INAUGURAN DEL COLOQUIO LOS GRANDES RETOS DEL SIGLO XXI

Por Yadira Isabel García Leyva
México (Aunam). No sólo Diego Rivera sino también José Vasconcelos estaban presentes. El espíritu fundador de la UNAM se materializaba en un diálogo entre las ciencias duras, las sociales, el humanismo y las artes. A medida que se postergó la inauguración del coloquio, las ansias de un espectador desorientado agravaron su inquietud por el título: ¿cuáles eran esos grandes retos del siglo XXI y cómo él los enfrentaría?

De las primeras incógnitas que marcan el inicio del pensamiento humano está la concerniente a la predicción del futuro. Se ha intentado responder desde la religión y la astrología. Tal necesidad de certidumbre han sido tan fundamental que nos sigue inquietando hasta nuestros días y más recientemente se le ha tratado de responder desde una prospectiva sistematizada.

María Teresa Uriarte, coordinadora de Difusión Cultural y en nombre del rector José Narro Robles, presentó a los anfitriones del coloquio: el Antiguo Colegio de San Ildefonso y la UNAM, que alrededor de las diez de la mañana, dio pie al alba que comenzaría a clarificar la respuesta que la Universidad propone a esas preguntas fundamentales.

Aquella respuesta no sólo se vislumbraría a la luz de la precisión científica sino, como lo confirma el mural de Diego Rivera en el anfiteatro que del lado derecho representa el conocimiento y la fortaleza, y del izquierdo a las artes y las sensibilidades, también por la imprevisibilidad de lo que no es ciencia se adquiere certidumbre.

Entonces, las ansias del espectador comenzaron a descender. No así su inquietud y su desorientación: ¿qué hacía en tal ambiente intelectual un estudiante de informática cuyos intereses más forzados por una “carrera del futuro” (como él la llamó) eran las ciencias duras? Con una mirada atenta exigía una respuesta.

“Por mucho tiempo se ha vivido el divorcio de las ciencias y las humanidades. No hay tal, son afluentes del mismo río: el conocimiento humano. Este coloquio es prueba de ello”, respondió la Coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, la Dra. María Teresa Duarte.


Héctor Vasconcelos, coordinador de Diálogos Internacionales colaboró a la explicación a partir del concepto de dos culturas: la científica y, la social y humanística. “Este coloquio es un esfuerzo por establecer puentes de comunicación entre las dos culturas”.

Simultáneamente, Diego Rivera tomaba la palabra: “los orígenes de las ciencias y las artes, una especie de versión condensada de los hechos sustanciales de la Humanidad”, palabras con las que describió en 1922 a su obra La Creación que servía de escenario al evento.

En la obra de Diego Rivera se halla el discurso del ex rector de la UNAM José Vasconcelos, quien le concedió su primer espacio al muralista como parte de una política de educación: la difusión de la cultura a través de los edificios públicos.

Así, aquellos cuerpos mestizos representados en la obra son eco de la filosofía Vasconcelista de naturaleza humanista, que de alguna manera hablaban a aquel espectador: la respuesta está en ti, en tu raza, raza cósmica.

Pues “la generación de ustedes es la que enfrentará los grandes retos del siglo XXI. Nosotros, los mayores, tenemos la obligación de generar encuentros como este”, complementó María Teresa Uriarte.

Tal como la configuración de una puesta en escena en la que los exponentes eran sólo organizadores y los espectadores los verdaderos actores que debía retomar el papel de lo que Carlos Fuentes llamó una nueva civilización: “de características todavía no muy claras, pero seguramente tenía como signo la irrupción de una ciudadanía crítica y participativa, dispuesta a ejercer un protagonismo mucho mayor en la toma de decisiones”, recordó Uriarte.

El coloquio se pensó bajo dos características esenciales que funcionan como ese puente conector del que habló Héctor Vasconcelos: la interdisciplinariedad y los valores. La interdisciplinariedad por promover una “conversación informada acerca del estado actual del conocimiento en las más diversas disciplinas y la manera en que este saber permite discernir las principales tendencias a futuro”, que, como agrega Uriarte, son impostergables, exigencias que nos plantea el presente, necesidades que se vislumbran en materia de pobreza, violencia, narcotráfico, catástrofes ambientales.

Y, la pertinencia de los valores, aumentó Uriarte, reside en la conducción de la ciencia como preservadora y reivindicadora de la convivencia pacífica y el enriquecimiento de las fuentes desarrollo cultural. Así es: afirma Diego Rivera con brochazos dados hace casi un siglo en la personificación de la prudencia, la justicia, la esperanza, la sapiencia.

La firma de José Vasconcelos en el escudo de la institución organizadora parecía rematar la escenificación del primer acto del coloquio: “Por mi raza hablará el espíritu”. La inquietud del estudiante de informática persistía más controlada al visualizar la entrada de los primeros ponentes del coloquio.


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