así que tuvo que aprender muchos idiomas, ya que no había tanto conocimiento en México. Con una sonrisa en el rostro, entrando a terreno más bien, personal, y como respuesta a la pregunta final sobre algo que le haya marcado la vida; Merchant comentó que en esa misma búsqueda de conocimiento, se fue a Francia y encontró alguien mejor, a su esposa, a quien describe como su mayor “eureka” y recuerda con mucho cariño luego de su fallecimiento.
Para despedirse, el emérito me invitó al laboratorio; su ayudante, Alex se encontraba analizando huevos de tortuga en la incubadora. Tras un pequeño recorrido, el doctor Horacio agradeció el interés y me recalcó la importancia de la conciencia en la investigación, asegurando que, con mucho gusto, puedo volver a Biomédicas para satisfacer la curiosidad a otro tipo de niveles, no únicamente el social. Se disculpó si en algún momento me había asustado su temperamento o el posicionamiento político que no expliqué en este texto, pero que se hizo presente a lo largo de la entrevista, a final de cuentas, y en sus palabras, es “una aberración” y le agradó poder compartirlo.
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