SARA PANTOJA, LA MUJER UNIVERSAL
- Orgullosamente egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
México (Aunam). Sara Pantoja es carismática y de paso firme; habla con una combinación sutil entre prisa y amabilidad, características de una persona ocupada, pero feliz de atender a otros. Una mascada morada rodea su cuello y se balancea conforme pasea por ascensores, sube escaleras, abre las puertas o recorre los pasillos del gran laberinto que parece ser la redacción de El Universal.
Una mirada juvenil y reflexiva parece tener algunos años en su rostro, quizá desde los diecisiete cuando deseaba hacer periodismo por radio, pero terminó trabajando para medio escritos.
Su primer acercamiento formal con el oficio fue en una agencia de noticias; allí monitoreaba medios desde las cuatro de la mañana. Posteriormente, pasó a realizar prácticas profesionales en la revista Proceso, bajo el mando de Carlos Acosta, en la sección de Archivo. Hasta que el medio cambio de editores, en el año 2000, pudo reportear en la sección de Ciudad, comandada por Raúl Monge.
En entrevista o fuera de ella no cambia, sigue siendo la jovial persona que carga dos celulares y agenda su itinerario en un cuaderno forma francesa de pasta gruesa, con una impecable letra color negro.
En una pequeña mesa con cuatro sillas, situada en un cuarto rodeado en su mayoría por cristales y ventanas, recuerda que lo primero que la llevó a la labor periodística fue la posibilidad de tener una relación con la gente, de realizar un servicio a la sociedad; poder informar y denunciar, por medio de la investigación, sobre lo que no está bien con el país.
Metrópoli, sección del diario El Universal dedicada a lo referente a la ciudad de México, ha sido su casa desde hace siete años; sin embargo, las primeras notas que aparecen con su firma son del año 2006 y se remontan a dos producidas el viernes primero de diciembre. Los titulares de éstas son: “Roban al banco y clientes de la sucursal” y “Anuncia AMLO marcha pacífica hacia el Auditorio Nacional”.
Sobre el oficio
Sus letras son eficientes, concisas y casi inmediatas. Con la misma facilidad presenta diversas historias sobre altos funcionarios del gobierno, también puede narrar la vida de una mujer de 76 años que además de abuela es motociclista o, por qué no, hablar de un conductor del metro con cuarenta y tres años servicio o de la primera mujer latina en escalar el Everest, en fin, puede cubrir a todos los personajes de una ciudad, nunca descansa.
Ganadora del Premio en Periodismo en Tecnología Agrícola 2012, otorgado por ProBIO, por el reportaje realizado en conjunto con Eduardo Camacho titulado “Transgénicos en México suficiencia o dependencia”, declara sentirse conforme con su labor, pero le encantaría viajar para hacer reportajes.
Al teclear su nombre en el buscador de noticias de El Universal se encuentran más de siete mil notas ligadas a su autoría, mismas que se ubican en las secciones de Red Política, El Universal TV y Metrópoli.
Se siente satisfecha con el periodismo porque es una herramienta para narrar historias y denunciar situaciones que no benefician a la sociedad, “lo más padre es cuando una nota tuya genera una reacción del gobierno para ayudar a la gente”.
La pluma de Sara fue una de las que denunciaron la presencia de negocios clandestinos en los que se vendía alcohol cerca de escuelas de la delegación Coyoacán; estos lugares fueron cerrados meses después por las autoridades.
Al momento de escribir, ella trata de “tejer con las palabras”, frase que heredó de Raúl Monge, pues asegura que con ellas crea metáforas, juega con el texto y sitúa al espectador en escenarios que de otra manera no podrían conocerse.
Aunque es una de sus pasiones, cree que el periodismo es una profesión mal pagada y en la que "no hay buenas prestaciones", escenario que impulsa a algunos de sus colegas a caer en la tentación del ‘chayote’: "su situación laboral obliga a que algunos lo reciban. Hay quien gana 2000 pesos a la quincena, tiene 3 hijos y renta una casa. Sin embargo, no lo justifico, estoy en contra y cuando me lo ofrecen lo rechazo”.
Una de las cosas que le molestan de su oficio es la tendencia con la que los diarios contratan por outsourcing y por free lance, donde se ofrece trabajo a destajo, con "cero prestaciones y ningún compromiso".
La reportera, que suele trabajar hasta 16 horas seguidas y difícilmente ve a su familia, encuentra desafortunada la diferencia de salarios y puestos otorgados a periodistas por sus influencias y no por su capacidad: "puedes no tener mucha carrera, pero si vienes recomendado puedes ser reportero triple A y ganar hasta 30 mil pesos. A diferencia de quien tiene cinco años en un periódico y apenas logra ser redactor B o redactor C".
Autocensura, respuesta ante las amenazas
Confiesa haber sido amenazada en algunas ocasiones debido a sus investigaciones; como solución decidió autocensurarse cuando ser necesario por su seguridad. Aunque, en algunas ocasiones es el diario quien le pide dar marcha atrás a algún tópico en específico.
Durante todo el tiempo que lleva laborando como reportera, ha tenido que lidiar con la línea editorial de “El Gran Diario de México”, la cual reconoce como un mecanismo impuesto que se puede combatir con el trabajo duro: “la lucha está en que tú defiendas un tema y busques que se publique. Aquí lo llamamos vender la nota”.
A las mujeres “nos ha tocado abrirnos espacios y hacernos respetar”
Como pocas mujeres en la profesión, Sara Pantoja comenzó cubriendo nota roja, una fuente en la que la mayoría es del sexo masculino. Se siente orgullosa que a las mujeres “nos ha tocado abrirnos espacios y hacernos respetar”.
Durante años combatió con el prejuicio de otros periodistas que la tildaba de insuficiente en el quehacer periodístico por su género, pero jamás aceptó tal diferencia; frecuentemente enunciaba la frase: “no soy niña, soy reportera y me respetas”.
A pesar de mostrarse en desacuerdo por el trato que en ocasiones se da al sexo femenino en este tipo de fuente, supo aprovechar la situación para encontrar caminos alternos y obtener la información: “Siendo mujer hay cierta facilidad para acercase al jefe policiaco, sin malinterpretar, y pedirle información. No es que llegues enseñándole una bubi o algo por el estilo.” Y, agrega que es más sencillo acercarse y pedir información de manera educada y directamente con el responsable.
En cuanto al contenido de la nota roja, considera que “las mujeres le hemos impreso cierto sentido humano. Hay compañeros y fotógrafos que te dicen: Si no hay sangre ni sesos afuera, no hay nota. Yo me centro en la historia de la persona; trato de hablar con los familiares y darle un poquito más de sentido”.
Exigencias del medio
Además del periodismo escrito, el medio le ha exigido que se actualice constantemente para poder manejar redes sociales, video y fotografía. Con el fin de estar a la vanguardia, ha tenido que pagarse cursos de edición y realización en diferentes plataformas.
Considera que el futuro del periodismo será en línea, por ello “si no le entras a lo multimedia, estás fuera”; sin embargo, cree que “las empresas y las escuelas no están preparando a los reporteros para adecuarse a este mundo”.
“El periodista debe cargar con teléfono o cámara que grabe video y que pueda mandar información inmediatamente; debe manejar redes sociales, programas de edición para foto y video; saber idiomas y tener una estupenda ortografía. Los profesores deben reprobar a los alumnos que escriban ‘abión’ o ‘icencia'”, sentencia mientras juega con uno de sus anillos.
Sus ojos suelen desviarse esporádicamente para recordar algunos datos, pero permanecen, la mayor parte del tiempo, centrados y atentos. Su mirada se pierde en el infinito cuando habla de una de sus metas a futuro: escribir libros de periodismo narrativo y multimedia.
La pluma de Sara Pantoja es una de tantas que han construido la historia de uno de los principales diarios del país. Sin embargo, ella se destaca por su característico y eficiente estilo; por su olfato periodístico que le permite encontrar la noticia al momento y ve el hecho desde diversas aristas; además, tiene un plus: es de las pocas periodistas que dejan de plasmar números para centrarse en construir historias.
Leave a Comment