DEPORTE UNAM: NI BLANCO NI NEGRO

Por Vania Eloísa Juárez Ríos y Brenda Terreros Martínez
Ciudad de México (Aunam). La Universidad de la Nación es casa de miles de jóvenes estudiantes. En sus aulas forma a los profesionistas, investigadores y docentes del mañana. Aunado a ello, ofrece una gama amplia de actividades extracurriculares, entre ellas, el deporte. Distintas disciplinas se desarrollan en el corazón de la Universidad: Ciudad Universitaria, donde día a día miles de alumnos buscan complementar su formación académica con la actividad física y la satisfacción de representar a su alma mater.


Atletismo, ciclismo, natación, fútbol americano, polo acuático, gimnasia y natación artística son tan sólo algunos de las disciplinas que constituyen la oferta deportiva de la UNAM. Todas ellas coordinadas por la Dirección General del Deporte Universitario (DGDU), organismo actualmente presidido por el licenciado Alejandro Fernández Varela Jiménez.

Desde deportes en conjunto, de contacto, pasando por los individuales, los universitarios de distintas facultades se enfrentan no sólo a los retos físicos y psicológicos que implica ser un deportista azul-oro. Detrás de las medallas, los campeonatos, las notas periodísticas, las fotos sobre el podio, hay un sistema deficiente y arbitrario que deja desprotegido a gran parte de su estudiantado.

No sólo se trata de estudiantes en formación profesional, sino de jóvenes que buscan una experiencia completa como matriculados de la UNAM. ¿En qué condiciones entrenan?, ¿su universidad los respalda?, ¿qué es lo que necesitan? Darles voz es de vital importancia para comprender los retos a los que se enfrentan día a día.

La UNAM: ¿cosecha los triunfos deportivos que no ha sembrado?

Alejandra C. ha practicado natación por una década, y desde hace cuatro años representa a la UNAM en certámenes interuniversitarios, regionales y nacionales. Durante este tiempo ha sido víctima y testigo de la insuficiencia del apoyo que la máxima casa de estudios ofrece a quienes la representan en el ámbito deportivo.

Para que la universidad le preste atención a un deportista o a un equipo es necesaria una sola cosa: traer colgada al cuello una presea o alzar una copa. La mayoría de veces no los voltean a ver ni antes ni después de ese momento de gloria en que los deportistas suben al podio.


Muchas veces Deporte UNAM no les da ni el equipamiento más básico necesario para participar en una competencia. ‘’Nunca nos dan por ejemplo, pants. Pero cuando ganamos medallas nos buscan para tomarnos fotos, y no tenemos ni un uniforme, que es lo más básico”, dice Alejandra.

Cuando no logran estar entre los premiados, es impensable que la UNAM se acerque a ellos. Tal parece que la institución no valora todo el esfuerzo que implica el solo hecho de llegar a una competición. La nadadora universitaria explica: “Hay veces que no ganamos medallas pero que estamos en el top 10 y eso no lo saben apreciar. Mientras no entreguemos medallas, a ellos no les importa”.

La pregunta es: ¿No les importa? ¿O no les importa lo suficiente?, porque es verdad que los atletas de equipos representativos cuentan con lo más básico: un lugar donde entrenar y una beca. Sin embargo, algunas de las instalaciones deportivas no están en óptimas condiciones y el apoyo económico puede resultar insuficiente y desigual.

Alejandra, quien consiguió varias medallas en el Campeonato Nacional de Natación, entrena en la Alberca Olímpica Universitaria. Pero por un mes, o más, su entrenamiento no fue continuo, porque el filtro de la piscina estaba roto y el agua se encontraba sucia y de color verdoso.

Mariana A., quien también es nadadora puma, confirma el testimonio de Alejandra C. y agrega que por este motivo recientemente sus entrenamientos son únicamente en el gimnasio. Estas horas de ejercicio en el gym solamente sirven para cumplir con el requisito del 90% de asistencia necesario para no perder la beca deportiva de la UNAM, que es muy difícil de mantener. La deportista explica: “Nosotros siendo nadadores, administrativamente cumplimos con las horas en el gimnasio, pero el rendimiento está mal”.

Además, no es la primera vez que las prácticas de natación se han visto afectadas por las malas condiciones del lugar de entrenamiento. En invierno, por supuestas labores de remodelación, el calentador fue desconectado y la temperatura del agua descendió. Mariana comenta: “Te permiten entrar a la alberca, pero no es lo más recomendable. Yo una vez entré y realmente es un frío que no se puede aguantar”.

En el caso de la medallista del Campeonato Nacional de Natación, en épocas invernales entrena junto a sus compañeros en las instalaciones de la Comisión Nacional del Deporte y la Cultura Física (CONADE). El lugar queda muy lejos de las casas y centros de estudio de muchos de los atletas y por si esto fuera poco, cuenta con una alberca en la que la temperatura del agua es muy alta, lo cual también dificulta su uso.

Por otra parte, el monto mensual de mil pesos, ofrecido por el Programa de Becas para Alumnos Deportistas de Equipos Representativos de la UNAM no alcanza para cubrir todos los gastos que implica representar los colores universitarios. Un traje de baño puede costar hasta 5 mil pesos.

En ocasiones, la beca tan solo sirve para costear algunas de las competencias deportivas, como lo explica Mariana: “En las competencias que si me han mandado fuera de la ciudad tengo que hacer gastos como los viáticos, entonces prácticamente se gastan los mil pesos en puras competencias”.

Otras veces, incluso los competidores deben ser apoyados económicamente por sus familias para asistir a las contiendas, en las que están obligados a participar si quieren mantener la beca. La convocatoria establece en el punto cuatro del apartado “Proceso de asignación” la obligación de contender en todas las competencias a las que se les convoque.

Lo más grave es que el problema no se reduce a los limitados recursos económicos asignados a los atletas. La situación tampoco es buena en Medicina del Deporte, donde dan, o deberían dar, consultas en las áreas de traumatología y ortopedia, nutrición, odontología, psicología del deporte, fisioterapia y rehabilitación.

Muchos estudiantes deportistas desconocen que existe un servicio médico especializado y los que lo conocen no están conformes. Alejandra C. revela: “No contamos con fisioterapeutas, pese a que ha habido iniciativas para que las chicas y los chicos de Fisioterapia de la UNAM puedan hacer su servicio social con nosotros. Y la nutrióloga no te sabe atender, te da la misma dieta que a un jugador de americano que para un jugador de basquetbol”.


Pero, a pesar de las circunstancias adversas, los deportistas integrantes de los equipos representativos de una de las mejores universidades de Latinoamérica están agradecidos por la oportunidad de representar a su casa de estudios. Al menos Alejandra sí es consciente del privilegio del que goza, por ello asegura:

“Yo estoy agradecida no sólo con la Universidad, sino con todos los que sustentan ésto, que es el pueblo, por permitirme entrenar al nivel que entreno, con el entrenador que tengo. El entrenamiento que yo recibo tiene un costo muy elevado al exterior y eso lo cubre la Universidad, pero las competencias no nos las pagan y son muy caras”.

Las condiciones en que las nadadoras y los nadadores de la institución desarrollan su actividad deportiva no son excelentes. Hay deportistas a los que la universidad les da un mayor respaldo, como a los jugadores de fútbol americano o a las jugadoras de flag football. Pero también hay universitarios en peor situación, como los que pertenecen a los equipos representativos de su facultad.

Las facultades: olvidadas, rezagadas


Alejandra, quien es estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, coordinada en este rubro por el Lic. Bernardo Velázquez Arias platica que: “La facultad es de las que menos presupuesto para deporte comparado, por ejemplo, con Ingeniería, Derecho, Economía. Les dan pants, les dan mochilas, todo. No importa si tienen resultados o no a nivel nacional”.

Gabriel G. estudiante de la misma facultad, forma parte del equipo de fútbol americano representativo de esta y confirma la situación. “Es un tanto complejo. Tiene una enorme diversidad de equipos (la FCPyS), ¿qué es lo complejo? Cuánto y cómo te apoyan. Nosotros como equipo representativo de la facultad sufrimos ciertas complicaciones para entrar a los torneos por cuestiones administrativas”.

A la complejidad de los trámites administrativos se suma la falta de entrenadores pagados por la Universidad. Y con los que cuentan no son remunerados por su trabajo. “No hay mucho apoyo en cuestiones técnicas. Los coaches que nos fueron a apoyar, tengo entendido que sólo uno recibió pago y eso estaba en duda, los demás fueron por amor al arte (...) la facultad nos dio unos cuanto balones y ya”.

Los buenos resultados son difíciles de conseguir en una situación tan precaria, sobre todo frente a equipos que reciben más apoyo. La UNAM descuida a los equipos representativos de sus facultades, y como dice Gabriel: “En el campo se nota muchísimo”.

El jugador de americano pone un ejemplo: “En Contaduría tengo entendido que su inversión en deporte es mucho mayor a la FCPyS, tanto es así que cuando a nosotros nos prestaron el campo, nos dieron chance de entrenar en pretemporada y ellos ya estaban entrenando (...) tenían varios coaches en distintas posiciones (del equipo) y eso evidentemente sube el rendimiento del equipo”.

Tal vez el apoyo que percibe el equipo de americano de Contaduría es suficiente, pero la situación es muy distinta para otros equipos dentro de dicha facultad, como el de fútbol femenil.

Mónica C. es parte del equipo representativo de fútbol soccer de la Facultad de Contaduría y Administración, uno de los deportes que se encuentra bajo la coordinación de Rafael Aguilera Aguilar. Egresada de una Escuela Nacional Preparatoria (ENP), entrenó basquetbol y formó parte del equipo de esta disciplina cuando ingresó a la carrera, no obstante, lo abandonó debido a la ausencia de apoyo. Ella comenta que hay grandes diferencias entre practicar deporte a nivel medio superior y nivel superior. En la preparatoria sí podían entrenar, pues las instalaciones cuentan con un gimnasio, donde se puede practicar.

En Ciudad Universitaria la situación es muy adversa tanto para el equipo de fútbol como para el de básquet. Mónica dice que las prácticas no son constantes, debido a que: “Donde entrenábamos,--los campos de fútbol--normalmente estaban ocupados por otras facultades. Entonces a nosotros nos asignaban uno en malas condiciones”.

El lugar en el que entrenaba la futbolista no tiene el tamaño adecuado y es inseguro, porque al ser de terracería, las futbolistas pueden resbalar y caer, sin embargo, es el único que la Universidad les presta y solo de vez en cuando.

Estos pocos entrenamientos no bastan para tener un buen desempeño en las competencias interuniversitarias. Mónica confiesa: “Mi experiencia aquí (en la facultad de Contaduría) ha sido participar en los partidos directos de torneo, no tanto entrenar, porque no nos han prestado las instalaciones”.

Para la estudiante de la Facultad de Contaduría y Administración entrenar es muy importante, porque “Si no entrenas, obviamente, no vas a llegar con la misma condición o talento. También repercute en el aspecto motivacional porque si tú no has entrenado y nada más vas a jugar, incluso en ocasiones provoca desistir en el deporte, porque no te están dando la oportunidad”.

En respuesta, su equipo interpuso quejas pero no les dio seguimiento porque las autoridades y administrativos no las toman en cuenta. A nivel emocional esta desatención afecta tanto como la propia falta de espacios para entrenar. Es por ello que la atención brindada a los atletas debe ser completa, sin importar la disciplina, el equipo o la facultad.

Deporte en la UNAM: una balanza inclinada


En la máxima casa de estudios, en cuestión deportiva, la balanza está inclinada a favor de los equipos representativos de la UNAM, especialmente a los de deportes en conjunto. Los deportistas que representan a su facultad lo saben, Mónica C. dice:

“Yo creo que en los equipos de facultad se da más ese problema (la falta de apoyo) . Tengo compañeros que están en representativos de la UNAM y, al momento de compartir su experiencia, sí tienen el apoyo. Los llevan a los juegos y partidos que tienen aquí en México”

En efecto, los miembros de equipos que representan a toda la Universidad cuentan con mejor atención y servicios. Luis C., jugador de fútbol americano en nivel Intermedio y Frida F., quien juega en el equipo femenil de tocho bandera de Pumas, son beneficiarios directos de gran parte del presupuesto asignado al deporte en la universidad de la nación.

Los miembros del equipo Pumas, incluido Luis, reciben indumentaria completa y tienen acceso tanto a un gimnasio exclusivo como a campos de entrenamiento cerrados al público y en buenas condiciones. Cuando viajan a otros estados, la universidad paga el transporte y les proporciona los almuerzos.

Como conjunto representativo también cuentan con un seguro de alto riesgo. El futbolista de americano cuenta que el seguro cubrió su cirugía a la que fue sometido luego de un desgarre de ligamento cruzado anterior. Para la rehabilitación fue atendido de forma personalizada por una fisioterapeuta.

La experiencia de la jugadora de tocho ha sido similar. Siempre se ha sentido respaldada por su casa de estudios. Recientemente viajó a Yucatán para la Universiada 2019 con los gastos de transporte en avión y uniformes cubiertos.

Las razones por las cuales la UNAM no respalda a todos sus deportistas por igual no están claras. Pero la percepción de los atletas es que la institución educativa solamente da equipamiento, lugares para entrenar y financiamiento a quienes le dan prestigio o alguna ganancia.

Para la nadadora Alejandra C. las cosas funcionan así: “A los deportes de conjunto les dan más prioridad que a los deportes individuales, porque van dando más resultados. En la natación para entrar entre las diez primeras, debes competir mínimo con unas 500 nadadoras. Entonces en los deportes de conjunto ir clasificando de alguna manera es más sencillo, y los resultados son más tangibles, Deporte UNAM eso es lo que mira”.

Mientras que Luis acepta que el fútbol americano es redituable económicamente para la universidad, “es un negocio, porque para entrar a los partidos debes pagar”. De esta manera, la inversión es recuperada e incluso superada.

Para ingresar al equipo Luis platica “Son seis meses de pura preparación física, te piden pruebas físicas, de gimnasio, tienes que levantar cierto peso (...) te hacen pruebas de velocidad y resistencia en campo y ya como último filtro son pruebas de interacciones entre los jugadores”. Evidentemente la exigencia es alta y entrar al equipo no es fácil.

La fisioterapia, la rigurosa alimentación, las instalaciones y todo lo proporcionado es a cambio de un nivel de excelencia a escala nacional. “Ser deportista de alto rendimiento requiere pasar cuatro horas entre gimnasio, ver video y los entrenamientos” comenta Luis respecto a su experiencia como miembro de Pumas. Incluso “hay profesores de física, de matemáticas, de ciencias duras, son los tutores que hay en Pumas” mismos que se encargan de ayudar a los jugadores a llevar en simultáneo la vida deportiva y académica.

Es tan bueno el nivel, que atletas de instituciones externas como La Salle o universidades particulares ingresan al equipo de Pumas: “este nivel de americano es el mejor que tiene México”, confirma Luis. Estos jugadores no cuentan con la matrícula de la UNAM pero por su desempeño la institución educativa les abre la puerta del equipo y les otorga los mismos beneficios que a sus matriculados.

El talento de los jugadores que representan a la Universidad Nacional Autónoma de México no está en duda. Sin embargo, hay más jóvenes talentosos a los que cierran la puerta. Entrar a un equipo representativo es complicado, pero no únicamente por la gran cantidad de filtros sino porque muchos entrenadores ni siquiera se toman el tiempo de evaluar el desempeño de quienes acuden a las convocatorias para audicionar.

El trato que Mónica C. recibió en una de las audiciones es desalentador. “Cuando fuí, creo que me metieron (a la cancha), no sé, cinco segundos, no miento. Y me dijo (el entrenador): '¿Sabes qué? No, hay por allá atrás un equipo al que puedes pertenecer, bye’. Pensé, bueno, en cinco segundos ni agarre el balón ni viste mi talento, ¿cómo puedes emitir un juicio?”

Mantener la esperanza azul y oro

Luis, el jugador de Pumas está consciente de la situación que atraviesan estos equipos invisibilizados y declara: “Es demasiada la diferencia que hay entre un equipo representativo de la universidad y un equipo representativo de facultades (...) sí les hace falta muchísimo más apoyo como con el que contamos nosotros”.

A pesar de ello, los universitarios mantienen viva la llama deportiva. Mónica C. relata haber participado en torneos libres, organizados por los propios estudiantes en la zona conocida como “Las Islas”, ubicada en el campus central.

Por su parte, Gabriel G., del equipo de americano de la FCPYS, acepta con orgullo haber salido a botear para juntar el dinero necesario para comprar los jerseys y pintar los cascos. Entre compañeros de equipo hacen hasta lo imposible por no perder el ánimo: “Hay un apoyo mutuo, no nada más es el equipo como tal en el campo sino que este compañerismo se lleva a extremos personales (...) a pesar de estas cuestiones complejas del apoyo, las formas de salir adelante han llevado al equipo a tener unidad, a mantenerse muy sólido en su identidad y te permea, te construye como persona. Es la manera más sana en la que el equipo ha podido subsanar este tipo de dificultades”, explica Gabriel.

De cualquier modo, para los amantes del deporte sería alentador tener la consideración de la universidad. Como lo explica la medallista nacional, Alejandra: “Los de Deporte UNAM deberían acercarse más con nosotros. Solamente cuando les servimos, cuando ganamos una medalla, cuando damos una nota importante, se acercan. No saben lo que entrenamos, no saben las horas que realmente invertimos y no saben que no solo somos atletas, que también somos estudiantes”.

Mientras los universitarios anhelan ser vistos por su alma máter, esta parece conforme con dar la apariencia de que sus deportistas cuentan con todo para sobresalir. Basta con echar un vistazo a la página oficial de la Dirección General del Deporte donde aparece el listado de las disciplinas ofrecidas por la UNAM y los servicios de los que provee a sus integrantes, muchos de ellos desconocidos por los atletas o simplemente inexistentes.

El caso es aún más grave al ingresar a Agenda Estadística UNAM 2018, en la cual está publicada la numeralia del presupuesto que recibe la Universidad en general y cómo distribuye sus ingresos, entre otros datos relevantes respecto a la Universidad de la Nación.

En ninguna de sus categorías se menciona al deporte, ni en ninguno de sus registros y tablas se tiene información de este rubro, más que el número de beneficiarios de la Beca para Alumnos Deportistas de Equipos Representativos de la UNAM, la cual cabe mencionar, es otorgada a muy pocos: 1037 en total, durante el año pasado.

En el Portal de Transparencia Universitaria, al intentar consultar la información sobre el presupuesto del 2019, la página no muestra la información. Las fuentes en las que se podría consultar el presupuesto asignado a los equipos no esclarecen la distribución del mismo en materia del deporte y otros rubros. Si los a los deportistas no los respalda su institución ¿qué les queda?.

Los jóvenes se desarrollan en un contexto en el que el deporte mexicano para la nación y su universidad figura en segundo plano o no es prioritario. No se le da la atención ni la difusión necesaria, el presupuesto se distribuye de manera inequitativa y sólo queda trabajar con lo básico, a veces con las manos vacías.

La UNAM junto con su dependencia administrativa, la Dirección General del Deporte Universitario y las direcciones de cada una de las facultades, han descobijado a miles de jóvenes que merecen y necesitan su apoyo. Estos equipos sobreviven gracias a sus integrantes y a sus esfuerzos por no dejar morir a la figura del deportista universitario. Ser escuchados por la administración es lo mínimo que la gran casa de estudios debe proporcionar a las disciplinas.

*Los nombres de las fuente vivas han sido modificados para proteger las identidades de las mismas.




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