Cautivan voces e instrumentos al Museo de la Ciudad de México

Orquesta Típica de la Ciudad de México en el Museo de la Ciudad | Fotografía. Fernanda Trinidad  

Por Fernanda Trinidad  
CDMX. Los músicos alistan sus instrumentos para empezar el concierto Música para las mujeres, en el marco del Día Internacional de la Mujer, el cual se conmemora cada 8 de marzo desde 1975. 

Unos sentados, otros van llegando, lo importante es que ya están en su punto de encuentro: el Museo de la Ciudad de México. La cita era a las 17:45 horas, pero en lo que más gente arriba el lugar y la Orquesta Típica de la Ciudad de México está completa, a las 18:00 arranca el evento con unas palabras de la maestra María Antonia González Gómez. 

“En esta ocasión estamos conmemorando el Día Internacional de la Mujer. El programa incluye muchas piezas de compositores y eso es muy bonito”, dice la directora huésped, quien actualmente dirige la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Tamaulipas. 

Con la pieza México galop de la soprano Ángela Peralta —también conocida como el Ruiseñor Mexicano por su prodigiosa voz que cautivaba los oídos de quien la escuchaba—, la vibración del timbal, las trompetas, los violines y demás abren eco en el recinto, un eco que invita a la gente que camina por la zona a pasar. 

Por supuesto no podía faltar la composición La cuarta plana del creador de la orquesta: Carlos Curti (1884). Acto seguido, la compositora Ángela Peralta vuelve a ser mencionada con Vuelta a la patria

“¡Bravo!”, se escucha el grito de un señor cuando se presenta Alma mía, de María Grever. Una mujer de vestido negro largo bordado en la parte de abajo y con olanes en el pecho pasa enfrente del público. Su voz aguda atrapa la atención de los y las presentes. “A veces me pregunto qué pasaría si yo encontrara un alma como la mía”, concluye la cantante acompañada de los aplausos. 

Alma mía, de María Grever e interpretada por la soprano Wendy Oviedo | Fotografía. Fernanda Trinidad 

La gente sigue llegando. En un cerrar de ojos parece haber una reunión en la parte trasera del patio. Las 80 sillas que están en el punto medio no son suficientes que las personas buscan un pequeño espacio para plantarse y cautivarse con lo que está pasando en el escenario.  

El ruido de las sirenas de las patrullas de las calles interrumpe la presentación de la próxima pieza musical; sin embargo, serán los violines que regresarán la atención al interior del museo de arquitectura barroca del siglo XVIII. 

Las voces del coro, compuesto por nueve hombres y seis mujeres, elevan cada vez más su tono; las manos de quienes tocan la marimba van cada vez más rápido; las cuerdas de los bajos relampaguean en sobremanera; es inevitable pensar que la señora que está sentada se abanica al ritmo de estas. 

El famoso Bésame mucho —de la compositora y pianista Consuelo Velázquez, y que ha sido grabado en más de mil diferentes versiones en 20 idiomas, según la Fonoteca Nacional de México— hipnotiza a los espectadores y provoca el movimiento lento de los cuerpos de un lado a otro.  

Cachito, cachito, cachito mío es la próxima pieza. Tras la señal de aplausos por parte de la doctora María Antonia, el publico agita sus manos en unísono y sus sonrisas despliegan de sus rostros. Los instrumentos de aire se mueven de un lado a otro, mientras que a dos miembros del coro se les ve bailando. Esto sin duda es una fiesta. 

“¡Otra, otra…!”, repiten sin cesar las personas tras ver que está por concluir el concierto. Entre una pequeña sonrisa nerviosa, la directora escoge Canción sin miedo, de la compositora y cantautora Viviana Monserrat Quintana Rodríguez. Ya está por cumplir tres años desde que se lanzó esta canción como acto de protesta contra el incremento de violencia hacia la mujer y mi piel se sigue poniendo de chinita al escucharla. 

Interpretación de Canción sin miedo | Fotografía. Fernanda Trinidad 

Bajo las voces del coro y la principal —una mujer que cuelga sobre sus hombros un rebozo verde limón—, se siente una gran impotencia de saber que “a cada minuto, de cada segundo nos roban amigas, nos matan hermanas”. “¡Justicia!”, hace levantar con fuerza el brazo de una señora que está sentada en primera fila. 

La lluvia de palmadas cierra el telón de este glorioso concierto que conllevó 15 días de preparación y que pretende mostrar que “la música no tiene género porque la disfrutamos todos por igual”, expresa la directora de la Orquesta Típica de la CDMX. 

Directora de Orquesta: María Antonia González Gómez | Fotografía. Fernanda Trinidad 



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