UN DÍA EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS

  • Somos hermosas, somos preciosas. Baila por amor, baila por vivir, baila por tus sueños y deja de sufrir…

Por Javier Gallardo Peralta
México (Aunam). La música no paraba. Entre el cotidiano vaivén de diputados, periodistas y trabajadores del Palacio Legislativo, un grupo de 20 mujeres se reunió en la explanada del Frontispicio para realizar una coreografía. “¡Vengan, únanse!”, gritaba una joven rubia, al tiempo que los fotógrafos y camarógrafos se colocaban frente a ella y su equipo de bailarinas.

“Nosotras pertenecemos a la organización Un Billón de Pie. Estamos en una campaña contra la violencia a mujeres y niñas”, mencionó una de las integrantes. Minutos después, la canción “Rompe las cadenas” continuó y al baile se unieron más participantes. Una gran sonrisa iluminaba el rostro de cada una de ellas; la alegría contagió a todos los presentes, quienes amenizaron el acto con aplausos.

Aún no acababa la exhibición. Como si de una carrera de velocidad se tratara, todos los periodistas, en una fracción de segundo, se desplazaron hacia el “chacalódromo”, un espacio donde es común que los reporteros se encuentren a los diputados, los rodeen y les hagan preguntas con fines periodísticos. El motivo de la “corredera” fue la aparición de Silvano Aureoles Conejo, coordinador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la Cámara.

El licenciado Luis Alcalá, encargado de realizar los recorridos a los visitantes del Recinto, me explicó que es común observar aquel ritual, llamado “chacaleo”. Personal del Canal del Congreso y de prensa internacional rodearon al funcionario del Sol Azteca. Los micrófonos y cámaras quedaron a escasos diez centímetros de su cuerpo. Algunas gotas de sudor comenzaron a escurrirle, la boca le temblaba, pero su voz era firme. “Vamos a trabajar para sacar a México adelante”, concluyó.

La “cocina” de la información

Para ingresar a la Sala de Prensa de la Cámara de Diputados es necesario presentar la huella dactilar en un pequeño aparato con rayos láser. “Entrar a este espacio es mucha responsabilidad, deben tenerlo presente, ya que aquí sólo ingresan medios de comunicación”, puntualizó el licenciado Alcalá. Afirmé con un movimiento de cabeza, y al instante estuvimos dentro de aquellas cuatro paredes donde la información se transforma en producto periodístico.

La estructura de la Sala no es compleja. Está compuesta de 68 espacios, cada uno con computadora, silla y letrero con el nombre del medio al que pertenece. Frente al aglomerado, hay cinco relojes que muestran la hora en diversas partes del mundo; del lado izquierdo, cuatro pantallas donde se transmite la actividad legislativa; y a la derecha, una pequeña cafetería que es visitada con frecuencia por los periodistas, quienes buscan en la cafeína un medio para estar despiertos.

La sesión en el Palacio Legislativo estaba a punto de comenzar. El guía nos llevó al Balcón de Prensa, con el fin de observar la actividad de los periodistas en tiempo real. Los reporteros se colocan tras las curules, mientras que los fotógrafos tienen la posibilidad de ubicarse en una de las dos lunetas que se encuentran en los extremos derecho e izquierdo del estrado principal.

“¿Me puedes ayudar? Estoy en la Cámara; acabo de encontrar buena información y no nos la pueden ganar”. Un periodista, sin gafete o distinción, comenzó a dictar una nota informativa a su receptor a través del celular. No tenía apuntes o soporte de dónde extraer los datos; sin embargo, las palabras le brotaban fluidamente, de corrido, sólo con las pausas necesarias. Pasaron dos minutos. Quitó la mano de su boca, que utilizó para cubrirse y hablar en voz baja, y dio las gracias.

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Guadalupe Cruz Lascano, jefa de redacción en la Dirección de Información, nos recibió en su oficina. Explicó que los materiales periodísticos creados por los medios oficiales del Congreso pasan primero por sus manos: ella es el primer filtro para que éstos puedan publicarse. Después llegan al director de información, el cual les da el “visto bueno”.

El tiempo que se nos permitió charlar con Lascano fue muy corto, ya que sus actividades están programadas; luego realizamos una visita al Área de Televisión. Desde este espacio se controla la programación del Canal del Congreso.

El sitio es pequeño. Hay tres pantallas, donde se muestran las diferentes tomas provenientes de las cámaras ubicadas en el Recinto. Dentro de una cabina, la encargada de la consola de switches, junto a dos personas que le auxilian, utiliza la herramienta para intercalar el material y poner en orden y lógica las imágenes.

Desorden en la Cámara

Entrar a la luneta donde se colocan los fotógrafos me permitió observar la actitud de los diputados y la forma en que se lleva a cabo una sesión en el Pleno. Se nos prohibió, por primera y única vez durante el recorrido, tomar apuntes o fotografías.

Las curules se dividen en tres zonas, no marcadas físicamente, pero cada una con características propias. Del lado izquierdo se colocan los diputados del PRD, Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano; al centro, los representantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI); a la derecha, quienes participan en el Partido Acción Nacional (PAN). Es, quizá por azares del destino, una analogía con la inclinación ideológica que cada partido tiene.

“¡Debemos brindar protección a los periodistas de Veracruz! ¡No es posible que los estén asesinando y nunca se esclarezca el caso!”, gritaba Jessica García, diputada del PAN, al tiempo que sus compañeros panistas le aplaudían. Mientras tanto, sus opositores partidistas mantenían charla entre ellos, revisaban el celular o simplemente descansaban en la curul.

El Palacio Legislativo, con sus 500 diputados, no es una zona de tranquilidad. Cada participación sirve, en el mejor de los casos, como oportunidad para crear desorden o duelo de posturas, y en el peor de ellos, para ignorar a quien expone sus ideas desde el estrado o asiento.

“¿Por qué los diputados no ponen atención cuando alguien está hablando?”, pregunté al licenciado Luis Alcalá. Su respuesta me desconcertó: “Los funcionarios no tienen la obligación de permanecer sentados o escuchar en todo momento lo que se dice”. Minutos después, abandonamos el interior de la Cámara para regresar a la Sala de Prensa.

No se casen con la línea editorial de su medio

Claudia Salazar, reportera del diario Reforma, nos permitió charlar con ella durante casi media hora. Aquellos treinta minutos se convirtieron en una clase exprés de práctica periodística. “La teoría es muy valiosa. En el aula, los maestros te exigen que te mantengas informado, que leas, que aprendas a redactar. Cuando llegas a la realidad, te das cuenta que todos los consejos sirven para algo”.

-Supongo que saben lo que es la editorial –preguntó, sin quitar del rostro su sonrisa continua. Se acomodó los lentes de contacto.

-Sí –respondimos al unísono, mis dos compañeras y yo.

-Bien. Cuando entren a trabajar, tendrán que adecuar la información a la inclinación ideológica del medio donde colaboren. Les quiero dar un consejo: no se casen con la editorial de su medio. Una cosa es el trabajo y otra es la forma de pensar que lleven fuera de él.

La periodista agregó: “Cada que lean un texto periodístico, piensen en cuál fue el procedimiento que usó el autor para obtener la información; también imaginen las dificultades a las que se enfrentó. Eso les servirá para abrir su mente y pensar en qué van a hacer cuando se expongan en la vida real”.

-¿Cuál es el proceso para elaborar una nota?

-Primero, reportear la información. Este paso a veces ya no se hace como antes. Ahora se puede reportear a través de llamadas telefónicas, WhatssApp, correo electrónico o redes sociales. Segundo, jerarquizar. Tercero, redactar. Es igual que como se los han enseñado en clases.

Dos cuartos de hora pasaron. Salazar, después de responder todas las preguntas y explicarnos cómo es la profesión periodística en la praxis, nos despidió. Explicó que tenía mucho trabajo y que dentro de algunos minutos debía ir a cubrir la fuente legislativa. “Ojalá algún día nos veamos otra vez por aquí, pero ya ustedes como colaboradores de algún medio”, finalizó.

*****

Silvano Aureoles

El reloj marcaba las 15:30 hrs, el recorrido había terminado. A nuestro lado, en la cafetería, un hombre bromeaba con otro, este último con saco del PRD. “¿Ahora eres de los amarillos? ¿Cuánto te pagaron para cambiarte de partido?”. Los dos funcionarios rieron de forma estruendosa.

Al salir de la Cámara, emociones contradictorias se encontraron en mi pensamiento. Por un lado, la alegría de haber conocido a periodistas con experiencia, saber cómo es la profesión fuera del aula, observar de cerca el ambiente periodístico; por el otro, la tristeza de descubrir que nuestros diputados no se han dado cuenta de la importancia que tienen en el rumbo del país.

En las pantallas de la Sala de Prensa se mostraron los resultados de la última votación efectuada por los funcionarios: 312 a favor, cero en contra, cero abstenciones. Victoria por decisión unánime. Lo que no sabremos es para quién fue el triunfo, si para los gobernantes o para los gobernados.







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