DE TODO, MENOS RATERO
Por Yarely León Mogica
México (Aunam). Parado ante una tela color blanco dispuesta sobre el suelo, donde ha puesto lentes para sol, pulseras, porta credenciales, porta celulares y morralitos, todos de piel y elaborados por él, a excepción de los lentes. Mientras sonríe con un poco de decepción, Marco exclama “ni modo que me queda”, él se dedica al comercio ambulante en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Hace ya tres años que vengo a vender a la Facultad, porque la verdad no nos queda de otra, antes vendía en Filosofía, pero a raíz de que hubo un muertito nos mandaron a toda la banda para acá” comenta, mientras mete las manos a las bolsas de su pantalón de mezclilla. Continua mientras observa su puestecito “ps de que se vende se vende además esto del ambulantaje también ayuda, va para el supuesto patronato de la UNAM aunque quien sabe quien lo maneje”.
Marco ahora se ha soltado un poco más, ha sacados las manos de su pantalón y platica con más confianza “mira uno termina su carrera, pero al no haber oportunidades decidí ponerme a vender, antes trabajaba en un consultorio, pero ps no era mío y que digo no sabes que, mejor luego nos vemos”.
“¿Qué qué estudié?, soy doctor, estudié odontología aquí mismo en la UNAM, pero cuando vas a pedir trabajo te piden cinco años de experiencia con 19 años de edad, entonces ps de dónde, además después de la huelga del 99, te dicen, no, éste viene de la UNAM nos van a poner en huelga y no, no te dejan, menos si no llevas recomendaciones” expresa Marco con voz tranquila que destaca su sencillez, también mueve ambas manos y mira a los alumnos que pasan, “ sí, la verdad está cañón”, reitera.
“No es que le saque más, pero como te decía ¿que nos queda?, ni modo que ande de ratero. Es mi modo de sobrevivir, además sí, tengo familia, es más tengo un hijo aquí en Contaduría” y señala con el brazo derecho “Tengo que hacerlo para solventar mis gastos, a veces llego a ganar trescientos al día pero hay veces en las que sólo me llevo 20 pesos” y en el rostro se le dibuja una mueca de decepción.
“Además de venir a la Facultad también vendo en mercados, claro cuando se puede, ya ves que luego andan ahí los policías y ellos no te dejan vender a menos que les des una mordida, ya vez como son las cosas en este país”, y me toca el brazo para decir “a poco no has escuchado el chiste ese que dice, una vez le preguntan al policía ¿Qué opina de que ya no habrá mordida? Y el policía contesta ¿Cuánto me paga por decirle?, ya ves, ya ves”, Marco sonríe de nuevo, pero esta vez con ironía.
Él vive en la colonia Contreras relativamente cerca de Ciudad Universitaria, menciona que antes se hacía menos tiempo para llegar a la Facultad, pero menciona que con las obras de Marcelo Ebrard tarda una hora; “ése señor piensa que con todo lo que hace va a ser presidente y no, no vas a ser presidente, que lo escuche”. Se acerca a mi grabadora y dice con más énfasis “no al negocio de Ebrard”. En la Facultad siguen llegando más alumnos, uno se ha parado a preguntar “¿Y éste de a cómo?”.
México (Aunam). Parado ante una tela color blanco dispuesta sobre el suelo, donde ha puesto lentes para sol, pulseras, porta credenciales, porta celulares y morralitos, todos de piel y elaborados por él, a excepción de los lentes. Mientras sonríe con un poco de decepción, Marco exclama “ni modo que me queda”, él se dedica al comercio ambulante en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Hace ya tres años que vengo a vender a la Facultad, porque la verdad no nos queda de otra, antes vendía en Filosofía, pero a raíz de que hubo un muertito nos mandaron a toda la banda para acá” comenta, mientras mete las manos a las bolsas de su pantalón de mezclilla. Continua mientras observa su puestecito “ps de que se vende se vende además esto del ambulantaje también ayuda, va para el supuesto patronato de la UNAM aunque quien sabe quien lo maneje”.
Marco ahora se ha soltado un poco más, ha sacados las manos de su pantalón y platica con más confianza “mira uno termina su carrera, pero al no haber oportunidades decidí ponerme a vender, antes trabajaba en un consultorio, pero ps no era mío y que digo no sabes que, mejor luego nos vemos”.
“¿Qué qué estudié?, soy doctor, estudié odontología aquí mismo en la UNAM, pero cuando vas a pedir trabajo te piden cinco años de experiencia con 19 años de edad, entonces ps de dónde, además después de la huelga del 99, te dicen, no, éste viene de la UNAM nos van a poner en huelga y no, no te dejan, menos si no llevas recomendaciones” expresa Marco con voz tranquila que destaca su sencillez, también mueve ambas manos y mira a los alumnos que pasan, “ sí, la verdad está cañón”, reitera.
“No es que le saque más, pero como te decía ¿que nos queda?, ni modo que ande de ratero. Es mi modo de sobrevivir, además sí, tengo familia, es más tengo un hijo aquí en Contaduría” y señala con el brazo derecho “Tengo que hacerlo para solventar mis gastos, a veces llego a ganar trescientos al día pero hay veces en las que sólo me llevo 20 pesos” y en el rostro se le dibuja una mueca de decepción.
“Además de venir a la Facultad también vendo en mercados, claro cuando se puede, ya ves que luego andan ahí los policías y ellos no te dejan vender a menos que les des una mordida, ya vez como son las cosas en este país”, y me toca el brazo para decir “a poco no has escuchado el chiste ese que dice, una vez le preguntan al policía ¿Qué opina de que ya no habrá mordida? Y el policía contesta ¿Cuánto me paga por decirle?, ya ves, ya ves”, Marco sonríe de nuevo, pero esta vez con ironía.
Él vive en la colonia Contreras relativamente cerca de Ciudad Universitaria, menciona que antes se hacía menos tiempo para llegar a la Facultad, pero menciona que con las obras de Marcelo Ebrard tarda una hora; “ése señor piensa que con todo lo que hace va a ser presidente y no, no vas a ser presidente, que lo escuche”. Se acerca a mi grabadora y dice con más énfasis “no al negocio de Ebrard”. En la Facultad siguen llegando más alumnos, uno se ha parado a preguntar “¿Y éste de a cómo?”.
Me parece muy interesante conocer que cada vez somos más los que compartimos una realidad nacional sin embargo hay mexicanos que seguimos siendo honestos y luchamos por el día a día.
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