SONIDOS PARA QUE RESURJA EL MUNDO
Por Ixtlixochitl López
Fotos: Jazive Jiménez
Ciudad de México (Aunam). La resolana que quemaba los brazos, y el bochorno que con la tierra hacía la respiración imposible a la hora del baile se desvanecen con la tarde y la lluvia, el polvadero se vuelve lodo y hace del slam un deporte extremo…
Esta vez la lluvia no llega y el polvadero se combate con paliacates negros de calaveras. La última vez que la tierra se alzó con los sonidos de nuestro mundo fue en 2010, en el Festival de las Resistencias, que buscaba recaudar fondos para nueve movimientos de resistencia en defensa del agua, tierra, medio ambiente, el trabajo, la reconstitución y dignidad de los pueblos indios y de una vida digna.
Desde entonces la plaga que baila y lo hace retumbar todo ha sido arrinconada ante el temor de ser criminalizada, desaparecida o muerta. Pero no siempre fue así, antes de que el nuevo milenio llegara, los conciertos en las islas de Ciudad Universitaria, en el estadio de Prácticas y los planteles de la UAM, en apoyo al EZLN eran una realidad para que la juventud desenfrenada y ávida de una mejor realidad se divirtiera y se informara.
La tarima a la que se subían las bandas era más que un escenario un medio de comunicación. Ante la falta de información fidedigna sobre lo que pasaba en Chiapas y alrededor del movimiento zapatista, eran los músicos quienes tomaban la batuta para hacer llegar lo que les informaban de manera directa desde el sur. La entrada se pagaba generalmente con un kilo de arroz o frijol, y aunque no había demasiados controles en los accesos, la ayuda llegaba.
El sábado 28 de abril, los sonidos de nuestro mundo resurgieron de la mano del Congreso Nacional Indígena para recordar que la música, el arte y la cultura van de la mano en el combate y la difusión de las problemáticas sociales que nos aquejan a todos, como el despojo, la violencia y la desaparición que reducen los espacios en los que se existe.
Los pueblos que conforman el CNI fueron las voces que se escucharon en este evento, que surgió como una necesidad para acopiar recursos para los trabajos que el CIG-CNI está planeando a lo largo de 2018 y 2019, para mover comisiones, delegados, concejales y seguir con la campaña de denuncia que comenzaron en mayo de 2017.
“Si no hay grupo no hay fiesta”
En la calle aledaña al deportivo los chavos vacían el líquido de las botellas en bolsitas, calculan sus municiones pues no podrán salir hasta el final de la contienda. La tarde cae dando tregua a los que bailan sobre la tierra, mientras los que van entrando corren al escuchar que una nueva banda se hace de la tarima.
Hasta enfrente están los más aguerridos, amantes del ska que no pueden resistirse al sonido del trombón. Les suda la cara, el cuerpo entero, se quitan la camisa y siguen bailando. Los trancazos vuelan, le dan a todos y regresan. El remolino de tierra se aplaca y se vuelve a alzar.
Las morras no se quedan atrás, con Spanish Bombs, Tijuana No! las hace bailar. Se hace un circulo de paz entre la multitud, a punta de guamazos se hacen espacio. Vuelan los cabellos, tiesos entre el sudor y la tierra, no hay glamur, sólo diversión. La energía y los pulmones no se llenan hasta que la rola termina para darles respiro.
Cuando sale Salón Victoria la noche ya cayó, los que aún no se animaban corren al escenario, quieren sentir esa vibra, estar más cerca y mover las caderas. Los niños también le entran, desde los hombros de sus papás se meten hasta el centro, no se asustan, sonríen y levantan los brazos. En este lugar cabemos todos, todos se respetan y se cuidan, si se caen, la banda los levanta. Salarío mínimo hace lo propio sobre el escenario y hasta los que estaban en el baño corren para entregarse a la fiesta.
Antes de que salga a escena Panteón Rococó el pasto en el que varios descansaban se queda casi desierto, la mayoría se acerca para ver a la banda que se fraguo, desde la prepa 9, como resultado de la lucha zapatista. Una comisión del CNI se hace del micrófono y hacen una invitación a participar ante un panorama en que el pueblo de México está siendo devastado, afianzan su posición como representantes del CNI, del EZLN, y en medio del panorama electoral.
“Queremos que corran la voz de que el CNI, el EZLN, los concejales, la vocera, no vamos con ningún partido en alianza. Queremos dejar claro que como pueblos originarios solamente los del mismo dolor, el mismo coraje, la misma rabia cuando nos desaparecen, nos persiguen, nos matan, seguiremos resistiendo y que es sólo organizados, todo el pueblo de México, que podemos parar a esos cabrones que están robando, despojando y exterminando. Compas: venimos a eso, a invitarlos y a decirles que no vamos con ningún partido en alianza, ni con ningún independiente”.
Invitan a los jóvenes a participar, a vencer la apatía, reconocen la importancia de estos eventos para crear conciencia.
Entre cosignas de “Zapata vive, la lucha sigue”, “No están solos” y “Viva el Congreso Nacional Indígena”, Panteón rococó sale y la tierra retiembla, los pies y los brazos son dirigidos con firmeza hacia el piso y el cielo. Con “Borracho”, Panteón rococó menciona la importancia de que los jóvenes se apropien de nuevo de esos espacios que les pertenecen, dicen: “No más a la criminalización de la juventud” y hacen brotar toda la fuerza escondida de quienes los escuchan.
“Las hostilidades”, “Marcos Hall” y “La dosis perfecta” suenan hasta Calzada de las brujas y para cuando llega “La carencia” las gargantas han quedado deshechas en himnos que trascienden generaciones y que, como antes, hacen resurgir nuestro mundo.
Fotos: Jazive Jiménez
Ciudad de México (Aunam). La resolana que quemaba los brazos, y el bochorno que con la tierra hacía la respiración imposible a la hora del baile se desvanecen con la tarde y la lluvia, el polvadero se vuelve lodo y hace del slam un deporte extremo…
Esta vez la lluvia no llega y el polvadero se combate con paliacates negros de calaveras. La última vez que la tierra se alzó con los sonidos de nuestro mundo fue en 2010, en el Festival de las Resistencias, que buscaba recaudar fondos para nueve movimientos de resistencia en defensa del agua, tierra, medio ambiente, el trabajo, la reconstitución y dignidad de los pueblos indios y de una vida digna.
Desde entonces la plaga que baila y lo hace retumbar todo ha sido arrinconada ante el temor de ser criminalizada, desaparecida o muerta. Pero no siempre fue así, antes de que el nuevo milenio llegara, los conciertos en las islas de Ciudad Universitaria, en el estadio de Prácticas y los planteles de la UAM, en apoyo al EZLN eran una realidad para que la juventud desenfrenada y ávida de una mejor realidad se divirtiera y se informara.
La tarima a la que se subían las bandas era más que un escenario un medio de comunicación. Ante la falta de información fidedigna sobre lo que pasaba en Chiapas y alrededor del movimiento zapatista, eran los músicos quienes tomaban la batuta para hacer llegar lo que les informaban de manera directa desde el sur. La entrada se pagaba generalmente con un kilo de arroz o frijol, y aunque no había demasiados controles en los accesos, la ayuda llegaba.
El sábado 28 de abril, los sonidos de nuestro mundo resurgieron de la mano del Congreso Nacional Indígena para recordar que la música, el arte y la cultura van de la mano en el combate y la difusión de las problemáticas sociales que nos aquejan a todos, como el despojo, la violencia y la desaparición que reducen los espacios en los que se existe.
Los pueblos que conforman el CNI fueron las voces que se escucharon en este evento, que surgió como una necesidad para acopiar recursos para los trabajos que el CIG-CNI está planeando a lo largo de 2018 y 2019, para mover comisiones, delegados, concejales y seguir con la campaña de denuncia que comenzaron en mayo de 2017.
“Si no hay grupo no hay fiesta”
En la calle aledaña al deportivo los chavos vacían el líquido de las botellas en bolsitas, calculan sus municiones pues no podrán salir hasta el final de la contienda. La tarde cae dando tregua a los que bailan sobre la tierra, mientras los que van entrando corren al escuchar que una nueva banda se hace de la tarima.
Hasta enfrente están los más aguerridos, amantes del ska que no pueden resistirse al sonido del trombón. Les suda la cara, el cuerpo entero, se quitan la camisa y siguen bailando. Los trancazos vuelan, le dan a todos y regresan. El remolino de tierra se aplaca y se vuelve a alzar.
Las morras no se quedan atrás, con Spanish Bombs, Tijuana No! las hace bailar. Se hace un circulo de paz entre la multitud, a punta de guamazos se hacen espacio. Vuelan los cabellos, tiesos entre el sudor y la tierra, no hay glamur, sólo diversión. La energía y los pulmones no se llenan hasta que la rola termina para darles respiro.
Cuando sale Salón Victoria la noche ya cayó, los que aún no se animaban corren al escenario, quieren sentir esa vibra, estar más cerca y mover las caderas. Los niños también le entran, desde los hombros de sus papás se meten hasta el centro, no se asustan, sonríen y levantan los brazos. En este lugar cabemos todos, todos se respetan y se cuidan, si se caen, la banda los levanta. Salarío mínimo hace lo propio sobre el escenario y hasta los que estaban en el baño corren para entregarse a la fiesta.
Antes de que salga a escena Panteón Rococó el pasto en el que varios descansaban se queda casi desierto, la mayoría se acerca para ver a la banda que se fraguo, desde la prepa 9, como resultado de la lucha zapatista. Una comisión del CNI se hace del micrófono y hacen una invitación a participar ante un panorama en que el pueblo de México está siendo devastado, afianzan su posición como representantes del CNI, del EZLN, y en medio del panorama electoral.
“Queremos que corran la voz de que el CNI, el EZLN, los concejales, la vocera, no vamos con ningún partido en alianza. Queremos dejar claro que como pueblos originarios solamente los del mismo dolor, el mismo coraje, la misma rabia cuando nos desaparecen, nos persiguen, nos matan, seguiremos resistiendo y que es sólo organizados, todo el pueblo de México, que podemos parar a esos cabrones que están robando, despojando y exterminando. Compas: venimos a eso, a invitarlos y a decirles que no vamos con ningún partido en alianza, ni con ningún independiente”.
Invitan a los jóvenes a participar, a vencer la apatía, reconocen la importancia de estos eventos para crear conciencia.
Entre cosignas de “Zapata vive, la lucha sigue”, “No están solos” y “Viva el Congreso Nacional Indígena”, Panteón rococó sale y la tierra retiembla, los pies y los brazos son dirigidos con firmeza hacia el piso y el cielo. Con “Borracho”, Panteón rococó menciona la importancia de que los jóvenes se apropien de nuevo de esos espacios que les pertenecen, dicen: “No más a la criminalización de la juventud” y hacen brotar toda la fuerza escondida de quienes los escuchan.
“Las hostilidades”, “Marcos Hall” y “La dosis perfecta” suenan hasta Calzada de las brujas y para cuando llega “La carencia” las gargantas han quedado deshechas en himnos que trascienden generaciones y que, como antes, hacen resurgir nuestro mundo.
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