DIFERENCIAS ENTRE CALDERÓN Y FOX: HÉCTOR ÁLVAREZ
Por Marcela Rebeca Velasco Zúñiga
México (Aunam). Fresco, informal, llegó tarde a la cita acordada en el Sanborns de los Azulejos, que de tantos diálogos históricos ha sido testigo, si bien la siguiente entrevista no pasaría a la memoria de la historia nacional, sí al recuerdo de una joven periodista.
Héctor Álvarez Fernández cubrió para Notimex la presidencia de los sexenios panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón para la agencia de noticias Notimex. Moreno, alto, sin barba y sin lentes, no tan viejo pero sí lo suficiente para seguir pensando en el uso de gel como producto estético, su cabello acomodado hacia atrás y fijado por dicha capa transparente y brillosa deja al descubierto su cara amable y cansada.
Un cordial e incómodo saludo trae el diálogo a la mesa. Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, reportero de Notimex por más años que lo que lleva en su matrimonio, Héctor Álvarez invitó las cervezas.
Después de dar cobertura el sexenio de Fox y los cuatro años finales de Calderón, sutilmente se quejaba de ya no estar en acción, de ahora hacer reportajes y notas sobre personas con cáncer y eventos culturales.
Después de cada queja venía un “pero me gusta, aún me gusta”, sus quejas, aunque parecieran injustificadas, tenían un motivo, una razón: cuando estudiaba no era aplicado ni apasionado por la academia, era de los alumnos que enfiestaban casi diario. Aprendió su vocación hasta que encontró trabajo en una pequeña agencia de noticias ahora inexistente: Servicio de Información Financiera y Económica.
En ese entonces le costaba un poco de trabajo redactar notas, ahora lo hace en 10 o 15 minutos, recordó la grilla que sufrió para poder cubrir presidencia el primer sexenio, “cuando era chavo veía a los reporteros que cubrían a la mejor fuente: presidencia, y yo decía: ´algún día estaré ahí´, y pues afortunado, no sólo cubrí un sexenio, sino dos.”
Viajando con los presidentes
Zapatos negros, pantalón claro y camisa de rayas azules; “no importa qué día o qué hora sea, si el Presidente va a decir algo tú tienes que estar ahí”, rememoró sus días de gloria en los que subía al avión presidencial, “la prensa subía antes, cuando el Presidente llegaba ya era para despegar.”
Con su dedo trazó un plano del avión sobre el mantel de la mesa, mientras explicaba cada sección le brillaban los ojos con nostalgia a días que ya jamás regresarían, tomaba sorbos de Indio cada que hacía pausa para contestar la pregunta.
Sobre los presidentes enunció: “con Fox te podías acercar a hacerle la plática, era más humano, más dicharachero; Calderón, por su lado, más seco, no quería tanta relación con los medios, sin embargo lo que puedo decir de él es que era una persona muy culta, muy preparada”, y continuó contando anécdotas como alguien que cuenta un sueño que no quiere terminar.
“Con Fox se podía bromear”, dejó en claro después de rememorar aquella vez que cheleó con el Presidente: después de la reconstrucción de Cancún debido a los estragos del huracán Wilma, la selección mexicana de futbol competía en el mundial Korea-Japón, entraron a un restaurante reconstruido y les regalaron playeras, el Presidente uniformado de verde y con la cara pintada disfrutó con la prensa.
A diferencia de Fox, Calderón dejó una impresión más seria en el reportero, recordó y comparó la relación de cada uno con su respectiva esposa y comentó: “Margarita es bien sabido que es más inteligente que Calderón, los dos estudiaron en la (Escuela) Libre de Derecho, ella era una estudiante destacada, cumplida y aplicada, sacrificó una parte de su carrera política por apoyar a Calderón, que también es muy inteligente”.
Soltó una risa pícara al recordar cómo Fox llamaba a su esposa mediante chiflidos, Marta Sahagún, quien a veces le quería imponer a la prensa su forma de pensar, respondía y llegaba corriendo, aseguró el periodista.
“Las relaciones eran diferentes, como de otro nivel”, aseguró Héctor Álvarez quien también contó cómo Calderón lo sorprendió un día que hablaban de futbol, “es culto en todo sentido, se sabía la alineación de Los Pumas cuando todavía jugaba El Tuca, ya ni yo que soy universitario, puma de corazón.”
Trabajo sobre familia: “no queda tiempo ni para uno mismo”
Interrogado acerca de cómo ha afectado sobreponer su carrera a las relaciones personales, el reportero de Notimex, sin arrepentimiento en la voz o en los ojos, contestó: “hay un costo que tienes que pagar por ese tipo de cosas, la relación con su familia es estable pero distante en algunos aspectos”, menciona cómo su hijo, hasta la fecha, le sigue reclamando el no haber estado ahí, pero cómo también su esposa y él ya están acostumbrados a eso: “tengo un hijo pero parece que no me conoce, llega un punto en el que se acostumbran a que no estés, que cuando estás le estorbas o incomodas.”
A simple vista se puede decir que el amor que le tiene a su esposa, Laura Gómez Flores, también reportera, pero de La Jornada, ha hecho más sencilla y comprensiva la relación, como los dos conocen y trabajan en el medio se entienden y cooperan para el bienestar familiar y de su hijo que aunque, como menciona Héctor Álvarez, es una relación distante, lo ama como a nadie.
El periodista ahora cubre la Secretaría de Desarrollo Social para la misma agencia que lo mandó a cubrir presidencia, Notimex, pero cuando no invitan prensa a las giras, no tiene muchos eventos, se desespera en casa y ya no sabe qué hacer por lo que prefiere hacer free lance un rato.
Dice que todo el esfuerzo ha valido la pena; sin embargo se nota la añoranza a tiempos pasados: “tengo un hijo que parece que no me conoce”, confesó el comunicador, pero dice haber sacrificado lo familiar por la satisfacción que le produce ver sus notas publicadas en primera plana.
Así como empezó, terminó, nos despedimos con un fuerte apretón de manos, Héctor Álvarez invitó las cervezas.
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