UN FUTURO ROBADO A LOS MILLENIALS

Por Eduardo Torres
Ciudad de México (Aunam). En todo el país, el futuro laboral de los jóvenes resulta envuelto en un halo de incertidumbre. Desde la aprobación de la reforma laboral de 2012, una figura novedosa para la legislación mexicana se popularizó entre los empleadores quienes encontraron en ella una forma de ahorro y facilitación del personal. Pero para los jóvenes, la estabilidad en su porvenir se iba resquebrajando.


El outsourcing o tercerización del trabajo, es un mecanismo de subcontratación que fue introducido en México a través del artículo 15 de la Ley Federal de Trabajo. Contempla la posibilidad para las empresas de utilizar los servicios de intermediarias para reclutar personal destinado a actividades secundarias a la producción principal del solicitante.

Las actividades originalmente contempladas dentro de la ley que podrían ser aprovechadas por las empresas se referían a seguridad, limpieza y mantenimiento. En la realidad actual, los trabajadores que laboran para empresas bajo esta figura no se reducen a dichas actividades, sino que se extienden hasta los profesionistas licenciados o incluso, con posgrados.

La figura del outsourcing no permite a los empleados crear antigüedad dentro de las empresas en las que laboran por una simple razón: los empleadores no los reconocen como sus empleados. La tercerización, obtiene su nombre de aquí. Aquellos reclutados tampoco son trabajadores de la facilitadora, quien se reduce a ser un nexo entre los solicitantes. Ellos ofrecen a los trabajadores como producto y su cliente escoge, por ello cuando se decide finalizar el contrato no se da fin a la relación patrón-trabajador, sino termina el contrato entre dos capitales.

Un problema más se presenta para la población económicamente activa y su próximo relevo generacional. El no reconocimiento de las empresas solicitantes a los trabajadores empleados exime al dueño de dotar a sus subalternos del correcto reparto de utilidades según dicta la ley mexicana.

La grave situación a la que se ven sometidos quienes laboran bajo este esquema de subcontratación poco los aleja de las condiciones a las que se verían sometidos si fueran parte de las cifras de trabajadores informales a nivel nacional.

No existen cifras oficiales que contabilicen la cantidad de personan dentro de las filas del outsourcing, sin embargo, Héctor Márquez Pitol, de Manpower Group, comentó en 2018 para El Universal que de 20 millones de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 16 millones están registrados por un patrón distinto al que en realidad prestan servicios.

En la discusión de la reforma federal de 2012, se argumentó incluir la figura jurídica de la subcontratación como mecanismo para promover y facilitar la formalización laboral en un país donde el 60.1 por ciento se ganaba la vida en la informalidad.

Hoy siete años después, el proyecto que aprobase el PRI, PAN y PRD no logró reducir sustancialmente el problema de la informalidad pues según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) el 56.5% de la Población Económicamente Activa (PEA) continúa ejerciendo su trabajo bajo esta modalidad.

Con más de la mitad de la población actual en la informalidad, y cerca de un 25% de trabajadores bajo el esquema de subcontratación a la mayoría de los jóvenes se les ofrece muy poco margen de decisión sobre su propio futuro. ¿Informalidad o outsoucing?

Call-Centers, lugar común para muchos jóvenes

Una imagen recurrente en los trayectos a pie que recorren muchos jóvenes al dirigirse a la escuela es el de encontrarse una o más veces con individuos que ofrecen volantes reclutando trabajadores para empresas de clase mundial con posibilidad de crecimiento laboral. El anuncio corre de nueva cuenta por medios electrónicos, desde un perfil de Facebook que lo publica en el grupo no oficial de la generación o de toda la escuela.

La imagen que ofrecen es la de un trabajo sencillo, sin complicaciones y lo más importante para la juventud que continua sus estudios: no suele requerir experiencia alguna. Según datos del Observatorio Laboral (OLA) solo 8 por ciento de los jóvenes estudian y trabajan, aunque estas cifras no incluyen a quienes se complementan sus estudios en el sector informal.

De aquellos jóvenes registrados, los Call-centers suelen ser un espacio recurrido, sin embargo, como comenta César López, quien ha trabajado desde 2015 en distintas empresas que ofrecen el servicio de atención telefónica, la mayoría mantienen a sus empleados en severa precariedad laboral.

“No todos los Call-center te ofrecen las mismas prestaciones, en muchos de ellos se trabaja de lunes a domingo” comenta el joven de 25 años. Afirma que en su trabajo actual otra de las ventajas es que los encargados de recursos humanos generan un buen ambiente de trabajo.

No obstante que reconoce las ventajas de su actual trabajo, contrasta sus condiciones con las de sus anteriores empleos y observa que, en ambos, la precariedad laboral se hace presente de alguna forma.

La remuneración común para una persona que trabaja en estos centros es de alrededor de un salario mínimo. Las diferencias entre las empresas no suelen ser de paga sino de carga laboral. César divide los casos en dos grupos principales. Mientras en unos el nivel de automatización de la labor convierte a los jóvenes en prácticamente máquinas, en otros como en el que ejerce actualmente se requiere un nivel de profesionalización mayor, que es correspondido debidamente.

“No me queda nada para mí en absoluto para recreación. Todo es para gastos del hogar, actividades académicas, pero fuera de eso yo no tengo dinero para otras cosas” comenta el trabajador y politólogo en proceso de titulación.

La mayoría de las empresas que ofrecen servicios de atención telefónica lo hacen bajo el esquema del outsourcing. Quienes se ganan el pan de cada día en estos lugares tienen que lidiar con la flexibilidad laboral que reina debido al esquema de tercerización. Un día pueden estar trabajando en la campaña de un refresquera, como al día siguiente pueden hacerlo para una compañía de electrodomésticos, lo que implica la volver a capacitarse.

Entre horarios y capacidades que exigen flexibilidad por parte de los jóvenes, mecanización de labores, aislamiento, clientes violentos, pagas insuficientes aquellos que por necesidad de complementar el gasto doméstico y escolar decidan dedicar por lo menos la mitad de su día sentados frente a un computador y un teléfono suelen resentir la carga laboral en sus estudios, pues el cansancio e imposibilidad de estudiar merman su desempeño.

Un último punto enfatiza César López sobre su trabajo y el de muchos jóvenes. Así como entran al Call-center por necesidad de un trabajo que no requiera experiencia, al salir vuelven al desempleo muy cerca de donde comenzaron, pues en muy pocos casos las ofertas laborales de la carrera que estudien, tomaran en cuenta la experiencia obtenida en atención telefónica.

El doble reto de trabajar como joven y mujer

Si para la juventud en general la posibilidad de conseguir un trabajo estable, con buenas prestaciones, salario digno y una pensión a futuro se ha convertido en un sueño dorado que pocos alcanzan, en México ser mujer constituye un doble reto para lograr construirse un mañana.

Con motivo del Día Mundial de la Juventud en 2018, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) lanzó un comunicado con cifras relativas a los jóvenes y su situación actual dentro de la PEA. Si las cifras que la ENEO del 2018 arrojaba ya eran desalentadoras dentro para el pronóstico de la calidad de vida de la próxima generación de trabajadores, es peor para las trabajadoras.

La brecha de género continúa siendo pronunciada, pues en este país un alto porcentaje de las mujeres jóvenes trabajadoras en el país perciben menos de un salario mínimo. Si casi un cuarto (24.8%) de la PEA masculina de entre 15 y 29 años perciben menos de un salario mínimo, la cifra aumenta de forma claramente diferencia en el caso femenino, donde la el cifra alcanza casi la mitad del total (42.5%).

La posibilidad de embarazo representa para las mujeres un obstáculo que se acrecienta si se da el caso, pues las empresas a pesar de estar obligadas por ley a no tomar decisiones discriminatorias contra sus empleadas, siguen realizándolas. Bajo este riesgo constante, las jóvenes trabajadoras suelen encontrar en ocasiones único refugio en la informalidad. Decisión que les conlleva a apostar su futuro por sobrevivir el día presente.


Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), para 2018 México ocupaba el primer lugar en embarazo adolescente entre los 36 países miembros del grupo internacional.

Dentro del organismo internacional, conocido también como el “Club de los Países Ricos” México no destaca por sus políticas públicas de salud, pues no ha logrado bajar del levado puesto en que se encuentra dentro de la clasificación. Tampoco destaca por las oportunidades para las jóvenes embarazadas según Ariadna Rivera, quien estuvo en dicha situación.

Con 22 años, Ariadna estudia el sexto semestre de la licenciatura en Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Además de la escuela, la estudiante residente de la Alcaldía Gustavo A. Madero de la Ciudad de México debe atender a su hijo de 6 años. Ariadna cuenta con apoyo de sus padres, pero cuenta que ni el pasado fue fácil ni el futuro parece serlo.

“Me embaracé a los 15 años, y después de dejar la preparatoria busqué trabajar pues tomé la decisión de salir de casa con el padre de mi hijo” comienza Rivera.

Según el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) el embarazo no deseado es la cuarta causa de deserción escolar entre jóvenes. Ariadna formó parte de dicha categoría pues su temprano embarazo la llevó a la necesidad de suspender sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria 9 “Pedro de Alba”.

“Cuando comencé a trabajar lo hice en una fonda grande, como un restaurante. Estaba embarazada en ese momento. Entré como garrotera, pero terminé haciendo labores de ayudante de cocina, mesera y lo que se necesitara”, Recuerda la joven.

Con un sueldo de 800 pesos mensuales, Ariadna realizaba actividades que no correspondían al trabajo que solicitó además de extender su horario laboral hasta once horas diarias.

La madre profundiza en su experiencia laboral como joven embarazada: “Era un trabajo sumamente pesado, no solo para mí, pero yo tenía dificultades adicionales por mi embarazo. En ocasiones tenía que vomitar y el dueño del lugar me regañaba por perder tiempo haciéndolo”.

A pesar de que el artículo 123 de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos establece la protección laboral durante el embarazo, las madres jóvenes quedan varadas en un limbo legal pues sí bien la edad mínima laboral en México es de 15 años con consentimiento del tutor, los trabajos ofertados para mexicanas embarazadas son en su mayoría dentro de la informalidad.

Luego del trabajo en la fonda, al que renunció debido a la excesiva carga de actividades y violencia laboral sufrida, Rivera intentó iniciar un negocio. Con un local prestado y algunas herramientas, abrió una taquería que tuvo que cerrar al poco tiempo pues era poco redituable.

Con su hijo ya nacido, Ariadna siguió en pequeños trabajos dentro de la informalidad. Compró materiales y puso manos a la obra para vender manualidades a base de cuentas plásticas.

Relata que en su experiencia con madre joven trabajadora conoció en piel propia, pero a también a través de compañeros la precariedad laboral de la juventud mexicana.

“Lo peor de esto es que no todo pueden regresar a casa como yo. Yo seguí vendiendo cuentas un tiempo para complementar el gasto familiar sin embargo muchas personas trabajan para mantenerse a ellos y sus familias. En varias ocasiones no solo en un trabajo, sino que trabajan dos turnos en distintos lugares e incluso así no les alcanza, por lo que en ocasiones tienen que recurrir a actos ilegales como robar” contó con voz triste

Después de regresar con su familia, volvió a la escuela en preparatoria privada, y después entró a la carrera que actualmente cursa en la UNAM. Sin embargo, el Ariadna ve un futuro muy oscuro, pues se ha percatado que el estudiar una carrera o no, no le garantiza volver a sufrir la precariedad laboral y ahora con la necesidad de mantenerse a ella y a su hijo.

“Trabajar es difícil como joven, y más como mujer. Prefieren que seas hombre o qué no quieras tener hijos. Las empresas demandan mucho de tu tiempo y poco te queda para cuidar a tu familia. Trabajar 60 horas semanales en malas condiciones laborales es mal pagado, y de hecho no debería existir” concluye.

La reforma pospone la discusión por un futuro digno


Con una próxima reforma a la Ley Federal de Trabajo en vilo, senadores, jóvenes universitarios y expertos en derecho de laboral se encontraron para discutir los retos laborales para la juventud convocado en el Auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía, dónde llevaron el tema a la UNAM luego de discutirlo una primera vez en la sala 4 del Senado de la República.

El evento convocado por la asociación civil Relevo XXI buscó problematizar e incluir las incertidumbres de la próxima generación de trabajadores en la agenda legislativa de la mano de miembros de la Comisión del Trabajo del Senado, como el parlamentario y líder sindical Napoleón Gómez Urrutia.

El foro titulado “Retos en materia de derechos laborales para juventud” donde la organización expresó las preocupaciones los jóvenes millenials. Relevo XXI realiza foros y círculos de discusión donde, como en este caso, se de voz a la juventud para buscar una mejor calidad de vida por medio de la participación política.

Para los expertos y legisladores del panel, las acciones actuales del gobierno federal para combatir el desempleo y dificultades en general para la inserción de los jóvenes en la PEA de manera digna son un paso adelante, pero siguen siendo insuficientes.

La senadora Blanca Piña, una de las pocas legisladoras que ha atacado directamente durante sus intervenciones en la Cámara Alta al outsourcing, expresó que este sistema de reclutamiento laboral debe ser eliminado por completo y la próxima reforma laboral no estará completa si no se incluyen medidas contra él.

También fue criticado el programa “Jóvenes construyendo un futuro” promovido por el ejecutivo federal “Hay un desfase en México en comparación a nivel internacional, dónde la tendencia es dar formación profesionalizante” subrayó Alfredo Sánchez Castañeda, especialista en derecho laboral del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM. Contrasta la capacitación en oficios con la cantidad de establecimientos que requieren dichas aptitudes en el país.

Durante el foro se llevó a la mesa de debate un modo más de subcontratación: la de las aplicaciones como Uber y Rappi. Aquellos que deciden emplearse por medio de este tipo de herramientas digitales se enfrentan al desconocimiento de las empresas que son dueñas de ellas. Cómo consecuencia, los app-workers quedan a su suerte sin el beneficio de la seguridad social o una pensión digna.

Estás compañías transnacionales argumentan que sus choferes y repartidores no son sus trabajadores, sino que son usuarios. Argumentan que no existe una relación laboral sino de compraventa o consumo del producto digital. En ciudades como Nueva York, ya se ha legislado para obligar a las empresas a reconocer a sus trabajadores, en México eso sigue sin suceder.

Si bien, el tema del outsourcing comenzó a discutirse en los medios de comunicación y a nivel de las cámaras parlamentarias, la propuesta de su inclusión en la nueva reforma a la Ley Federal de Trabajo fue rechazada cuando fue aprobada sin cambios por el Senado, así como fuera enviada por los diputados.

No obstante, Gómez Urrutia en declaraciones posteriores, no descartó su próxima regulación o eliminación en el marco del próximo periodo extraordinario de sesiones programado para septiembre de este año.

Para Pablo Carlos Rojas, director de Relevo XXI A.C. y joven de 27 años, el simple hecho de que se comenzara a hablar de un mecanismo de explotación que muchos estaban comenzando a considerar normal ya es una victoria. Espera que en este periodo puedan construirse espacios de discusión entre la juventud que permitan dirigir esfuerzos por la exigencia de la eliminación de esta forma de subcontratación y la victoria de una mejor calidad de vida para la actual generación de jóvenes y las que vengan.

Durante la marcha del primero de mayo del año en curso, outsourcing volvió a hacer eco ante los miles de trabajadores presentes en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México. Con micrófono en mano, síndicos emanaban la palabra y la condenaban a un olvido próximo. Denunciaban sus atropellos y pedían por su pronta abrogación.

Pero Marcela Fuente, otra de las jóvenes convocantes del evento en Ciudad Universitaria consideró como sus compañeros de trabajo que sin el fin del outsourcing no habrá fin del neoliberalismo como ha expresado el presidente Andrés Manuel López Obrador.

“Hicieron una reforma para el 20 por ciento de los trabajadores [los sindicalizados], pero al otro 80 por ciento no le están regularizando sus condiciones laborales, no pueden ni siquiera acceder a un sindicato”, señaló Fuente, quién asistió al mitin, como el talón de Aquiles del proyecto legislativo.

Aun cuando las voces apoyaban la derogación de la figura, destacaba por su ausencia los jóvenes quienes son y serán los principales afectados si el artículo 15 se mantiene sin cambios dentro de la legislación laboral. La construcción de un mañana por parte de la juventud no solo beneficia a la actual generación, sino que los frutos podrán seguir siendo cosechados por generaciones futuras

Quizás en septiembre, la legislación incluya el delicado tema, pero lo que al día de hoy sigue siendo seguro es que con 30.6 millones de pobladores entre 15 y 29, un cuarto de la población de México sigue en riesgo latente de perder su futuro en un mundo laboral incierto y fragmentario.








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